A Dios Le Interesa Hacernos Justos
A. W. Tozer
A. W. Tozer
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tit. 3:5).
Se ha levantado toda una nueva generación de cristianos que creen que es posible “aceptar” a Cristo sin renunciar al mundo.
Pero, ¿qué dice el Espíritu Santo? “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4). Y “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Jn. 2:15).
Esto no requiere comentario, sino obediencia.
Es un error pensar que podemos experimentar la justificación sin la transformación. La justificación y la regeneración no son iguales; y pueden ser separados en el pensamiento teológico, ¡pero nunca pueden ser separados en la experiencia del creyente auténtico!
Cuando Dios declara justa a una persona, instantáneamente comienza a obrar para que sea justa en la práctica.
El error común hoy en día es que no esperamos que un hombre convertido sea un hombre transformado, y como resultado de ese error nuestras iglesias están llenas de “cristianos” de calidad inferior, es decir, que no dan la talla. Muchos de esos siguen de día en día creyendo que la salvación es posible sin el arrepentimiento, y que pueden hallar algo de valor en la religión sin la justicia.
¡Un avivamiento es, entre otras cosas, un retorno a la creencia de que la fe auténtica produce santidad en el corazón y justicia en la vida!
de su libro, Renewed Day by Day (“Renovado de Día en Día”)
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