lunes, 13 de julio de 2009

LA POLITICA

William MacDonald

Pensemos ahora en el mundo de la política. Con frecuencia escuchamos a algunos repetir cual loros este su refrán gastado: “Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombre buenos no hagan nada”. El problema es que es su refrán es una opinión mundana, no una revelación divina. A menudo se suele recordar que José, Moisés y Daniel estaban involucrados en la política. En realidad, José y Daniel eran siervos civiles, no hombres que ocupasen el poder. Y Moisés era una espina clavada en el costado de la institución política de Egipto.
¿Qué dice el testimonio de la Escritura al respecto?
El Señor Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían” (Jn. 18:36).
Pablo dijo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida” (2 Ti. 2:4).
Juan dijo: “El mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19).
El ejemplo del Señor Jesús es contrario a la participación política. Su relación en cuanto al establecimiento era adversa. Los apóstoles no recurrieron a la política. Sus órdenes consistían en ir por todo el mundo y predicar el evangelio.
La ciudadanía principal del cristiano es celestial (Fil. 3:20). Su deber para con el gobierno terrenal es pagar, orar y obedecer. No se involucra en movimientos políticos.
El propósito de Dios en la actualidad no es una reforma política, sino tomar de entre las naciones un pueblo para Su Nombre (Hch. 15:14). La pregunta es, ¿vamos a seguir Su plan?
El problema básico del mundo es el pecado, y tan sólo el evangelio tiene poder eficaz para tratarlo. El método que Dios emplea es espiritual: el nuevo nacimiento.
La política es corrupta por naturaleza. Si participo, colaboro, le entrego un voto de confianza, y tal confianza es completamente injustificada. Ya lleva cientos de años intentando demostrar su eficacia, ¿y cuál ha sido el resultado?
El registro de los cristianos que se han involucrado en la política no es nada bueno. Sufren una pérdida de poder espiritual. William Kelly dijo: “Cuando los cristianos se enredan con el gobierno del mundo, tan sólo logran deshonrar para el nombre de Cristo y vergüenza para sí mismos. Ahora son llamados a sufrir con Cristo; después reinarán con Él. Ni aun Él ha tomado todavía Su gran poder para reinar”.
Todavía no ha llegado el tiempo en que los creyentes hayan de reinar. Será cuando Cristo vuelva como Rey de reyes y Señor de señores. Pablo corrigió a los corintios por comportarse como si ya estuviesen reinando. Él mismo deseaba que estuviesen reinando ya, para poder él también, junto con los demás apóstoles, reinar con ellos. Pero mientras que los corintios estaban, de modo figurado, coronados y sentados en el anfiteatro, los apóstoles eran como hombres en la arena, condenados a muerte, un espectáculo al mundo, y considerados como la escoria del mundo (1 Co. 4:8-13).
Es falsa la esperanza de pensar que las condiciones de este mundo se van a arreglar o mejorar (1 Ti. 4:1-3; 2 Ti. 3:1-5). Tanto la Biblia como las noticias de cada día refutan tal cosa.
El cristiano encuentra poder al separarse del mundo (2 Co. 6:17). Nunca podremos moverlo si nosotros mismos formamos parte de él. Nuestro gran recurso es la oración; podemos conseguir más por medio de la oración que todos los políticos juntos. Podemos ver transformaciones milagrosas en vidas humanas. Por medio de la oración podemos introducir a hombres y mujeres en el reino de Dios. La clave del poder en el mundo ya obra en nuestro poder. ¿Por qué trocar esto por un sistema político arruinado?
de su libro: MUNDOS OPUESTOS

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