miércoles, 14 de junio de 2017

EL SECRETO FATAL DEL TITANIC



Durante casi todo el siglo XX nos fascinó la tragedia marítima del lujoso crucero Titanic en 1912. Ha sido el tema de libros y películas, de modo que casi todo el mundo conoce el nombre Titanic. Era en su día el objeto movible más grande jamás construido por el hombre.
    Por su diseño compartimentado muchos creían que era inhundible, incluso alguien se jactó de que “ni Dios puede hundir este barco”. Pero por desgracia, antes de completar su viaje inaugural un iceberg lo mandó a helada sepultura casí cuatro kilómetros debajo del Atlántico norte. Se hundió en menos de tres horas con más de 1.500 víctimas.
   
Un Alarmante Descubrimiento
   
Durante tres cuartos de siglo se especulaba sobre las causas de la tragedia, hasta que en 1985 hallaron los restos de la soberbia nave y pudieron examinarla.
    No hace mucho que se recuperó un pedazo del casco de la nave, y según informa Selecciones del Reader’s Digest, pruebas hechas a la muestra revelan en la composición del acero una alta presencia de azufre, o sulfato, lo cual hace el metal frágil y quebradizo. Las mismas pruebas hechas a un fragmento del acero del Titanic y a un pedazo semejante de acero de construcción naval moderna confirmaron la calidad frágil y quebradizo del primero mientras que el moderno fue flexible y no se partió.

La Trágica Ironía
    Una comparación microscópica del fragmento del Titanic con uno del mismo acero guardado del astillero irlandés donde fue contruído los muestra iguales: la debilidad fatal estuvo presente en el acero desde el principio; no es efecto de los años, ni la frigidez ni la enorme
presión a esa profundidad.
    Parece que en el choque esas grandes places de acero inflexible, que medían tres metros por diez, se reventaron en una enorme “cuchillada” arriba y abajo del agua.
    Irónicamente, el diseño ingenioso ni pudo funcionar ya que el material básico de su fabricación integraba un defecto fatal que hizo fracasar el regio crucero pocas horas después de zarpar.

El Ser Humano: Defectuoso
    Esto nos recuerda no que dice la Biblia acerca de nuestra naturaleza humana. Tanto la historia como la ciencia y tecnología atestiguan de la asombrosa capacidad intelectual y creativa del ser humano. La misma sustancia de nuestra humanidad es fatalmente defectuosa, y así todo lo que somos y hacemos va destinado al fracaso.
    El antiguo rey David escribió: “Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno” (Salmo 53:2-3).
    Más de mil años después, el apóstol Pablo afirma esto en el Nuevo Testamento: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. Los tiempos cambian, pero la naturaleza humana no. Los defectos fatales del corazón y la naturaleza humana se hacen patentes en nuestro mundo lleno de pecados y problemas de toda clase. ¡Así somos los seres humanos!

El Defecto Remediado
    La buena noticia es que Dios, viendo nuestra condición corrupta y perdida, provee un remedio sobrenatural, ofreciéndonos nuevo nacimiento – ¡un nuevo comienzo como nuevas personas, ya no hechas de materia frágil, quebradiza e irremediablemente torcida, sino de la vida y naturaleza eternas de Dios mismo! “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). No se puede levantar al Titanic para reparar o renovar su acero. Pero ¡a nosotros, pecadores perdidos, Dios puede perdonar, cambiar y hacer nuevas criaturas!
    Hacer esto le costó muy caro. El único y perfecto Hijo de Dios lo pagó cuando murió por nuestra culpa, sustituyéndonos en la cruz del Calvario. Él tomó y "llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero" (1 Pedro 2:24), para así brindarnos perdón completo y una maravilloso nuevo nacimiento en la la familia de Dios.

Pero...
   Esto hizo Dios por ti. Pero para entrar en el bien de esa gran salvación, debes reconocerte pecador perdido, arrepentirte, y confiar en el Señor Jesucristo. Porque como afirmó el apóstol Pedro, que algunos consideran su primer Papa pero no le hacen caso: "no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). 
    De nada de sirve saber que el Titanic se hunde. Es inútil saber que hay barcas salvavidas, si no actúas. Abandona el escenario trágico y confía en el Señor Jesucristo, porque de otro modo, como los que se quedaron en el Titanic, ciertamente morirás.





 
 

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