por A. W. Tozer
Es difícil quitarnos la idea de que uno es tan espiritual como siente. Nuestra espiritualidad básica rara vez concuerda con nuestras emociones. Hay muchas personas carnales cuyas emociones religiosas están sensibles a toda impresión y que consiguen mantenerse en un estado elevado de alegría interna, pero que carecen de las marcas de la piedad. Tienen un punto bajo de embullición y casi cualquier cosa religiosa les caliente al momento. Sus lágrimas están cerca de la superficie y salen pronto, y sus voces están cargadas de emoción. Tienen reputación de ser espirituales, y fácilmente pueden creer que es verdad. Pero no es necesariamente así.
Las personas espirituales son indiferentes a sus sentimientos – viven por fe en Dios sin preocuparse mucho por sus emociones. Piensan los pensamientos de Dios y ven las cosas como Dios las ve. Se gozan en Cristo y no tienen confianza en sí mismas. Les preocupa más la obediencia que la felicidad. Quizás esto sea menos romántico, pero aguantará la prueba de fuego.
A. W. Tozer, del capítulo 8 de su libro This World: Playground or Battleground? (“El Mundo: ¿Campo de Recreo o de Batalla?”)
Las personas espirituales son indiferentes a sus sentimientos – viven por fe en Dios sin preocuparse mucho por sus emociones. Piensan los pensamientos de Dios y ven las cosas como Dios las ve. Se gozan en Cristo y no tienen confianza en sí mismas. Les preocupa más la obediencia que la felicidad. Quizás esto sea menos romántico, pero aguantará la prueba de fuego.
A. W. Tozer, del capítulo 8 de su libro This World: Playground or Battleground? (“El Mundo: ¿Campo de Recreo o de Batalla?”)
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