Ni Hombres En Faldas
Ni Mujeres En Pantalones
Ni Mujeres En Pantalones
Quisiera apuntar primero que no podemos descartar dos tercios de la Biblia simplemente porque no estamos bajo el pacto de la ley. Dos textos en el Nuevo Testamento enseñan el valor del Antiguo Testamento para el creyente. “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Ro. 15:4). El Antiguo Testamento es para nuestra enseñanza. El otro texto es 1 Corintios 10:6, “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”. Y el versículo 11, “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Si leemos del 1 al 12 del capítulo 10 vemos que todas estas cosas pasaron a Israel bajo la ley, y están escritas para enseñar y amonestarnos, aunque ni somos Israel ni estamos bajo el pacto de la ley. Dios todavía no quiere que hagamos las cosas que Israel hizo en este texto.
Y aunque no estamos bajo la ley, el apóstol Pablo afirma su valor: “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:12). Viene de Dios, y nos enseña acerca de Sus pensamientos y gustos. Cuando Deuteronomio 22:5 dice: “porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace”, habla de algo que desagrada a Dios, y le es repugnante. No sólo respecto a la forma de vestir, sino hay muchas otras cosas. Es interesante estudiar la Biblia con concordancia para ver lo que Dios abomina y lo que le agrada. Por ejemplo, Deuteronomio 7:25 declara que las esculturas de los dioses (ídolos) es abominación a Dios (véase Dt. 17:3-4). Proverbios 12:22 dice que “los labios mentirosos son abominación a Jehová”. En Proverbios 6:16-19 hay siete cosas que Dios abomina. Apocalipsis 21:8 pronuncia maldición sobre los abominables. Los gustos de Dios no cambian porque Él es inmutable. “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm. 23:19).
Hay varios casos en el Nuevo Testamento del uso de la ley para enseñar prácticas para la iglesia. Uno es 1 Corintios 9:7-10 leemos: “¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto”. Esto viene de Deuteronomio 25:4. Pablo, el apóstol que escribió Romanos y Gálatas, utiliza la ley para enseñar que debemos apoyar económicamente a los siervos de Dios. “Por nosotros se escribió” dice el Espíritu Santo.
Otro es 1 Corintios 9:13, que habla todavía de las ofrendas para los siervos de Dios. “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?” Esta cita viene de Deuteronomio 18:1 acerca de los sacerdotes y levitas. Pero en la ley hay instrucción para nosotros. 1 Corintios 9:14 confirma que el Señor aplica este precepto en nuestros tiempos.
En 1 Corintios 14:34 recibimos instrucción acerca del silencio de la mujer creyente en la congregación: “vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice”. Otra vez se refiere a la ley como base para la enseñanza, en este caso, la sujeción de la mujer y su silencio en la asamblea. Problamente “ley” se refiere a la división llamada “la ley” – los cinco libros de Moisés – donde por ejemplo en Génesis 3:16 Dios dijo: “y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”.
Volviendo a Deuteronomio 22:5, no podemos descartarlo simplemente porque está en la ley, ya que hemos demostrado el valor de la ley para enseñarnos aun en la edad de la gracia. ¿Se equivocó el salmista al escribir lo siguiente en el Salmo 19:7-11?
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.
Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
Tu siervo es además amonestado con ellos;
En guardarlos hay grande galardón”.
El problema que tenemos con la ley no es intelectual, ni teológica, sino espiritual. Romanos 7:14 dice: “sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. Romanos 8:7, “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”.
Así que, hermanos, aunque es cierto que no estamos bajo el pacto de la ley, ni para salvación ni para la vida cristiana, todavía ella tiene cosas que enseñarnos acerca de los pensamientos y la voluntad de Dios, y son aplicables en nuestros tiempos. No debemos invocar “la gracia” para hacer lo que a Dios es abominación. “No uséis la libertad como ocasión para la carne” (Gá. 5:13), es un consejo sabio y sano, porque la carne no quiere ni puede sujetarse a Dios ni agradarle.
Hacemos saber a todo hermano/hermana en comunión que es importante vestir piadosamente en las reuniones de la asamblea, y fuera de las reuniones, como obediencia a Dios y como parte del testimonio santo.
El Mundo O La Palabra
La moda de vestir pantalón las mujeres es parte de la agenda del mundo, y no agrada a Dios. Romanos 12:1-2 nos instruye a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable, y no ser conformados a este siglo, sino transformados. El sacrificio del cuerpo incluye la forma de vestir: ropa decorosa, con pudor y modestia, y sin adornos externos (1 Ti. 2:9-10; 1 P. 3:3-6). No es decoroso que una mujer lleve ropa de varón.
El cambio en la forma de vestir de las mujeres es como otros cambios que el mundo impone. La moda “unisex” intenta borrar distinciones entre hombres y mujeres – la vestimenta y el pelo. 1 Corintios 11:14 declara que es vergonzoso que el varón deje crecer su cabello. Pero 1 Corintios enseña: “a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso” (literalmente en griego: doxa, “gloria” o “glorioso”).
El feminismo quiere a las mujeres fuera de casa, trabajando en las empresas, y ocupando los mismos puestos que los hombres. La cuestión NO es si ellas son capaces, sino si Dios lo quiere así. Él indica que sean: “Cuidadosas de su casa” (Tit. 2:5; véase Pr. 31:10-31). Nuestro culto o servicio racional (inteligente) a Dios es que nos dejemos guiar por Su Palabra y hagamos todo para la gloria de Dios. Se oye decir: “Pero esto se lleva en el mundo hoy”. La idea es que las cosas han cambiado y debemos ponernos al día y no ser anticuados.
Hermanos, es verdad que el mundo ha cambiado y ya no da importancia a estas cosas, pero a Dios sí son importantes. ¿Queremos ser amigos de Dios o amigos del mundo? Hay presión constante en la sociedad a llevar la moda y ser como las demás personas – que no conocen a Dios ni les interesa agradarle. Pero los creyentes ya no pertenecemos al mundo. Debemos morirnos a la opinión del mundo. No debemos conformarnos, sino ser transformados (griego: metamorfosis), para comprobar la buena voluntad de Dios.
No Somos Nuestros
No somos nuestros, pues hemos sido comprados por precio (1 Co. 6:20), y debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y nuestro espíritu, los cuales son de Dios. En este texto vemos que a Dios le importa lo interno y lo externo. Él es Señor no sólo de nuestro corazón sino también de nuestro vestuario.
Si en la Palabra de Dios vemos lo que agrada a Dios,y lo que le desagrada, entonces sabemos qué hacer. Consideremos también el poder del ejemplo, y nuestro testimonio a los demás. Porque con el buen ejemplo podemos influir para bien, pero con el mal ejemplo podemos ser estímulo para la desobediencia de otros.
Cristo dijo: “El que me ama, mi palabra guardará” (Jn. 14:23). Si queremos amistad con Cristo, si Él realmente nos importa, debemos hacer las cosas que le agradan. El amor no nos permite hacer lo que nos parece. “El amor de Cristo nos constriñe” (2 Co. 5:14). El amor propio y el amor al mundo nos contaminan y desvían.
Santiago 1:21 nos amonesta a recibir con mansedumbre la Palabra implantada. No discutir – recibir y hacer. El versículo 22 nos llama a ser hacedores de la Palabra, no tan solamente oídores. La bienaventuraza es para los que miran atentamente y hacen lo que la Palabra de Dios dice (v. 25). Se aplican aquí también las palabras de Cristo: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:17).
Carlos Tomás Knott
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