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jueves, 22 de diciembre de 2016

¡Los Ídolos del Misionero!

Hace años que un misionero nuevo en un país católico romano recibió en casa la visita de un creyente a quien esperaba discipular. Era la segunda quincena de diciembre, y aquel misionero acabó de decorar modestamente su casa para la navidad. Esto significaba sencillamente unas velas, unas frondas verdes de un árbol, y un belén.
    Su sorpresa fue grande cuando el hermano visitante, al entrar en casa, miró el belén y exclamó: “¡Pero qué es eso!” La expresión en su cara mostraba sorpresa e incredulidad. “¿Por qué pones eso en tu casa?” preguntó.
    Aunque le pareció obvia la respuesta, la dio: “Para recordar el nacimiento del Señor Jesús”. No esperaba esa reacción, como si hubiese puesto un árbol de navidad o una figura de Papá Noél u otras cosas así. Hacía años que había decidido dejar todo eso, lo comercial y mundano, y simplemente tener unas figuritas de belén y recordar sencillamente el nacimiento del Salvador.
    Entonces le tocó a aquel creyente nacional, visitante en esa casa, explicarle al misionero el problema con los belenes, las figuritas de José, María y Jesús y el escenario del nacimiento. “¿No sabías que esa tradición nació en países católicos donde la gente venera ‘la sagrada familia’? Muchos tienen una imagen o más en la casa todo el año. Pero en estas fechas sacan el belén (nacimiento) con especial fervor. No pocos son los que les encienden velas y rezan o veneran”.
Belén en la Iglesia Católica en Milano cerca del año 1750
    El misionero se quedó pensativo. “No sabía eso”. Estaba tratando de procesar esa información.
    “Tal vez porque vienes de un país no católico y desconoces los orígenes y los usos religiosos de esas cosas”, respondió con paciencia su amigo y hermano.  “Pero sabemos claramente que la Biblia manda: ‘No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás...’ ” (Éx. 20:4-5).
    “¡Claro, así es!” respondió el misionero, pero sólo es un recuerdo del nacimiento del Señor”.
    “Bueno, hermano, así dicen algunos, pero ¿que son esos sino imágenes? Y además, de orígen católico. Si vamos ahora a visitar hogares en el barrio, verás cuántos tienen su belén como tú, ¡pero son católicos!  ¿Cómo les vas a predicar el evangelio y decir que se arrepientan de pecados y religión falsa, incluso de la idolatría, y tienes tú las mismas imágenes en tu casa?”
      Surgieron en la mente argumentos como: “es algo inofensivo”, “no damos ese sentido a las imágenes”, “son tradiciones familiares”, etc. Pensaba también en cuál sería la reacción de su esposa e hijos si quitaba esos últimos vestigios de celebración navideña.
    Pero decidió no poner tropiezo ante un hermano, ni hacer nada de origen cuestionable que podría ser malinterpretado o impedir la predicación del evangelio. Ante tan clara y sencilla explicación, no podía tener más imágenes en su casa. Así que, las tiró a la basura.
    Algunos dirían que era innecesario eso, porque aquel hermano creyente era débil, y tenía que aprender a tolerar y aceptar la libertad de otros. Pero no hay libertad para tener imágenes en casa, ni para seguir las tradiciones religiosas del mundo (Ro. 12:1-2; 1 Jn. 2:15-17). 
    Pero, aunque fuese sencillamente una cuestión de libertad personal, ese misionero, meditando en las Escrituras, llegó a 1 Corintios 8:11-12. “Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis”.  Decidió que aunque fuese cuestión de libertad cristiana, no era correcto hacerlo y herir al hermano. Sería mejor no hacerlo por consideración a los hermanos.   
    Siempre habrá quienes cuestionarán la historicidad y el sentido religioso del belenismo, pero suficientes fuentes católicas hay para establecer su orígen más allá de dudas. Entre ellas, la página de “Custodia Terrae Sanctae” – Misioneros Franciscanos Al Servicio De La Tierra Santa, publica lo siguiente:

    El belén de Greccio y la tradición del belén
    Giotto, el belén de Grecci-Basílica Superior de San Francisco de Asís.                                            
     La memoria del nacimiento de Jesús se transmite hoy también con la tradición popular del belén. Se le atribuye a San Francisco la reproducción del primer belén de la historia. La tradición hagiográfica recuerda, aunque sin certeza historiográfica, que Francisco peregrinó a Tierra Santa y visitó Belén. De la ciudad donde nació el Salvador se llevó un vivo recuerdo, que le llevó a reproducir la imagen de la natividad en la famosa noche de Navidad de Greccio (1Cel 84-86).
          En efecto, Francisco, deseoso de que los fieles tocasen con sus propias manos el acontecimiento del Hijo de Dios humillado y encarnado en forma humana, quiso hacer efectiva esta representación, narrada en todas las biografías del santo (por ejemplo, la de Tomás de Celano o la de Buenaventura de Bagnoregio). Se cuenta que Francisco preparó un pesebre con heno, mandó traer un buey y un asno y, delante de este conjunto escénico, pidió celebrar la Santa Misa ante una multitud de gente llegada de toda la región. Su amor por la solemnidad de Navidad y su devoción a la imagen de la Natividad encuentra su máxima expresión en el misterio de la encarnación, donde el santo reconocía la humildad y la pobreza del nacimiento del Mesías. Francisco entendía que este misterio se renovaba perpetuamente en el sacramento de la Eucaristía, donde Jesús desciende cada día a través de las manos del sacerdote.
         La narración pinta un cuadro de gran sencillez y ternura cuando Francisco, en la noche del 24 de diciembre de 1223, preparó la celebración de la Eucaristía con la ayuda de su amigo Juan Velita, que colaboró en la disposición de todos los elementos que reprodujeran la escena del nacimiento del Niño en Belén. Como Francisco mismo dijo: “de alguna manera, ver con los ojos del cuerpo las dificultades en las que se encontró por falta de las cosas necesarias a un neonato”(1 Cel).
         Llega la noche santa. Francisco, junto con los frailes y algunos fieles, se dirige al lugar preparado con el pesebre, el heno, el asno y el buey. Y después de “unas dulces palabras” predicadas por Francisco, aparece la imagen del Niño sobre el heno. Este hecho milagroso impresionó las almas y los corazones de los asistentes, que se sintieron tocados profundamente por esta experiencia.
         Con esta acción, el santo trataba de hacer fácilmente comprensible a los fieles el Misterio de la encarnación. Esta devoción, típica de la espiritualidad franciscana, contribuyó claramente en el desarrollo de la costumbre de representar el belén, práctica que ha llegado hasta nuestros días.
         Como preparación a la solemnidad navideña, en la tarde del día de Nochebuena (24 de diciembre), en la Gruta de la natividad los frailes franciscanos rememoran el episodio del Belén de Greccio, que tuvo como protagonista al padre Francisco de Asís en la contemplación del Misterio de la Encarnación. http://www.belen.custodia.org/default.asp?id=239

De manera similar, un artículo en el Diario Crítico informa lo siguiente.

           Entre las preguntas más frecuentes de los asistentes es ¿por qué la Natividad se representa con una mula y un buey? Y es que realmente en ningún sitio “aparece que estuvieran ahí”, como reconoce la guía. Sin embargo, se sabe que fue San Francisco de Asís el que en el año 1223 colocó por primera vez, en el altar de la parroquia de Greccío, en Italia, un pesebre con el Niño, la Virgen, la mula y el buey. “Fue una verdadera revolución”, como señala Rubio, que explica que el buey simboliza el trabajo y la fertilidad.  “No se utiliza el toro porque éste representaba lo malo, lo pagano”. Por otra parte, aunque en un principio también en algunos belenes se ponía un asno “se sustituyó por la mula ya que el primero simbolizaba terquedad y tontería mientras que la mula es trabajo”, informa Rubio. Respecto a los colores con los que se pinta a la Virgen María, la guía indica que el azul representa “al cielo” mientras que el rojo o rosa palo significa “la futura pasión de Cristo”.
     http://www.diariocritico.com/noticia/3855/noticias/la-tradicion-de-los-belenes.html

Otro artículo publicado en queaprendemoshoy.com informa:
         “...la tradición, considera a San Francisco como el verdadero propulsor del Belén por realizar en la noche del 24 de diciembre de 1223 la representación de la Natividad en una región de la Toscana, más conocida por la magnificencia del hecho que allí aconteció, el milagro del Presepe di Greccio, por el cuál, desde 1986, San Francisco es considerado el patrón universal del Belén.
         Durante los siglos XIV y XV, las iglesias italianas se llenan de belenes, y la tradición se expande por el resto de Europa. A España llega la tradición gracias a la orden franciscana  e inmediatamente, artistas de primera fila, como Montañés o Luisa Roldán “La Roldana”, comienzan a realizar belenes con el fin de adornar en los días navideños, los hogares de pudientes y de centros religiosos. Van a tener un valor excepcional como demuestran los inventarios de la época, como es el caso del testamento de Lope de Vega, que deja su adorado Belén, de gran valor material, a su hija
.

    Recuerda que son informes de los mismos católicos. Y hay más, pero con eso se ve claramente el origen y sentido de los belenes. Aquel misionero fue bien intencionado, pero equivocado, en su costumbre. Pero qué bueno que pudo reconocer el error y cambiar. Así tendría que hacer todavía más de uno, que se aferra a sus tradiciones y las defiende por razones sentimentales, con el resultado de ir en contra de la Palabra de Dios y poner mal ejemplo a los que desea afectar para bien. “...bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros” (1 Ts. 1:5).

martes, 20 de diciembre de 2016

El Origen de los Belenes (Nacimientos)

Aviso al lector: El origen de este artículo no es evangélico, sino católico romano.

ORIGEN DE LOS BELENES

 De Belén a los belenes
Cómo se fue formando esta tradición y sus personajes El La descripción de la escena del nacimiento de Jesús que hace  el Evangelio es explícita pero sumamente sobria: "Mientras ellos  estaban allí, se le cumplieron (a María) los días del parto, y dio a luz  a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un  pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento". De esta  descripción a la exuberancia de los belenes napolitanos, españoles  o latinoamericanos, hay una gran diferencia. ¿Cómo surgió en la  Iglesia católica la costumbre de reconstruir la ciudad en que nació  Jesús, Belén? 
Los evangelios apócrifos
Desde los primeros años del cristianismo fueron surgiendo los  elementos que poco a poco conformaron el escenario y los  personajes del belén, tomados en gran medida de los evangelios  apócrifos (no reconocidos por la Iglesia). La estrella de los reyes de  la que habla Mateo, guía del rey de Oriente hacia Belén, se convirtió  en el Espíritu Santo para el "Evangelio de los hebreos". La cueva  surgió de un "Diálogo" de Justino (quien citó una profecía bíblica:  "Vivirá de cueva en cueva, de piedra dura") y de una descripción de  san Jerónimo que en el año 404 hablo de "specus Salvatoris", cueva  del Salvador. En la "Ascensión de Isaías", las lavanderas eran las  nodrizas que lavaron los vestidos después del parto de la Virgen.  Este texto incluso menciona el nombre de una de ellas, Salomé. El  buey y la mula surgieron del "Protoevangelio de Santiago",  confirmando una visión de Isaías de Habacuc. San Paulino de Nola  escribió que eran símbolo de la liberación de la esclavitud. En el  siglo V un decreto papal, citado en una homilía de san León Magno,  fijó definitivamente el número de los magos, que hasta aquel  momento oscilaba entre dos y doce.
Fijación de la fecha
Mientras tanto el calendario cristiano había fijado finalmente la  fecha del nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre. El primer  calendario litúrgico que incluye la celebración de Navidad fue el del  320. El 25 de diciembre, fiesta romana del solsticio de invierno  ("Dies natalis solis invicti"), es el día en el que el sol deja de  descender respecto al ecuador celeste, y los días se alargan. Los  padres de la Iglesia llamaban a Jesús "Sol de Justicia" y la liturgia  ortodoxa lo representa como "Luz del mundo".
Nacimiento del belén
Entre el 432 y el 440 Sixto III llevó a Roma algunos fragmentos de  la santa cuna, a la que entonces fue llamada "Santa Maria ad  preasepe" (Santa María en el pesebre), y que después pasaría a  recibir el nombre de Basílica de Santa María la Mayor. En esta  Iglesia de Roma comenzó la costumbre de celebrar la misa de  medianoche, tomada de una análoga tradición de Belén. La  atribución del oficio de carpintero a José, que durante siglos fue  titubeante, se impuso en el siglo VI a través de las representaciones  de los marfiles bizantinos.
Algunos historiadores consideran que el inicio del belén como tal  tiene lugar con el acta notarial que se registró en Nápoles en el  1025 en una Iglesia, Santa María "ad praesepe", llamada "La  redonda". Sin embargo, en este caso, como en el de Santa María la  Mayor parece que se trata más bien de capillas destinadas a  guardar fragmentos más o menos verdaderos, recogidos en Tierra  Santa.
A partir del siglo VIII el nacimiento y la resurrección de Cristo se  convirtieron en el tema de escenificaciones costumbristas tomadas  de los Evangelios, representadas en las plazas. Con el tiempo, el  sentido religioso de los recitales se fue deteriorando, de modo que  frailes y curas predicaron contra la vulgarización, hasta el punto de  que el mismo Inocencio III lo criticó. Fueron estas representaciones  teatrales quienes introdujeron la mezcla de los personajes  evangélicos con otros profanos inventados, en ocasiones fuera de  tiempo y lugar (los pastores, por ejemplo, se convirtieron en  campesinos y artesanos del aquel tiempo).
San Francisco de Asís
Pero la fecha que no hay que olvidar es el 1223. Dieciséis años  antes, Inocencio III había prohibido las representaciones sagradas.  Francisco de Asís, llegó a Greccio con su inseparable hermano  León, para evangelizar a las perversos habitantes de aquella  áspera tierra. Para sensibilizarles se le ocurrió pedir una dispensa a  Honorio III. San Francisco había descubierto una gruta en los  bosques montañosos, a pocos pasos de su espartana cabaña, y  pensó que era el lugar ideal para hacer revivir el "Nacimiento" del  Redentor. Obtuvo la ayuda de Giovanni Vellita, el generoso rico del  pueblo, que le consiguió el pesebre, la paja y los animales. La  noche de la vigilia, con el toque de las campanas, convocó en la  gruta a todos los habitantes de Greccio. Vinieron a pie, o a lomos de  burro y de caballo, sin darse cuenta, como los pastores llegaron al  pesebre. La historia narra que durante la misa Francisco habló a los  fieles, y los ojos rojos y enfermos del santo lloraron por los  sufrimientos del Redentor. Algunos historiadores afirman que fue el  mismo san Antonio de Padua, contemporáneo de Francisco, quien  celebró la misa. Como por milagro, por un momento, vio  materializarse al Niño entre sus brazos. Francisco de Asís murió dos  años después. Si bien puede ser excesivo considerar que aquella  noche de Greccio fue el origen del nacimiento, sin embargo es  legítimo considerarlo como el punto de partida de un fenómeno de  una difusión extraordinaria en todo el mundo. Los franciscanos, a  ejemplo de su fundador, se convirtieron en los pioneros del "Belén"  en las iglesias y conventos que abrieron por toda Europa. Por ello,  desde 1986, san Francisco es considerado el patrón universal del  belén.



Tomás de Celano (hacia 1190-1260) biógrafo de San Francisco y Santa Clara. Vita Prima

San Francisco ante 
el primer pesebre de Navidad

Unos quince días antes de Navidad, Francisco dijo: “Quiero evocar el recuerdo del Niño nacido en Belén y de todas las penurias que tuvo que soportar desde su infancia. Lo quiero ver con mis propios ojos, tal como era, acostado en un pesebre y durmiendo sobre heno, entre el buey y la mula...”

Llegó el día de alegría:..Convocaron a los hermanos de varios conventos de los alrededores. Con ánimo festivo la gente del país, hombres y mujeres, prepararon, cada cual según sus posibilidades, antorchas y cirios para iluminar esta noche que vería levantarse la Estrella fulgurante que ilumina a todos los tiempos. En llegando, el santo vio que todo estaba preparado y se llenó de alegría. Se había dispuesto un pesebre con heno; había un buey y una mula. La simplicidad dominaba todo, la pobreza triunfaba en el ambiente, toda una lección de humildad. Greccio se había convertido en un nuevo Belén. La noche se hizo clara como el día y deliciosa tanto para los animales como para los hombres. La gente acudía y se llenaba de gozo al ver renovarse el misterio. Los bosques saltaban de gozo, las montañas enviaban el eco. Los hermanos cantaban las alabanzas al Señor y toda la noche transcurría en una gran alegría. El santo pasaba la noche de pie ante el pesebre, sobrecogido de compasión, transido de un gozo inefable. Al final, se celebró la misa con el pesebre como altar y el sacerdote quedó embargado de una devoción jamás experimentado antes.

Francisco se revistió de la dalmática, ya que era diácono, y cantó el evangelio con voz sonora....Luego predicó al pueblo y encontró palabras dulces como la miel para hablar del nacimiento del pobre Rey y de la pequeña villa de Belén.

www.mercaba.org/LITURGIA/Nv/belenes_origen.htm
Mercaba.org es el Web Formativa de Católicos Hispano-hablantes

NOTA: No estamos de acuerdo con ellos pero deseamos que los evangélicos vean por esa documentación el orígen idolátrica del uso de los belenes (nacimientos).