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miércoles, 30 de marzo de 2022

El Atavío Cristiano

 por D. R. Alves


1 Timoteo 2.9-10
 
“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor
 
y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos 
 
costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que 
 
profesan piedad”.


1 Pedro 3.3-4 

Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos

de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el 

incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de 

grande estima delante de Dios”.


Afuera y adentro

El atavío es la compostura de uno. Es su traje. Es un tema que obliga tanto al varón cristiano como a la mujer, y de ninguna manera debemos pensar que se limita a unas pocas prendas o estilos pasajeros del vestir femenino que apelan o molestan a un grupo u otro en cada sociedad. Nuestro atavío por fuera muestra cómo estamos por dentro.

Alguien dirá, entonces, que no hay por qué ocuparnos de lo que conviene y no conviene en cuanto a la ropa, los adornos y los arreglos del cuerpo, sino limitar nuestra atención a la devoción a Cristo. Hay algo de cierto en esto, y nunca debemos pensar que un atavío conservador o convencional por fuera sea prueba irrefutable de una gran espiritualidad por dentro.

Pero aun en cosas de la salud corporal, tenemos que ocuparnos de los síntomas. Por ejemplo, la ciencia médica nos dice que la Vitamina C ataca las evidencias del resfriado, y no las causas. ¡Pero no por esto dejamos de tomar algo para aliviarnos de una fuerte gripe! O, al encontrarnos con severos dolores abdominales, sabemos que el problema está adentro, pero comenzamos por definir cómo se nos manifiesta en los sentidos.

“Sois mis testigos”

Tanto el apóstol Pablo como el apóstol Pedro dejan en claro la relación estrecha entre el atavío afuera y el ornato adentro. El contraste en 1 Timoteo es entre el atavío exterior y la piedad manifestada en las buenas obras. En 1 Pedro el contraste es entre el atavío externo y el espíritu afable y apacible por dentro.

Pablo trata el tema como el primero de tres enseñanzas para las mujeres:

· En los versículos 9 y 10 de 1 Timoteo 2 (los versículos citados), él ve la mujer en público, comportándose “como corresponde a mujeres que profesan piedad”.

· En los versículos 11 al 14, habla de ella en la asamblea, en silencio, sin ejercer dominio.

· En el versículo 15 ella está en el hogar, entre sus hijos, manifestando fe, amor y santificación.

¡Y cuán grande es su influencia en todas tres esferas! Ella, mucho más que el varón, cuenta con excelentes oportunidades para honrar y manifestar a Cristo simplemente por su manera de ser, sin que diga palabra alguna.

Pedro trata el tema en el contexto de la relación matrimonial. La secuencia de sus ideas es:

     · vuestros maridos
     · vuestra conducta
     · vuestro atavío

Otra vez, el trasfondo es la influencia silenciosa de la mujer. Aquí también el escritor comienza hablando de lo que la gente ve por fuera, pero termina hablando de lo que Dios ve por dentro. La conducta de las esposas, dice, es de grande estima delante de Dios.

Así que, es cierto que también de estos pasajes el varón cristiano puede aprender cómo debe vestirse y adornarse, pero es evidente que el Espíritu Santo percibe el problema como de especial relevancia a nuestras hermanas en Cristo. No es simplemente una cuestión de lo que ellas no deben hacer, sino de lo que es su privilegio ser y hacer.

El tema se divide en tres: la ropa, el peinado y los adornos. A su vez, el asunto de la ropa se divide entre el costo, el buen gusto y el pudor.

La ropa: Gasto necesario

Hablemos primeramente del costo, aun de la ropa más decente. Las primeras preguntas que se hace el creyente, mujer o varón, son: ¿Cuánto debo invertir en vestimenta? Por legítimo que sea esta prenda, ¿hace falta, o puedo emplear mejor lo que Dios me ha dado?

“No os afanéis ... por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir”, nos mandó el Señor, pero lo hacemos. Que aprendamos de los lirios del campo (que crecen en el lodo, por cierto); ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Acordémonos de lo que dijo Job acerca del impío: “Aunque prepare ropa como lodo, es el justo que se vestirá, y el inocente repartirá la plata”, Job 27.16.

Somos administradores de bienes ajenos, responsables por lo que Dios nos ha permitido custodiar. “Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”, 1 Corintios 4.1. “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”, 1 Pedro 4.10.

“Los armarios de algunos cristianos parecen ser tiendas de 

ropa”, escribió un hermano. “A veces les encontramos de viaje, 

y un palo tendido encima del asiento trasero de su lujoso 

vehículo guarda un mostrario de blusas, camisas, trajes y 

vestidos que compite con lo que puede ofrecer un vendedor 

viajero que atiende a los botique de la alta sociedad. ¿Por qué 

lo hacemos? ¿No es asunto de vanidad? Nos complace que 

otros nos feliciten por nuestro buen gusto, nuestra apariencia, 

nuestra conformidad con las modas del momento. Por orgullo 

propio, robamos a Dios”. [William McDonald].

La ropa: Buen criterio

1 Timoteo habla de “pudor y modestia”, o “recato y sobriedad”, o “sencillez”. Tradúzcanse las frases como quiera, pero hay dos ideas: no sólo la de no ser escandaloso, sino también la de usar buen juicio.

             Si en traje mundanal me visto,
            ¿Cuál loor el mundo me dará?

No todos disponen del dinero necesario como para comprar toda la ropa que podrían justificar, pero todos pueden ejercer cuidado en cuanto a qué compran, cómo lo ponen y cómo lo cuidan. El cristiano debe adornar la doctrina. Si por un lado no debe llamarse la atención a sí por lo lujoso o lo indecente de su vestimenta, tampoco debe llamar la atención por su dejadez o desaseo.

Alguien dijo con acierto que el desaliño es una ofensa contra el Espíritu Santo. (¡También lo es el mal olor del cuerpo!) El decoro cristiano cubre la desnudez, defiende contra el frío, reconoce el problema del calor y protege contra el daño. Pero intenta no llamar la atención a uno mismo. Siempre habrá discrepancias de criterio y malas interpretaciones de nuestros motivos. Tengamos presente que ni aun Cristo se agradó a sí mismo. Nuestro atavío no debe gritar: “¡Mírenme a mí!”

La ropa: Consideración de otros

Ahora el pudor. Vivimos en una sociedad enloquecida y corrompida por cuestiones sexuales. La televisión y otros medios de comunicación enaltecen lo que es vil. “Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos ... Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios les entregó a una mente reprobada” (Ro. 1.24, 28).

Hay ropa que no es lujosa, y aun se puede decir que es de buen gusto en su diseño, pero provoca. Tal vez la falta sea tan sólo en la talla o el corte, pero el efecto es el mismo. Quizás la srta. Fulana sabría usarla sin problema, pero doña Menguana no debe ponerla.

La tentación es mayor para las jóvenes, pero resueltamente no se limita a las señoritas. Hay señoras de edad madura que por lo visto quieren aparentar muy niñas en cómo salen a la calle, o cómo se presentan en la reunión. La necesidad de manifestar pudor predomina para el sexo femenino, pero los varones pueden faltar también en poner prendas demasiado ajustadas. Si puede incitar pasiones innecesariamente, la ropa no es cristiana. Si provoca, es solo para el uso de los inconversos.

El cabello

A la mujer dejarse crecer el pelo le es honroso. Vanagloriarse en ese cabello es pecaminoso. El cabello es su gloria, pero ella no debe enaltecerse por medio de su cabello.

Habiendo mencionado el atavío en general, Pablo y Pedro hacen mención del peinado en primer lugar. El tropiezo no es el cabello, sino la ostentación. Un cristiano (varón o mujer) puede ser cuidadoso en cuanto a su ropa, y puede renunciar toda suerte de fantasía y joyas, pero todavía llamarse la atención a sí por su peinado.

En todo lo que estamos considerando en este escrito sencillo, las palabras clave son “llamarse la atención a sí”. Cuando nuestro hombre interior está desvestido, nuestra naturaleza pecaminosa nos impulsa a prestar atención al exterior. Nosotros los creyentes podemos aprender mucho de cómo actuaron Adán y Eva cuando se vieron desnudos ante Dios. ¡La lección de la inútil hoja de higuera es para el cristiano también!

La protesta de los autores inspirados, citados arriba, va en contra de “un trenzado de cabello”, “peinados refinados”, “cabellos encrespados”, “rizos”, y otros intentos a traducir todo lo que en el fondo dice, a través de cabello: “¡Mírenme a mí!”

Estamos obligados a abrir un paréntesis aquí, pero sin el ánimo de que este escrito se torne en una exposición de doctrina. El asunto es que no estamos hablando de lo que popularmente se llama el pelo largo y el pelo corto. (Realmente no es en esencia largo/corto; la misma naturaleza nos enseña esto, notando el cabelludo que algunas tienen o otras no).

La doctrina de “dejarse crecer” el cabello (o no dejarlo crecer en el caso del varón) es algo muy aparte de escoger un estilo de peinado. La mujer cristiana no deja crecer el cabello por apariencia, gusto, conveniencia o moda. Lo hace porque esa cubierta se reviste de un profundo significado espiritual, como se explica en 1 Corintios 11.

Repetimos: este aspecto más importante del manejo del cabello no cabe en una exhortación titulada “El atavío cristiano”, sino más bien sería parte de un escrito sobre el señorío de Cristo en la vida cristiana. La mujer ejercitada parte de la base que va a dejar crecer su pelo; de allí en adelante es cuestión de cómo arreglar el peinado. Es fácil para algunas y dificilísimo para otras.

Los adornos

Ambos apóstoles hablan del oro, pero no tan sólo el oro puede ser ostentación. Por ejemplo, otro que habla del oro es Santiago, y ni siquiera critica al hombre que lleva el anillo, sino a los hermanos que dan preferencia a quien puede sufragar este gasto. (Ya que hemos tocado ese malentendido pasaje en Santiago 2.2, vamos a decir de paso que, en esta sociedad corrupta, conviene que ambos, el esposo y la esposa, lleven una señal de que están bajo el yugo conyugal).

Pablo habla del oro y las perlas, y nosotros del oro y las fantasías de quincallería (bisutería – adornos hechos de materiales no preciosos que imitan al oro y las perlas). Hay una diferencia de precio, ¡pero no de motivo!

Si fuera asunto de precisar más sobre los adornos que le llaman la atención a Dios como evidencias de un mal estado espiritual, iríamos a Isaías 3. Aquel capítulo profético habla de la condición desastrosa del pueblo de Israel y contiene una línea que viene muy al caso de lo que dijimos al principio de este escrito acerca del atavío como indicio de nuestro estado espiritual. Dice: La apariencia de sus rostros testifica contra ellos”.

¡Qué de lista de evidencias cuando el profeta llega a hablar de aquellas mujeres! “Atavío del calzado, lunetas...” No dice que son cuestión de gustos o del criterio de cada cual, sino evidencias de orgullo; 3.16. Estas evidencias están en el andar, vestir, arreglo y adorno. Francamente, da a pensar. El resultado para Israel en ese tiempo venidero de la tribulación será: 1. Jehová descubrirá la vergüenza de las mujeres.  2. “Tus varones caerán a espada”.

(Señora, señorita, fíjese por favor en el punto nº 2. Su espiritualidad o carnalidad impacta fuertemente en los varones).

Ya que ella está con el Señor ahora, quizás puedo usar el ejemplo de una hija nuestra. Tenía su propio carácter, sus virtudes y sus faltas, pero un punto clave en lo que sigue es que se trata de una época en su vida cuando vivía sola en la capital, tenía buen empleo y en fin estaba en libertad de vivir como quería.

Ella esperó larga y quietamente en la cola en la farmacia cierto día, y se sorprendió cuando un hombre maduro se acercó y dijo: “Señorita, ¿me permite una pregunta? ¿Usted es verdadera cristiana?” “Soy salva por Cristo”, respondió. “Señorita, le felicito”. Y con esto él salió a la calle. La moraleja es lo que dijimos al principio: el atavío de la mujer cristiana habla a gritos. 

¿Qué le conviene al cristiano hoy en día? Que cada uno esté persuadido en su propio ánimo, pero siempre según las Escrituras, y no conforme a sus propios gustos ni la moda. Profesamos piedad, y sabemos por la Palabra que hay cosas que son “de grande estima delante de Dios”.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Roma, Semper Idem

 

La Mujer Ebria De La Sangre De Los Santos

“Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro”. Apocalipsis de San Juan 17:3-6

¿Quién es esta mujer que San Juan vio tan lujosamente vestida, con el cáliz de oro, y encima de una bestia que representa los gobiernos de este mundo? ¿No conoces a ninguna iglesia que esté representada por una mujer? ¿No conoces a ninguna que también es una ciudad, y además, edificada sobre siete montes? ¿No has oído del Vaticano, de Roma? ¿Y cómo es que el apóstol Juan vio a la mujer ebria de la sangre de los santos? ¿No sabes? Claro, si te han lavado el cerebro, ¿cómo lo vas a saber? Te han controlado la información, de manera que no sabes dónde te has metido, ¡y cuán feliz es la ignorancia! ¿No sabes que el Catolicismo Romano llegó a ser “la fe más perseguidora que jamás se ha visto en el mundo… mandando a los reyes la imposición de la religión “cristiana” (Católica Romana) sobre todos sus súbditos”? ¿No te han dejado leer lo que un historiador Católico Romano escribió en otra parte del mundo, acerca de cómo el Papa “Inocente III mató a muchísimos más cristianos en una tarde… que cualquier emperador romano en todo su reino”? (Peter de Rosa, historiador católico romano, Vicars of Christ: The Dark Side of the Papacy [Los Vicarios de Cristo: El Lado Negro del Papado], (Crown Publishers, 1988), pág. 35). El historiador Will Durant escribe francamente: “Comparada con la persecución de la herejía en Europa de 1227 hasta 1492, la persecución de los cristianos por los romanos durante los primeros tres siglos después de Cristo fue algo moderado y de proceder humano. Tomando en cuenta todo lo debido para un historiador y lo permitido para un cristiano, debemos asignar a la Inquisición el mismo grado que las guerras y las persecuciones de nuestros tiempos, como una de las manchas más negras en la historia de la humanidad, y que revela en esa “Iglesia” una ferocidad desconocida en las bestias” (Will Durant, The Story of Civilization [La Historia De La Civilización] (Simon and Shuster, 1950), vol. IV, pág. 784).

Por supuesto que no todos los disidentes proclamaron abiertamente su deslealtad a Roma. Así que hubo “herejes” secretos que tenían que ser buscados diligentemente. El método inventado fue la Inquisición, en la opinión del autor egipcio Rollo Ahmed: “la más inmisericorde y feroz institución que el mundo ha conocido” en su destrucción de vidas, de propiedad, de la moral y de los derechos humanos. Lord Acton, un católico y noble inglés, llamó a la Inquisición “homicidio” y declaró que los Papas “no solamente eran homicidas en gran manera, sino que hicieron del homicidio la base legal de la Iglesia Cristiana y la condición de la salvación” (Peter De Rosa, op. Cit., pág. 175). SEMPER IDEM: siempre igual.

Roma No Puede Ser Absuelta

Los apologistas católico-romanos se tuercen como serpientes, y con engaño intentan absolver a su Iglesia de toda responsabilidad en cuanto a los herejes que fueron quemados. Ellos alegan que la Inquisición fue obra del estado. ¿Creen que somos tontos o que nos chupamos el dedo? No vamos a creer esos cuentos, y ni ellos se lo creen. Al contrario: “la fuerza principal de las leyes contra los herejes no se hallaba en la autoridad de los príncipes seculares, sino en el dominio soberano sobre vida y muerte de todos los cristianos profesado por los Papas como los supuestos representantes de Cristo en la tierra, como Inocente III expresamente dijo”. (J.H. Ignaz von Dollinger, The Pope and the Council [El Papa Y El Concilio], (London, 1869), pág. 195).

Las penas fueron ejecutadas por la autoridad civil, pero solamente como “el brazo secular” de la Iglesia. Inocente III mandó al arzobispo de Auch en Gascony: “Le damos una orden estricta que de cualquier manera que halle, Ud. destruya todas estas herejías… puede hacer que el príncipe y el pueblo las supriman con la espada”. El Papa ofreció “una indulgencia plenaria a los reyes y los nobles de Francia por su ayuda en la supresión de la herejía Catarista. A Felipe Agusto, a cambio de semejante ayuda, el Papa ofreció las tierras de todos los que no vinieran a la cruzada contra los albigenses”. (Durant, op.cit., vol.IV, págs.773-74)

Comte Le Maistre, en sus cartas escritas en 1815 para justificar la Inquisición Española, dijo que ella existía: “por virtud de la bula del soberano pontífice” y que el Gran Inquisidor “siempre era un arzobispo u obispo” (Le Maistre, Letters on the Spanish Inquisitión [Cartas Sobre La Inquisición Española] (Boston, 1843), pág. 39 citado por R.W. Thompson en The Papacy and the Civil Power [El Papado Y El Poder Civil] (New York, 1876), pág. 83). Y si las autoridades rehusaren ajusticiar al condenado, ellas mismas eran llevadas ante el Tribunal y condenadas a las llamas.

Fueron los mismos Papas los que inventaron la Inquisición y se aseguraron de que fuera llevada a cabo. “Gregorio IX, en 1233, entregó el oficio permanentemente a los dominicos, pero siempre para ser ejercido en el nombre y por la autoridad del Papa”(Comte Le Maistre, op.cit., pág. 83). De ochenta Papas en un linaje partiendo del siglo XIII y en adelante, ninguno de ellos desaprobó la teología y el aparato de la Inquisición. Al contrario, uno detrás de otro añadía sus toques crueles a esta máquina fatal (Peter De Rosa, op.cit., pág. 175). No estamos citando a protestantes ni a ex­católicos rebotados, sino a historiadores católicos.

Con razón el apóstol Juan estaba asombrado, al ver lo que se llegaría a hacer en nombre de Cristo. ¡Ebria con sangre, qué asco! Así Dios despacha en pocas palabras toda la supuesta pompa y majestad de esa “madre”, que por cierto madre es, de las rameras y de las abominaciones de la tierra (v. 5), pero no de los fieles, no de los creyentes. Amigo, lo siento, pero ¡si Roma es tu madre, Dios no es tu Padre! Ella es madre de rameras, así que dejémonos de historias de su soberanía, magisterio, infalibilidad, etc., porque es todo falsificado y fingido como maquillaje de ramera. Te los has creído tú, Roma, y los que han bebido de su cáliz, y los que se han echado en la cama con ella. A los demás Dios manda con voz de trompeta: “Salid de ella”. Sí, porque ella no puede ser absuelta, y si te quedas en ella, tú tampoco te librarás. Ella, semper idem, no quiere cambiar. No seas como ella. Tú sí que puedes ser perdonado y nacer de nuevo si crees en el Salvador, el Señor Jesucristo. Pero Él está fuera de Roma, y una vez más, la voz celestial llama diciendo: “Salid de ella”. ¿Qué harás?

parte de este artículo es una traducción y adaptación de material de Dave Hunt. Este artículo apareció primero en la web de John Ankerberg.

Bibliografía

The Berean Call Newsletter, Dave Hunt

A Woman Rides The Beast, Dave Hunt

The Story Of Civilization, Will Durant

Vicars of Christ, The Dark Side Of The Papacy

The Bad Popes, Chamberlin

viernes, 20 de septiembre de 2019

EL LUGAR DE LA MUJER, por R. K. Campbell

Como en muchos lugares ya no se leen esa clase de libro que va en contra del pensamiento moderno, conviene ofrecer eso estudios para que se eduquen correctamente hermanos que están siendo arrastrados por la corriente del mundo. El hermano Campbell escribió así:

"Todo lector, cuya consideración es el bienestar de otros y no el suyo, estará de acuerdo con la declaraci6n que establece un hecho: Dios ha dado a la mujer un lugar especial y maravilloso en la familia y en la sociedad. También podrá el lector reconocer que la mujer está capacitada de un modo especial para un lugar que ningun hombre podría llenar de manera satisfactoria. Las Escrituras, desde el principio hasta el fin, nos muestran el lugar especial de la mujer. Presentan su lugar en la creación, en la caída de la humanidad, bajo la ley en el Antiguo Testamento y bajo la gracia en el Nuevo Testamento. Veremos también, a través de la Palabra de Dios, que la mujer tiene su esfera propia de servicio y que ésta es una esfera bendita y necesaria.
   Nuestro tema en estas páginas es el lugar bíblico de la mujer dentro de la Iglesia. Sin embargo, para un entendimiento adecuado de este tema sera de gran ayuda considerar primero el lugar de la mujer en la creación, en la caída, en el hogar, y bajo la ley. Si discernimos el lugar que Dios le ha dado en todas esas esferas, eso nos dara la información básica para condiderar y entender el lugar Bíblico de ella en la Iglesia y el hogar en tiempos del Nuevo Testamento.
 
Su Lugar en la Creación 
 
En Genesis 2 podemos ver que el hombre fue creado primero y que de la costilla de Adán Dios hizo una mujer y la trajo al hombre para ser su ayuda idónea. En 1 Corintios 11:8-12 el Espíritu de Dios hace el siguiente comentario sobre esto: "Porque el varon no procede de la mujer, sino la mujer del varon, y tampoco el varon fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varon. Por locual la mujer debe tener senal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los angeles. Pero en el Senor, ni el varon es sin la mujer, ni la mujer sin el varon; porque as! como la mujer procede del varon, tambien el varon nace de la mujer; pero todo procede de Dios".
     Aquí hay una presentación de la verdad en cuanto ala relación del hombre y de la mujer. El mero hecho de que la mujer fue tomada del hombre prueba su igualdad con él. No es ella su inferior, sino su igual, su "ayuda idónea". Hay igualdad, pero junto con la igualdad hay diversidad. La mujer fue hecha para el hombre y para estar con el a su lado. Nunca fue el propósito de Dios que la mujer fuera una criatura independiente, apartada del hombre. Fue Su propósito que ella se asociara con él, y que juntos fueran una sola carne, simbolizando la unión de Cristo y Su novia, la Iglesia. La mujer nunca resplandeee más brillantemente que cuando esté cumpliendo cabalmente el oficio para el cual fue ereada. Este objeto es, antes que todo, el ser la "ayuda idonea" del hombre.
    No obstante, debemos notar también que el mero hecho de que la mujer fue creada del hombre indica que él es su cabeza. Ésta es la conclusion que el Espiritu de Dios pone delante de nosotros en los versículos de 1 Corintios 11, arriba citados: "Por lo cual en vista de su lugar en la creación la mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza [es decir, una señal de la autoridad del hombre, bajo la cual esta], por causa de los ángeles" (v. 10). El apostol dice: “...quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer” (v. 3). Por causa de este orden divino en la creación la mujer debe reconocer el señorío del hombre. Y debe tener en la cabeza la señal de su autoridad sobre ella (1 Co. 11:10). Lo anterior quiere decir que debe cubrir su cabeza, especialmente cuando ore o profetice y cuando esté en la asamblea. Los ángeles deben ver el orden de Dios tanto en la creación como en la Iglesia.
     Más adelante tendremos más que decir respecto al tema de cubrirse la mujer la cabeza. Por ahora no haremos más que referirnos a eso en conexión con el lugar de la mujer en la creación y en consecuencia, el reconocimiento que ella debe hacer del hombre como su cabeza. La cubierta [el velo], según la Escritura, significa este reconocimiento.
      En 1 Corintios 11: 14-15, el apóstol se refiere a la naturaleza como evidencia adicional de aquella distinción que existe entre el hombre y la mujer, y del apropiado lugar de sujeción que a ésta le  corresponde... “La naturaleza misma, ¿no os ensena que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello”. Dios le ha dado cabello largo a la mujer y cabello corto al hombre, a fin de establecer una característica que distingue entre ellos. A la mujer le es natural tener el cabello largo; al hombre cabello corto.
      El cabello largo en las Escrituras es, generalmente, un símbolo de dependencia, sumisión y modestia, atributos estos que deben caracterizar a la mujer como “vaso mas fragil” al cual el hombre ha de dar honor. El pasaje delante nuestro en 1 Corintios 11 habla del cabello de la mujer como una gloria [gr. "doxa"]. Una mujer manifiesta la gloria y la belleza puesta sobre ella solamente cuando se queda en el lugar de dependencia y sujeción dado por Dios, al mismo tiempo que mantiene su distinto carácter femenino. Cuanto más femenina sea la mujer, tanto mas bella es a los ojos de Dios. 
     Cuanto más trate de parecerse al hombre, tanto más pierde su verdadera belleza y virtud. La declaracón: “La naturaleza misma ¿no os enseña...?” da pie a una aplicación más extensa de nuestro tema actual. La constitución física y el temperamento del hombre y de la mujer son muy diversos. Dios en Su sabiduría puso grandes diferencias entre las características fisicas, mentales y emocionales del hombre y de la mujer. Le ha dado al hombre altura, fuerza y capacidad para razonar superiores. En contraste feliz, Dios ha dado a la mujer gracia, natural dulzura y viveza mental, todo esto capacitándola para el circulo doméstico. Es muy evidente que el Creador los ha constituido por naturaleza para que ocupen lugares diferentes y separados. Es igualmente evidente que se deben completar o complementar el uno al otro.
     Es así como sabemos a través de la creación y la naturaleza que la mujer tiene un lugar distinto al del hombre en la sociedad. Más tarde veremos que el lugar que Dios Ie ha dado en la Iglesia esta en armonía con su lugar en la creación y en la naturaleza. Ademas habremos de damos cuenta de que su lugar en la creación fija su lugar en la Iglesia tambien. Veremos que su sitio en la naturaleza es ilustrativo de su lugar en la gracia, O sea su relacion como una mujer cristiana a Dios. Los dos lugares son inseparables. Dios no da a la mujer ni al hombre un lugar en la Iglesia que contradiga el lugar que a ellos corresponde en la creación y en la naturaleza.
     En la caída hemos visto a través de la creación que el lugar o posición de la mujer es de sujeción a su cabeza y de compañerismo con su esposo. Ahora consideraremos qué parte tuvo ella en la caída de la humanidad en el huerto del Edén, y qué posición fue la que se le dio como resultado de ese hecho. Por la narración divina consignada en Génesis 3, nos damos cuenta de que la serpiente tentó a Eva para que tomara el fruto prohibido. Fue ella la que tomó, probó de él y dio tambien a su marido, el cual comió así como ella (vv. 1, 6), Como resultado de eso, Dios dijo a Eva: “Con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo sera para tu marido, y él se ensenoreara de ti” (Gn. 3:16).
     Aquí vemos a la primera mujer, Eva, dejando su lugar natural de dependencia para tomar la iniciativa. En vez de rechazar las insinuaciones de la serpiente y procurar la ayuda y la proteccion de su compafiero como cabeza que le fue dada por Dios, actuó independientemente. Fue engañada por el diablo y desobedeció el mandamiento de Dios. Por eso, Él pronunció la sentencia definitiva, es decir que el lugar de la mujer todavía sería el de subordinacian a su marido, aunque ése ahora era un hombre caído.
     Ademas de todo lo anterior vemos que no necesitamos elaborar nuestras propias conclusiones de esos hechos, porque el Espiritu de Dios se refiere a este engaño del que fue víctima Eva, en 1 Timoteo 2:11-14. Este pasaje muestra ese engaño como una razón por la que a la mujer de esta época de la Iglesia no le es permitido usurpar la autoridad masculina. El pasaje en cuestión reza así: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, despues Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión”.
     Aquí tenemos dos razones dadas que explican el porqué la mujer no ha de enseñar. Una es el primer lugar de Adan en la creación, la cual implica su jefatura. La otra es que la mujer fue engañada por la serpiente. Adán no fue engañado como su mujer. El pecó con los ojos abiertos y fue más culpable que su esposa. Pero fue Eva la engañada. Tal fue su parte en la caída de la humanidad. Se mostró a sí misma como una líder bastante deficiente.
     Por eso, en el gobierno sabio de Dios, se le priva a ella de cualquier lugar de autoridad o ensenanza en la Iglesia. Así es que ya desde el huerto del Edén, recibimos el primer aviso,  el más poderoso – contra cualquier tipo de jefatura por parte de la mujer. Es de veras una señal de vívida advertencia, dada en el mismo principio de la historia humana.
     Alguien ha hecho notar lo siguiente: 

     “Cuando las mujeres se salen de su lugar, parecen ser víctimas del diablo. Es una mujer en una de las parábolas del Evangelio quien esconde la levadura en tres medidas de harina (Mt. 13:33) – tipo de la introducción de principios corruptos que han penetrado en la cristiandad (por cristiandad entendemos aquello que profesa ser cristiano). Fue una mujer, Eva, la que incurrió en transgresión.
En 2 Timoteo 3:6 leemos de 'mujercillas cargadas de pecados, arrastradas par diversas concupiscencias' a quienes hombres malvados llevan cautivas en los tiempos peligrosos de estos postreros dias. Pero antes de continuar con diversos ejemplos, conviene puntualizar el hecho de que cuando una mujer se sale de su lugar, muchas cosas bastante desagradables y peligrosas pueden suceder. Veamos ahora lo siguiente. Es una mujer Jezabel quien historicamente representa en el Antiguo Testamento todo lo que es repugnante y perverso. En el Nuevo Testamento representa fuguradamente la corrupcion eclesiástica y la depravación religiosa de la peor clase (l R. 21; Ap.s 2:20).
     “En el día de hoy la gran mayoria de mediums espiritistas son mujeres; el espiritismo moderno comenzó con mujeres – las hermanas Fox en Norteamerica. Fue una mujer histérica – la senora White – quien por sus blasfemias jactanciosas llegó a ser la líder y en gran parte fundadora de aquel sistema inicuo conocido como el Adventismo del Séptimo Día.
     "La ciencia cristiana – que ni es cristiana ni ciencia –  debe su origen a una senora de apellido Eddy, una mujer, evidentemente. Podemos agregar que una encuesta entre profesionales de la tal llamada Ciencia Cristiana en cierta gran ciudad revela que el 75 por ciento de aquellos son mujeres (R.K.C.). La teosofía, como se conoce en el hemisferio occidental, fue popularizada por una mujer, la Señora Blavatsky; la obra que ella estableció fue llevada adelante por otra mujer, la senora Besant” (A. J. Pollock).

     Podemos agregar a esta lista el Movimiento de Lenguas (pentecostalismo) de hoy y el fanatismo que lo acompña, etc. De ese movimiento las mujeres son las líderes mas prominentes y entusiastas. Esto no es para menospreciar a la mujer, porque moralmente ella tiene, por lo general, cualidades mucho más excelentes que las del hombre. Además, por regla general, la mujer supera al hombre en su afecto v devoción a Cristo. No es cuestión aquí de la habilidad de la mujer. Tenemos mucho gusto en reconocer que en comparación con el hombre ella no manifiesta ninguna inferioridad respecto a talento, cultura, discreción, etc. Es solamente en cuanto a posición que el hombre tiene preeminencia sobre la mujer. El punto que queremos establecer es éste: que cuando una mujer se aparta del lugar y la esfera de servicio que le ha sido dada por Dios – cuando toma un lugar de enseñar y de guiar – muchas veces llega a ser la víctima favorita de los engaños de Satanás. Muchas veces la mujer, así engañada, viene a ser propagadora de herejías y muchas mentiras. Esta es la lección que debieramos aprender de la historia de la mujer cuando esté fuera del lugar que le corresponde.

jueves, 18 de enero de 2018

La Mujer No Debe Enseñar

reaccione negativamente a un versículo de la Escritura, pero esas reacciones proceden de corazones rebeldes y altivos.
 
"NO PERMITO"  escribe el apóstol Pablo, pero ¿quién le inspiró? ¿Voz de quién es la que mueve a Pablo a escribir inspirado? ¡El Espíritu Santo! Entonces, es DIOS quien no permite que la mujer enseña, ni ejerza dominio sobre el hombres, y la manda guardar silencio. El femenismo no lo acepta, pero la mujer creyente ama al Señor y guarda Su Palabra (Jn. 14:15). Si lo la guarda, no le ama.
Si lo le ama, ¿por qué se llama cristiana?