viernes, 18 de septiembre de 2020

1 Timoteo 6:17 Y Los Tesoros

 


 Anthony Norris Groves (1795-1853) era un afluente dentista en Exeter, Inglaterra, que dejó todo y fue con su familia a Bagdad para evangelizar. Algunos le criticaron por su renuncia, diciendo que era extremista y que descuidaba el bien de su familia. Groves escribió el libro DEVOCIÓN CRISTIANA para responder y también para afirmar su creencia en la interpretación literal del mandamiento del Señor Jesucristo: "No os hagáis tesoros en la tierra" (Mt. 6:19). A continuación compartiremos la traducción de su obra clásica, porque hace mucha falta en nuestros días.

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En lo referente a los bienes, las fincas y propiedades, si sabemos que nuestro amante Padre celestial suplirá toda nuestra necesidad, cuanto antes nos libramos de esas cosas y las distribuimos, mejor para Su honor y servicio. Entonces tendremos toda la felicidad de ver los bienes gastados para la gloria de Aquel de quien son, ya que de tales cosas solo somos mayordomos, no dueños. De otro modo, no sabemos qué pasará si muriéramos mañana. No sabemos si esos bienes que guardábamos, esos tesoros que hicimos en la tierra, caerán en manos de sabios o necios. Si terminara nuestra vida después de vender y ofrendar solo parte de esos bienes, luego podría entrar un necio y gastar todo lo que resta, quizás para Satanás y la corrupción del mundo.
    Pero algunos citan 1 Timoteo 6:17 y dicen: “¿No nos da Dios todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos?” Sí, hermanos, pero sería degradante si los miembros del reino de Cristo disfrutaran sus bienes consumiéndolos en sus propios deseos, como hacen los del reino de Satanás, en lugar de usarlos para la exaltación de su Señor y Redentor. Estemos seguros, queridos amigos, que cuanto antes veamos nuestras riquezas apropiadas para el servicio y la gloria de Dios, mejor. Porque una vez ofrendadas, están con el Señor, y el mundo, la carne y el diablo juntos no pueden hacerlas volver. Además, el Señor no nos permitiría desearlas de nuevo. Él en gracia recibirá nuestro débil servicio, y nos recompensará en la luz de Su rostro y la certeza secreta en nuestra alma que nuestra devoción cristiana le ha sido aceptable y grata.  

– A.N.G.
1829 


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