"...Tengo la sensación de que muchos cristianos hoy hay perdido el solemne y extraordinario sentido de la santida de Dios. ¿Por qué?
"Primeramente, no enfatizamos la santidad de Dios en nuestras iglesias. A semejanza de la hoguera en un campamento de jóvenes, nuestros cultos de "adoración" son animados y gozosos, pero carecen por completo del énfasis en la santidad divina. Nuestra predicación está centrada en las personas, y con ella se trata de "rascar a la gente donde le pica", en vez de dirigirla hacia el Dios santo...
"La falta de disciplina en la iglesia y de normas elevadas de conducta entre los cristianos indica que no nos tomamos la santidad muy seriamente. En nuestra promoción, tratamos de "vender" la iglesia al mundo por transmitir la idea no bíblica de que el cristianismo es "divertido" y que todo pagano debería unirse al club y empezar a disfrutar de la vida. Una vez escuché a un pastor decir en el período de anuncios: "Procure venir al servicio de la tarde. Lo vamos a pasar muy bien". Pienso en las palabras de Santiago escritas para los creyentes mundanos: "Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza" (Stg. 4:9).
del libro Seamos Santos: Levítico, por Warren Wiersbe, Editorial Portavoz, p. 138