Hoy en día las asambleas de hermanos en muchas partes han cedido ante la influencia femenista. Algunas iglesias ahora permiten que las hermanas hablen en la congregación. Piden himnos, leen las Escrituras en voz alta, y oran en voz alta. Hay lugares donde antes llevaban el velo pero ahora no. Hace tiempo que se estila en muchos lugares reuniones de hermanas, organizadas y guiadas por hermanas. Hay hermanas que predican y dan estudios a grupos de hermanas. Hay retiros para mujeres, conferencias para mujeres, la Cena del Señor sólo para mujeres, donde ellas pueden hacer lo que normalmente hacen los varones en la participación vocal. Todo esto está completamente fuera del marco de las Escrituras.
En el patrón de la iglesia neotestamentaria todo nos es dado, pero ni siquiera una vez nombra una reunion de mujeres creyentes. Algunos citan la reunión de mujeres en Hechos 16:13, pero se equivocan, pues esas ni eran creyentes. Estaban allá como prosélitas del judaísmo, orando, y Pablo y otros hermanos fueron y les predicaron el evangelio, siendo Lidia la primera convertida. Ninguna mujer les predicaba el evangelio, sino los varones. Y ese grupo de mujeres dejaba de existir, porque las salvas se integraron en la iglesia de los filipenses.
Hechos 2:42 habla de las actividades principales de la iglesia, y no hay allí ninguna actividad especial para las mujeres creyentes, pues ellas se congregaban con todos los demás para recibir (no predicar) la doctrina apostólica, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones. No hubo ni siquiera una reunión de oración especial para las mujeres. Ellas se congregaban con todos. Todavía estoy esperando que me enseñe alguien dónde hay reuniones de hermanas en el Nuevo Testamento. ¿Qué tienen como base para tales reuniones?
Dicen que la mujer anciana debe enseñar a las más jóvenes (Tit. 2:3-4), y es verdad pero no como ellos dicen. Aquella enseñanza no es desde un púlpito o plataforma, en locales, en conferencias, etc., sino en su casa en de hermana a hermana, en los temas señalados: “que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. El temario es todo lo práctico y personal de una vida de piedad en su propia casa con su marido y familia. Son consejos prácticos dados a nivel personal, no reuniones formales. Si fuesen reuniones y ellas maestras como las esposas de algunos hermanos hoy en día en las asambleas, ¿no veríamos siquiera un ejemplo de esa clase de reunión y maestra en el Nuevo Testamento? No darían los apóstoles instrucción y aprobación, señalando la necesidad de escuchar a tales mujeres? Pero nada de eso hay. Al contrario, Pablo declara: “no permito a la mujer enseñar” (1 Ti. 2:12), y en cambio, en 1 Timoteo 3:2 es el anciano el que debe ser “apto para enseñar”, cosa que nunca dice acerca de la mujer. La falta de esas cosas no para a esas mujeres, porque su carácter no es de someterse, ni de arrepentirse, ni de callarse, y sus maridos, medio dominados por ellas, o persuadidos del mismo error, las consienten y apoyan en lo que no hay en la Palabra de Dios. Para justificarse, recorren a las deducciones y supuestas inferencias, no teniendo nada más claro. Pero cuando terminen de nombrar siempre a las cuatro hijas de Felipe, Febe, Evodia y Síntique, sin todavía hallar ninguna reunión, ya no tienen más campo. ¡Sigamos al patrón que nos delinea el Nuevo Testamento! La única excepción, o sea, la única iglesia en el Nuevo Testamento donde enseña una mujer es la iglesia en Tiatira, (Ap. 2:20), donde permitían a esa mujer Jezabel enseñar. A tal iglesia el Señor dice: “tengo contra ti”.
En algunos lugares no admiten reuniones donde hermanas dan estudios, pero si las permiten reunirse “para orar”. Pero, ¿dónde están esas reuniones de mujeres creyentes en el Nuevo Testamento? Si quieren reunirse para orar, la iglesia tiene reunión de oración y en esa ellas deben participar en silencio. Pero al organizar una reunión de solo hermanas, ellas hablan en voz alta, y eso parece ser lo que quieren. No se ve esto en el Nuevo Testamento. Además, ¿quién organiza y preside esas reuniones? Algunas mujeres, por supuesto. Siempre hay entre ellas la que da la voz o indica lo que hay que hacer, o tal vez tenga un “pequeño pensamiento devocional” o una lectura de las Escrituras para orientación – otra vez tendiéndose al uso de la voz en la congregaciones, excusándose porque no hay varones presentes. Pero ¿en qué reunión de la iglesia en Hechos 2:42 no estaban presentes los varones?
“...Vuestras mujeres callen en las congregaciones” (1 Co. 14:34) se dice sin cualificación, porque cuando se congregaban en tiempos de los apóstoles, había hombres y mujeres. Las mujeres no se congregaban solitas. De otro modo hubiera dicho, “vuestras mujeres callen en las congregaciones mixtas” pero no fue necesario decir esto porque no había congregaciones/reuniones de solo mujeres. Pero es mejor reunirse para orar que estar mirando al televisor. Por supuesto, pero esto no es un argumento bíblico. Es mejor salir a testificar, repartir tratados, visitar a enfermos, que mirar la tele. Podrían seguir el ejemplo de Dorcas en Hechos 9:36-39, que servía al Señor si participar en voz alta en ninguna reunión. Que refrenen su lengua (Stg. 1:26) y se ocupen del ministerio de Santiago 1:27, “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Una de las manchas del mundo es el femenismo. Se les aconseja que si tienen tiempo y ganas de hacer algo para servir, hagan cosas así y no busquen cómo organizarse una reunión sólo de mujeres, porque es salirse de lo que la Palabra nos marca. Y que tengan valentía y convicción los hermanos responsables para dirigir los asuntos de la iglesia a la luz de la Palabra.
Algunas asambleas permiten la práctica de una reunión como clase bíblica, los domingos, en que hay un estudio conversacional. Todos tienen el libro de texto y la Biblia, preparan sus respuestas a las preguntas de cada lección, y vienen preparados para participar en la conversión, compartiendo sus respuestas, comentarios, etc. Pero esto tampoco es bíblico, porque en la congregación la mujer debe aprender en silencio “porque no les es permitido hablar” (1 Co. 14:34). La mujer piadosa no quiere hacer lo que el Señor no permite. Ahora bien, en otros años se hacía, y todavía sí en algunas asambleas, estudios conversacionales a nivel congregacional, una noche cada semana, en las que toda la asamblea estudiaba un libro de la Biblia. Cada uno hacía su lectura y estudio en casa, y congregada la asamblea los varones participaban en voz alta y las mujeres escuchaban. Pero hoy en día, debido a la incesante presión femenista, algunas mujeres prefieren una reunión sin presencia de varones, para que ELLAS puedan hablar, pues no quieren callarse. La clase de reunión que esas quieren no está en la Biblia.
Algunas dicen que tienen ganas de aprender más de la Palabra. Es un deseo bueno, pero no se cumple poniendo a mujeres enseñadoras. Toda actividad así debe desapareer de las asambleas. Se conoce el caso de una asamblea donde un hermano obrero, con aprobación previa de los ancianos, se ofreció para dar una clase bíblica una mañana a la semana para las hermanas que deseaban aprender. Venían, recibían la enseñanza que él daba, junto con cualquier otra persona que deseaba asistir, y luego algunas almorzaban juntas y se volvieron a sus casas, o hacían alguna visita a los enfermos. Hasta allí tal vez se podría hacer, pero esto en nada se parece a las reuniones femeninas que lastimosamente se hacen en muchas asambleas. No tratemos de conformar o adaptar a las iglesias a las presiones de la sociedad donde abunda el femenismo. Dios tiene un orden establedido para Su iglesia, y no hay derecho a modificarlo.
En el patrón de la iglesia neotestamentaria todo nos es dado, pero ni siquiera una vez nombra una reunion de mujeres creyentes. Algunos citan la reunión de mujeres en Hechos 16:13, pero se equivocan, pues esas ni eran creyentes. Estaban allá como prosélitas del judaísmo, orando, y Pablo y otros hermanos fueron y les predicaron el evangelio, siendo Lidia la primera convertida. Ninguna mujer les predicaba el evangelio, sino los varones. Y ese grupo de mujeres dejaba de existir, porque las salvas se integraron en la iglesia de los filipenses.
Hechos 2:42 habla de las actividades principales de la iglesia, y no hay allí ninguna actividad especial para las mujeres creyentes, pues ellas se congregaban con todos los demás para recibir (no predicar) la doctrina apostólica, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones. No hubo ni siquiera una reunión de oración especial para las mujeres. Ellas se congregaban con todos. Todavía estoy esperando que me enseñe alguien dónde hay reuniones de hermanas en el Nuevo Testamento. ¿Qué tienen como base para tales reuniones?
Dicen que la mujer anciana debe enseñar a las más jóvenes (Tit. 2:3-4), y es verdad pero no como ellos dicen. Aquella enseñanza no es desde un púlpito o plataforma, en locales, en conferencias, etc., sino en su casa en de hermana a hermana, en los temas señalados: “que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. El temario es todo lo práctico y personal de una vida de piedad en su propia casa con su marido y familia. Son consejos prácticos dados a nivel personal, no reuniones formales. Si fuesen reuniones y ellas maestras como las esposas de algunos hermanos hoy en día en las asambleas, ¿no veríamos siquiera un ejemplo de esa clase de reunión y maestra en el Nuevo Testamento? No darían los apóstoles instrucción y aprobación, señalando la necesidad de escuchar a tales mujeres? Pero nada de eso hay. Al contrario, Pablo declara: “no permito a la mujer enseñar” (1 Ti. 2:12), y en cambio, en 1 Timoteo 3:2 es el anciano el que debe ser “apto para enseñar”, cosa que nunca dice acerca de la mujer. La falta de esas cosas no para a esas mujeres, porque su carácter no es de someterse, ni de arrepentirse, ni de callarse, y sus maridos, medio dominados por ellas, o persuadidos del mismo error, las consienten y apoyan en lo que no hay en la Palabra de Dios. Para justificarse, recorren a las deducciones y supuestas inferencias, no teniendo nada más claro. Pero cuando terminen de nombrar siempre a las cuatro hijas de Felipe, Febe, Evodia y Síntique, sin todavía hallar ninguna reunión, ya no tienen más campo. ¡Sigamos al patrón que nos delinea el Nuevo Testamento! La única excepción, o sea, la única iglesia en el Nuevo Testamento donde enseña una mujer es la iglesia en Tiatira, (Ap. 2:20), donde permitían a esa mujer Jezabel enseñar. A tal iglesia el Señor dice: “tengo contra ti”.
En algunos lugares no admiten reuniones donde hermanas dan estudios, pero si las permiten reunirse “para orar”. Pero, ¿dónde están esas reuniones de mujeres creyentes en el Nuevo Testamento? Si quieren reunirse para orar, la iglesia tiene reunión de oración y en esa ellas deben participar en silencio. Pero al organizar una reunión de solo hermanas, ellas hablan en voz alta, y eso parece ser lo que quieren. No se ve esto en el Nuevo Testamento. Además, ¿quién organiza y preside esas reuniones? Algunas mujeres, por supuesto. Siempre hay entre ellas la que da la voz o indica lo que hay que hacer, o tal vez tenga un “pequeño pensamiento devocional” o una lectura de las Escrituras para orientación – otra vez tendiéndose al uso de la voz en la congregaciones, excusándose porque no hay varones presentes. Pero ¿en qué reunión de la iglesia en Hechos 2:42 no estaban presentes los varones?
“...Vuestras mujeres callen en las congregaciones” (1 Co. 14:34) se dice sin cualificación, porque cuando se congregaban en tiempos de los apóstoles, había hombres y mujeres. Las mujeres no se congregaban solitas. De otro modo hubiera dicho, “vuestras mujeres callen en las congregaciones mixtas” pero no fue necesario decir esto porque no había congregaciones/reuniones de solo mujeres. Pero es mejor reunirse para orar que estar mirando al televisor. Por supuesto, pero esto no es un argumento bíblico. Es mejor salir a testificar, repartir tratados, visitar a enfermos, que mirar la tele. Podrían seguir el ejemplo de Dorcas en Hechos 9:36-39, que servía al Señor si participar en voz alta en ninguna reunión. Que refrenen su lengua (Stg. 1:26) y se ocupen del ministerio de Santiago 1:27, “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Una de las manchas del mundo es el femenismo. Se les aconseja que si tienen tiempo y ganas de hacer algo para servir, hagan cosas así y no busquen cómo organizarse una reunión sólo de mujeres, porque es salirse de lo que la Palabra nos marca. Y que tengan valentía y convicción los hermanos responsables para dirigir los asuntos de la iglesia a la luz de la Palabra.
Algunas asambleas permiten la práctica de una reunión como clase bíblica, los domingos, en que hay un estudio conversacional. Todos tienen el libro de texto y la Biblia, preparan sus respuestas a las preguntas de cada lección, y vienen preparados para participar en la conversión, compartiendo sus respuestas, comentarios, etc. Pero esto tampoco es bíblico, porque en la congregación la mujer debe aprender en silencio “porque no les es permitido hablar” (1 Co. 14:34). La mujer piadosa no quiere hacer lo que el Señor no permite. Ahora bien, en otros años se hacía, y todavía sí en algunas asambleas, estudios conversacionales a nivel congregacional, una noche cada semana, en las que toda la asamblea estudiaba un libro de la Biblia. Cada uno hacía su lectura y estudio en casa, y congregada la asamblea los varones participaban en voz alta y las mujeres escuchaban. Pero hoy en día, debido a la incesante presión femenista, algunas mujeres prefieren una reunión sin presencia de varones, para que ELLAS puedan hablar, pues no quieren callarse. La clase de reunión que esas quieren no está en la Biblia.
Algunas dicen que tienen ganas de aprender más de la Palabra. Es un deseo bueno, pero no se cumple poniendo a mujeres enseñadoras. Toda actividad así debe desapareer de las asambleas. Se conoce el caso de una asamblea donde un hermano obrero, con aprobación previa de los ancianos, se ofreció para dar una clase bíblica una mañana a la semana para las hermanas que deseaban aprender. Venían, recibían la enseñanza que él daba, junto con cualquier otra persona que deseaba asistir, y luego algunas almorzaban juntas y se volvieron a sus casas, o hacían alguna visita a los enfermos. Hasta allí tal vez se podría hacer, pero esto en nada se parece a las reuniones femeninas que lastimosamente se hacen en muchas asambleas. No tratemos de conformar o adaptar a las iglesias a las presiones de la sociedad donde abunda el femenismo. Dios tiene un orden establedido para Su iglesia, y no hay derecho a modificarlo.
Carlos Tomás Knott, enero 2016