La respuesta sencilla es "no siempre". Una vida larga puede ser para la gloria de Dios y la bendición de otros. Puede dar largo testimonio, buen ejemplo y sanos consejos que ayuden a otros (Tit. 2:1). Dios enseñó a Israel a respetar y honrar a los ancianos. "Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano" (Lv. 19:32). Pero como Eliú observó en Job 32:9, la sabiduría y el entendimiento son vienen automáticamente con la vejez. Mucho depende de cómo vive y qué hace uno con los años que Dios le da.
Considera el caso del rey Ezequías. Dios le notificó de su muerte, pero él lloró y pidió más años (2 R. 20:3). Le fueron otorgados 15 años más (v. 5, y 2 Cr. 32:24). "Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén" (2 Cr. 32:25). Así que, en retrospecto, le hubiera sido mejor morir antes de cometer esos errores.
Pero hay otra razón por la que una vida corta puede ser una bendición. Considera el caso de Enoc, y el comentario de Alfred Edersheim en su Comentario Bíblico Histórico;
“Enoc vivió menos de la mitad de la vida de sus contemporáneos. Largura de vida puede ser una bendición, pues da tiempo para arrepentimiento y gracia. Pero para los que viven más cerca de Dios, la vida puede ser abreviada para alivarles del trabajo arduo y sufrimiento que el pecado ha traído al mundo”.
Edersheim, Bible History, Old Testament (“Comentario Bíblico Histórico”) Tomo I, p. 37
Otro factor a considerar es el propósito de la vida. Por ejemplo, la vida de Juan el Bautista fue corta, a penas 30 años, y solo aproximadamente dos años de ministerio público. Pero sirvió más al Señor en ese breve tiempo que muchos en toda su vida larga. Cristo dijo de él:
"Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista" (Mt. 11:10-11).
"Él era antorcha que ardía y alumbraba" (Jn. 5:35).
Y debemos considerar la vida terrenal de nuestro Señor Jesucristo, que solo vivió 33 años, y de ellos aproximadamente 3 de ministerio público, y terminó Su carrera terrenal mediante la muerte, resurrección y ascensión. Por toda la eternidad se verán los efectos de Su vida, muerte y resurrección.
Así que, no es la CANTIDAD de años, sino la CALIDAD ESPIRITUAL de ellos. No la vida como un fin en sí, sino el propósito de ella. No cuánto se vive, sino qué hace con la vida que Dios le concede.
De ahí que el apóstol Pablo nos enseña a considerarnos "vivos para Dios en Cristo Jesús" (Ro. 6:11), esto es, que nuestra vida ahora es "para Dios", para hacer Su voluntad, servirle, agradarle, y glorificarle. Repite la idea en Romanos 7:4, "a fin de que llevemos fruto para Dios". No "para nosotros mismos". Y en Gálatas 2:19, "a fin de vivir para Dios".
Sea larga o corta, la vida que es vivida para Dios siempre es una bendición.
Y otra cosa es cierta, que en lugar de preocuparse por larga vida física, cada uno debe asegurarse de tener vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. ¡Eso sí es bendición!
No hay comentarios:
Publicar un comentario