viernes, 15 de abril de 2022

Dios Habla Con Precisión

 


La precisión es importante, en la medicina, la astronomía, la construcción, la programación informática, las cuentas bancarias, y muchos otros aspectos de la vida. Un pequeño fallo puede tener grandes repercusiones.
    Sobra decir que Dios lo sabe todo. En esto estamos de acuerdo, y hallamos gran consuelo en la omnisciencia de Dios, y en Su sabiduría. Siendo perfectamente sabio, Dios se comunica con nosotros usando con precisión un idioma humano. Y como no es Dios de confusión, sino de orden, podemos esperar ver ese orden en la gramática y el vocabulario que Él elige. Estamos seguros de que Dios habla como quiere, y dice exactamente lo que quiere decir. Él no dice "más o menos", ni nunca tendrá que enmendar Sus palabras ni decir: “cuando dije digo dije diego”.
     Los cristianos creemos en la inspiración plenaria y verbal de la Biblia, que el Espíritu de Dios escogió con precisión las palabras que quiso usar en cada circunstancia, y causó que ésas fuesen escritas, sin que se interpusiera ninguna palabra humana. En la frase: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Ti. 3:16), “Escritura” es la palabra griega “grafe” – que significa gráficas, cosas escritas. Esto es: “Perteneciente o relativo a la escritura y a la imprenta. Que se representa por medio de figuras o signos”. Entonces, “Toda la Escritura” se refiere a todo lo que Dios ha hecho que se escriba, sin excepción. Cada palabra de las Escrituras lleva esta marca divina.
    Cristo señaló la importancia de cada detalle de la Palabra de Dios. Declaró: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18). La jota es la letra “yod” en hebreo
, la más pequeña del alfabeto, y corresponde a iota en griego. La tilde en hebreo se refiere a los signos, pequeñas marcas como puntos que aparecen debajo de las letras hebreas (por ej.  ̤  ̞ ). ¡Hasta estas marcas pequeñas fueron inspiradas!  Es importante que reconozcamos esta verdad y prestemos atención en la lectura de la Biblia, porque Dios escogió cada palabra, singular o plural, su género, el tiempo de cada verbo, y ciertos términos en lugar de otros.
    En Génesis 2:16-17 dio instrucciones explícitas a Adán. Podía comer de todo árbol en el huerto menos uno: “el árbol de la ciencia del bien y del mal” y advirtió que comer de él causaría muerte. ¿Qué hizo la serpiente cuando apareció en la escena en Génesis 3? Enredó a Eva acerca de los términos y propósitos de ese sencillo mandamiento. Eva no citó correctamente lo que Dios había dicho. Omitió una parte, y añadió otra parte, y llamó al Creador “Dios” – como la serpiente dijo, en lugar de “Jehová Dios” como Él se dio a conocer a ellos. No puso atención a lo que Dios había dicho. Luego aceptó cuando el tentador puso en entredicho los propósitos de Dios. Una de las lecciones que aprendemos de Génesis 2 y 3 es la importancia de conocer exactamente lo que Dios ha dicho, y creerle implícitamente.
    Observa la precisión con que habló Cristo cuando resucitó a Lázaro. “¡Lázaro, ven fuera!” (Jn. 11:43). Si hubiera dicho: “¡Ven fuera!” o “Venid fuera” podían haber salido de sus sepulcros todos los muertos. Juan 5:28-29 informa que en un día futuro todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios y saldrán. Pero ese día, Cristo solo llamó a Lázaro.
    El género también es importante. Salmo 68:11 dice: “El Señor daba palabra; había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas”. “Las”, no “los”, indica que las mujeres hacían correr entre los del pueblo la orden divina de avanzar: “Marchad”. No que fuesen predicadores ni maestros, sino que fielmente pasaron el informe en esperanza de victoria.
    Dios sabe cuando poner artículo y cuando no. Por ejemplo, Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Los llamados “testigos de Jehová” no creen que Jesucristo sea Dios igual con el Padre, así que se toman la libertad de alterar el texto. Ellos añaden la palabra “un”, para que el texto diga: “...y el Verbo era un dios”. Con eso pretenden indicar que era una criatura poderosa pero hecha por Dios. Con algo tan pequeño como un artículo indefinido se crea una doctrina errónea que ataca la deidad de Cristo.
    Dios también sabe distinguir entre singular y plural, y no se equivoca. Gálatas 3:16 señala la importancia de esto, cuando cita la promesa divina a Abraham (Gn. 22:18). “No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente”. La promesa no habla de los descendientes de Abraham en plural, sino de uno solo, que indica a Cristo. El Espíritu Santo nos hace saber que la distinción entre plural y singular es importante.
    Respecto a la Cena del Señor, observamos que el texto sagrado emplea el singular para referirse a los símbolos. No panes, sino pan. No copas, sino copa. Los textos de los Evangelios siempre utilizan el singular, “pan” y “copa” (Mt. 26:26-27; Mr. 14:22-23; Lc. 22:19-20). 1 Corintios 10:16-17 también utiliza el singular y lo enfatiza. “El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” “Pan”, “comunión” y “cuerpo” están en singular (v. 16). Es un detalle importante, porque el siguiente versículo dice: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (v. 17). Y el capítulo siguiente indica lo mismo acerca de los símbolos del pan y la copa. Lo vemos enfatizado por las repeticiones en 1 Corintios 11:23-28,
    v. 23    “el pan”
    v. 25    “la copa”
                “esta copa”
    v. 26    “este pan”
                “esta copa”
    v. 27    “este pan”
                “esta copa”
    v. 28    “del pan”
                “la copa”
    El Espíritu Santo dijo exactamente lo que quiso decir, y nos ha dado un patrón que seguir (He. 8:5). No dice que tiene que ser en un aposento, ni cómo se tienen que arreglar las sillas, ni a qué hora celebrarlo, pero sí indica esto repetidas veces acerca de los símbolos.
    La importancia de singular y plural también se ve en el asunto del gobierno de la iglesia. El patrón del Nuevo Testamento es que haya ancianos (plural) en cada iglesia (singular). “Constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hch. 14:23). “...Hizo llamar a los ancianos de la iglesia” (Hch. 20:17). “Establecieses ancianos en cada ciudad” (Tit. 1:5). “Ruego a los ancianos que están entre vosotros” (1 P. 5:1). “Saludad a todos vuestros pastores (He. 13:24). Nunca se puso a un solo hombre como “el pastor” de una asamblea local. Eso no está aprobado por Dios. Pero los que dicen que no importan el singular en cosas como pan o panes, copa o copas, también pueden emplear esa lógica para despreciar el plural que Dios indica para el cuidado de la asamblea. ¿Es importante que Dios no dice anciano sino ancianos – no pastor sino pastores? Claro que sí. Ni es bíblico que un hombre, aunque tenga estudios, dinero o sea aun misionero, se quede como "el anciano", y gobierne a la asamblea.
     1 Timoteo 3 y Tito 1 hablan en singular porque trata las cualidades del carácter y la conducta de cada uno que es anciano. Indica que el que es anciano debe ser marido de una sola mujer – no de varias. En 1 Timoteo 5 uno de los requisitos de la viuda que es puesta en la lista es “que haya sido esposa de un solo marido” (v. 9). Dios se fija en estos detalles. “Hay un solo Dios [no dioses], y un solo mediador [no mediadores] entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5).
    En Efesios 4 el apóstol nos llama a guardar – no hacer – la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (v. 3). Luego en los versículos 4-6 nos detalla los aspectos importantes de esa unidad hecha por el Espíritu Santo: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos.
    Varias veces en Su Palabra Dios nos manda tener cuidado de no añadir ni quitar de lo que Él ha dicho. No tenemos derecho de alterar o modificar Su Palabra, ni en los detalles pequeños, como por ejemplo una “s”, es decir, de singular a plural o vice versa, porque “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil” (2 Ti. 3:16).

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