Hay tres ideas equivocadas acerca de la Iglesia, que deben aclararse.
En primer lugar, la Iglesia que es Su cuerpo, expuesto así por Pablo, no puede ser hallada en el Antiguo Testamento. Es algo enteramente nuevo, y revelado por primera vez en este gran misterio (Ef. 3). Es verdad que hay allí figuras e ilustraciones de la Iglesia. Pablo habla de Adán y Eva en Efesios 5 como tipos o figuras de Cristo y Su Iglesia. La fiesta de Pentecostés en Levítico 23:15-22, con la ofrenda mecida de los dos panes con levadura, es definitivamente una ilustración de la Iglesia del tiempo presente. Pero la doctrina misma de la Iglesia estaba escondida en Dios, hasta que fue revelada en el Nuevo Testamento.
En segundo lugar, hay una clara distinción entre la esperanza de Israel y la de la Iglesia. Las promesas y los pactos hechos por Jehová con Israel acerca de la tierra y el reino eran principalmente de carácter terrenal, y serán cumplidas literalmente. Pero la esperanza de la Iglesia es celestial, y enteramente distinta de la de Israel. El cristianismo no es una secta ni rama de Israel ni del judaísmo, sino un cuerpo nuevo, con una posición nueva, y promesas y esperanza nuevas.
En tercer lugar, hay una bien definida distinción entre el reino y la Iglesia. El reino es más amplio que la Iglesia. La diferencia entre el reino del cielo y la Iglesia fue aclarada en el Evangelio según Mateo. Cristo bosqueja el reino del cielo en las siete parábolas del capítulo 13, y la Iglesia en los capítulos 16 y 18. El reino existía antes del comienzo de la Iglesia, y continuará después de completarse la Iglesia. Así que, la Iglesia está en el reino, pero es distinto al reino.
El obrero que no quiere tener de qué avergonzarse, que desea usar bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15), tendrá en cuenta estas importantes distinciones.
T. E. Wilson (1902-1996) fue misionero a Angola. De su libro Mystery Doctrines of the New Testament (“Doctrinas y Misterios del Nuevo Testamento”), pág. 26.
En primer lugar, la Iglesia que es Su cuerpo, expuesto así por Pablo, no puede ser hallada en el Antiguo Testamento. Es algo enteramente nuevo, y revelado por primera vez en este gran misterio (Ef. 3). Es verdad que hay allí figuras e ilustraciones de la Iglesia. Pablo habla de Adán y Eva en Efesios 5 como tipos o figuras de Cristo y Su Iglesia. La fiesta de Pentecostés en Levítico 23:15-22, con la ofrenda mecida de los dos panes con levadura, es definitivamente una ilustración de la Iglesia del tiempo presente. Pero la doctrina misma de la Iglesia estaba escondida en Dios, hasta que fue revelada en el Nuevo Testamento.
En segundo lugar, hay una clara distinción entre la esperanza de Israel y la de la Iglesia. Las promesas y los pactos hechos por Jehová con Israel acerca de la tierra y el reino eran principalmente de carácter terrenal, y serán cumplidas literalmente. Pero la esperanza de la Iglesia es celestial, y enteramente distinta de la de Israel. El cristianismo no es una secta ni rama de Israel ni del judaísmo, sino un cuerpo nuevo, con una posición nueva, y promesas y esperanza nuevas.
En tercer lugar, hay una bien definida distinción entre el reino y la Iglesia. El reino es más amplio que la Iglesia. La diferencia entre el reino del cielo y la Iglesia fue aclarada en el Evangelio según Mateo. Cristo bosqueja el reino del cielo en las siete parábolas del capítulo 13, y la Iglesia en los capítulos 16 y 18. El reino existía antes del comienzo de la Iglesia, y continuará después de completarse la Iglesia. Así que, la Iglesia está en el reino, pero es distinto al reino.
El obrero que no quiere tener de qué avergonzarse, que desea usar bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15), tendrá en cuenta estas importantes distinciones.
T. E. Wilson (1902-1996) fue misionero a Angola. De su libro Mystery Doctrines of the New Testament (“Doctrinas y Misterios del Nuevo Testamento”), pág. 26.
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