Los teólogos reformados a menudo nos urgen a volver a la Reforma. Un
ejemplo de esto es The Reformation Study Bible –Biblia de Estudio Reformada-
(originalmente llamada The New Geneva
Study Bible) con R.C. Sproul como el editor general. En la introducción
Sproul dice: “The Reformation Study Bible contiene en sus comentarios
y notas teológicas una nueva exposición moderna de la verdad de la Reforma. Su propósito es presentar nuevamente la luz
de la Reforma.” El propósito declarado de The Reformation Study Bible es llevarnos de vuelta a la Reforma
para aprender sus doctrinas y su teología.
Debemos recordar que la LUZ no procede de la Reforma, sino viene de las
Escrituras: “La exposición de tus palabras alumbra” (Salmo 119:130). Los
reformadores fueron iluminados en muchas maneras, pero esto solo fue por la luz
de las Escrituras. En muchos sentidos la Reforma fue un movimiento de “regreso
a la Biblia”. También hoy en día, nuestra meta siempre debe ser un regreso a la
Biblia, no un regreso a la Reforma. Esto no quiere decir que debemos ignorar lo
que dijeron y escribieron los Reformadores, pero siempre debemos probar todas
las cosas por la Palabra de Dios para ver si lo que ellos enseñaron está en
armonía con la verdad bíblica. Ver Hechos 17:11.
Pablo dijo “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios
11:1). Debemos seguir a los reformadores en muchos aspectos, así como ellos
siguieron a Cristo. En algunas materias, sin embargo, debemos ser cuidadosos de no seguirlos. En algunos asuntos los
Reformadores no siguieron a Cristo en absoluto. Para ilustrar esto,
examinaremos la vida de dos de los reformadores más importantes—Martín Lutero y
Juan Calvino. Estos hombres tenían grandes fortalezas pero también algunas
notorias debilidades. Es con tristeza que llamamos la atención al lado más
oscuro de estos hombres, pero los hechos de la historia no pueden ser
ignorados.
Lutero y los Judíos
Lo siguiente fue escrito por el respetado historiador de la Iglesia,
Phillip Schaff [History of the Christian Church, Vol. 7 “Modern
Christianity—The German Reformation” (Historia de la Iglesia Cristiana,
“Cristianismo Moderno-La Reforma Alemana”), pp. 61-62]:
Unas pocas palabras sobre su visión de la
tolerancia de los judíos, que tenían que soportar toda clase de indignidades de
parte de los cristianos, como si ellos fuesen personalmente responsables del
crimen de la crucifixión. Al principio Lutero estaba por mejorar la opinión
pública. En 1523 protestó en contra el trato cruel de los judíos, como si
fueran perros y no seres humanos y aconsejó amabilidad y bondad como el mejor
medio para convertirlos. Si lo apóstoles, dijo, que eran judíos, hubiesen
tratado a los gentiles como nosotros, los cristianos gentiles, tratamos a los
judíos, ningún gentil se hubiera convertido jamás, y yo mismo, si fuera judío,
preferiría volverme cualquier cosa menos cristiano. Pero en 1543 escribió dos
virulentos libros en contra de los judíos. Su intercambio con varios rabinos lo
llenó de disgusto e indignación contra su orgullo, obstinación y blasfemias.
Llegó a la conclusión de que era inútil discutir con ellos y que era imposible
convertirlos. Moisés no logró hacer nada con el Faraón con las advertencias, plagas
y milagros, sino tuvo que dejar que se ahogara en el Mar Rojo. Los judíos
crucificarían a su esperado Mesías si alguna vez viniera, aún peor de lo que
crucificaron al Mesías cristiano. Ellos son una raza ciega, dura, incorregible.
Fue tan lejos como aconsejar su
expulsión de las tierras cristianas, prohibir sus libros, y quemar sus
sinagogas e incluso sus casas, donde ellos blasfeman a nuestro Salvador y a la
Virgen Santa. En el último de sus sermones que predicó poco antes de su
muerte en Eisleben, donde muchos judíos tenían permiso de comerciar, él
concluyó con una severa advertencia
contra los judíos como enemigos públicos peligrosos que no debían ser
tolerados, pero dejó la
alternativa de conversión o expulsión.
[Énfasis mío].
Para una fascinante discusión sobre cómo los judíos modernos ven a Martín
Lutero, ver el artículo “Martin Luther
and the Protestant Reformation” (Martín Lutero y la Reforma Protestante)
que se encuentra en el libro Jewish
Literacy_The Most Important Things to Know About the Jewish Religion, its People and its History (La Cultura
Judía- Las Cosas Más Importantes que Deben Saberse Sobre la Religión Judía, su
Pueblo y su Historia), por el rabino Joseph Telushkin [William Morrow and
Company, NY,1991] p.204-206. Telushkin se explaya sobre los mismos puntos como
Phillip Schaff más arriba. El también compara a Lutero con Mahoma, porque ambos
hombres inicialmente tenían amor por los judíos, pero que luego se transformó
en odio contra los judíos, cuando los judíos no quisieron convertirse. Aquí hay
algunas de las chocantes citas de Telushkin:
Lutero redactó los escritos más antisemitas producidos en Alemania hasta el
tiempo de Hitler.
En una ocasión, este anterior adalid de amor cristiano dijo: “Yo los
amenazaría con extirpar sus lenguas de sus gargantas si se niegan a reconocer
la verdad de que Dios es una trinidad y no solo una unidad.”
En los juicios de Nuremberg, el propagandista Julius Streicher se defendió
con la afirmación de que él no dijo nada peor de los judíos de lo que había
dicho Martín Lutero.
Hitler aseguró orgullosamente que Lutero era un aliado: “El vio al judío
como nosotros estamos solo comenzando a verlo ahora.”
Para ver la actitud que debe tener un creyente hacia el pueblo judío, ver:
“Amamos a Nuestros Amigos Judíos”.
La Intolerancia de
Calvino
Los Reformadores salieron del Catolicismo Romano, que fue conocido por su
intolerancia y por su persecución de cualquiera que fuera contrario al dogma
católico, como todo el que ha estudiado la Inquisición Española bien lo sabe.
Lo trágico es que Juan Calvino y algunos de los otros reformadores llegaron a
ser vergonzosamente intolerantes con los que diferían de sus posiciones
doctrinales, aun hasta el punto de ejecutar al ofensor.
Lo que sigue es
de Philip Schaff (History of the
Christian Church), Vol.8, “Protestant Intolerance” (Intolerancia
Protestante), p. 700-800.
Los reformadores heredaron la doctrina de la
persecución de su Iglesia madre y la practicaron hasta donde tenían el poder
para hacerlo. Combatieron la intolerancia con intolerancia. Se diferenciaron de
sus oponentes en grado y extensión, pero no en el principio de la intolerancia.
Quebraron la tiranía del papado y abrieron así el camino para el desarrollo de
la libertad religiosa, pero negaron a otros la libertad que ellos mismos
ejercían. Los gobiernos protestantes en Alemania y Suiza excluyeron, dentro de
los límites de su jurisdicción el Catolicismo Romano de todos sus derechos
religiosos y civiles y tomaron posesión exclusiva de sus iglesias y conventos y
otras propiedades. Ellos desterraron, encarcelaron, ahogaron, decapitaron,
ahorcaron y quemaron a anabaptistas, antitrinitarios y otros disidentes.
El principal ejemplo de intolerancia fue la ejecución del hereje Servet.
Schaff dedica 86 páginas a este hombre—sus doctrinas, juicio y ejecución
(volumen 8). Servet huyó a Ginebra donde Calvino lo hizo arrestar, enjuiciar y
finalmente quemar vivo. Otros reformadores que apoyaron a Calvino en este acto
incluyen a Beza y también al usualmente apacible y benigno Melanchton.
Estos hombres deben ser alabados por su odio hacia la falsa doctrina (ver
Apocalipsis 2:15), pero deben ser fuertemente condenados por su intolerancia,
persecución y aun ejecución de aquellos que promocionaban el error. El Dr, John
Whitcomb ha delineado la visión bíblica como sigue: “Insistimos en que ningún ser humano en la edad de la
iglesia debe ser jamás ejecutado por
algún error teológico. Al mismo
tiempo, no osamos minimizar los errores doctrinales y debemos ser cuidadosos en
aplicar los principios del Nuevo Testamento en cuanto a la separación bíblica y
la disciplina de la iglesia.” C.H. Mackintosh ha comentado como sigue:
La quema de Servet en 1553 por sus opiniones teológicas,
es una terrible mancha sobre la Reforma y sobre el hombre que sancionó ese
procedimiento tan anticristiano. Es verdad que las opiniones de Miguel Servet
eran fatal y fundamentalmente falsas. Sostuvo la herejía de Arrio, que es
sencillamente una blasfemia contra el Hijo de Dios. Pero el quemarlo vivo a él
o a otro cualquiera por causa de falsas doctrinas, era un flagrante pecado
contra el espíritu, naturaleza y principios del evangelio, el lamentable fruto
de la ignorancia en cuanto a la esencial diferencia entre el Judaísmo y el
Cristianismo. C.H.Mackintosh, Estudios
sobre el Libro de Deuteronomio, Vol. II, p.126, nota de página.
Obviamente, durante el Reino Milenial, el Rey no permitirá ninguna religión
falsa o desviaciones doctrinales, y toda la tierra estará unida en la verdadera
adoración del verdadero Dios. Pero en contrario de la enseñanza de muchos
teólogos reformados, aún no estamos en el reino.
Conclusión
Toda luz verdadera que tuvieron los reformadores vino de las Escrituras.
Nos regocijamos en las verdades que ellos recuperaron, tales como la
justificación por fe, la absoluta suficiencia de las Escrituras y el sacerdocio
universal de todos los creyentes. Estas son verdades muy básicas de la Biblia.
Había otras doctrinas, tales como la naturaleza y el propósito y destino de la
iglesia, que ellos no entendieron muy bien (como queda ilustrado por el hecho
de que Calvino estaba tratando de hacer de Ginebra algo así como un pequeño
reino o estado-iglesia). Las verdades relacionadas con el amado cuerpo y esposa
de Cristo fueron descubiertas en un período posterior de la historia de la
iglesia, especialmente durante el siglo 19 en Inglaterra e Irlanda. Los
Reformadores también tuvieron algunas faltas notorias, como hemos documentado
más arriba, de las cuales podemos aprender y tratar de evitarlas en nuestras
propias vidas y ministerios.
Nunca debemos volver a la Reforma, pero siempre a la Biblia. Siempre es
mejor volver a las fuentes puras de los manantiales en vez de volver a las
aguas río abajo, porque las corrientes río abajo pueden haber sido contaminadas
por el camino. La Palabra de Dios es una fuente pura e incontaminada de verdad,
y los que beben de ella nunca serán decepcionados. Podemos aprender de los
Reformadores y de todos los grandes hombres de la historia de la iglesia, pero
tenemos que probar constantemente todas las cosas por la Palabra de Dios y
seguir a estos hombres solo hasta donde ellos siguieron a Cristo.