sábado, 21 de septiembre de 2019

EL TRONO ESTABLECIDO EN EL CIELO


“He aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado” (Ap. 4:2).

Cuanto más nuestra sociedad se vuelva segregada, desencantada, fracturada y atormentada por los disidentes, más necesitamos saber acerca de la verdad de que hay un trono en el cielo y uno está sentado en él.
    El mundo trastornado trae confusión a nuestras vidas. Cuando hay inquietud en la escena del mundo es tan importante al pueblo de Dios mantener el gozo, el sentido de bienestar y la tranquilidad que sólo la asamblea provee. El Señor bien dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).
    Un trono siempre indica autoridad para gobernar, y el poder para sacar de la confusión paz, orden y comprensión. Un trono declara que hay poder y propósito que no deben ser negados, y cuando el trono es de Dios, el carácter de las cosas se torna absoluto. Nada puede frustrar finalmente Su reino total. Así que, queridos santos hermanos, hoy demos gracias a Dios que hay “un trono establecido en el cielo”, y que nuestro Dios está sentado en él.
    Está “establecido en el cielo”. Esto habla de su estabilidad inalterable. No es movido por hombres ni por demonios, y no puede ser asaltado por ninguna fuerza ni se rendirá a ningún usurpador. Es la autoridad inamovible que se mueve en cada escenario, visible o invisiblemente, para conseguir sus propósitos y su voluntad. La canción aprendida en la juventud será verdad para siempre: “¡Dios todavía en el trono está, y Él de los Suyos se acordará!”
    Está bien “ocupado”. La reina del Reino Unido raramente se sienta en sus tronos. En sus palacios los tronos están expuestos como tronos vacíos. ¡Nuestro Dios nunca deja Su trono! Ni se enferma, ni está sujeto a la senilidad, ni se ausenta por razones o limitaciones de tiempo o espacio. Él siempre está en residencia sobre el trono. Esto sugiere que los recursos del trono de Dios están constantemente disponibles para abastecer las necesidades de Su pueblo cuando reclaman Su ayuda, en cualquier lugar y en cualquier momento. Así que, acerquémonos confiadamente en tiempo de necesidad, y veremos como Él responde sin demora y sin fallar.
    Está descrito. En Apocalipsis 4 los colores transparentes, rojo y esmeralda, nos describen la Persona y el trono. Estos declaran la totalidad de luz, amor y vida que son la esencia de la naturaleza de Dios y la característica de Su trono. ¿Qué más deseamos de Él sino pureza sin mancha, amor imparable y vida vibrante? ¿Por qué no tomamos con más frecuencia estos ricos recursos de Su trono?
    Tiene un arco iris alrededor. Cuán feliz estaba Noé después del diluvio al ver el arco puesto en las nubes cada vez que comenzaba a llover. ¡Nunca habría otro diluvio porque Dios había prometido! Ahora descubrimos que todas las promesas y los pactos de Dios están respaldados por el poder de Su trono. ¡Es un trono rodeado de un arco iris! Así que, sigamos las palabras del himno de Wesley, y levantémonos para acercarnos al trono eterno y tomar la corona. Podemos gloriarnos en el derecho innegable de los hijos que esperan que su Padre les dé las cosas apropiadamente y de acuerdo con Sus promesas.

traducido y adaptado del artículo por Ken Rudge en la revista Precious Seed (“Semilla Preciosa”), mayo 2006

viernes, 20 de septiembre de 2019

EL LUGAR DE LA MUJER, por R. K. Campbell

Como en muchos lugares ya no se leen esa clase de libro que va en contra del pensamiento moderno, conviene ofrecer eso estudios para que se eduquen correctamente hermanos que están siendo arrastrados por la corriente del mundo. El hermano Campbell escribió así:

"Todo lector, cuya consideración es el bienestar de otros y no el suyo, estará de acuerdo con la declaraci6n que establece un hecho: Dios ha dado a la mujer un lugar especial y maravilloso en la familia y en la sociedad. También podrá el lector reconocer que la mujer está capacitada de un modo especial para un lugar que ningun hombre podría llenar de manera satisfactoria. Las Escrituras, desde el principio hasta el fin, nos muestran el lugar especial de la mujer. Presentan su lugar en la creación, en la caída de la humanidad, bajo la ley en el Antiguo Testamento y bajo la gracia en el Nuevo Testamento. Veremos también, a través de la Palabra de Dios, que la mujer tiene su esfera propia de servicio y que ésta es una esfera bendita y necesaria.
   Nuestro tema en estas páginas es el lugar bíblico de la mujer dentro de la Iglesia. Sin embargo, para un entendimiento adecuado de este tema sera de gran ayuda considerar primero el lugar de la mujer en la creación, en la caída, en el hogar, y bajo la ley. Si discernimos el lugar que Dios le ha dado en todas esas esferas, eso nos dara la información básica para condiderar y entender el lugar Bíblico de ella en la Iglesia y el hogar en tiempos del Nuevo Testamento.
 
Su Lugar en la Creación 
 
En Genesis 2 podemos ver que el hombre fue creado primero y que de la costilla de Adán Dios hizo una mujer y la trajo al hombre para ser su ayuda idónea. En 1 Corintios 11:8-12 el Espíritu de Dios hace el siguiente comentario sobre esto: "Porque el varon no procede de la mujer, sino la mujer del varon, y tampoco el varon fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varon. Por locual la mujer debe tener senal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los angeles. Pero en el Senor, ni el varon es sin la mujer, ni la mujer sin el varon; porque as! como la mujer procede del varon, tambien el varon nace de la mujer; pero todo procede de Dios".
     Aquí hay una presentación de la verdad en cuanto ala relación del hombre y de la mujer. El mero hecho de que la mujer fue tomada del hombre prueba su igualdad con él. No es ella su inferior, sino su igual, su "ayuda idónea". Hay igualdad, pero junto con la igualdad hay diversidad. La mujer fue hecha para el hombre y para estar con el a su lado. Nunca fue el propósito de Dios que la mujer fuera una criatura independiente, apartada del hombre. Fue Su propósito que ella se asociara con él, y que juntos fueran una sola carne, simbolizando la unión de Cristo y Su novia, la Iglesia. La mujer nunca resplandeee más brillantemente que cuando esté cumpliendo cabalmente el oficio para el cual fue ereada. Este objeto es, antes que todo, el ser la "ayuda idonea" del hombre.
    No obstante, debemos notar también que el mero hecho de que la mujer fue creada del hombre indica que él es su cabeza. Ésta es la conclusion que el Espiritu de Dios pone delante de nosotros en los versículos de 1 Corintios 11, arriba citados: "Por lo cual en vista de su lugar en la creación la mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza [es decir, una señal de la autoridad del hombre, bajo la cual esta], por causa de los ángeles" (v. 10). El apostol dice: “...quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer” (v. 3). Por causa de este orden divino en la creación la mujer debe reconocer el señorío del hombre. Y debe tener en la cabeza la señal de su autoridad sobre ella (1 Co. 11:10). Lo anterior quiere decir que debe cubrir su cabeza, especialmente cuando ore o profetice y cuando esté en la asamblea. Los ángeles deben ver el orden de Dios tanto en la creación como en la Iglesia.
     Más adelante tendremos más que decir respecto al tema de cubrirse la mujer la cabeza. Por ahora no haremos más que referirnos a eso en conexión con el lugar de la mujer en la creación y en consecuencia, el reconocimiento que ella debe hacer del hombre como su cabeza. La cubierta [el velo], según la Escritura, significa este reconocimiento.
      En 1 Corintios 11: 14-15, el apóstol se refiere a la naturaleza como evidencia adicional de aquella distinción que existe entre el hombre y la mujer, y del apropiado lugar de sujeción que a ésta le  corresponde... “La naturaleza misma, ¿no os ensena que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello”. Dios le ha dado cabello largo a la mujer y cabello corto al hombre, a fin de establecer una característica que distingue entre ellos. A la mujer le es natural tener el cabello largo; al hombre cabello corto.
      El cabello largo en las Escrituras es, generalmente, un símbolo de dependencia, sumisión y modestia, atributos estos que deben caracterizar a la mujer como “vaso mas fragil” al cual el hombre ha de dar honor. El pasaje delante nuestro en 1 Corintios 11 habla del cabello de la mujer como una gloria [gr. "doxa"]. Una mujer manifiesta la gloria y la belleza puesta sobre ella solamente cuando se queda en el lugar de dependencia y sujeción dado por Dios, al mismo tiempo que mantiene su distinto carácter femenino. Cuanto más femenina sea la mujer, tanto mas bella es a los ojos de Dios. 
     Cuanto más trate de parecerse al hombre, tanto más pierde su verdadera belleza y virtud. La declaracón: “La naturaleza misma ¿no os enseña...?” da pie a una aplicación más extensa de nuestro tema actual. La constitución física y el temperamento del hombre y de la mujer son muy diversos. Dios en Su sabiduría puso grandes diferencias entre las características fisicas, mentales y emocionales del hombre y de la mujer. Le ha dado al hombre altura, fuerza y capacidad para razonar superiores. En contraste feliz, Dios ha dado a la mujer gracia, natural dulzura y viveza mental, todo esto capacitándola para el circulo doméstico. Es muy evidente que el Creador los ha constituido por naturaleza para que ocupen lugares diferentes y separados. Es igualmente evidente que se deben completar o complementar el uno al otro.
     Es así como sabemos a través de la creación y la naturaleza que la mujer tiene un lugar distinto al del hombre en la sociedad. Más tarde veremos que el lugar que Dios Ie ha dado en la Iglesia esta en armonía con su lugar en la creación y en la naturaleza. Ademas habremos de damos cuenta de que su lugar en la creación fija su lugar en la Iglesia tambien. Veremos que su sitio en la naturaleza es ilustrativo de su lugar en la gracia, O sea su relacion como una mujer cristiana a Dios. Los dos lugares son inseparables. Dios no da a la mujer ni al hombre un lugar en la Iglesia que contradiga el lugar que a ellos corresponde en la creación y en la naturaleza.
     En la caída hemos visto a través de la creación que el lugar o posición de la mujer es de sujeción a su cabeza y de compañerismo con su esposo. Ahora consideraremos qué parte tuvo ella en la caída de la humanidad en el huerto del Edén, y qué posición fue la que se le dio como resultado de ese hecho. Por la narración divina consignada en Génesis 3, nos damos cuenta de que la serpiente tentó a Eva para que tomara el fruto prohibido. Fue ella la que tomó, probó de él y dio tambien a su marido, el cual comió así como ella (vv. 1, 6), Como resultado de eso, Dios dijo a Eva: “Con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo sera para tu marido, y él se ensenoreara de ti” (Gn. 3:16).
     Aquí vemos a la primera mujer, Eva, dejando su lugar natural de dependencia para tomar la iniciativa. En vez de rechazar las insinuaciones de la serpiente y procurar la ayuda y la proteccion de su compafiero como cabeza que le fue dada por Dios, actuó independientemente. Fue engañada por el diablo y desobedeció el mandamiento de Dios. Por eso, Él pronunció la sentencia definitiva, es decir que el lugar de la mujer todavía sería el de subordinacian a su marido, aunque ése ahora era un hombre caído.
     Ademas de todo lo anterior vemos que no necesitamos elaborar nuestras propias conclusiones de esos hechos, porque el Espiritu de Dios se refiere a este engaño del que fue víctima Eva, en 1 Timoteo 2:11-14. Este pasaje muestra ese engaño como una razón por la que a la mujer de esta época de la Iglesia no le es permitido usurpar la autoridad masculina. El pasaje en cuestión reza así: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, despues Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión”.
     Aquí tenemos dos razones dadas que explican el porqué la mujer no ha de enseñar. Una es el primer lugar de Adan en la creación, la cual implica su jefatura. La otra es que la mujer fue engañada por la serpiente. Adán no fue engañado como su mujer. El pecó con los ojos abiertos y fue más culpable que su esposa. Pero fue Eva la engañada. Tal fue su parte en la caída de la humanidad. Se mostró a sí misma como una líder bastante deficiente.
     Por eso, en el gobierno sabio de Dios, se le priva a ella de cualquier lugar de autoridad o ensenanza en la Iglesia. Así es que ya desde el huerto del Edén, recibimos el primer aviso,  el más poderoso – contra cualquier tipo de jefatura por parte de la mujer. Es de veras una señal de vívida advertencia, dada en el mismo principio de la historia humana.
     Alguien ha hecho notar lo siguiente: 

     “Cuando las mujeres se salen de su lugar, parecen ser víctimas del diablo. Es una mujer en una de las parábolas del Evangelio quien esconde la levadura en tres medidas de harina (Mt. 13:33) – tipo de la introducción de principios corruptos que han penetrado en la cristiandad (por cristiandad entendemos aquello que profesa ser cristiano). Fue una mujer, Eva, la que incurrió en transgresión.
En 2 Timoteo 3:6 leemos de 'mujercillas cargadas de pecados, arrastradas par diversas concupiscencias' a quienes hombres malvados llevan cautivas en los tiempos peligrosos de estos postreros dias. Pero antes de continuar con diversos ejemplos, conviene puntualizar el hecho de que cuando una mujer se sale de su lugar, muchas cosas bastante desagradables y peligrosas pueden suceder. Veamos ahora lo siguiente. Es una mujer Jezabel quien historicamente representa en el Antiguo Testamento todo lo que es repugnante y perverso. En el Nuevo Testamento representa fuguradamente la corrupcion eclesiástica y la depravación religiosa de la peor clase (l R. 21; Ap.s 2:20).
     “En el día de hoy la gran mayoria de mediums espiritistas son mujeres; el espiritismo moderno comenzó con mujeres – las hermanas Fox en Norteamerica. Fue una mujer histérica – la senora White – quien por sus blasfemias jactanciosas llegó a ser la líder y en gran parte fundadora de aquel sistema inicuo conocido como el Adventismo del Séptimo Día.
     "La ciencia cristiana – que ni es cristiana ni ciencia –  debe su origen a una senora de apellido Eddy, una mujer, evidentemente. Podemos agregar que una encuesta entre profesionales de la tal llamada Ciencia Cristiana en cierta gran ciudad revela que el 75 por ciento de aquellos son mujeres (R.K.C.). La teosofía, como se conoce en el hemisferio occidental, fue popularizada por una mujer, la Señora Blavatsky; la obra que ella estableció fue llevada adelante por otra mujer, la senora Besant” (A. J. Pollock).

     Podemos agregar a esta lista el Movimiento de Lenguas (pentecostalismo) de hoy y el fanatismo que lo acompña, etc. De ese movimiento las mujeres son las líderes mas prominentes y entusiastas. Esto no es para menospreciar a la mujer, porque moralmente ella tiene, por lo general, cualidades mucho más excelentes que las del hombre. Además, por regla general, la mujer supera al hombre en su afecto v devoción a Cristo. No es cuestión aquí de la habilidad de la mujer. Tenemos mucho gusto en reconocer que en comparación con el hombre ella no manifiesta ninguna inferioridad respecto a talento, cultura, discreción, etc. Es solamente en cuanto a posición que el hombre tiene preeminencia sobre la mujer. El punto que queremos establecer es éste: que cuando una mujer se aparta del lugar y la esfera de servicio que le ha sido dada por Dios – cuando toma un lugar de enseñar y de guiar – muchas veces llega a ser la víctima favorita de los engaños de Satanás. Muchas veces la mujer, así engañada, viene a ser propagadora de herejías y muchas mentiras. Esta es la lección que debieramos aprender de la historia de la mujer cuando esté fuera del lugar que le corresponde.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Títulos Descriptivos de los Profetas Menores

 

Don Frederick Tatford escribió una excelente serie de libros sobre los "profetas menores", asignando un título a cada uno:


Oseas       
El Profeta del Hogar Roto
Joel          
El Profeta del Día del Juicio
Amós       
El Profeta de la Injusticia Social
Abdías     
El Profeta del Juicio de Edom
Jonás        El Profeta que Desertó
Miqueas  
El Profeta de la Venida del Mesías
Nahum    
El Profeta de la Caída de Asiria
Habacuc  
El Profeta de la Torre del Vigía
Sofonías   
El Profeta de Sangre Real
Hageo      
El Profeta de la Restauración
Zacarías   
El Profeta de los Mirtos
Malaquías
El Profeta de la Reforma