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sábado, 23 de diciembre de 2017

Contradicciones Navideñas

Contradicciones Navideñas

Las fechas de Navidad y Reyes son el tiempo del año cuando supuestamente todos piensan en el Señor Jesucristo. Pero si somos honestos, sabemos que no es así. Para empezar, ni siquiera nació Cristo en esas fechas, pues no hay pastores ni rebaños en los campos en Judea desde octubre hasta marzo, porque en esos meses hay mucho frío, lluvias, nevadas, y heladas, y no se puede estar en el campo. Además, no se conocen esas fiestas y costumbres en la Biblia,  y nada tienen que ver con las cosas que mandó el Señor Jesucristo (Mateo 28:19-20), ni hay registro alguno de ellas en las prácticas de la iglesia apostólica (Hechos) ni las enseñanzas del Nuevo Testamento (las Epístolas). No hay ninguna fiesta ni celebración navideña de parte de los creyentes en el Nuevo Testamento. Al contrario, la historia ampliamente documenta el origen pagano de fiestas como la de Saturnalia, y cómo la iglesia católica romana obró para incluir tales fiestas en la cristiandad.

El Árbol
     En ningún lugar en toda la Biblia somos instruidos a poner un árbol como memorial espiritual, ni en nada se relaciona con el Señor Jesucristo. ¿Pueden los que lo ponen mostrar siquiera un texto bíblico que instruya o apoye el uso de un árbol así? Sencillamente, la respuesta es “no”. Pero, ¡la tradición y el sentimentalismo son fuertes!
    Al contrario, el árbol como objeto religioso radica en las costumbres antiguas del medio-oriente. Siglos antes de Cristo los asirios usaban un árbol sagrado en sus ceremonias y cultos religiosos. Los babilonios empleaban un árbol para celebrar un culto a Tamuz, hijo de Semiramis.

Papá Noel
 
   San Nicolás, o “Santa Claus”, un gran mentiroso, totalmente fuera de lo bíblico, es como un dios que sabe todo y promete venir y aparecer en todo el mundo en una sola noche y reparte bienes (o carbón) según el comportamiento de cada uno. Aunque Navidad no es el nacimiento de Cristo, si lo fuera, Papá Noel tendría el papel de un anticristo, robando la atención y los afectos de muchos.
    En países predominantemente católicos, en la fiesta religiosa de Epifanía, destacan los reyes magos y operan parecidos a Papá Noel, pero sin los renos, repartiendo regalos según el comportamiento de cada cual. ¿Dónde en la Biblia dice que había tres, y de que eran reyes? Pero la iglesia católica felizmente se inventa los nombres y propaga el mito. La Biblia relata la visita de hombres del oriente que traían regalos para el rey nacido – no para todos.

Los Belenes (también llamados: “nacimientos”)
 
   Tampoco caben dentro del marco bíblico, ya que está tajantemente prohibido hacer imágenes de cualquier cosa en el cielo, en la tierra o debajo de la tierra, ni inclinarse ni rendir culto a ellas (Éxodo 20:4-5). Los terafines (dioses y templecillos caseros) han existido desde los tiempos del Antiguo Testamento. Génesis 31:19 habla de “los ídolos” (literalmente “terafines”) de Labán que su hija Raquel hurtó. Esa vieja práctica pagana de tener imágenes religiosas en las casas, es imitada y perpetuada hoy por las imágenes expuestas y veneradas en los templos católicos y ortodoxos, y en las casas, tiendas y plazas públicas de poblaciones católicas. Dios nunca permite ni mucho menos bendice tales prácticas (véase Romanos 12:1-2). Además, presentan errores, como por ejemplo los pastores y los magos juntos, cuando no era así. “Oh, pero es bonito, artístico” algunos dicen. ¿Qué tiene de bonito algo que Dios prohibe?

La Avaricia
   
 
Observamos la gran actividad comercial, las listas de deseos, los caprichos, la codicia, la envidia, todo centrado en compra e intercambio de regalos. Los comerciantes esperan la navidad con ansia porque es cuando ganan más dinero. ¡Y no olvidemos la lotería de Navidad el 22 de diciembre! Derroches de dinero en comidas lujosas. Es una escena totalmente ajena a Aquel que siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos espiritualmente. La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro (Ro. 6:23), no relojes, ropa o juguetes. ¿Y por qué no decir la verdad acerca del dinero gastado? Gastan lo que no tienen, para cumplir con las demandas y espectaciones de la fiesta, y se endeudan grandemente. Luego, la cuesta de enero, febrero y marzo cuando intentan salir de la hoya.

La Glotonería
   
La glotonería es “acción de comer con exceso y con ansia”. Es vergonzoso el descontrol en comprar y consumir en esas fechas exageradamente más alimentos de lo que se necesita, ¡y peor cuando la gente lo hace en nombre de Cristo, un Cristo que desconoce y además no quiere que reine en su vida! Las carnicerías y pescaderías ganan enormes cantidades durante estas fechas porque la gente suele comprar sin que le importe los precios. La idea parece ser tener unas cenas tan magníficas de nochebuena y nochevieja que serán recordadas el resto del año. Por ejemplo, un trabajador en una pescadería cuenta como ganan miles de euros en cuestión de una mañana y otros tantos por la tarde en esas fechas.
    Pero luego, es de común conocimiento el derroche de esas comidas, pues en muchos lugares se comen un poco de todo, para poder probar de todo lo que hay, y el resto lo tiran a la basura.
    Tales cosas no les corresponden a los cristianos, sino a los paganos. “El fruto del Espíritu es...templanza” (Gálatas 5:22-23), esto es, dominio propio. El creyente debe hacer todo, incluso comer y beber, para la gloria de Dios (1 Co. 10:31).

La Hipocresía
 
   
El surgimiento repentino de muchos saludos amisotos y sonrisas afectando felicidad viene sólo durante esas fechas, cuando en realidad en muchas casas aumentan las tensiones, y la estadística muestra alta incidencia de discusiones, peleas, y suicidios. Lo mejor que el mundo puede ofrecer es una felicidad superficial y pasajera basada en unos días festivos para regalos y comidas en un ambiente cargado con música y luces.
    Quizás lo más ridículo es la gran cantidad de personas que ni siquiera profesan ser cristianas, en todo el mundo, que celebran la fiesta navideña aunque no creen en el Señor Jesucristo, no le aman, no entienden ni les importa Su muerte, ni desean que Él gobierne sus vidas, ni mucho menos que venga a reinar sobre todo el mundo, ni mucho menos sobre su vida personal. Su nombre y nacimiento son pretextos para festejarse egoístamente.

La Razón de la Encarnación
 
   
Muchos no saben por qué Jesucristo vino. La idea no era traer regalos ni comidas ni días de vacaciones. 1 Timoteo 1:15 declara que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. Su venida era una misión divina de rescate. John 3:16-17 declara: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.
    La principal razón por la que se encarnó era hacer posible nuestra salvación. Para eso, Dios encarnado fue al Calvario y llevó “nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Setecientos años antes el profeta Isaías habló de la muerte de Cristo por nosotros, y la describió en el capítulo 53 de su libro. Conviene leer ese capítulo para entender el porqué de la venida de Cristo. Ese propósito se expresa en Hebreos 10:5, que habla de Jesucristo: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo”. El versículo 10 indica que el propósito era sacrificarse en la cruz: “...la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. El versículo 12 comenta la eficacia de esa ofrenda: “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”.  Es ese sacrificio lo que el Señor nos manda recordar, y nada tiene que ver con lo que el mundo celebra en diciembre y enero. En 1 Corintios 11:26 el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribe y manda: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”. En la Biblia los creyentes no celebran el nacimiento del Señor, sino Su muerte y resurrección. Las fiestas paganas nada tienen que ver con la fe cristiana.

25 de diciembre, fum fum fum

NAVIDAD
 
El 25 de diciembre es el día señalado en nuestro calendario como el día del nacimiento de Jesucristo, ¿Pero es verdaderamente el día en que nació Jesucristo? ¿Son las costumbres de estas fechas de origen cristiano, o son las navidades el resultado de la unión entre el paganismo y la cristiandad?
    Como hemos de ver, ¡el 25 de diciembre no es la fecha en que Jesucristo nació! Por ejemplo, es evidente que nuestro Salvador no nació durante el invierno, pues cuando Él nació, los pastores velaban sus rebaños en el campo. “Y había pastores en la misma tierra que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado” (S. Lucas 2:8). Como es conocido, los pastores en Israel no hacen esto durante el invierno. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre.
    Con esto está claro que Jesucristo no nació en invierno. Si no nació en diciembre, ¿cómo llegó el 25 de diciembre a ser el día que la cristiandad celebra como el día de Su nacimiento? La historia nos da la respuesta. ¡En vez de ser este día el nacimiento de nuestro Salvador, este era el día en que los paganos, durante muchos siglos, celebraron el nacimiento de su dios solar! Un estudio de esto demuestra cuánto se rebajaron los responsables de la Iglesia Católica Romana en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo, hasta el punto de poner el nacimiento de Jesucristo en una fecha que armonizaba con la celebración pagana del nacimiento del dios sol.
    Amigo, si tú celebras en estos días la Navidad como algo cristiano, ¡estás equivocado! Pero lo peor es que el sentido de la verdadera Navidad tampoco está presente en estos días. Son fechas para la reconciliación momentánea, para organizar la gran comilona familiar. Comer, beber, reír y olvidar son los cuatro verbos presentes, y ¿qué de la verdadera Navidad? ¿Qué de ese Nacimiento que da vida?  El que nació vino para darnos vida, no para darnos una fiesta. Nació para morir, y nos ofrece perdón de pecados y vida eterna a través de Su muerte. Es el mejor regalo. No se caduca nunca, y es gratis. No hay que pagar nada, ni se puede ganar a cambio de obras de piedad o devoción. La gracia de Dios a ti es gratis, pero esto es porque el Señor Jesucristo pagó con Su vida en la cruz. Nació, murió, resucitó, ascendió y vive a la diestra del Padre. Sólo Él puede salvar  perpetuamente a todos los que por Él se acercan a Dios (Hebreos 7:25).
    Tú que celebras en estos días la Navidad
, reflexiona y considera que el nacimiento de Jesucristo fue con el propósito de darte Vida y reconciliarte perpetuamente con Dios. Fue necesario Su nacimiento pero mucho más Su muerte, ya que por ella puedes obtener la salvación eterna.


Asamblea Bíblica
C./Torreblanca, 6, detras de la muralla Macarena
41003 Sevilla, España
Reuniones: domingo: 11:00 y 12:00, jueves 20:00
conócenos en internet:  http://berealibros.wixsite.com/asambleabiblica


miércoles, 1 de enero de 2014

¿Sepultura o Cremación?

“Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron a Saúl, todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí. Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días” (1 S. 31:11-13).

Algunos emplean este pasaje para apoyar su idea de que la cremación es una práctica aceptable para los hijos de Dios. No creemos que esto es correcto.
Primero, no está seguro que los cuerpos de Saúl y Jonatán realmente fueran quemados. Es posible, como indican algunos comentaristas, que el acto de quemar se refiere a la práctica de quemar especies para prepararlos para sepultura. Considera Matthew Henry: “Hicieron un gran fuego para los cuerpos, para perfumarlos. Algunos así entienden el significado del pasaje. Quemaron especies sobre ellos (v. 12). Que fuera su costumbre hacer esto para honrar a sus amigos difuntos, al menos a los príncipes, lo parece por el relato del funeral de Asa (2 Cr. 16:14), que hicieron un gran fuego por él”.
Segundo, aunque realmente fuesen quemados los cuerpos, está claro que era una situación única, resultado de la situación extrema de esa hora. Los filisteos habían desecrado los cuerpos, y los hombres de Jabes de Galaad posiblemente desearon tratar a los cuerpo de manera que los filisteos no los molestasen más. Ciertamente no era el método normal de los israelitas para el trato de los muertos. Las excepciones no anulan la norma. Ciertamente era así en este caso. F. C. Cook comenta en el Comentario de Barnes: “La cremación no era el modo normal de sepultura entre los hebreos. Pero en este caso, con el deseo piadoso de disimular la mutilación de los cuerpos decapitados, y evitar cualquier posible insulto futuro, los hombres de Jabes quemaron los cuerpos, pero de modo que preservaron los huesos”. Años después, el rey David hizo exhumar los huesos de Saúl y Jonatán y los dio una sepultura correcta (2 S. 21:12-14). Un pasaje como este no puede anular el testimonio del resto de las Escrituras que indica que los cuerpos no deben ser cremados, sino sepultados.
Tercero, también es importante notar que si fueron quemados los cuerpos, no fueron consumidos en el fuego. Sólo se quemó la carne; los huesos fueron sepultados. Eso no es cremación como practican las religiones paganas y los humanistas en Europa y Norteamérica. 
Cuarto, sabemos de la enseñanza en toda las Escrituras indica que la cremación no es aceptable. Considera los siguientes puntos:
La cremación tiene un origen y un propósito paganos. ¿Por qué practican la cremación los hindúes o los de otras religiones paganas ? Lo hacen creyente que los muertos no resucitan, pero la Biblia dice que hay resurrección de los justos y de los injustos. Los paganos practican la cremación creyendo que los muertos serán reencarnados; algunos consideran que destruir el cuerpo es un modo de soltar al espíritu del difunto. Otros practican la cremación con la idea pagana de destruir el cuerpo por el temor de que el espíritu del individuo quede cerca y turbe a sus seres queridos. No hay nada cristiano acerca de la cremación.
El pueblo de Dios siempre ha practicado la sepultura. Abraham (Gn. 25:8-10); Sara (Gn. 23:1-4), Raquel (Gn. 35:19-20), Isaac (Gn. 35:29), Jacob (Gn. 49:33; 50:1-13), José (Gn. 50:26), Josué (Jos. 24:29-30), Eleazar (Jos. 24:33), Samuel (1 S. 25:1), David (1 R. 2:10), Juan el bautista (Mt. 14:10-12), Ananías y Safira (Hch. 5:5-10) y Esteban (Hch. 8:2). En Romanos 15:1 y 1 Corintios 10:11 Dios nos dice que debemos seguir los ejemplos en la Biblia además de sus instrucciones directas. Aun en circunstancias difíciles el pueblo de Dios en tiempos antiguos siempre practicaba la sepultura. Por ejemplo, el cuerpo de José fue guardado durante 400 años en Egipto, y luego transportado durante 40 años en el desierto, antes de ser  sepultado en la tierra prometida. Leemos de esto en Génesis 50:24-25; Éxodo 13:19 y Josué 24:32. ¡Cuánto más sencillo les hubiera sido a los israelitas cremarle a José, y llevar sus cenizas en una jarra paqueña! Rehusaron hacer esto. A José, seguidor del único Dios verdadero, el hombre que anticipaba la resurrección corporal, le dieron una sepultura honroso. De ese ejemplo importante aprendemos que aunque la cremación sean less costoso o más fácil que la sepultura, todavía debemos rechazarla, como los israelitas rechazaron el modo más económico y sencillo de transportar los restos de José.
La sepultura se hace anticipando la resurrección. No es difícil entender la razón por la que el pueblo de Dios siempre la ha practicado. Creemos en la resurrección corporal (Ro. 8:22-23; 1 Co. 15:20-23; 2 Co. 5:1; 1 Co. 15:51-57). Sí, el cuerpo enterrado se descompondrá con tiempo. Sí, hay ocasiones cuando cristianos mueren de formas que hacen imposible la sepultura – naúfragos, incendios, etc. Pero al ser posible, los sepultamos. ¿Por qué tomar la molestia? Porque es nuestra esperanza segura que el mismo individuo será resucitado en el mismo cuerpo pero cambiado. El cuerpo físico es llamado la simiente del cuerpo resucitado. Al plantar una semilla, ella se descompone y una planta nueva brota. La Biblia usa esto para ilustrar la resurrección. En 1 Corintios 15:35-44 el apóstol contesta a los que preguntan cómo sería posible que Dios levantara a un cuerpo descompuesto. Los términos empleados por el Espíritu Santo en este pasaje son del cultivo de plantas.  El agricultor no destruye su semilla; la siembra, y de la semilla caída y descompuesta sale la vida nueva. Así es la sepultura y la resurrección. ¡Cuando enterramos a un ser querido que es cristiano, sembramos la semilla para el cuerpo de la resurrección! Es un testimonio poderoso de nuestra fe constante en la Palabra de Dios respecto a la promesa de la resurrección. Contrastamos esto con el paganismo. Entre los paganos no hay este conocimiento ni esta esperanza. Los hindúes y budistas, por ejemplo, creen en la reencarnación. Aunque creen que el alma humana es distinta al cuerpo, no creen que esa alma, una vez separada del cuerpo en la muerte, volverá nunca a resucitarse en el primer cuerpo. Al contrario, creen que el alma se reencarnará en otro cuerpo distinto o que irá a una esfera de existencia no física.
El pueblo de Dios siempre ha sepultado a sus muertos con esa esperanzan ardiendo en sus corazones. “¡Veremos a este hermano o hermana otra vez en ese cuerpo pero cambiado, glorificado!” Alabado sea Dios, que sólo tenemos esta esperanza mediante la muerte y la sangre vertida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En la cruz Él tomó el castigo de nuestros pecados, sepultó nuestros pecados y resucitó al tercer día en triunfo eterno. Cuando uno reconoce realmente su pecaminosidad ante Dios, se arrepiente de sus pecados y confía en la expiación consumada por Jesucristo, la deuda del pecado es pagada y el Padre promete vida eterna y gloria. Parte de la herencia en Cristo es el cuerpo resucitado y glorificado.
Dios practica la sepultura (Deut. 34:5-6).
La cremación es señal de la maldición de Dios. A lo largo de la Biblia la destrucción por fuego de un cuerpo humano o de otro objecto es una señal de la ira divina (Éx. 32:20; Lev. 10:1-2; Deut. 7:25; Nm 16:35; 2 R. 10:26; 1 Cr. 14:12; Hch. 19:18-19; Ap. 20:15).
El quedarse alguien sin sepultar correctamente era considerada una deshonra (1 R. 21:23-24 Sal. 83:9-10). 
El cuerpo del cristiano le pertenece a Dios. El cuerpo no es nuestro para destruir ni por fuego ni de otra manera (Ro. 14:8; 1 Co. 6:19-20).
Dios claramente dijo que la cremación era pecado (Am. 2:1).
El Señor Jesucristo fue sepultado, y Él es nuestro gran ejemplo (Jn 19:38-42). Como el Señor Jesucristo fue sepultado con la certeza de que resucitaría al tercer día conforme a las Escrituras, del mismo modo se dice que el cristiano reposa en el sepulcro. Es ausente del cuerpo, pero presente con el Señor, como Pablo testifica en 2 Corintios 5:9 y Filipenses 1:21-23. El cuerpo sin el espíritu está muerto. El cuerpo muerto reposa en el sepulcro mientras que el alma redimida espera en la gloria el gran día de la resurrección.
Por supuesto que no podemos forzar a las personas a sepultar o no sepultar. Sabemos que el modo de entierro no afecta la salvación ni la resurrección, pero creemos que estas cosas son importantes, y estamos convencidos de que los cristianos deben estar firmes sobre el patrón de la Palabra de Dios.



David Cloud, de su libro: Things Hard To Be Understood (“Cosas Difíciles de Entender”), págs. 68-71, Way of Life Literature, Port Huron, MI, EEUU, www.wayoflife.org, traducido por Carlos Tomás Knott