Allí está, en medio de la playa. Los que se bañan no lo hacen ni caso. Pocos se preguntan qué hace allí, tan alto, encima de unos pilones de tamaño de palos de linea telefónica, que empiezan a torcerse bajo el peso de sus enormes paredes de cemento de dos metros de ancho.
El bunker fue construido en la playa de Cape May (el Cabo de Mayo), al sur de la costa de Nueva Jersey, en 1942, cuando los submarinos alemanas amenazaban la costa oriental de los Estados Unidos. Cuando se construyó, estaba a doscientos setenta metros del agua, y al nivel de la playa entonces. Los pilones fueron estuvieron metidos debajo de la tierra para darle estabilidad, pero nunca con la intención de soportar todo el peso de aquella estructura de cemento.
Con el paso de los años, la erosión ha comido la playa, dejando aquel bunker masivo expuesto sobre los pilones, en el aire, encima de la playa. Uno puede imaginarse el choque que les haría a los que diseñaron y ocuparon el bunker al principio, si lo visitasen hoy. Sólo hay un pequeño letrero que presenta un dibujo de su diseño original y explica cómo llegar a estar tan alto en el aire por encima de la playa.
Contemplando aquella vista extraña, no podía por menos que pensar en muchas de las “asambleas de los hermanos” en nuestros tiempos. Fueron edificadas sobre fundamentos espirituales sólidos hace muchos años, pero hoy están débiles y a punto de caer.
Como el bunker, muchas asambleas han experimentado la erosión de su fundamento. Por años se ha descuidado la enseñanza de las verdades fundamentales de las Escrituras acerca de la Persona y la obra del Señor Jesucristo, la “salvación tan grande” de Dios, la asamblea local, el sacerdocio de todos los creyentes, las dispensaciones y la esperanza bienaventurada y celestial de la Iglesia. La enseñanza acerca de la santificación ha sido reemplazada por afirmaciones de que la gracia nos libra de las “tradiciones” del pasado. Esto ha conducido a una forma poco precisa y nada acertada de pensar en la vida y la operación de la asamblea. Muchos llamados creyentes ya no soportan la sana doctrina (2 Ti. 4:3). Buscan los tonos más suaves de la psicología y la sociología, en lugar de lo espiritual. Como resultado, los siguientes generaciones no tienen una comprensión de las verdades fundamentales, ni convicciones acerca de estas verdades, y se han deslizado del fundamento que fue puesto al principio (He. 2:1).
Ahora la arena ha desaparecido en la erosión de sermones de temas “relevantes”, programas de música, programas sociales y la psicología, dejando a las asambleas sin fundamento sólido. Probablemente nadie se daba cuenta de día en día de la erosión de los 270 metros de playa que hubo en el año 1942 entre el bunker y el agua. Así también muchas asambleas han experimentado la erosión de sus fundamentos, pero no se han dado cuenta de día en día.
Viendo la erosión que han hecho “la iluminación”, “el progreso”, y “los cambios”, debemos volver a poner el fundamento (Is. 28:16). Necesitamos volvernos a la Palabra de Dios y comenzar de nuevo a enseñar regular y sistemáticamente las verdades fundamentales. ¡Que el Señor nos dé la fuerza y valentía para hacerlo (Mt. 7:24).
Steve Hulshizer, autor del libro: Obediencia: La Clave para Nuestros Problemas
artículo tomada de la revista Milk & Honey (“Leche y Miel”), Octubre, 2000. Traducido con permiso
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