La Mujer Ebria De La Sangre De Los Santos
“Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía
siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía
en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de
su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi
a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los
mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro”. Apocalipsis de San Juan 17:3-6
¿Quién es esta mujer que San Juan vio tan lujosamente vestida, con el
cáliz de oro, y encima de una bestia que representa los gobiernos de
este mundo? ¿No conoces a ninguna iglesia que esté representada por una
mujer? ¿No conoces a ninguna que también es una ciudad, y además,
edificada sobre siete montes? ¿No has oído del Vaticano, de Roma? ¿Y
cómo es que el apóstol Juan vio a la mujer ebria de la sangre de los
santos? ¿No sabes? Claro, si te han lavado el cerebro, ¿cómo lo vas a
saber? Te han controlado la información, de manera que no sabes dónde te
has metido, ¡y cuán feliz es la ignorancia! ¿No sabes que el
Catolicismo Romano llegó a ser “la fe más perseguidora que jamás se ha
visto en el mundo… mandando a los reyes la imposición de la religión
“cristiana” (Católica Romana) sobre todos sus súbditos”? ¿No te han
dejado leer lo que un historiador Católico Romano escribió en otra parte
del mundo, acerca de cómo el Papa “Inocente III mató a muchísimos más
cristianos en una tarde… que cualquier emperador romano en todo su
reino”? (Peter de Rosa, historiador católico romano, Vicars of Christ: The Dark Side of the Papacy
[Los Vicarios de Cristo: El Lado Negro del Papado], (Crown Publishers,
1988), pág. 35). El historiador Will Durant escribe francamente:
“Comparada con la persecución de la herejía en Europa de 1227 hasta
1492, la persecución de los cristianos por los romanos durante los
primeros tres siglos después de Cristo fue algo moderado y de proceder
humano. Tomando en cuenta todo lo debido para un historiador y lo
permitido para un cristiano, debemos asignar a la Inquisición el mismo
grado que las guerras y las persecuciones de nuestros tiempos, como una
de las manchas más negras en la historia de la humanidad, y que revela
en esa “Iglesia” una ferocidad desconocida en las bestias” (Will Durant,
The Story of Civilization [La Historia De La Civilización] (Simon and Shuster, 1950), vol. IV, pág. 784).
Por supuesto que no todos los disidentes proclamaron abiertamente su
deslealtad a Roma. Así que hubo “herejes” secretos que tenían que ser
buscados diligentemente. El método inventado fue la Inquisición, en la
opinión del autor egipcio Rollo Ahmed: “la más inmisericorde y feroz
institución que el mundo ha conocido” en su destrucción de vidas, de
propiedad, de la moral y de los derechos humanos. Lord Acton, un
católico y noble inglés, llamó a la Inquisición “homicidio” y declaró
que los Papas “no solamente eran homicidas en gran manera, sino que
hicieron del homicidio la base legal de la Iglesia Cristiana y la
condición de la salvación” (Peter De Rosa, op. Cit., pág. 175). SEMPER
IDEM: siempre igual.
Roma No Puede Ser Absuelta
Los apologistas católico-romanos se tuercen como serpientes, y con
engaño intentan absolver a su Iglesia de toda responsabilidad en cuanto a
los herejes que fueron quemados. Ellos alegan que la Inquisición fue
obra del estado. ¿Creen que somos tontos o que nos chupamos el dedo? No
vamos a creer esos cuentos, y ni ellos se lo creen. Al contrario: “la
fuerza principal de las leyes contra los herejes no se hallaba en la
autoridad de los príncipes seculares, sino en el dominio soberano sobre
vida y muerte de todos los cristianos profesado por los Papas como los
supuestos representantes de Cristo en la tierra, como Inocente III
expresamente dijo”. (J.H. Ignaz von Dollinger, The Pope and the Council [El Papa Y El Concilio], (London, 1869), pág. 195).
Las penas fueron ejecutadas por la autoridad civil, pero solamente
como “el brazo secular” de la Iglesia. Inocente III mandó al arzobispo
de Auch en Gascony: “Le damos una orden estricta que de cualquier manera
que halle, Ud. destruya todas estas herejías… puede hacer que el
príncipe y el pueblo las supriman con la espada”. El Papa ofreció “una
indulgencia plenaria a los reyes y los nobles de Francia por su ayuda en
la supresión de la herejía Catarista. A Felipe Agusto, a cambio de
semejante ayuda, el Papa ofreció las tierras de todos los que no
vinieran a la cruzada contra los albigenses”. (Durant, op.cit., vol.IV,
págs.773-74)
Comte Le Maistre, en sus cartas escritas en 1815 para justificar la
Inquisición Española, dijo que ella existía: “por virtud de la bula del
soberano pontífice” y que el Gran Inquisidor “siempre era un arzobispo u
obispo” (Le Maistre, Letters on the Spanish Inquisitión [Cartas Sobre La Inquisición Española] (Boston, 1843), pág. 39 citado por R.W. Thompson en The Papacy and the Civil Power
[El Papado Y El Poder Civil] (New York, 1876), pág. 83). Y si las
autoridades rehusaren ajusticiar al condenado, ellas mismas eran
llevadas ante el Tribunal y condenadas a las llamas.
Fueron los mismos Papas los que inventaron la Inquisición y se
aseguraron de que fuera llevada a cabo. “Gregorio IX, en 1233, entregó
el oficio permanentemente a los dominicos, pero siempre para ser
ejercido en el nombre y por la autoridad del Papa”(Comte Le Maistre,
op.cit., pág. 83). De ochenta Papas en un linaje partiendo del siglo
XIII y en adelante, ninguno de ellos desaprobó la teología y el aparato
de la Inquisición. Al contrario, uno detrás de otro añadía sus toques
crueles a esta máquina fatal (Peter De Rosa, op.cit., pág. 175). No
estamos citando a protestantes ni a excatólicos rebotados, sino a
historiadores católicos.
Con razón el apóstol Juan estaba asombrado, al ver lo que se llegaría
a hacer en nombre de Cristo. ¡Ebria con sangre, qué asco! Así Dios
despacha en pocas palabras toda la supuesta pompa y majestad de esa
“madre”, que por cierto madre es, de las rameras y de las abominaciones
de la tierra (v. 5), pero no de los fieles, no de los creyentes. Amigo,
lo siento, pero ¡si Roma es tu madre, Dios no es tu Padre! Ella es madre
de rameras, así que dejémonos de historias de su soberanía, magisterio,
infalibilidad, etc., porque es todo falsificado y fingido como
maquillaje de ramera. Te los has creído tú, Roma, y los que han bebido
de su cáliz, y los que se han echado en la cama con ella. A los demás
Dios manda con voz de trompeta: “Salid de ella”. Sí, porque ella
no puede ser absuelta, y si te quedas en ella, tú tampoco te librarás.
Ella, semper idem, no quiere cambiar. No seas como ella. Tú sí que
puedes ser perdonado y nacer de nuevo si crees en el Salvador, el Señor
Jesucristo. Pero Él está fuera de Roma, y una vez más, la voz celestial
llama diciendo: “Salid de ella”. ¿Qué harás?
parte de este artículo es una traducción y adaptación de material de Dave Hunt. Este artículo apareció primero en la web de John Ankerberg.
Bibliografía
The Berean Call Newsletter, Dave Hunt
A Woman Rides The Beast, Dave Hunt
The Story Of Civilization, Will Durant
Vicars of Christ, The Dark Side Of The Papacy
The Bad Popes, Chamberlin