“Es absoluto en sus demandas. Requiere obediencia
ilimitada. Otorga y demanda; es a la vez un regalo y una responsibilidad. Jamás
ha habido reino que presente demandas autoritarias como el reino de
Cristo y de Dios. La autoridad y la obediencia, el liderar y el seguir,
el mandamiento y la sujeción, así es el orden. Es un Rey totalitario en
el reino y en la iglesia. Toda doblez de corazón y toda tibieza son
abominación al Rey. A Él le pertenece todo el ser humano: espíritu,
alma y cuerpo, en todas las relaciones celestiales y terrenales.
Renunciar todo, tomar la cruz, seguir y amar a Jesucristo antes que lo más
precioso de este mundo, servirle sólo a Él, aborrecerse a uno mismo,
perder su vida para ganarla eternamente: así es la mentalidad que el Rey
demanda”.
Erich Sauer: El Triunfo del Crucificado
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