sábado, 23 de septiembre de 2017

EL MENSAJE DEL REINO DE LOS CIELOS

 
“Es absoluto en sus demandas. Requiere obediencia ilimitada. Otorga y demanda; es a la vez un regalo y una responsibilidad. Jamás ha habido reino que presente demandas autoritarias como el reino de Cristo y de Dios. La autoridad y la obediencia, el liderar y el seguir, el mandamiento y la sujeción, así es el orden. Es un Rey totalitario en el reino y en la iglesia. Toda doblez de corazón y toda tibieza son abominación al Rey. A Él le pertenece todo el ser humano: espíritu, alma y cuerpo, en todas las relaciones celestiales y terrenales. Renunciar todo, tomar la cruz, seguir y amar a Jesucristo antes que lo más precioso de este mundo, servirle sólo a Él, aborrecerse a uno mismo, perder su vida para ganarla eternamente: así es la mentalidad que el Rey demanda”.


Erich Sauer: El Triunfo del Crucificado

jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Gustos, Opiniones o Escritura?

Un jóven adulto inconverso al que testifico, me dijo después de hacerse un “piercing” y un gran tatuaje: “Sé que no te gustan estas cosas”, dando por finalizada la conversación sin que yo participara. Como se suele decir: “para gustos, colores” o “sobre los gustos no hay nada escrito”.  Pero no es cuestión de gustos, así que le respondí: “No importa si me gusta. Lo importante es lo que dice Dios”. En Levítico 19:28 Dios manda: “...ni imprimiréis en vosotros señal alguna”. El asunto es, que a Dios no le gusta, y Él lo prohibe. Cuando Dios ha hablado, no importan los gustos ni la moda.
    Otra persona, creyente, me dijo: “Quiero saber tu opinión sobre la política”. Pero ¿qué importa mi opinión? Otra vez, como con el inconverso, lo importante es lo que dice Dios. Si bien la palabra “política” no aparece en la Biblia, hay preceptos divinos que gobiernan. Por ejemplo: “Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36). “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt. 6:33). “Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros...” (Mr. 10:42-43). “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida” (2 Ti. 2:4). Sólo es una pequeña selección de textos bíblicos pertinentes y capaces de guiarnos si queremos salir del campo de las opiniones a la verdad de Dios.
    Otro creyente pregunto: “¿Qué opinas de la participación vocal de las mujeres en las reuniones?” Mi respuesta siempre es: “¿Qué importa lo que opino yo?” ¿No es mejor saber lo que Dios enseña y manda en Su Palabra? No es cuestión de votación – ¿cuántos a favor y cuántos en contra? Ni importa más la opinión del rico que el pobre. “¿Qué dice la Escritura?” es la orientación correcta. Dios habla claramente: “vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Co. 14:34-35). No es una opinión o punto de vista, sino un mandamiento. Hermanos y amigos, Santiago 1:5 NO dice que si a alguien le falta sabiduría, pregunte a los demás,  si les gusta o no, o compare las opiniones de varias personas. “Pídala a Dios” es el consejo. Y Dios nos habla en Su Palabra.
    Pero la gente suele hablar así, quizás para hacer un sondeo amistoso con varias personas y luego escoger lo que le parece, evitando la cuestión de la Palabra y los mandamientos de Dios. Quiere tratar los temas como si fuesen cuestiones de gustos u opiniones, porque así no hay nada que obedecer. Todo es sujetivo y cada uno puede hacer lo que le parece – como en los días de los jueces. “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue. 17:6). Es una descripción acertada de nuestros tiempos.
    Pero Dios ha hablado, y nos ha dejado un Libro compuesto de 66 libros, donde ampliamente expresa Su voluntad para nosotros acerca de todos los áreas de la vida. Es asombrosa la cantidad de consejos prácticos que contiene solo el libro de Proverbios. Y si leemos las epístolas vemos también gran cantidad de consejos para nuestra vida. ¿Hasta qué punto quiere Dios dirigir nuestras vidas? “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31).
    Así que, en lugar de hacer sondeo de opiniones y gustos, sería mejor pedir un consejo bíblico, algo así: “¿Qué dice la Palabra de Dios acerca de tal cosa?” Debemos vivir para agradar a Dios en todo, y para hacer eso, toda parte de nuestra vida debe ser guiada por él.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

¿Ley Mordaza? -- La Vuelta A La Inquisición






La mordaza fue empleada en la Inquisición para prevenir que hablasen los herejes, para que nadie escuchara sus protestas o sus doctrinas. Lo que parece absurdo es que en pleno siglo XXI haya quienes quieren volver a esa intolerancia y ese anticuado e inhumano método de "proteger" sus ideas. Me refiero a la propuesta ley mordaza LGBT, que si se hace ley, hará culpable las autoridades de prevaricación:
"delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta y contraria a la ley"

La ley que proponen es injusta. Es contraria a la ley de la libertad de expresión. Y sobre todo, es contraria a la ley de Dios. Los cristianos somos mandados por Dios a predicar el evangelio, y proclamar toda la Palabra de Dios, y esto incluye las partes que denuncian el pecado -- toda clase de pecado -- no sólo homicidios, robos, estafa y fraude, sino toda clase de inmoralidad: fornicación, adulterio y prácticas homosexuales y lesbianas. No es justo que intentan prohibir que los cristianos obedezcamos a Dios y hablemos lo que Dios manda. Incluso debemos llamar a los LGBT y todo otro pecador al arrepentimiento y la fe en Jesucristo, porque si no se arrpientan, la Palabra de Dios declara que irán al castigo eterno. 

Cuando las autoridades judías intentaron aplicar algo como ley mordaza a los primeros cristianos, los apóstoles Pedro y Juan respondieron: "Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios" (Hechos de los Apóstoles, 4:19). Siguieron predicando el evangelio, y fueron otra vez detenidos y amonestados por las autoridades: "No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre?" (Hechos de los Apóstoles, 5:28). ¿Cuál fue su respuesta? La misma que nosotros los cristianos tendremos que dar: "Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos de los Apóstoles, 5:29).

Pero estemos claros, que nadie nos acuse a los cristianos de odiar a las personas. No es así. Ni usamos de violencia ni deseamos el mal de nadie. Ellos no pueden decir lo mismo. Lo que aborrecemos y denunciamos es el pecado como Dios expone y manda:

      "Los que amáis a Jehová, aborreced el mal" 
            (Salmo 97:10).
      "Aborreced el mal, y amad el bien" 
             (Libro del profeta Amós, 5:15)
     "Aborreced lo malo, seguid lo bueno" 
            (Epístola a los Romanos, 12:9)
     "el discernimiento del bien y del mal" 
           (Epístola a los Hebreos, 5:14)

Y el bien y el mal son establecidos por Dios, en la Biblia, no por los hombres en Madrid, Roma, Washington ni ningún otro lugar. ¿Qué eso no les guste a los de otro pensar? ¡Ya lo sabemos, porque ellos continuamente aprovechan todos los medios públicos y privados para hablar contra el cristianismo y critican la Biblia y a los cristianos! Cuando blasfeman usan el nombre de Dios, Cristo y cosas asociadas con el cristianismo. Pero no proponemos leyes humanas de mordaza. Predicamos la Palabra de Dios, pese al disgusto de ellos. ¡No sean llorones! ¿Tienen derecho a hablar ellos? ¡Nosotros también! ¿Tienen derecho ellos a sus creencias y prácticas? ¡Nosotros también! No intenten poner mordaza a los que enseñan lo contrario de ellos, pues es buscar la mordaza de la inquisición, y volverse al oscurantismo de la edad media.

Nosotros no inventamos el mensaje de la Biblia. ¡Viene de Dios! El apóstol Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, nos informa que Dios "condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente".  Dios condenó "la nefanda conducta de los malvados" (2ª Epístola del apóstol Pedro, 2:6-7).

¿Qué quieren? ¿Volver a poner la Biblia en el "Índice de libros prohibidos" como la Iglesia Católica hizo durante la inquisición? ¿Quieren quemar todas las Biblias? Los nazis en Alemania y los comunistas en la Unión Soviética también quemaron libros. Piénsenlo bien. ¡Porque es la Biblia, Palabra de Dios, la que condena como pecado esas cosas que ellos con su ley mordaza quieren proteger. ¡Tendrán que quemar todas las Biblias y encarcelar o acabar con todos los cristianos! Mira si son hipócritas, porque critican a régimenes como en Corea del Norte por hacer cosas así.

Dios aborrece el pecado, pero ama a los pecadores (Evangelio según Juan, 3:16), y por eso envió a Su Hijo Jesucristo, para proveer mediante Su sacrificio el perdón de pecados y la vida eterna a todo aquel que se arrepintiera y creyera en Él como su Señor y Salvador. Lean bien como nuestro Dios es "rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Epístola a los Romanos, 10:12-13). Pero recuerden, Dios ama la justicia y aborrece la maldad (Salmo 45:7). "No tendrá por inocente al culpable" (Libro del profeta Nahum, 1:3).

"Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso" (Epístola a los Romanos, 3:4).

todas las citas bíblicas son de la versión Reina-Valera, revision de 1960
 

martes, 19 de septiembre de 2017

¿QUIERES MÁS?



El predicador puritano Jeremiah Burroughs (1599-1646) dijo que el contentamiento es "la joya rara". William MacDonald, autor de El Verdadero Discipulado, escribió en otro libro suyo, De Día En Día (CLIE), lo siguiente sobre el contentamiento.

“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8).

    Pocos cristianos toman estas palabras seriamente, sin embargo, éstas son tan verdaderamente Palabra de Dios como Juan 3:16. Nos dicen que debemos estar satisfechos teniendo sustento y abrigo. La palabra “abrigo” incluye un techo sobre nuestras cabezas así como las ropas que vestimos. En otras palabras, debemos estar contentos con lo mínimo esencial y poner todo lo demás que está por encima de eso para la obra del Señor.
    El hombre que tiene contentamiento tiene algo que el dinero no puede comprar. E. Stanley Jones decía: “Todas las cosas pertenecen al hombre que no desea nada. Al no tener nada, posee todas las cosas en la vida, incluyendo la vida misma... Es rico en la escasez de su indigencia y no en la abundancia de sus posesiones”.
    Hace años cuando Rudyard Kipling habló a una clase de graduados en la Universidad McGill, advirtió a los estudiantes para que no le dieran mucho valor a la riqueza material. Dijo: “Algún día se encontrarán con un hombre a quien no le importa ninguna de estas cosas, y entonces se darán cuenta de cuán pobres son ustedes”.
    “El cristiano más feliz sobre la tierra es el que tiene pocas necesidades. Si un hombre tiene a Cristo en su corazón, el cielo ante sus ojos y solamente las bendiciones temporales estrictamente necesarias para llevarle sin problema por la vida, entonces el dolor y la tristeza tienen poco que hacer; este hombre tiene poco que perder” (William C. Burns).
    Este espíritu de contentamiento parece haber caracterizado a muchos de los gigantes de Dios. David Livingstone decía: “He determinado a no considerar mío nada de lo que poseo excepto en relación al Reino de Dios”. Watchman Nee escribió: “No deseo nada para mí mismo; deseo todo para el Señor”. Y Hudson Taylor decía que disfrutaba: “el lujo de tener pocas cosas por las que preocuparse”.
     Para algunos, la idea de contentamiento significa falta de empuje y ambición. Describen a la persona satisfecha como un zángano o un aprovechado. Pero ése no es el contentamiento cristiano. Éste tiene abundancia de empuje y ambición, pero está dirigido hacia lo espiritual, no a lo material. En vez de vivir de gorra, el cristiano trabaja para poder dar a aquellos que están en necesidad. En las palabras de Jim Elliot, la persona satisfecha es aquella que: “ha aflojado la tensión de la mano agarrada”.
(lectura del 16 de agosto)

 




LA AVARICIA

escribe William MacDonald

“Mirad y guardaos de toda avaricia” (Lucas 12:15).

     La avaricia es el deseo excesivo por la riqueza o las posesiones. Es una manía que atenaza a la gente, causándoles desear más y más. Es una fiebre que les lleva a anhelar cosas que en realidad no necesitan.
     Vemos la avaricia en el hombre de negocios que nunca está satisfecho, que dice que se detendrá cuando haya acumulado una cierta cantidad, pero cuando ese tiempo llega, está ávido de más.
    La vemos en el ama de casa cuya vida es una interminable parranda de compras. Amontona toneladas de cosas diversas hasta que su desván, garaje y despensa se hinchan con el botín.
    La notamos en la tradición de los regalos de navidad y cumpleaños. Jóvenes y viejos igualmente juzgan el éxito de la ocasión por la cantidad de artículos que son capaces de acumular.
    La palpamos en la disposición de una herencia. Cuando alguien muere, sus parientes y amigos derraman unas lágrimas fingidas, para luego descender como lobos a dividir la presa, a menudo comenzando una guerra civil en el proceso.
    La avaricia es idolatría (Ef. 5:5; Col. 3:5). La avaricia coloca la propia voluntad en el lugar de la voluntad de Dios. Expresa insatisfacción con lo que Dios ha dado y está determinada a conseguir más, sin importar cuál pueda ser el coste.
    La avaricia es una mentira, que crea la impresión de que la felicidad se encuentra en la posesión de cosas materiales. Se cuenta la historia de un hombre que podía tener todo lo que quería con simplemente desearlo. Quería una mansión, sirvientes, un Mercedes, un yate y ¡presto! estaban allí instantáneamente. Al principio esto era estimulante, pero una vez que comenzó a quedarse sin nuevas ideas, se volvió insatisfecho. Finalmente dijo: “Deseo salir de aquí. Deseo crear algo, sufrir algo. Preferiría estar en el infierno que aquí”. El sirviente contestó: “¿Dónde crees que estás?”
      La avaricia tienta a la gente al riesgo, a la estafa y a pecar para conseguir lo que se desea.
    La avaricia hace incompetente a un hombre para el liderazgo en la iglesia (1 Ti. 3:3). Ronald Sider pregunta: “¿No sería más bíblico aplicar la disciplina eclesial a aquellos cuya codicia voraz les ha llevado al “éxito financiero” en vez de elegirles como parte del consejo de ancianos?”
    Cuando la codicia lleva a los desfalcos, la extorsión u otros escándalos públicos, exige la excomunión (1 Co. 5:11). Y si la avaricia no es confesada y abandonada, lleva a la exclusión del Reino de Dios (1 Co. 6:10).

del libro DE DÍA EN DÍA, lectura para 15 de agosto, Editorial CLIE
 

sábado, 16 de septiembre de 2017

¿Arrepentimiento o Remordimiento?

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Co. 7:10).

Generalmente se cree que cuando alguien expresa tristeza o llora sobre un pecado, esto equivale al arrepentimiento. Las lágrimas y la tristeza pueden ser parte del arrepentimiento, pero no siempre indican un arrepentimiento piadoso. Las Escrituras nos dan varios ejemplos de esto.
    Hablando de Esaú, dice: “Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (He. 12:17). Escribiendo sobre esta porción, el hermano Flanigan comentó: “La tristeza de Esaú, sin embargo, no era la sabiduría del arrepentimiento. Era la tristeza de auto compasión porque neciamente había perdido tanto. Lo que Esaú buscó con lágrimas no fue el arrepentirse de lo que había hecho mal, que es lo que algunos entienden al leer este texto. Lo que buscó era recuperar la bendición que había perdido a manos de Jacob (Gn. 27:1-40)”.
    Acán confesó pero después de ser identificado al final como el cuyo pecado contribuyó a la derrota de Israel ante los de Ai (Jos. 7:20-21). Sin embargo, esperaba hasta que Josué averiguaba en todas las tribus y familias y finalmente llegó a Acán. Cuando su pecado fue abiertamente manifiesto, entonces confesó. Alguien ha dicho que la confesión de Acán fue del “remordimiento porque fue descubierto”.  Frecuentemente se dice que cuando son detenidos los ladrones, se entristezen, pero su tristeza es porque han sido detenidos y ahora serán castigados. Judas también puede caber en esta categoría de tristeza (Mt. 27:3). El hermano McShane añade: “No toda tristeza es de Dios, porque hay una tristeza del mundo que produce muerte”. Ciertamente fue así con Judas.
    En nuestro texto prinicipal Pablo parece decir que hay arrepentimiento que conduce a salvación, o liberación del pecado indicado. Este arrepentimiento es genuino, del corazón, y no es abandonado con el paso del tiempo. Como en el caso del hijo pródigo, es una convicción, una tristeza respecto al pecado. Trae restauración y un cambio de sentido en la vida. Puede que haya o no haya lágrimas, pero sí habrá un cambio que con tiempo demuestra que es real.

 

Steve Hulshizer, de la revista Milk & Honey, enero, 2010

Sentirse Mal...Una advertencia

Durante una visita rutinaria a su médico, un paciente le comentó: “Doctor, creo que he logrado cierta inmunidad frente a los parásitos y a otras infecciones que me molestaban mucho hace 20 años. Ahora puedo comer cualquier cosa, y beber agua de cualquier arroyo, sin sentir ninguna consecuencia”.
    Como respuesta, el médico le revisó muy cuidadosamente, y luego le dijo: “Usted está muy enfermo. Sufre de extrema debilidad. Un cuerpo sano reacciona rápida y violentamente frente a los gérmenes infecciosos, pero usted se ha acostumbrado a la presencia de esos elementos dañinos, y tiene una falsa sensación de bienestar. Tenemos que iniciar un tratamiento enérgico para que usted recobre su resistencia”.
    Suele suceder el caso de alguien que va a una fiesta y, dejando a un lado la prudencia, consume desmasiado alcohol. Cuando llega la hora de volver a su casa, insiste en conducir su automóvil, pues dice estar perfectamente bien: “Jamás me he sentido mejor”. Ya en la carretera, sus reacciones son lentas, su vista está nublada, y sus cálculos acerca de la velocidad y las distancias andan muy mal. Segundos antes de llevarse por delante un árbol, se le oyó decir: “Déjenme tranquilo. Estoy perfectamente bien”.
    El dolor es algo bueno. Cuando alguien está enfermo, debe sentirse enfermo. ¿De qué otro modo sabrá que algo anda mal? Uno de los grandes peligros del alcohol es el efecto anestésico que tiene sobre el raciocinio. Una persona puede acostumbrarse de tal modo a las condiciones anormales, que sin darse cuenta erige una defensa mental en contra del sufrimiento, y llega a no sentir nada.
    La falta de felicidad y paz es para el alma lo que el dolor es para el cuerpo: un aviso de que algo anda mal. La convicción de pecado, la culpa y el temor del juicio son cosas buenas, porque nos advierten para que arrepentidos, busquemos a Dios. Él  nos hizo para que fuésemos felices en comunión con Él. Pero debido al pecado en nosotros, nos hemos voluntariamente alejado de Él. Nuestra condición de pecadores nos condena y nos conduce al juicio divino y la perdición eterna en lugar de la comunión y la bendición. Pero curiosamente, una persona puede estar feliz en sus pecados, y satisfecha sin vivir cerca de Dios.
    El mundo está dispuesto a atraer a la gente y hacerla creer que la felicidad consiste en obtener comodidades materiales, nuevos inventos y placeres. Pocos se detienen a pensar que todas esas cosas tal vez sólo sirvan para mantener la ilusión de que ya no están mal y en gran peligro. Lo cierto es que así se engañan a sí mismos.
    No hay remedio alguno fuera de Dios. “En ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12). “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).