Muchos hablan hoy de viajar en el tiempo, de la estructura del espacio y el tiempo, y buscan fórmulas y medios para romper esas barreras. No saben que viajar en el tiempo es una realidad y que por siglos ha sido posible. De hecho, todos estamos en una “máquina del tiempo” que atraviesa el espacio a una gran velocidad. Muchos lo llaman “Tierra”.
Desde el principio del mundo, el tiempo marcha adelante sin parar. Nacimos en este mundo como formas de vida biológica y electromecánica, y nos ocupamos en nuestra vida diaria viajando hacia adelante en el tiempo hasta que termine nuestra vida. Vivimos en una ventana o burbuja del tiempo. Pero hay quienes han vivido aquí desde el principio y han visto la historia del mundo suceder delante de sus ojos. Están en el mundo de los espíritus, y ellos nos ven como realmente somos.
Cuando llegues al final de esta lectura, habrás viajado hacia adelante en el tiempo unos minutos. A nosotros el tiempo nos parece un enemigo que nos empuja hacia un precipicio. No queremos caernos del precipicio, pero la resistencia es fútil. El tiempo es imparable e invencible. No podemos dejar de obedecer la ley del tiempo. Se nos obliga viajar hacia adelante aun en contra de nuestra voluntad. Todos somos conscientes de que cada día estamos más cerca del precipicio. Muchos intentan bloquear eso de sus pensamientos con sus ocupaciones, amistades, diversiones y vida social. Pero se engañan, porque se acercan al día de su muerte aunque no piensen en ello. En cierto sentido es comprensible que hagan eso, porque las realidades de la muerte son muy solemnes. ¿Es la muerte el final? ¿Nuestra vida ahora nos afectará después de morir, o sea, tendrá consecuencias? Son preguntas que debemos contestar, preferiblemente antes de morir. Pero, ¿cuándo será eso? Nadie sabe exactamente cuándo llegará ese momento en el tiempo.
El Creador diseñó esta máquina del tiempo (la tierra), y estableció las leyes del tiempo. También nos hizo en Su imagen. Este Ser, Espíritu no creado, vive fuera del tiempo. Estuvo antes de la creación del mundo. Ha estado en cada estapa de la historia, incluso en el fin del mundo, lo que es el futuro para nosotros. Pero entró en nuestro mundo e historia y vivió como un hombre durante unos años. Habíendo visto y estado en el pasado y el futuro, vino con un mensaje y una misión. Su mensaje era de justicia, juicio y amor. Sabe como termina nuestra historia y que necesitamos un Salvador. Su misión era sufrir y morir sustituyendo a Sus criaturas, los seres humanos, que nos hemos arruinado y condenado por el pecado. Nos había dicho cómo vivir y agradarle, pero nuestra historia es de rebelión, pues hemos hecho todo lo contrario a Su santa voluntad. Él desea salvar a los perdidos, por amor, y en Su muerte como nuestro Sustituto, “el justo por los injustos”, hizo posible que seamos perdonados por nuestros crímenes contra Dios, y cambiados en nuevas criaturas con vida espiritual, aptas para ir a la gloria con Él.
Así es que vino el Señor Jesucristo, se encarnó y moró entre los seres humanos. Después de treinta y tres años de vida perfecta, en la que anduvo haciendo bienes y enseñando la verdad de Dios, lo mataron como su fuera un criminal, clavándolo a una cruz. Pero recuerda, Él permitió eso. Había entrado en el tiempo “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Hebreos 2:9). 700 años antes de Su llegada, envió al profeta Isaías con esta profecía. Habla como si lo hubiera visto suceder:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:5-6).
Una vez cumplida Su misión, poderosamente resucitó al tercer día, y después de visto por muchos, subió al cielo, saliendo de esta cápsula del tiempo, y ahí vive. Se reveló en visión al apóstol Juan, y declaró:
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8). “Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén” (Apocalipsis 1:17).
Amigo, no puedes volver atrás en el tiempo. Solo vas hacia el futuro y ciertamente ahí llegarás. Lo hecho, hecho está, y consecuencias graves hay. Pero hay perdón por tus pecados si arrepentido confías en el Señor Jesucristo que entró en el tiempo para morir en tu lugar y pagar por tus pecados. Él vive y espera que confíes en Él para que seas perdonado, transformado y un día llevado para estar con Él en la eternidad. Ésta es la vida eterna.
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