jueves, 6 de noviembre de 2008

Enseñanza de William MacDonald sobre la Psicología


LA PSICOLOGICAZIÓN DE LA IGLESIA


Uno de los fenómenos de la era en que vivimos es la manera en que la iglesia ha sido infiltrada por la psicología secular. En contradicción a 2 Timoteo 3:16, 17, la Biblia ya no es considerada como suficiente como base para aconsejar. Necesitamos psicoterapia. Ya no se confía en el Espíritu Santo para que produzca los necesarios cambios en las vidas de los creyentes. Los ancianos ya no son competentes para orientar. Tienen que enviar a su gente a un terapeuta profesional. Esto a pesar del hecho de que Dios nos ha dado en la Palabra y mediante el Espíritu todo lo necesario para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3).
Durante generaciones, los cristianos llevaron sus problemas al Se or en oración. Ahora han de llevarlos a un psiquiatra o a un psicólogo. A los jóvenes ya no se les apremia a que prediquen la Palabra. Ahora el lema es "Practicad la orientación psicológica".
La orientación profesional ha llegado a ser una vaca sagrada hasta tal punto que alguien saldrá inevitablemente en su defensa. ¿Qué es lo que está tan mal con ella? Daré a continuación once puntos por los que está mal.
1. La atención de la persona es dirigida al yo en lugar de a Cristo. Este es un fallo fatal. No hay victoria en el yo. El autoexamen no es una cura. Lo buenos marineros no echan el ancla dentro del barco. Necesitamos a Alguien mayor que nosotros mismos, y este Alguien es Cristo. Más tarde o más temprano debemos darnos cuenta de que nuestra ocupación con Cristo es el camino a la victoria en la vida cristiana (2 Corintios 3:18).
Ibsen, el dramaturgo noruego, cuenta acerca de una visita que hizo Peter Gynt a un hospital psiquiátrico. Toda la gente parecía normal. Nadie parecía loco. Hablaban muy razonablemente acerca de sus planes. Cuando Peter le mencionó esto a un médico, éste le dijo: "Están locos. He de admitir que hablan de manera muy racional, pero todo es acerca de ellos mismos. Están, de hecho, muy inteligentemente absorbidos en su yo. Es el yo —mañana, mediodía y noche. No podemos apartarnos del yo aquí. Lo arrastramos con nosotros, incluso en nuestros sueños. Ah, sí, joven, hablamos de manera racional, pero estamos bien locos".
2. La psicología moderna se basa en sabiduría humana, no divina. Es la opinión de los hombres en lugar de la autorizada Palabra de Dios. La variedad de opiniones humanas se ve en el hecho de que hay más de 250 sistemas de psicoterapia y más de 10.000 técnicas (incluyendo una para ayudar a tus animales domésticos), y cada una de ellas pretende la superioridad sobre las demás.
Dice Don Hillis: "Esta tendencia conlleva al menos un elemento de peligro: el razonamiento humano toma el puesto de la Palabra de Dios para la resolución de los problemas emocionales y espirituales. Las respuestas racionales ... que no estén basadas en principios espirituales pueden dar un alivio temporal, pero a su vez pueden resultar desilusionantes y perjudiciales."

3. Muchos, y probablemente la mayoría, de los problemas por los que la gente busca consejo tienen su causa en el pecado —matrimonios rotos, familias rotas, conflictos interpersonales, ansiedad, drogas, alcohol, y algunas formas de depresión. Para estos problemas no necesitamos el diván, sino la Cruz. Sólo el Salvador nos puede decir: "Tus pecados te son perdonados; ve en paz".
4. La orientación moderna se dedica a la desviación de la culpa. Al pecado se le llama enfermedad. O está causada por el ambiente de una persona. Se les echa a los padres la culpa por la conducta inaceptable de los hijos. Como resultado, se libera a la gente de la responsabilidad personal. John MacArthur habla de una mujer que dijo que tuvo un problema durante años con fornicación compulsiva: "El consultor sugirió que su conducta era el resultado de unas heridas recibidas de un padre pasivo y de una madre imperiosa".
Henry Sloane Coffin valoró la situación de manera penetrante: "La actual psicología añade ... coartadas morales. Los hombres y las mujeres se hacen analizar, y encuentran emancipación en el destierro de los feos nombres que una religión vigorosa daba a los pecados, y en la asignación de nombres sin sugerencia de culpa. Son mal ajustados o introvertidos, en lugar de faltos de honradez o egoístas. Un padre de edad madura se cansa de su mujer y se enreda con una mujer que tiene la mitad de su edad, y un terapeuta le dice que está sufriendo de un "espasmo de re-adolescencia", cuando se le debería confrontar con el mandamiento: "no adulterarás".
5. La psicoterapia obra de manera directamente contraria al Espíritu Santo al enfatizar la importancia de una buena auto-imagen, de un caso sano de auto-estima. El Espíritu Santo está tratando de llevar a los pecadores a la convicción del pecado, y llevarlos al arrepentimiento. Está tratando de restaurar a creyentes desviados y llevarlos a la confesión. Cualquier auto-estima que no esté basada en el perdón de los pecados y en la posición del hombre en Cristo es falsa hasta la médula.
6. Luego tenemos, naturalmente, la faceta financiera. James Montgomery Boice comenta: "De modo que en nuestros tiempos tenemos el fenómeno singular de gente que paga a otras personas para que les escuchen, que es de lo que tratan las profesiones de psiquiatría, psicología y consejería. La consejería es un negocio millonario en dólares. Pero la realidad es que en la inmensa mayoría de los casos no se trata de que los consejeros orienten o aconsejen a sus consultantes. Básicamente, todo lo que hacen es escuchar. Se les paga para hacer lo que en tiempos pasados otras personas hacían voluntariamente".
Cuando una señora se quejó de que en veinte años de acudir a un psicólogo no había recibido ayuda, una amiga le preguntó:
-- "¿Has ido alguna vez a la iglesia en busca de ayuda?"
-- "No, lo único que la iglesia quiere es tu dinero."
-- "¿Cuánto le has pagado al psicólogo?"
-- "Le he pagado 60 dólares a la semana durante estos veinte años, y esto con un salario mensual de 2400 dólares."
Sesenta dólares por semana ascienden a 240 dólares al mes. La décima parte de sus ingresos. Estaba pagándole el diezmo a su consejero, pero no estaba dispuesta a diezmar para la iglesia. Y admitió que no había mejorado nada por ello.
Otra mujer objetó a lo que llamaba el doble estándar de su analista. "Durante seis años fui a ver a mi analista cinco veces a la semana y me privé de muchos de los pequeños extras de la vida, como vestidos bonitos y vacaciones, para poder pagarlo. Pero cuando enfermaba y perdía una sesión, pasaba algo extraño. Mi analista insistía en que mi enfermedad era una especie de venganza psicosomática —que estaba subconscientemente resistiéndome al tratamiento. Naturalmente, siempre tenía que pagar. Pero cuando se iba para su acostumbrada vacación de un mes entero en agosto, dejándome a la deriva, sola y llena de pánico con muchos conflictos sin resolver, se suponía que yo tenía que entender cómo sus vacaciones no interrumpían el análisis".
Rollo May, una voz líder en la profesión desde sus comienzos a principios de la década de 1950, lamentaba que la psicoterapia hubiera sucumbido al afán de lucro y a las "añagazas". "La psicoterapia", dice él, "se ha convertido en un negocio donde tienes clientes y ganas dinero". Muchos que practican esta profesión afirman que para ser eficaz, el tratamiento debe constituir un sacrificio económico para el "paciente". Éste no lo respetaría si fuera una ganga. No hay para extrañarse de los chistes que hace la gente: Un neurótico es uno que construye castillos en el aire. Un psicótico es quien vive en ellos. Un terapeuta es el que cobra el alquiler.
7. A veces los hay que pagan una pequeña fortuna para ser analizados cuando lo que necesitan es un médico normal. Durante dos años de orientación, un autor se quejaba de que cuando trataba de leer se le nublaba la vista. El terapeuta le contestó que "la incapacidad para concentrarse era un síndrome típico en personas con ansiedades flotantes". Encontrando difícil ganar dinero suficiente para pagar al psicólogo, el consultante se fue a ver un oculista. Éste le sugirió que un par de gafas graduadas le curarían el síndrome. Se lo curaron.
8. Los consejeros cristianos pretenden refundir las mejores percepciones de hombres no regenerados como Freud, Rogers, Maslow y Jung con enseñanzas de la Biblia. Es una unión impía. En un congreso sobre consejería cristiana en 1988, Jay Adams dijo: "Con todo mi corazón os apremio a abandonar la tarea infructífera a la que he aludido: el intento de integrar el paganismo y la verdad bíblica... Pensad en los millones de horas, y en que más de una generación de vidas ya han sido gastadas en esta tarea sin esperanza. ¿Por qué no hay resultados discernibles? Porque sencillamente no es factible... El aconsejamiento tiene que ver con cambiar a la gente. Y ya sabéis, esto es cosa de Dios".
9. Ni siquiera en la mayor parte de la práctica del aconsejamiento cristiano se acepta la oración como "técnica" viable. Como mucho, se tolera. En el peor de los casos se descuida. Pocos terapeutas cristianos pasan un tiempo significativo orando con sus consultantes.
¿Hemos de creer que la oración tiene sólo una importancia marginal para contender con los problemas de la vida? ¿Acaso hemos estado equivocados todos estos años al creer que si cumplimos las condiciones de Dios, Él dará respuesta a nuestras oraciones?
10. En muchas iglesias, el ministerio es psicología con un ligero barniz de fraseología bíblica. La gente va a buscar pan, y recibe una piedra.
11. Para decirlo sin ambages, la psicoterapia no ha resultado eminentemente eficaz, y en muchos casos ha sido da ina.
En a ños recientes, algunos valientes autores cristianos han levantado señales de alarma acerca de toda el área de la consejería psicológica. Por ejemplo:

Capacitado para Orientar, por J. E. Adams (1970).
Psychology as Religion: The Cult of Self Worship [La Psicología como Religión: la secta de la adoración del yo], por Paul C. Vitz (1977).
The Psychological Way/The Spiritual Way [La vía psicológica/la vía espiritual], por Martin y Deidre Bobgan (1979).
Psychological Seduction [Seducción psicológica], por W. K. Kilpatrick (1983).
La seducción de la cristiandad, por David Hunt y T. A. McMahon (1985).
Psycoheresy [Psicoherejía], por Martin y Deidre Bobgan (1987).
Beyond Seduction [Más allá de la seducción], por David Hunt (1987).
Prophets of Psychoheresy [Profetas de la psicoherejía], por Martin y Deidre Bobgan.
Los opositores o bien han echado los libros a un lado con un ademán de desdén, o bien han acusado a sus autores de provocadores de divisiones y una multitud de otros males.
Sin embargo, tienen que enfrentarse ahora con el hecho de que profesionales no cristianos en este campo están publicando graves dudas y desilusión en cuanto a la psicoterapia. Unos pocos ejemplos son:

The Myth of Psychotherapy [El mito de la psicoterapia], por el doctor Thomas Szasz (1978).
The Shrinking of America [Psicoanalización y encogimiento de América], por Bernie Zilbergeld (1983).
Against Therapy: Emotional Tyranny and the Myth of Psychological Healing [Contra la Terapia: Tiranía Emocional y el Mito de la Sanidad Psicológica], por Jeffrey Masson (1988).

El doctor Szasz, profesor de psiquiatría en la Universidad Estatal de Nueva York, ha sido un crítico vocal durante años. Ha llamado a la psiquiatría una pseudo-ciencia, como la astrología y la alquimia. Afirma que el concepto de enfermedad mental es un mito, una cómoda etiqueta adoptada para disfrazar y hacer con ello más aceptable la amarga píldora del conflicto moral en las relaciones humanas. Insiste él en que ninguna forma de conducta anormal es una enfermedad, y que por tanto el tratamiento de las mismas no entra dentro del campo de la medicina.
Va aún más lejos. Dice que quizá la mayoría de las técnicas psicoterapéuticas son dañinas para los pretendidos pacientes. "Todas estas intervenciones y propuestas deberían por tanto ser consideradas como dañinas hasta que no se demuestre lo contrario".
Zilbergeld dice que por lo general es tan útil para un consultante hablar con un lego como con un profesional.
Jeffrey Masson es graduado del Instituto Psicoanalítico de Toronto y miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Tuvo el cargo de Director de Proyectos de los Archivos de Sigmund Freud. En el prefacio de Against Therapy [Contra la terapia], escribe: "Éste es un libro acerca de por qué creo que la psicoterapia, de cualquier tipo, es un error. Aunque critico a muchos terapeutas y terapias de manera individual, mi objetivo principal es destacar que el mismo concepto de psicoterapia es un error".
El doctor Hans J. Eysenck, profesor de psicología en la Universidad de Londres, descubrió que entre el 66 y el 77 por ciento de los "pacientes" neuróticos se recuperarán o mejorarán en gran parte con o sin psicoterapia. La mejora es espontánea.
O. Hobart Mowrer, profesor de psicología en la Universidad de Illinois, dijo: "Al ir desgranando el reloj de la historia las décadas de este siglo, hemos descubierto gradualmente que el gran postulado de Freud, esto es, que toda nuestra conducta puede ser achacada a otros y que la meta de la vida no es actuar moralmente, sino liberarnos de la culpa, nos ha hecho caer de la sartén al fuego".
La pretensión de que la psicoterapia tiene una gran proporción de éxitos no está basada en hechos. En el estudio de Cambridge-Somerville, delincuentes juveniles potenciales que recibieron orientación psicológica resultaron peores que el grupo de control que no había recibido orientación.
También se debería observar que en la psicoterapia se da un efecto psicosomático o de placebo. "Una intensa expectativa de mejora, alimentada por la promesa del terapeuta de que puede tratar con el problema de manera eficaz, lleva a una sensación de buenos resultados y de ecomio entusiasta, aunque no hay un cambio real".

Así que, ¿cuál es la conclusión? La conclusión es que "un gran movimiento revolucionario que prometía explicar en términos científicos todas las enfermedades neuróticas y curar muchas de ellas" ha fracasado en su intento. Y en tanto que muchos profesionales seculares están admitiendo que hay una práctica inexistencia de éxitos dramáticos y de curaciones, la iglesia evangélica se está apiñando más y más en torno a la psicoterapia en lugar de en torno a la Biblia como la panacea para las tensiones, ansiedades y otros problemas.
Citando de nuevo a Don Hillis: "Quizá sea ya el momento para que la iglesia haga un cierto examen de conciencia acerca del hecho de que personas religiosas estén volviéndose más a los psicólogos y psiquiatras que a la iglesia en busca de ayuda. Quizá alguien debería inquietarse cuando la juventud evangélica piensa que puede hacer más por la humanidad como psicólogos y psiquiatras que como pastores y evangelistas. Quizá un examen renovado del Libro revelará una psicología espiritual que proveerá respuestas espirituales a las necesidades emocionales y mentales del pueblo de Dios".
Hay lugar para la orientación, pero ha de ser orientación bíblica. No debe desplazar la Biblia, ni al Espíritu Santo ni la oración. No debe proveer excusas para el pecado ni aligerar a las personas de su responsabilidad personal.

Para más artículos analíticos sobre la psicología y la psiquiatría:
http://www.sedin.org/spanind.htm
http://www.psychoheresy-aware.org/
www.telefonica.net/web/familiaknott/Articulos.htm - "alerta sobre la psicoherejía"

jueves, 31 de julio de 2008

LLAMADO AL DISCIPULADO VERDADERO

Enseñanza de William MacDonald
Sobre El Discipulado


El hombre moderno ha desarrollado el arte peligroso de tomar las enseñanzas del Jesús, y sacarlas de su verdadero sentido. En lugar de entenderle literalmente, inventamos setenta y dos razones teológicas para que el texto no pueda significar lo que dice. Resulta que hoy en día hay una inmensa diferencia entre el cristianismo que vemos y el del Nuevo Testamento. Hoy por hoy, ser un cristiano significa asistir a unas reuniones los domingos, poner un poco de dinero en la ofrenda, y dar al Señor un poco del tiempo libre que tenemos, de vez en cuando... muy “equilibrados”, que en este caso quiere decir, neutralizados. ¿Es éste el verdadero cristianismo del Neuvo Testamento? ¡No! El verdadero cristianismo es una vida de discipulado radical, de servicio sacrificial, de compromiso total al Hijo de Dios. Significa buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia (Mt. 6:33), porque para esto vivimos, no es un acesorio en la vida del discípulo del Señor.
A. W. Tozer, en su libro: Nacido Después De Medianoche, dijo: “Cristo insiste en que los hombres tomen sus cruces y le sigan; nosotros les llamamos a divertirse en Su nombre. Él les llama a negar al mundo; nosotros les aseguramos que el mundo es su galardón. Él les llama a sufrir penalidades; nosotros les llamamos a disfrutar todas las comididades que profee la civilización moderna. Él les llama a la auto-negación y la muerte; y nosotros les ofrecemos ser populares y tener reconocimiento en el mundo, prolongar sus vidas; aun pueden ser “estrellitas” en algún teatro religioso. Él les llama a la santidad; nosotros les llamamos a pasarlo bien, a divertirse, a una felicidad baja, barata y frágil, tan pobre que hubiera sido rechazada rotundamente por el menor de los filósofos estóicos”.
Y en esta linea de pensamiento, pregunto: ¿qué diremos de los que pretender evangelizar con payasos, títires, disfraces de conejos, etc.? ¿Por qué los profetas y apóstoles nunca hiceron tales cosas?
En su libro: Este Increíble Cristiano, Tozer dijo: “Nuestro Señor llamó a los hombres a que le siguiesen, pero nunca hizo al camino parecer fácil. De hecho, al leer el Nuevo Testamento, uno tiene la impresión de que lo puso bastante difícil. A veces dijo cosas a los discípulos o a discípulos potenciales, que hoy en día nosotros expresamente evitamos repetir cuando evangelizamos. ¿Cuál es el evangelista que hoy diría a una persona interesada en el cristianismo: “si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”? ¿Y no damos muchas vueltas para exlicar cuando alguien nos preguunta qué quiso decir el Señor cuando dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra”. Este tipo de cristianismo tan robusto, tan vigoroso, es dejado para algún misionero o quizás algún creyente que vive detrás de un de las “cortinas” represivas. Las masas de los que profesan ser cristianos hoy en día, francamente no tienen la fuerza moral para caminar una senda tan dura, tan decidida y final como ésta. El ambiente moral no favorece una fe tan duradera como la del Señor y Sus discípulos. Los santos delicados, blandengues y quebradizos que se producen en nuestros invernaderos religiosos no son comparables con los creyentes tan comprometidos y dedicados que testificaron al mundo de entonces. Y la culpa la tienen nuestros líderes [realmente la compartimos todos los que tenemos una Biblia para leer y seguir], porque son tan tímidos o mundanos que no nos dicen toda la verdad. Ahora piden a las congregaciones que den a Dios lo que no les cuesta nada. Nuestras iglesias están llenas, o media llenas, de una clase de cristiano que tenemos que alimentar con un régimen de diversión para que mantenga su interés y siga asistiendo. Sobre teología saben poco, y casi nadie ha leído siquiera uno de los libros clásicos del cristianismo. Más bien conocen a la ficción religiosa y las películas sensacionales. No es extraño, entonces, que su carácter sea tan frágil. Solamente podemos decir sobre tales personas que son los débiles y cuestionables adheridos a una fe que nunca han llegado a comprender”.
Hermanos y amigos, el Señor Jesucristo busca hoy a los que quieren aceptar de manera literal Sus enseñanzas y obedecerlas, aun cuando no vean a nadie más haciéndolo. Busca a hombres y a mujeres, a jóvenes y ancianos:
· Que están cansados de vivir vidas de egoísmo y comodidad.
· Que están cansados de la rutina religiosa sin vida, sin poder, sin eficaciad.
· Que se dan cuenta de que las cosas materiales no llenan, no traen la verdadera felicidad.
· Que ven que estamos aquí para algo más importante que acumular cosas.
· No somos maniquís que estrenan ropa de la última moda
· No somos animales domesticados cuya vida es comer y dormir
· No somos reyes ni playboys que viven en lujo, juegan y se divierten
El Señor busca a discípulos que odian la tiranía del desfile de las modas, el mundo culinario, el rollo de la vida social y la secta que hace culto al cuerpo hermoso. Él busca a personas que estan decididas a encontrar la realidad de la vida cristiana. Con vergüenza muchas veces hemos tenido que reconoce que en su día los comunistas dieron más para que prosperara su causa, que los llamados cristianos hacen para la fe verdadera. Es verdad en las sectas a veces también, que los suyos trabajan y se esfuerzan mucho más a favor de sus errores que nosotros hacemos para propagar la verdad.
Muchas personas están dispuestas a hacer para causas políticas y sociales más de lo que hacen para propagar el evangelio. Piensan que es más importante pintar el Titanic que meter a la gente en las barcas de rescate.
Resumiendo: hay un Señor divino, sabio, bueno, todopoderoso, un maestro sublime, pero ¿dónde están Sus discípulos verdaderos? Hay una vida de discipulado, toda una dimensión de vida distinta, en el mismo planeta, pero con otros propósitos y prioridades, comprometida, gozosa, eficaz, real. ¿Pero quién la quiere vivir? ¿Alguien se apunta?

(de notas copiosas tomadas en repetidas ocasiones durante años bajo la instrucción de William MacDonald)

EL ADIVINO


Un amigo mío viajaba en tren. Cinco de las nueve personas en el vagón comenzaron a jugar a las cartas con una baraja francesa/americana. Invitaron a los demás a unirse a ellos y jugar, pero todos rehusaron. Vieron a mi amigo mirando y le dijeron: “Usted sabe jugar. Venga y juegue”.
“Sí, una vez sabía cómo jugar, pero hace muchos”, respondió. Pensando que podrían ganar su dinero, siguieron animándolo hasta que al final dijo: “No puedo jugar, pero puedo decirles su futuro”. Intrigados por esta oferta, le animaron a hacerlo. “Si en verdad lo desean, pero les advierto que puede que no sea muy agradable”. Insistieron, así que él dijo: “Denme el cinco de picas”. Se la dieron. “Necesitaré una cosa más, si no les importa”. Al preguntarle qué era, la respuesta fue: “una Biblia”, pero dijeron que no tenían ninguna. “No, pero en el pasado cada uno de ustedes la tenía”, dijo el adivino, “y de haber seguido sus preceptos, no serían lo que hoy son. Pero tengo una conmigo”. Al sacar la Biblia de su bolsillo, sintió que ellos hubiesen estado más contentos si él hubiera sacado una pistola.
El adivino comenzó: “¿Ven las dos picas de arriba en esta carta? Ellas representan sus dos ojos. La del medio representa su boca, y estas otras dos de abajo representan sus rodillas. Ahora bien, en Apocalipsis 1:7 leemos: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Aquí habla de Jesús, que una vez estuvo rojo con Su sangre derramada por pecadores como ustedes y yo. Los ojos son los ojos de ustedes, que le verán cuando estén delante de Él para ser juzgados. Éste es el futuro de sus ojos”. Entonces, continuó: “Respecto a su boca y sus rodillas, leemos: ‘para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre’
Ellos ya habían oído más de lo que querían, pero él continuó: “Ésta sólo es la primera lectura de esta carta. Ahora la segunda: Estas cinco picas representan cinco palas que puede que dentro de poco caven los fosos de ustedes cinco pecadores. Entonces sus almas estarán en el infierno clamando en agonía con gran añoranza de una sola gota de agua.
Después de una pausa en silencio, dijo: “Yo sin duda era peor que todos ustedes, y ustedes se escaparán de esta terrible fortuna si hacen lo que yo hice. Con los ojos vi que Jesucristo había muerto en una cruz por mí, llevando mi condenación. Mi lengua le confesó como Señor, y mis rodillas se doblaron a Él en humilde sumisión. Si hacen esto, puedo predecirles lo contrario de todo lo que he dicho anteriormente”. Entonces, el tren paró y aquellos cinco hombres salieron corriendo como si estuviera ardiendo el vagón.
Años después, mi amigo fue saludado por alguien que le deseó “buenas noches”. “Son buenas noches si usted tiene todos sus pecados perdonados”, él respondió.
“Me alegro de ver que usted todavía adivina el futuro”, dijo el extraño. Mi amigo le aseguró de que él no hacía nada así, pero el hombre insistió. “Usted me dijo el futuro hace más de diez años”, y le recordó aquel viaje en tren.
“¡Ah! Recuerdo” dijo. “¿Le dije la verdad?” El hombre le dijo que tres palas ya habían cavado tres fosos de los cinco, y que el cuarto hombre estaba ansioso de ser salvo de la fortuna que le había sido declarada. Curioso, mi amigo pregunto: “¿Y usted?”
“Cuando usted nos encontró, mi madre acabó de morir. Las últimas palabras que ella me dijo eran éstas: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Cuando usted citó estas mismas palabras, no me lo podía creer. Intenté ahogarlas con bebida, pero continuamente escuchaba: ‘todo ojo le verá’. Un día paré en la calle para escuchar a algunos que cantaban, y uno de ellos se puso a predicar, diciendo: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Fue más de lo que podía soportar. Aquella noche mis ojos vieron a Jesucristo como mi Salvador, entonces doblé mis rodillas en sumisión a Él y con mi lengua le confesé como mi Señor.
(Filipenses 2:10-11). – W.L.

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10,13).

jueves, 22 de mayo de 2008

Mensaje Australiano A Los Musulmanes

SYDNEY, dic 28 '07 (Sun Times) - El primer ministro australiano, John Howard, dijo el miércoles a los musulmanes que quieran vivir bajo la Sharia islámica que se marchen de Australia, en momentos en que el gobierno se encuentra aislando a posibles grupos radicales que podrían lanzar ataques terroristas contra el pueblo de esa isla-continente en un futuro.

Asimismo, Howard despertó la furia de algunos musulmanes australianos cuando dijo que le ha dado todo su apoyo a las agencias de contrainteligencia australianas para espiar a las mezquitas que hay en la nación.

'Los que tienen que adaptarse al llegar a un nuevo país son los inmigrantes, no los australianos', expresó con firmeza el mandatario. 'Y si no les gusta, que se vayan. Estoy harto de que esta nación siempre se esté preocupando de no ofender a otras culturas o a otros individuos. Desde el ataque terrorista en Bali, hemos experimentado un incremento de patriotismo entre los australianos'.

'Nuestra cultura se ha desarrollado sobre siglos de luchas, pruebas y victorias de millones de hombres y mujeres que vinieron aquí en busca de libertad', agregó Howard. - 'Aquí hablamos inglés fundamentalmente', dijo el primer ministro en un momento de su enérgico discurso. 'No hablamos árabe, chino, español, ruso, japonés ni ninguna otra lengua. Por lo tanto, si los inmigrantes quieren convertirse en parte de esta sociedad, ¡que aprendan nuestro idioma!'

El mandatario continuó diciendo que la mayoría de los australianos son cristianos. 'Esto no es un ala política ni un juego político. Se trata de una verdad, de hombres y mujeres cristianos que fundaron esta nación basados en principios cristianos, lo cual está bien documentado en todos nuestros libros. Por lo tanto, es completamente adecuado demostrar nuestra fe cristiana en las paredes de las escuelas. Si Cristo les ofende, entonces le sugiero que busquen otra parte del mundo para vivir, porque Dios y Jesucristo son parte de nuestra cultura'.

'Toleraremos vuestras creencias, pero tienen que aceptar las nuestras para poder vivir en armonía y paz junto a nosotros', advirtió Howard. 'Este es nuestro país, nuestra patria, y estas son nuestras costumbres y estilo de vida. Permitiremos a todos que disfruten de lo nuestro, pero cuando dejen de quejarse, de lloriquear y de protestar contra nuestra bandera, nuestro compromiso nacionalista, nuestras creencias cristianas o nuestro modo de vida. Les recomiendo encarecidamente que aprovechen la gran oportunidad de libertad que tienen en Australia. ¡Aquí tienen el derecho de irse a donde más les convenga!'

'A quienes no les guste cómo vivimos los australianos', prosiguió Howard. 'Tienen la libertad de marcharse. Nosotros no los obligamos a venir. Ustedes pidieron emigrar aquí, así que ya es hora de que acepten al país que los aceptó'.

----- Mensaje reenviado ---- De: P. Neuhaus
Me ha parecido muy interesante, y más en estos tiempos que corren. [http://mail.yimg.com/us.yimg.com/i/mesg/tsmileys2/47.gif]

sábado, 3 de mayo de 2008

CRISTIANO, SÉ EJEMPLO

Por H. A. IRONSIDE

“Cuando edifiques una casa, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno. No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña. No ararás con buey y con asno juntamente. No vestirás ropa de lana y lino juntamente. Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras....”—Dt. 22:8-12.

“Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul”
—Nm. 15:37-38.

El Apóstol Pablo nos puso ejemplo de sacar lecciones espirituales de algunas de estas normas del Antiguo Testamento, las cuales quizá no consideremos tan importantes en nuestro día.

Cuando él habla del apoyo de los obreros cristianos, va a Deuteronomio para encontrar un texto, y selecciona uno que quizá nosotros pensemos que no tiene ninguna aplicación real con el tema que estamos tratando—efectivamente, un texto muy peculiar: “No pondrás bozal al buey cuando trillare” (Dt. 25:4).

Naturalmente, puede que preguntemos: ¿Qué tiene que ver esto con la cuestión del apoyo de un obrero del Evangelio? Pero Pablo lo usa, no para enseñar consideración por las criaturas que se esfuerzan con tanta paciencia en servir al hombre, aunque esto lo enfatiza claramente la Escritura, sino más bien para mostrarnos nuestra responsabilidad de cuidar de las necesidades temporales de los obreros espirituales para que tengan libertad llevando a cabo su labor sin ansiedad por las cosas terrenales.

En Proverbios leemos:“El justo cuida de la vida de su bestia; Mas el corazón de los impíos es cruel” (Pr. 12:5).

Un hombre que se convirtió dio su testimonio respecto a esto en una reunión pública. Cuando terminó, su mujer se levantó y dijo: “Amigos, si cualquiera de los presentes duda del testimonio de mi marido, debe venir a nuestra granja. Antes de convertirse, cada vaca, cada caballo, y cada perro, huían de él, por ser tan vicioso y por pegarles tan cruelmente; ahora, todos los animales corren a él”. Toda la actitud del hombre hacia las criaturas de la granja cambió.

Pero el Apóstol Pablo dice que esto no sólo se escribió para los bueyes, sino para nuestro beneficio. El buey que trilla es una ilustración hermosa del siervo de Cristo —“trillando” la verdad que alimenta el alma, la Palabra de Dios, para poder pasárnosla a nosotros.

Ahora imagínate al buey trillando y sirviéndose sobre la marcha de un poquito para sí mismo de vez en cuando. Dios dice que los que predican el Evangelio deberían vivir del Evangelio.

Muchas iglesias olvidan esto. Se contentan con tener siervos de Cristo que les ministren la Palabra de Dios de año en año, y no se dan cuenta en lo más mínimo de sus necesidades. Son como el diácono que oró: “Señor, bendice a nuestro pastor; consérvale humilde, y nosotros le conservaremos pobre”.

El uso que el apóstol da a este texto sugiere muchos textos que se aplican a condiciones pasadas, que, después de todo, contienen sugerencias escondidas para nosotros.

SWORD of the LORD (“Espada del Señor”), 19 de abril de 1996, traducido por Carlos Tomás Knott.

lunes, 11 de febrero de 2008

VERDADEROS DISCÍPULOS

“discípulo,-a. (Del latín “discípulus”, de “díscere”, aprender.) El que *aprende, con respecto a la persona que le enseña, al centro de enseñanza donde aprende o al maestro o escuela de donde toma sus doctrinas...” MARÍA MOLINER, DICCIONARIO DE USO DEL ESPAÑOL, 1987, EDITORIAL GREDOS.

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.” JESUCRISTO: EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN. 8:31

El Señor Jesucristo no buscaba “decisiones”, sino discípulos, y no son iguales. En Mateo 28:19-20 el Señor envió a Sus apóstoles con estas instrucciones: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones...”. No decía: “fundad organizaciones, escuelas y misiones”, ni: “haced grandes campañas y llenad los estadios” ni: “recoged decisiones”, sino: “haced discípulos”. ¿Y cómo es un discípulo verdadero del Señor Jesucristo? No valdrá contestar con palabras como “Yo creo que...” o “Para mí...”, ni nada semejante, porque no es relativo. No es cuestión de opiniones, matices ni puntos de vista, porque alguien ya habló definitivamente sobre este tema – el Maestro – el Señor Jesucristo.
Jesucristo describe y define lo que quiere ver en los verdaderos discípulos varias veces en el Nuevo Testamento, y una de ellas es Mateo 28:20, en la Gran Comisión, cuando el Señor dice: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. No: “enseñándoles todas las cosas”, ni: “enseñándoles que sepan todas las cosas”, ni tampoco: “enseñándoles que hablen acerca de todas las cosas”. Todo eso sería inadecuado ante la demanda del Maestro: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Dice “que guarden”, y la diferencia es mucha. Verás. Ahora uno puede ser un buen evangélico, normal y corriente, si “sabe” o “habla” un poco acerca de las cosas del Señor. Pero no es posible ser un discípulo así. ¿Por qué? Porque los discípulos guardan la palabra de Maestro. Guardan “todas las cosas” como el Señor indica en el versículo 20. De eso no hay rebajas, y no hay que matizarlo buscando otro sentido. Son los términos del Señor para Sus discípulos.
¿No lo dice también el Señor en Juan 8? El versículo 30 dice: “Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.” ¿Qué eran esas personas? ¿Creyentes? ¿Evangélicos? ¿Discípulos? Sigue leyendo y veremos cómo en Señor les habló a esas personas “creyentes”. El versículo 31 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. Tanto aquí como en Mateo 28:20, está clarolo que el Señor quiere: no un “creer” ligero o emocional, no un evangelio “light” o “descafeinado” que no compromete a los que profesan creer. Al contrario, el Señor quiere y busca verdaderos discípulos. ¿Esos son la élite dentro del cristianismo? No, no puede ser, porque el Señor los llama verdaderos discípulos. Si son los verdaderos, luego ¿qué son los demás que profesan pero no permanecen en Su palabra? Falsos discípulos.
A un verdadero discípulo le importan mucho las palabras y las enseñanzas del Señor, más que las palabras y tradiciones de los hombres, y precisamente por eso él es un discípulo, y no solamente uno que ha estado cerca, que ha oído... etc. El discípulo es el que aprende y sigue, el que “guarda todas las cosas” que el Señor mandó. El verdadero discípulo permanece en la Palabra del Señor, aunque otros la abandonen o la tuerzan “para su propia perdición” (2 P. 3:16). Y un verdadero discípulo hace todo eso porque ama al Señor, y porque es motivado por Su gracia para vivir así. No es tanto un amor emocional, sino un amor obediente. Es un amor que nos motiva, nos constriñe a vivir para Él y poner Su Palabra antes que la nuestra. ¡Cómo lo sabe el Señor! En Juan 14:15 Él dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Empleando estos términos, ¿le amamos? En Juan 14:21 insiste otra vez: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama...”, y por tercera vez en Juan 14:23. En Juan 14:24, por si todavía no estamos en la onda, repite: “El que no me ama, no guarda mis palabras”. No se manifiesta ese amor gritando “¿Cuántos aman a Dios?, ¿Cuántos dicen Aleluya?”, “¡Un aplauso para Dios!” o cosas por el estilo... El amor no es levantar las manos carismáticamente, ni bailar una charanga cristiana, sino obedecer la Palabra del Señor. Una mujer evangélica me dijo: “El amor es todo”, pero después ella abandonó la iglesia. Será que estaba hablando del amor propio, me imagino. En cambio, el verdadero discípulo está siendo diariamente librado del amor propio, y en lugar de ese amor bajo y carnal, ama al Señor y guarda la Palabra, deseando agradarle en todo. Amigo lector, ¿qué tal tu amor?
Entonces, lo que somos y lo que deseamos conseguir influye mucho en el estado espiritual de las iglesias hoy. ¿Qué somos, los que meramente asisten, o somos “decisiones”, o “evangélicos”, o discípulos? ¿Qué seguimos, la moda, la corriente o la Palabra? ¿Nos ponemos al día o nos ponemos bajo la Palabra? ¿Hacemos particiones en la Palabra con astutos argumentos culturales, o buscamos guardarla toda? ¿Permanecemos en ella, o vamos cediendo, aflojando y encontrando dificultad diciendo “amén” a predicaciones que hace diez años o más hubiésemos apoyado cien por cien? El Señor Jesucristo quiere verdaderos discípulos.
¿Y qué clase de iglesias producimos? Ah, aquí se nos verá el plumero si hay diferencia entre lo que profesamos y lo que somos, porque produciremos según lo que somos. El Señor Jesucristo, en Lucas 6:40, dijo: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro”. Podríamos decir de forma más castiza: “de tal palo tal astilla”. En las iglesias, y en las vidas de los miembros de las iglesias, es donde se ve qué somos y qué creemos. Porque uno no puede producir en otro lo que uno no es, ni guiar a otros a ir donde él no ha ido. Entonces, medido así, ¿qué somos? Mira en el espejo de las congregaciones. ¡Cómo son? ¿Con qué nos damos por satisfechos? ¿Locales llenos de gente que asiste y participa en los programas sociales y religiosos, congregaciones de personas a las cuales nos referimos como “decisiones”, o discípulos del Señor Jesucristo? ¿Cuál es la meta, llenar locales, tener más que otros grupos, ser populares, bien considerados, respetados en el mundo, o hacer discípulos como manda el Señor? Llenar locales es más fácil que hacer discípulos? ¿Cómo son las congregaciones? ¿Siguen al Señor, o sólo le cantan algo bonito los domingos? ¿Son buenos evangélicos, conversantes en todo, “equilibrados” y moderados en todo, o son discípulos que están comprometidos por amor a una vida de obediencia – a aprender del Señor Jesucristo y seguirle, a permanecer en la Palabra del Señor? Porque después viene una pregunta del Señor y Maestro, y es una de Sus preguntas más embarazosas: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” La vida cristiana no es una película, ni un concierto, ni un partido de fútbol en una “liga evangélica”. Es conocer, amar, confiar en, aprender de y seguir a Cristo.
Por muchas vueltas o explicaciones que den, los que no siguen, y no guardan Su Palabra, no son Sus discípulos y no le aman, aunque les parezca que sí. El Señor es quien lo define, y lo ha puesto claro. Él Señor Jesucristo todavía busca y quiere verdaderos discípulos. Ahora bien, yo no soy un discípulo perfecto, pero el Señor no pide discípulos perfectos, sino discípulos verdaderos. Quiero ser uno. ¿Y tú?

Carlos Tomás Knott

Consejos para Padres:


“Conquista la Voluntad del Niño”

por Susanna Wesley, madre de John y Charles Wesley

Para formar la mente de los niños, la primera cosa que hacer es conquistar su voluntad y traerlos a una disposición obediente. Informar el entendimiento es un trabajo que requiere su tiempo, y con niños debe proceder lenta y gradualmente según puedan soportarlo. Pero la sujeción de la voluntad es algo que debe hacerse en seguida, y cuanto antes, mejor. Porque si descuidamos la corrección a tiempo, ellos contraerán una terquedad y obstinación que después a penas serán conquistadas, y nunca sin usar tal severidad que sería tan dolorosa a mí como al niño. En la estimación del mundo pasan por benignos e indulgentes aquellos a quienes yo llamo padres crueles, que permiten que sus hijos formen hábitos los cuales ellos saben que después tendrán que ser quebrantados. Además, algunos son tan neciamente dispuestos como para enseñar en broma a sus hijos a hacer cosas que más tarde los castigarán severamente si los hacen.
Cuando un niño es corregido, debe ser conquistado; y esto no será demasiado difícil si no se ha vuelto cabezón debido a demasiada permisividad. Y cuando la voluntad del niño es totalmente sojuzgada, y traída a reverenciar y respetar a sus padres, entonces muchas tonterías de niños y inadvertencias pueden ser evitadas. Algunas deberían ser pasadas por alto sin echarles cuenta, y otras reprendidas suavemente, pero ninguna transgresión voluntariosa debe serles perdonado a los niños sin castigo, más o menos según la naturaleza y circunstancias de la ofensa.
Insisto en conquistar siempre la voluntad de los niños, porque es el único fundamento fuerte y razonable de una educación religiosa, y sin esto tanto precepto como ejemplo serán ineficaces. Pero cuando sea bien hecho, entonces el niño es capaz de ser gobernado por la razón y piedad de sus padres hasta que su propia comprensión llegue a madurez y los principios de la religión se hayan arraigado en su mente.
Aún no puedo despedir este tema. Debido a que la voluntad propia es la raíz de todo pecado y miseria, cualquier cosa que favorezca o nutra esta voluntad en los niños asegura su mal estar y falta de piedad en el futuro. Lo que sirva para parar y hacer morir la voluntad propia también promueve su futura alegría y piedad. Esto está todavía más claro si consideramos además que la religión no es otra cosa que hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. El gran impedimento singular a nuestra felicidad temporal y eterna es esta voluntad propia, así que ninguna indulgencia de ella puede ser trivial, y ninguna negación de ella carece de beneficio. El cielo y el infierno dependen sólo de esto. Por esto, el padre o la madre que estudia sojuzgarla en sus hijos colabora con Dios en la renovación y salvación de un alma. El padre que trata con permisividad e indulgencia a sus hijos hace el trabajo del diablo, hace impracticable la religión, inaccesible la salvación, y hace todo lo posible para condenar a sus hijos, alma y cuerpo, para siempre.
_______________________________

Susanna Wesley tuvo 19 hijos, de los cuales son Juan y Carlos a quienes conocemos como predicadores del evangelio y compositores de himnos. Ella escribió estas y muchas otras instrucciones a su hijo Juan y aparecen en el libro The Journal of John Wesley (“El Jornal de John Wesley”), Moody Press.

viernes, 1 de febrero de 2008


EL PECADO DE CHISMEAR
por William MacDonald

El siguiente artículo apareció en un periódico llamado Atlanta Journal (“Diario de Atlanta”):


Soy más mortal que la bala de un cañón. Gano sin matar. Derrumbo casas, quebranto corazones y destruyo vidas. Viajo sobra las alas del viento. Ninguna inocencia tiene fuerza para intimidarme, ninguna pureza puede pararme. No tengo en consideración la verdad, ni respecto la justicia, ni tengo misericordia de los indefensos. Mis víctimas son tan numerosas como la arena del mar, y muchas veces son inocentes. Nunca olvido y muy pocas veces perdono. Mi nombre es “Chisme”.

Quizás Santiago pensaba especialmente en el pecado de chismear cuando escribió esto: “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (Stg. 3:2).
Pero chismear es tan fácil y natural, y dejar de hacerlo es muy difícil. ¿Qué es chismear? William R. Marshall dice que es el arte de decir todo y dejar la impresión de que no ha dicho nada. Bill Gothard dice que es compartir información con alguien que ni es parte del problema ni parte de la solución. Podemos expandir la definición diciendo que es hablar de forma derogatoria acerca de alguien que no está presente. El chisme pone a su víctima en una luz desfavorable; dice cosas que no son benignas, ni edificantes ni necesarias. Es hablar mal de una persona detrás de sus espaldas en lugar de confrontarle cara a cara. Es una forma de asesinar el carácter.
El escritor de Proverbios lo expresó bien: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Pr. 18:21). La Biblia habla duramente de esta práctica: “No andarás chismeando entre tu pueblo” (Lev. 19:16a). “El que anda en chismes descubre el secreto; mas el de espíritu fiel lo guarda todo” (Pr. 11:13). “El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua” (Pr. 20:19). “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos” (Pr. 16:28). “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas” (Pr. 18:8). “Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda” (Pr. 26:20).
En Romanos 1:30 Pablo apunta a los chismosos (“murmuradores, detractores”) y los coloca con los homicidas y las personas inmorales.
A veces intentamos camuflar el chismeo bajo pretensión de compartir algo como motivo de oración. “Sólo menciono esto para que puedas orar. ¿Sabías que....?” O pensamos que evitamos la ofensa si lo decimos en confianza (“confidencialmente”). Lo siguiente es a menudo el resultado.
Dos mujeres hablaban en Brooklyn.
- Pili me dijo que le dijiste el secreto que te dije no decirle.
- ¡Qué mala! Le dije a Pili que no te dijera que te lo había dicho.
- Pues, le dije que no te diría que ella me lo dijo, así que no le digas que te lo he dicho.

En su libro: Seasons of Life (“Las Estaciones de la Vida”), Charles Swindoll trata a los que trafican en rumores, que es otra faceta de los chismosos. He aquí su comentario:

“Los que se alimentan de rumores son almas pequeñas y sospechosas. Se satisfacen traficando en callejones oscuros, sueltan bombas sutiles, encienden la mecha de la sugestión y luego explotan en las mentes de otros. Su consuelo la hallan en ser “sólo un canal inocente” de la información incierta...ellos nunca son la fuente. Sus frases favoritas son: “se oye decir”, “¿has oído?” y “alguien me ha dicho que...”, y estas frases sirven de escudo para el repartidor de rumores.
“¿Oíste que la ‘Iglesia de tal calle’ está a punto de dividirse?”
“Alguien me ha dicho que Fernando y Flor se divorcian... se
cuenta que ella le fue infiel”.
“Dicen que sus padres tienen mucho dinero”.
“¿Oíste que el Pastor Elfinstonski fue despedido de su
iglesia de antes?”
“Me dijeron que su hijo es un drogadicto... fue detenido hurtando algo de una tienda”.
“Alguien dijo que ellos tuvieron que casarse”.
“Se oye decir que él bebe demasiado”.
“He escuchado que a ella le gusta provocar a los hombres...ten cuidado con ella”.
“Dicen que él sólo llegó a ser jefe a base de sobornos y malas jugadas”.
“Varias personas están preocupadas, porque dicen que no se pueden fiar de él”.

Charles Swindoll, Growing Strong in the Seasons of Life (“Fortaleciéndose en las Estaciones de la Vida”), Portland, OR: Multnomah Press, 1983, pags. 105-106

Todos sabemos como los chismes y los rumores crecen viajando de una persona a otra. Cada uno añade un toque negativo hasta que la versión final no se parece mucho al original.
Puede que alguien objete diciendo que Pablo habló críticamente acerca de Himeneo y Alejandro (1 Ti. 1:19-20); sobre Figelo y Hermógenes (2 Ti. 1:15), y Alejandro el calderero (2 Ti. 4:14). Y Juan no se cortó al hablar de Diótrefes (3 Jn. 9-10). Este testimonio es verdadero. Pero el propósito era advertir a los creyentes acerca de estos hombres, no atacarlos calumniosamente.
A veces los líderes necesitan hablar entre sí (no a otros ni recibir quejas o críticas) acerca de ciertas personas en su, cuando se trata de disciplina o corrección. Pero esto es con la intención de ayudar a las personas, no difamarlas ni despreciarlas. Esto no es lo mismo que chismear.
Hay ciertos pasos positivos que podemos tomar para tratar a los chismosos. Primero, podemos insistir que identifiquen sus fuentes. Pablo nos puso ejemplo en 1 Corintios 1:11, “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas”.
Segundo, podemos pedir permiso para citar al chismoso por nombre a la persona sobre la cual él habla. “¿Te importaría si le dijera lo que acabas de decir acerca de él?” — “¡Oh, horrores, no hagas esto! Sería el fin de nuestra amistad”.
O podríamos rehusar escuchar las historias y comentarios del chismoso. Podemos efectuar esto diciéndole cortésmente que preferimos no escucharlo, o quizás podríamos dirigir la conversación a temas más edificantes. “Si nadie escuchara al chismoso, no podría contar nada. Haz sordos a los oyentes y harás mudo al chismoso” (William R. Marshall). Un proverbio turco nos recuerda: “El que te cuenta chismes, chismeará a otros acerca de ti”.
En conclusión permíteme citar a un escritor desconocido que se expresa bien sobre este asunto. Me gustaría haber escrito esto:

“¿Qué debe hacer el cristiano con su lengua? Debe controlarla, nunca buscando dominar una conversación. Debe enseñarla a decir menos de lo que podría. Nunca debe usarla para decir mentiras, media-mentiras, cosas con malicia, indirectas, sarcasmos, palabras sucias o conversación hueca y vana. Siempre debe usarla cuando las circunstancias reclaman un testimonio, una confesión o una palabra de ánimo o consuelo. Si es una de aquellas personas extrañas que tienen dificultad para decir “gracias”, debe enseñar a su lengua a decir esta palabra, y abatir el orgullo vicioso que le impide”.

William MacDonald, de su libro The Disciple’s Manual
- traducido por Carlos Tomás Knott

sábado, 19 de enero de 2008


¿QUIÉN ES EL BUEN SAMARITANO EN LA PARÁBOLA DE CRISTO?

Una de las parábolas mejores conocidas del Señor Jesús es la del buen samaritano en Lucas 10:29-37. Parece ser una historia sencilla que alaba las virtudes de desviarse para ayudar a los necesitados y afligidos, y la responsabilidad que tiene toda persona piadosa de hacer así. Ninguna persona moral o religiosa tendría argumento con esto. Sin embargo, teológicamente nosotros los evangélicos se separaran de los de posición más liberal, porque vemos más que esto en esta parábola.
Una parábola es una historia terrenal con un significado celestial, y el significado que uno saca de ella depende de la identificación que hace con los personajes de la historia. El que es de teología liberal no tarda en identificarse con el samaritano que atendió al pobre hombre que los ladrones habían atacado y dejado por muerto, mientras que el sacerdote y el levita pasaron de largo. “El significado de esta parábola está justo en la superficie, fácil de ver”, diría él – “debemos ayudar a los necesitados”.
Hasta allí los evangélicos estaríamos de acuerdo, pero vemos también un significado más profundo en esta historia – otra identificación que debe hacerse. Recuerda cuán despreciados los samaritanos eran a los ojos de los judíos a los cuales Cristo refirió la parábola. A ellos les gustaba humillar al Señor Jesús llamándole “samaritano” (Jn. 8:48). Entonces, respondiendo a la pregunta de un abogado judío acerca de quién era su prójimo, Cristo puso delante suyo en parábola a un samaritano como ejemplo. Hacía más que meramente ilustrar lo que es ser buen vecino. Estaba humildemente aceptando su derogación de Él como samaritano. Y les declaraba Su propósito en venir: salvar a pecadores arruinados en el camino de la vida por Satanás y sus emisarios, tal como el pobre hombre en la parábola había sido atacado por ladrones.
Pero si queremos ver al Señor Jesús como el buen samaritano, es necesario identificarnos a nosotros mismos, no con el héroe de la parábola sino con la víctima desgraciada. Estábamos perdidos. Como el hombre en la parábola, teníamos nuestras espaldas a Jerusalén – la ciudad cuyo nombre significa “fundamento de paz” – y estábamos de camino a Jericó – la ciudad de maldición (Jos. 6:26). Al llegar al fin predecible de semejante viaje y descenso, este hermoso “Vecino” nuestro, mediante Su muerte por nosotros en la cruz del Calvario, vino a nosotros en nuestra condición desesperada. Ungiéndonos con aceite, lo cual frecuentemente en las Escrituras es figura del Espíritu Santo, y avivando nuestro espíritu que perecía con el vino de Su gozo, Él nos llevó al mesón – una figura de Su iglesia – donde recibiríamos el cuidado necesario.
“Sabemos que no somos perfectos”, diría el teólogo liberal en respuesta a esta interpretación de la parábola, “pero no es un poco extremo pedir que nos identifiquemos con un hombre que fue dejado para morir? ¿No debe la religión ser una fuerza elevadora en la vida de la gente? No debemos apelar a la dignidad humana y animar al lado bueno de la naturaleza humana en lugar de descender a una preocupación malsana con el pecado y fracaso?”
No es la preocupación con el pecado, sino una preocupación con la santidad de Dios que nos conduce a ver el pecado como la primera cosa que hay que tratar antes de considerar los aspectos “más positivos” del cristianismo. A nosotros no nos parece coherente con el carácter de Dios el pensar que Él pase por alto ni el más pequeño pecado, ni pensar que Él esté satisfecho con lo mejor que Sus criaturas caídas pueden hacer. Por esto enfatizamos la cruz de Cristo en nuestras predicaciones. En la cruz no vemos a un mártir sufriendo porque no le entendieron, sino a un Salvador enviado al mundo por un Dios de amor para verter Su sangre preciosa en expiación de los pecados de los que depositan su confianza en Él.
No cabe duda, por supuesto, que Cristo esperaba que el abogado y nosotros también nos identificáramos con el samaritano. Él dio la parábola en respuesta a la pregunta que el abogado le había hecho cuando intentaba justificarse a sí mismo: “¿Y quién es mi prójimo?” Obviamente, su vecino no era el sacerdote ni el levita que pasaron de largo sin ayudar, sino el samaritano que le mostró misericordia. El Señor dijo al hombre: “Ve y haz tú lo mismo” (v. 37), y lo dice también a nosotros. Pero el individuo no está preparado para responder a este encargo hasta que la cuestión de su pecado haya sido tratada decisiva e inequivocablemente. Una vez que hayamos experimentado los tratos misericordiosos de este Vecino celestial, estamos preparados para ser también buenos vecinos. Una vez que hayamos conocido la misericordia, estamos preparados para mostrar misericordia. El evangelio tiene que ver con misericordia y gracia, las cuales la raza humana, moribunda, necesita urgentemente. La religión y la ley, representadas en la parábola por el sacerdote y el levita, pueden decir a los hombres lo que deben y no deben hacer. Pero cuando encuentran a un moribundo, por mucho que sientan compasión, no pueden hacer nada más sino pasar de largo.
¿Quién fue el buen samaritano en la parábola del Señor Jesús? ¡Él mismo! Y si somos imitadores de Él, nosotros también podemos serlo.

Norman Roberts, dic. 2007, traducido por Carlos Tomás Knott

martes, 1 de enero de 2008

SER ENTERAMENTE DEL SEÑOR

Ser enteramente del SEÑOR. ––> Carta Nº 66 del 22 de enero de 1736 de Gerhard Tersteegen

Perderse en el SEÑOR con fe y amor es el beneficio más grande que se puede obtener, y la llave a esta intimidad nos está ofrecida en Cristo Jesús. Si las almas tan sólo fuesen aptas para soltar las amarras y entregarse a Dios sin reservas, no quedaría ya nada por añadir de nuestra parte. Pero por lo general, en esta gracia no se llega a entrar; pocas son las ocasiones en las que se encuentra a alguien que se disponga a alcanzar este bendito estado.

Toda gracia proviene de la intervención benevolente de Dios. Con su guía misteriosa "obliga" al alma que ama, pero que aún le resiste, ocasionándole privaciones desde dentro y desde fuera. Es parecido a alguien que está en peligro de ahogarse en aguas profundas que trata de aferrarse a cualquier objeto que encuentra a su alcance aunque fuese sólo un pedazo de madera, esperando de él que le mantenga con vida. Pero los que buscan así salvarse se perderán. Ahora, perder el alma en las aguas profundas que Dios envía es precisamente la perdición que trae la salvación que buscamos, la que trae reposo y espacio abierto para nuestro espíritu. Es el peso del amor de Dios la que trae angustia al corazón que le resiste. Pero rendido una vez, el mismo peso nos hace andar en su camino y nos lleva al lugar donde debemos estar.

No le privemos, pues, lo que le pertenece al SEÑOR, sino que le entreguemos todo. Solamente Dios nos es suficiente. Él nos ha de poseer como propiedad suya, integramente suya, y nos guía únicamente según su voluntad. Debe ocurrir que cada vez menos nuestras acciones e ideas se mezclen con su bendita obra. ¡Aprendamos más bien a esperar en silencio, consintiendo con ojos cerrados, y seguirle con sencillez adonde Él nos quiere guiar!

Desde el fondo corrompido de nuestro ser "sube" lo puramente propio que trata de condicionar todos nuestros movimientos, los asuntos interiores como los exteriores. Pero sólo Dios es capaz de localizar este mal, para purificarnos de ello. Lo suele hacer con privaciones, despojándonos de esto y de aquello con el fin de hacernos pobres en espíritu, y pobres en cuanto nos rodea para que, no teniendo ya nada en el corazón, encontremos el deleite sólo en Él. A su tiempo nos será devuelto todo, aunque de modo diferente si permanecemos en Él, disfrutando de la libertad del Espíritu, siendo Dios en nosotros el verdadero y único tesoro. Las almas se ocasionan en vano miles de tormentos por no unirse a la voluntad divina. Se teme demasiado el despojo del alma, cosa que más nos beneficiaría en el crecimiento y la santificación. Demasiado tiempo hemos vivido para nosotros mismos. Que el SEÑOR nos conceda que a partir de ahora sólo estemos delante de Él en la pureza que demanda su divino llamado. Él es muy fiel, y Él lo hará en nosotros –pobres gusanos– para la gloria eterna de su Nombre sublime. - Amén, Jesús. – Α-Ω

Del libro "Geistliche Briefe, 5. Teil" (Cartas espirituales, Tomo 5); traducc. P. Neuhaus; editorial: Rolf Wolters Christlicher Schriftenversand, Walzbachtal, Alemania.