este prefacio escrito en 1946 por W. R. Lewis, al libro El Plan Divino De Misiones, por W. E. Vine, próximantente disponible de Libros Berea.
Prefacio
Ningún desvío del plan divino debe ser tratado como asunto trivial. Aunque parezca de poca importancia, los “pequeños desvíos” solo abrirán paso para violaciones más grandes y serias de la voluntad de Dios. Debemos vigilar con gran cuidado el comienzo de las cosas, y constantemente probarlas con la Palabra de Dios. Por ejemplo, el romanismo moderno es simplemente el fruto maduro de principios adoptados en tiempos primitivos. En aquel entonces podían parecer como pequeñas divergencias inofensivas de las enseñanzas y prácticas apostólicas, y seguramente cada modificación parecía tener su lógica. ¡Pero mirad hoy cuán graves son los errores y problemas que provienen de esas aparentemente insignificantes innovaciones!
Ahora bien, es cierto que no todos los métodos nuevos son necesariamente “desviaciones”. Hay una diferencia entre algo que no es bíblico y algo que es antibíblico. En su día, la “lista” de Esdras de los que dejaron sus amigos y hogares para edificar la casa de Dios, y luego los “tesoreros” de Nehemías eran cosas nuevas en su día. Un intercesor como Daniel podría hacer buen uso de una lista en sus oraciones. Sin esos tesoreros muchos levitas habrían sido descuidados en la distribución, pero de ese modo podían seguir sirviendo al Señor sin quitar la mira de Aquel que era su herencia. Hace doscientos años que una escuela dominical era un método nuevo.(1) Hace cien años que los tratados eran cosas nuevas, y hace cincuenta años que las carpas y los buses usados para el evangelio no existían, pero esas cosas no eran métodos de filisteos. En 1 Crónicas 16:17, era nuevo el servicio ordenado y reverente de los cánticos, en comparación con la irrupción de gritos de alabanza y música en 1 Crónicas 13:8, pero no por eso era un “carro nuevo”. En su celo y descuido David se había desviado de la voluntad de Dios y provocado Su mano castigadora, porque adoptó métodos erróneos. Esos, en ese caso, no eran erróneos simplemente por ser nuevos, sino porque eran contrarios a algo establecido en la Palabra de Dios.
Nuestra única salvaguardia es ceñirnos a la Palabra de Dios y en todo consultar al Dios de la Palabra. Él nunca nos guiará a actuar en contra de Su Palabra, pero en respuesta a nuestras oraciones podría enseñarnos una nueva manera de obedecerla. En nuestros tiempos se dio el caso de unos empleados ferroviarios que para disputar con la empresa, “siguieron las normas” de trabajo de tal modo que costó 300.000 libras esterlinas (hoy equivaldrían a más de 400.000 euros). Es totalmente insensible trabajar así en cualquier servicio, y solo causa confusión. El conocimiento de la Palabra de Dios es necesario para obedecerla, pero si es posible que el conocimiento estimule un espíritu de independencia. Podríamos confiar en nuestro conocimiento de modo que olvidamos que necesitamos estar siempre a Su pies en oración. Necesitamos más que el raciocinio. Es necesario que Dios nos guíe siempre en Su Palabra de modo que entendamos cómo ella se aplica a la situación corriente. Es imprescindible Su guía para que actuemos con inteligencia espiritual.
No es suficiente conocer la mente de Dios. Si no nos sujetamos constantemente a Dios con un espíritu quebrantado, nuestra obediencia, aunque honesta e inteligente, podría ser simplemente una manifestación de obstinación. En lugar de ser guiados por el Espíritu, nos es fácil recaer en la carne con su orgullo de conocimientos y su raciocinio, pero de ese modo perderemos el “grato olor de Cristo” (2 Co. 2:15) en nuestro servicio.
Deseo que la lectura atenta de estas páginas nos iluminen la comprensión del propósito de Dios. Pero también que cada uno sea encaminado para cumplir la misión del Hijo que vino para manifestar al Padre y hacer Su voluntad. Él nos declara: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn. 20:21). Él nos envía con Su autoridad y Su Espíritu para cumplir Sus propósitos en la proclamación divina de Su Palabra, el evangelio de la paz. Deseo que estas meditaciones nos ayuden a escudriñar las Escrituras, no solo para aumentar nuestros conocimientos, sino para conformarnos a la voluntad de Dios. Cuando la verdad se apodere de nuestros corazones, se manifestará excelentemente en nuestro carácter y en servicio aceptable.
W. R. Lewis
(1) Hay que tener en cuenta que esto fue escrito en 1946.
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