viernes, 19 de julio de 2019

EL HADES

Hay mucho que no sabemos relativo a lo que hay más allá de la partida de la vida mortal y de los portales de la muerte. Sí sabemos que la muerte no es el fin de la existencia humana, sino el comienzo de otra dimensión de conciencia de naturaleza eterna, una dimensión tan real como la tridimensional en la cual vivimos los mortales.
    La Biblia da limitada información sobre la existencia que llevan aquellos que mueren sin Cristo y sin esperanza. Da menos información sobre el estado presente y las actividades de aquellos que por medio del arrepentimiento ante Dios y la fe en el Señor Jesucristo han recibido el perdón de pecados y han pasado por la muerte física a la presencia del Señor. Todo lo que sabemos es que están con Él y, sea lo que fuera que eso significa, es “mucho mejor” (Filipenses 1:23).
    La mayor parte de la información que tenemos sobre el actual destino de aquellos que han muerto en delitos y pecados nos viene de la historia del rico y Lázaro, contada por el Señor y registrada en Lucas 16. No hay razón para creer que fuera una parábola. Jesús nunca usó un nombre propio en una parábola. Fue un incidente conocido por Cristo gracias a Su omnisciencia y relatado por Él en el curso de Su ministerio de enseñanza. De ello podemos extraer la siguiente información relativa al Hades y a los que están confinados allí.

    · Están plenamente conscientes.
    · Están en continuo tormento.
    · Pueden ver la bendición de los justos, pero están privados de cualquier participación en esa bienaventuranza.
    · Están condenados para siempre a recordar las decisiones que llevaron a su condenación.
    · Están torturados por la impotente preocupación por sus seres queridos que aún viven como mortales.
    · Su temible destino no puede ser acortado o mejorado por cualquier persona o institución humana.
    · No tienen esperanza de apelación, perdón o suspensión de la sentencia, y sin embargo, oran para ser aliviados del tormento.
    · No hay indicio de fraternidad o mutua condolencia de los compañeros de sufrimiento. Cada alma existe en su propia esfera personal de tortura sin el consuelo del compañerismo.
    · A todo habitante del Hades le espera la sentencia definitiva y eterna del Lago de Fuego, cuando los libros sean abiertos en el juicio del Gran Trono Blanco.

    El autor de Hebreos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, describe el destino de aquellos que se encuentran en el Hades, y también las razones básicas por las que éste llegó a ser su destino.

    “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
    “El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos, muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.

    ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”
    Hebreos 10:26-31
               
del libro Hablaron Desde el Infierno, por Miller, 1978, CLIE, págs. 190-192. lástima que el libro lleva años agotado, y CLIE no vuelve a imprimirlo

miércoles, 3 de julio de 2019

Obediencia A Cristo: El Único Señor De Las Iglesias



Texto: Apocalipsis 1:9-20

En este pasaje el Señor Jesucristo se revela a Juan, y en la visión Juan le ve en medio de las siete iglesias. Ningún otro está en el centro, sino solo Cristo. Las iglesias no se congregan en torno a una persona popular o afluente, porque esto sería una afrenta a Cristo. Ningún hombre, por rico, popular o influyente que sea, debe atreverse a ocupar el lugar de Cristo o controlar las iglesias. Las iglesias en el Nuevo Testamento estaban en lugares distintos, cada uno con su geografía, clima, idioma, costumbres, dieta, etc., pero todas ellas fueron gobernadas por un mismo Señor y una misma Palabra. De este modo se puede cumplir la exhortación de 1 Corintios 1:10, “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.
    Cuando unas iglesias o personas obedecen al Señor y otras no lo hacen, no es por cultura como algunos nos quieren hacer creer, sino por la actitud de su corazón. Los hermanos de Filipos dan ejemplo: “como siempre habéis obedecido” (Fil. 2:12). La verdadera conversión debe comenzar con una confesión del señorío de Cristo, y esto no es negociable (Ro. 10:9).
    El que dice que cree en el Señor, pero no lo obedece, se contradice. Observa el ejemplo de Abraham en Hebreos 11:8, “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir...” Es la obediencia de la fe. Spurgeon predicó un sermón entero sobre esta frase: “por la fe Abraham...obedeció”. La obediencia señalada aquí no es por miedo, sino por fe. La desobediencia viene de falta de fe – o sea – de desconfianza. La obediencia no es a regañadientes, a base de latigazos, sino por amor como bien remarca el Señor en Juan 14:15, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. El creyente ama al Señor y desea agradarle. ¿Cómo sabe qué es lo que le agrada? Por Su Palabra. Una verdadera conversión tiene como resultado la carne crucificada (Gá. 5:24) y el mundo negado en la vida del creyente. No quieren amistad con el mundo, porque son motivados por el amor de Dios (1 Jn. 2:15).
    Observad cuán importante es esta condición que Jesucristo pone para tener amistad con Él. “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14). ¿Y dónde tenemos los mandamientos del Señor, sino en la Palabra de Dios?  No son sugerencias, sino mandamientos. No son gravosos (1 Jn. 5:3) porque el creyente es motivado por fe, amor y gratitud. Desea vivir para agradar al Señor y hacer Su voluntad.
    Cualquiera puede equovicarse, ¿y quién no lo ha hecho?, tanto personas como iglesias. Pero cuando el Señor nos corrige con Su Palabra y nos recuerda y señala el buen camino, manifestamos nuestra fe (confianza en Él) por un arrepentimiento y obediencia a Él.
    Esto tiene muchas aplicaciones – y cierto es que los cambios que observamos en las personas y las iglesias no vienen de fe, amor y separación del mundo, sino de lo contrario – falta de fe – deficiente amor y conformedad al mundo. La entrada de la música contemporánea, la desaparición del énfasis en el arrepentimiento y el señorío de Cristo en la predicación del evangelio, el protagonismo de las mujeres en las familias y las iglesias (el feminismo), y la mundanalidad en las diversiones y la forma de vestirse, son solamente unos ejemplos corrientes, y síntomas de un mal espiritual que es cada vez más generalizado.
    Un ejemplo corriente es la cuestión de la vestimenta de la mujer, que le es prohibido en Deuteronomio 22:5 llevar ropa de hombre, porque “abominación es a Jehová cualquiera que esto hace”. Se aplica a “cualquiera”. No dice “en una reunión”, porque habla de la vida, no de una reunión. Que sepamos los hombres no quieren llevar faldas, pero las mujeres sí tienen afán de llevar pantalones – la moda establecida en el mundo. No era así, pero el mundo ha cambiado, y ahora las iglesias aflojan y cambian – cediendo a las presiones y las modas del mundo. Las excusas y razonamientos filosóficos son múltiples pero insignificantes. Hacer lo que Dios abomina no es crecer ni madurar. La ley de Dios no es mala, sino buena, santa y justa (Ro. 7:12). En ella aprendemos cómo Dios piensa, Sus propósitos, y cuáles son las cosas que le gustan y no le gustan. Entre las abominaciones están cosas como la homosexualidad (Lv. 18:22; 20:13) la idolatría (Dt. 7:25; 13:6-14), “los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente,  el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Pr. 6:17-19). El Antiguo Testamento tiene validez y valor para enseñar y amonestarnos (Ro. 15:4; 1 Co. 10:6, 11).
    Es triste ver y oír de iglesias donde los hermanos responsables han dicho o permitido sin comentarios que las hermanas vistan pantalones. Años atrás no lo permitieron, pero han cambiado, y ahora se justifican diciendo que hay que madurar. No es madurez cuando uno afloja en la Palabra de Dios, se adapta al mundo y comienza a criticar a los que no cambian. Hebreos 5:14 dice que “el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”. La madurez capacita al creyente a discernir las cosas que son de la Palabra de Dios – el bien – y las que son del mundo – el mal. Pero desde la antigüedad ha habido en el pueblo de Dios los que han aflojado y cambiado, profesando hacer bien. “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Is. 5:20-21). Aunque haya hombres que digan que las hermanas pueden llevar pantalones y no pasa nada – recuerda que en el Antiguo Testamento había falsos profetas que decían al pueblo que podía ser y hacer como las naciones y que no pasaba nada. Por eso el profeta Isaías, inspirado por Dios, dijo: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is. 8:20).
    Otro ejemplo es la proliferación de reuniones de mujeres, siendo estudios bíblicos, conferencias, retiros, etc. en los cuales las mujeres lideran, predican y enseñan. Un grupo de mujeres celebró una cena del Señor solo para ellas, para que se levantasen a adorar y orar en voz alta, como normalmente hacen los varones. No parece importarles que no hay ni una reunión de mujeres creyentes en todo el Nuevo Testamento – es decir, carece de instrucción apostólica y de ejemplo bíblico como base para esas actividades. Es preocupante saber que nada de eso podía haberse desarrollado sin el permiso de los varones responsables en las asambleas, así que en el fondo representa un fracaso de liderazgo espiritual. Pero esos varones, en lugar de arrepentirse y volver a conformarse al patrón bíblico, defienden “los derechos” de las mujeres a reunirse y tildan de divisionistas a los que se resisten. Algunos insisten que cada asamblea es autónoma y puede decidir esas cuestions. Pero la autonomía no libra a ninguna asamblea del señorío de Cristo, pues Él es cabeza del cuerpo, y está presente como Señor en cada reunión. Ningún anciano, misionero o grupo de los tales tiene derecho a enseñar a hacer lo que el Señor prohibe, ni prohibir lo que el Señor manda. ¡Asombrosamente, se escucha de asambleas donde personas han sido puestas en disciplina por no asistir a la reunión de mujeres! Y las mujeres “maestras” tampoco desean arrepentirse y volver a integrarse en la congregación como hermanas cuya responsalidad es aprender en silencio, con toda sujeción, porque no le es permitido a la mujer enseñar (1 Ti. 2:11-12).
    ¿Quién no reconoce que en los últimos veinte o treinta años ha habido muchos cambios en las asambleas? ¿Son bíblicos o adaptaciones al mundo? Cuando hay desvío en el pueblo de Dios, el llamado bíblico es: “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jer. 16:6). En Apocalipsis 2-3 leemos lo que el Señor dijo a las siete iglesias de Asia, y llamó al arrepentimiento a cinco de las siete. Si esas iglesias, en la época de los apostoles, se habían desviado y tenían que arrepentirse, ¡cuánto más es así hoy en los postreros tiempos! 2 Timoteo 4:3-4 describe tiempos que entonces eran futuros, pero ahora han llegado: “no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,  y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. Cuando el liderazgo es culpable de aflojar y cambiar, debe humillarse y arrepentirse, porque su ejemplo afecta a muchos (Stg. 3:1) y pueden recibir mayor condenación.
    La iglesia en Éfeso fue llamada a arrepentirse (Ap. 2:4-5), porque pese a sus muchas actividades había dejado su primer amor. “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.  Es un ultimátum del Señor. “¡Vuélvete, porque si no...!” Las primeras obras son las hechas con amor puro al Señor, celo por Él, y conforme a Su Palabra.
    La iglesia en Esmirna es una de dos que no tenían que arrepentirse. Sufrió por su fidelidad. Pero el Señor le anima con estas palabras: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Ap. 2:10). ¡Ojalá siguiéramos todos ese ejemplo! Esto es lo que necesitamos hoy, creyentes e iglesias que se mantengan fieles hasta la muerte – fieles hasta el fin – sin aflojar, sin cambiar.
    La iglesia en Pérgamo fue permisiva – admitía en su medio a los que retenían la doctrina de Balaam y otros con la doctrina de los nicolaítas que el Señor aborrece. Hoy también hay iglesias que han crecido mediante la tolerancia y la permisividad, pero el Señor no aprueba. “Arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca” (Ap. 2:16). La espada de Su boca es la Palabra de Dios, que no solo enseña y edifica, sino también reprende, amonesta y corrige.
    La iglesia en Tiatira también fue permisiva y tolerante, y eso desagradó al Señor. Toleraba la enseñanza de una mujer que se decía ser profetisa. Es el único ejemplo en el Nuevo Testamento de una mujer enseñando en una iglesia, y queda tajantemente desaprobada. El Señor le dio tiempo para arrepentirse, pero Su paciencia tiene límite. Ella no quiso arrepentirse. Hay mujeres hoy que tampoco quieren arrepentirse de su usurpación y desvío, pero el juicio viene. Romanos 2:4-5 habla de la dureza y el corazón no arrepentido de los que aprovechan la misericordia y benignidad de Dios para seguir en su mal camino. Cuando manifiestan que no quieren arrepentirse y someterse a la Palabra del Señor, es tiempo de juicio.
    La iglesia en Sardis también fue llamada a arrepentirse. El Señor no halló sus obras perfectas delante de Dios (Ap. 3:2). En lugar de disculparla diciendo lo que oímos mucho hoy: “no hay iglesia perfecta” – el Señor la corrige, amonesta y llama al arrepentimiento.“Acuérdate, pues, de lo que has recibido... y guárdalo” ¿Qué había recibido? ¡La Palabra de Dios – la fe una vez dada a los santos, la gracia de Dios para vivir conforme a Su voluntad, y “espiritu... de poder, de amor y de dominio propio” (2 Ti. 1:7). Cristo manda y advierte: “...Arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Ap. 3:3). Es otro ultimátum divina. ¿Puede aplicarse a algunos de nosotros?  La respuesta es sí, si no guardamos lo que hemos recibido del Señor.
    La iglesia en Filadelfia es la otra que no fue llamada a arrepentirse. Tenía poca fuerza – probablemente no era muy grande ni tenía creyentes ricos o influyentes, pero había guardado Su Palabra y no había negado Su nombre (Ap. 3:8). Ésa es una iglesia digna de imitar. Pobre pero fiel. No necesitamos a ricos ni poderosos, sino al Señor y Su aprobación. ¿Somos capaces de rechazar y parar la influencia de los fuertes y perder su favor, para obedecer al Señor y serle fieles? Hay cosas peores que pobreza y poca fuerza. En Lucas 6:24-26 Cristo dice:  “Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas”.  A la iglesia en Filadelfia el Señor promete venir pronto, y manda: “Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3:11). No hay corona para los que no retienen la Palabra de Dios sino que cambian para ponerse al día y tener “éxito” a corto plazo. Cuando uno no retiene la Palabra, aunque diga que ha madurado, la verdad es que ha sido infiel.  Las coronas son para los fieles.
    La iglesia en Laodicea también fue reprendida, castigada y amonestada a arrepentirse. Laodicea significa “el pueblo gobierna”, y nada hay más adecuado para describir las iglesias evangélicas en nuestros tiempos. El pueblo tiene voz y voto. Las mujeres mandan. Los jóvenes mandan. Los hombres de negocio mandan. La congregación influye a los pastores y ancianos para que efectúen los cambios deseados. Y los hombres, sin principios bíblicos, o sin convicciones, o temerosos (Pr. 29:25), aflojan como Pilato y ceden a la voluntad del pueblo. La iglesia en Laodicea es la patrona de los tales. Era una iglesia afluente, desobediente, sin Cristo y espiritualmente ciega – ignorante de su condición. En qué sentido era todavía una iglesia es difícil de saber. Había sido una iglesia. Todavía profesaba ser una. Estaba pronto a ser vomitada de la boca de Cristo (Ap. 3:16). Su reprensión y castigo eran señales de Su amor (Ap. 3:19). Pero no es un amor tolerante: “sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. Sin esto, Él no puede estar en tales iglesias. En el versículo 20 manifiesta Su deseo de comunión, pero para que sea posible, manda y promete lo siguiente. “Si alguno oye mi voz”, es decir, hazme caso. Busca al individuo: “alguno”. No hay que esperar a los demás. “Abre la puerta”, esto es, reacciona y búscale. “Entraré a él, y cenaré con él”. No todos, sino los que responden al Señor, es decir, los arrepentidos.
    Las asambleas no hallarán la bendición en locales nuevos, ni en la modernización, sino el volver al buen camino. Desde los tiempos de los apóstoles los fieles siervos del Señor han indicado claramente la doctrina y práctica de la iglesia y la vida cristiana. La fe ha sido una vez dada a los santos (Jud. 3). Hay que obedecerla, y combatir fervientemente por ella. Si alguien tiene agenda de introducir cambios, la Biblia advierte: “No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres” (Pr. 22:28). Los avivamentos en la Biblia tomaron lugar cuando hubo una vuelta a la Palabra de Dios, con arrepentimiento, quebrantamiento y lágrimas, y cuando hubo firme resolución a obedecer a Dios.  Hermanos, en nuestros días más que nunca hay necesidad de arrepentirnos, personas e iglesias, volver al patrón de la Palabra de Dios, guardar lo que hemos recibido y ser fieles hasta la muerte. Es el camino que el Señor marca. Las palabras de Cristo a esas siete iglesias también son para nosotros, hermanos. A cada una de esas iglesias el Señor añade esta exhortación: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. El Señor de las iglesias ha hablado. El Espíritu ha hablado. Recibamos y obedezcamos Su Palabra con amor y fe, hasta que el Señor nos llame a Su presencia.

Carlos

La Gimnasia Intelectual

“Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22)

El testimonio bíblico acerca de los hombres es que a pesar de tener el conocimiento de Dios, cometieron el suicidio espiritual: “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Ro.1:21-25). Aunque esos versículos hablan de algo que sucedió en el pasado, la verdad es que en el mundo de hoy sucede exactamente lo mismo. ¡Se suicidan espiritualmente! Realmente creen que el universo vino a existir mediante un “big bang” y que el ser humano, finito y pecaminoso, puede solucionar los problemas del mundo e introducir una nueva era de paz mundial. Pero la Biblia nos advierte claramente acerca de esto, diciendo: “...cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Ts. 5:3).
    Desafortunadamente la insensatez espiritual no se limita a los del mundo. Muchos de los que están en las iglesias evangélicas, aun en “las asambleas”, juegan a la gimnasia intelectual con las Escrituras. Son los que adoptan el rumbo mundano de nuestra época, o ignoran las Escrituras como si no tuvieran relevancia alguna, o las explican con sus propios razonamientos que las dejan sin poder. Se enfatiza la “libertad cristiana” hasta el extremo de usarla como excusa para disfrutar el mundo y todos sus placeres, e incluso introduce conceptos y prácticas del mundo en las iglesias bajo el concepto de consejos de “cómo alcanzar a los del mundo”.
    Tal vez veamos más claramente esos gimnásticos intelectuales en la campaña para la “igualdad de la mujer en la iglesia”. Muchos líderes de eminencia ya se han manifestado a favor de organizaciones como “Cristianos A Favor De La Igualdad Bíblica”, que promocionan enseñanzas y prácticas no bíblicas. Esta organización juega a la gimnasia intelectual con Gálatas 3:28 que dice: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. De ahí sacan la conclusión de que no hay cabeza en el matrimonio, la familia o la iglesia. Si fuera verdad, esto significaría no solamente que los hombres y las mujeres son iguales en el orden divino de gobierno, sino que también los niños son iguales con sus padres.  
    Esa organización lanzó dos páginas de publicidad en el número de Abril, 1990 de la revista Christianity Today (“El Cristianismo Hoy”) donde presentar sus puntos de vista. Destaca la enseñanza de que el liderazgo del hombre sobre la mujer fue resultado de la caída. Una simple lectura de 1 Timoteo 2:12-13 descubriría el fallo de esa enseñanza. Su publicidad decía que las mujeres deberían estar involucradas en “el cuidado pastoral, la enseñanza, la predicación y la adoración”. No es el propósito de este artículo dirigirse a todas esas enseñanzas falsas, sino sólo señalarlas y advertir que tales ideas entran en las asambleas mediante los seminarios, los pastores, los líderes de organizaciones paraeclesiales y las agencias de consulta para “iglesia-crecimiento”,  las reuniones de mujeres, los campamentos y retiros para jóvenes universitarios, etc. Lo más común entre todos los que creen así es el argumento cultural, que carece de apoyo y base bíblico. Son presuposiciones y predisposiciones traídas ya a la Biblia como unos lentes que distorsionan la vista y no permiten que uno simplemente haga lo que la Biblia dice. Son argumentos complicados que dependen de un conocimiento extra-bíblico y tienen que ser aprendidos fuera de la Biblia, porque no están en ella. Y como las iglesias no vigilan lo que es enseñado en esas situaciones, ni asisten los ancianos para escuchar y si es necesario corregir,  la mala doctrina entra y comienza a obrar como levadura. O cambiando de figura, los que asisten a estos grupos u organizaciones y sus estudios salen con la mente contaminada.
    Quizás lo más espantoso sea que de más de doscientas personas que firmaron manifestando su acuerdo con las declaraciones de este grupo, aparecieron apellidos conocidos como: Bruce, Cole, Davids y Liefeld, que son evangélicos conocidos en las asambleas de Norte América e Inglaterra. También están otras “eminencias evangélicas” como Briscoe, Campolo y Hybels, para nombrar unos cuantos.
    Está claro que estos hombres y mujeres no han usado bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15), por cuanto no hacen distinción entre la posición del creyente bajo la gracia de Dios, y el lugar o la función del cristiano bajo el gobierno de Dios. Su texto fundamental, Gálatas 3:28, se encuentra en una epístola que trata nuestra posición bajo la gracia de Dios, donde es absolutamente verdad que en Cristo todos somos iguales. No obstante, las Escrituras que tratan nuestro lugar o función como creyentes bajo el gobierno de Dios, éstas mismas nos enseñan que hay un orden que observar y seguir en el hogar y también en la iglesia, y que este orden divino incluye papeles distintos para los hombres y las mujeres (1 Co. 11:3; 14:34-35; Ef. 5:22-25; 1 Ti. 2:11-14).
    Tristemente, el mundo y ahora también un número creciente de iglesias descartan el orden que Dios estableció, llamando lo que hacen “progreso”, “crecimiento” o “madurez”, cuando realmente no es sino una señal clara del fracaso. Es el fracaso de los hombres respecto al liderazgo que debieran tomar, y el fracaso de las mujeres que ya no quieren cumplir las responsabilidades tan importantes que la Biblia les asigna. En estos postreros tiempos cuesta mucho ser fiel a la Palabra de Dios cuando muchos llamados evangélicos se vuelven atrás y no se someten a ella (Ap. 3:8). Procuremos con diligencia presentarnos a Dios aprobados, no teniendo de qué avergonzarnos, usando bien la Palabra de verdad, y persistiendo en ella (2 Ti. 2:15; 3:14).


Steve Hulshizer, traducido de su artículo  en MILK & HONEY (“Leche Y Miel”), Nº 7, julio 1992.

¿Oración o Email?

“Tú oyes la oración; A ti vendrá toda carne” (Salmo 65:2).

Hoy en día la gente de cualquier parte del mundo puede comunicarse rápida y fácilmente por medio del internet y email. Sin embargo, debo confesar una preocupación personal que siento, aunque reconozco que pueda ser el único que siente esto.
    Me acuerdo de los tiempos de antaño, de los misioneros pioneros, y cómo estaban aislados del mundo fuera del lugar donde servían, y cuando surgieron dificultades, se comunicaban con el Señor. ¡Oraban, y sus necesidades fueron suplidas! 
    Pero hoy en día, me temo que en lugar de orar en secreto a nuestro Padre (Mt. 6:6), enviamos un email a los santos. Hoy en día es posible poner todo al conocimiento de los santos instantáneamente, como si ellos fuesen la fuente de las soluciones a nuestros problemas. Muchos hermanos, en nuestro país y en países extranjeros, pueden informar a los demás acerca de su obra casi cada hora, contando sus necesidades espirituales, físicas o económicas. A lo mejor los misioneros de antaño escribían una vez al mes, cada dos meses, o una o dos veces al año, y muchos nunca hablaron sus necesidades económicas, sin embargo, el Señor proveía fielmente.
    Algunos dicen: "Hay que crecer", dando a entender que hay que cambiar y que eso es mejor. Pero en este caso no es así, por mucho que lo digan. Hebreos 11 nos da ejemplos de la vida de fe, y en la sabiduría de Dios este capítulo está completo y no necesita modernización.
    ¿En quién tenemos fe, en el Señor o en los hombres? Debemos recordar que nuestro Padre celestial es a quien debemos ir en tiempo de necesidad. ¿Pretendo sugerir que ignoremos las oportunidades que la tecnología nos provee? No, pero sí sugiero que tengamos cuidado de que el email no tome el lugar de la oración y la fe en el Señor. ¡La oración es más poderosa que el email!
adaptado de un artículo por Steve Hulshizer

lunes, 1 de julio de 2019

El Primer Paso


C. H. Spurgeon

"Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte"  Isaías 26:9

 Existe para el pueblo de Dios un principio de comunión con Él. En primer lugar, éste es donde comienza su vida espiritual: "Me levantaré e iré a mi padre" (Lc. 15:18). Eso fue la prueba de que el pródigo realmente se había vuelto en sí y estaba en el camino de la restauración. Cuando antes él se limpió, se arregló, se juntó a un ciudadano de aquel país y comenzó a trabajar en lugar de derrochar todo viviendo pérdidamente, eso era una mejora. Siempre es bueno que un hombre trabaje en lugar de malgastar su tiempo en vicios, pero todavía él no había comenzado a vivir espiritualment. Fue cuando se acordó de su padre que vemos la obra de gracia en su alma: el clamor de su espíritu: "Me levantaré e iré a mi padre".