lunes, 14 de abril de 2014

EL DOMINIO PROPIO



Texto: Efesios 5:15-17


“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.

     Hay gran necesidad en el pueblo de Dios de creyentes maduros, con dominio propio y una clara idea de lo que Dios quiere de ellos. Vivimos tiempos de mucha inmadurez, aun entre los mayores de edad. Acerca de algunos se tiene que decir: “Es niño/a en el cuerpo de un adulto”, porque el cuerpo creció y se desarrolló como debía, pero la persona que mora en ese cuerpo no maduró.
Por ejemplo, es de esperar que un niño de tres o cuatro años de edad pase tiempo divirtiéndose, no haciendo trabajos útiles, porque es un niño. Pero cuando tiene quince años, o dieciocho o veinte, y todavía está perdiendo el tiempo divirtiéndose constantemente, algo está mal. No ha aprendido a aprovechar bien el tiempo. No lo valora correctamente, o se ha vuelto adicto a las diversiones – una dieta diaria de juegos de “playstation”, programas de tele, y cosas por el estilo.

I. LA NECESIDAD DE DOMINIO PROPIO 

Hay muchas exhortaciones bíblicas que tienen que ver con este tema. Consideremos sólo algunos textos del libro de Proverbios que hablan de la diligencia, la industria y la pereza:

2:1-6   “si como a la plata la buscares”
6:6-11 “Ve a la hormiga, o perezoso”
10:5 “el que duerme en tiempo de la siega”
10:19   “en las muchas palabras no falta pecado”
13:4 “el alma del perezoso desea y nada alcanza”
15:31-32  “el oído que escucha las amonestaciones...”
16:32   “el que se enseñorea de su espíritu”
19:24   “el perezoso mete su mano en el plato...”
23:13   “no rehuses corregir al muchacho”  
24:30-34 “Pasé junto al campo del hombre perezoso”
25:28 “como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”
26:13-16 “Dice el perezoso: el león está en el camino”
Estos textos y otros muchos como ellos nos hablan de la importancia del dominio propio en nuestras vidas, si van a rendir para el Señor lo que podrían. 

Salmo 90:12
Romanos 12:11
Efesios 5:15-17
        Santiago 3:1-4

No es tanto una cuestión de personalidad o cultura (excusas comunes), aunque el punto de partida puede ser distinto dependiendo de cómo están estos factores, sino de aprovechar el poder del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Uno de los buenos efectos que Dios quiere ver en nuestras vidas es dominio propio.


II. EL BUEN EJEMPLO DEL APÓSTOL PABLO

En nuestro primero texto: Efesios 5:15-17, debemos recordar que el apóstol Pablo no escribió esto a los “cristianos de años” sino a todos los creyentes. El dominio propio no es tema sólo de los ancianos o diáconos, o asunto de misioneros y otros obreros de Señor. Es lo que Dios quiere de cada creyente. Pablo enseñaba esto con su ejemplo y con sus palabras. Consideremos lo siguiente:

1 Co. 4:8-16 Pablo vivía una vida que ocasionaba sufrimiento, pero no se volvió atrás.

1 Co. 9:26-27 Él dominó y esclavizó su cuerpo para servir a Dios. 
(ver Ro. 12:1-2; 1 Co. 10:33 y 11:1 “que me imitéis”)

1 Co. 15:10 Comentó que no recibió la gracia de Dios en vano, porque trabajaba para servirle. La gracia es motivo de trabajar, no de no hacer nada.

2 Co. 11:23-28 Vemos aquí lo que soportó por causa de Cristo, todo lo cual demuestra un dominio propio motivado por amor al Señor.

2 Co. 12:15 El apóstol gastaba su vida aun cuando su sacrificio fue menospreciado por otros.

2 Ti. 4:7-8 Como buen soldado, Pablo peleó la buena batalla, motivado por su amor al Señor y Su venida.

Fijémonos que es ese Pablo que nos manda: “sed imitadores de mí”.
Sería bueno que cada uno se examinara a la luz del ejemplo de Pablo, y Cristo, para ver en qué áreas necesita echar mano para cambiar y madurar.  Sea joven o viejo, hombre o mujer, cada uno debe preguntarse: “¿Ejerzo dominio propio diariamente en mi vida como Pablo hacía en la suya?”

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Corintios 13:11).

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