"Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos" (Sal. 116:15). Buena noticia para el hermano William MacDonald, y triste para nosotros, por cierto, es que ayer, el 25 de diciembre a las 9:20 horas de la noche, hora California, el hermano partió de este mundo para entrar en la presencia del Señor. Sus riñones habían fallado hacía menos de un día, y su partida fue rápida. En noviembre de este año, el Señor me concedió en Su sabiduría y misericordia otra oportunidad para visitarle en California, y pasamos gran parte de un día juntos, disfrutando la comunión y trabajando en su comentario sobre el libro de Proverbios. Andaba lentamente, con dificultad, y me daba la impresión de que podía caerse en cualquier momento. Expresé mi preocupación por él ya que todavía vivía solo en su piso al cual tenía que subir escaleras para llegar. Me dijo: "Carlos, ¡la vejez no es para los débiles! Cuando llegue mi tiempo, espero y pido al Señor que me lleve rápidamente". No sabía entonces que iba a ser nuestra última visita en este mundo, pero ahora me alegro y doy gracias a Dios por arreglar aquella visita. Poco tiempo después, él se cayó otra vez y comenzó a empeorarse de salud. Después de dos operaciones y una estancia en el hospital, siempre cuidado de buenos hermanos y amigos, y testificando él a todos, el Señor le llamó a Su presencia, rápidamente, así como él deseó. Como el apóstol Pablo dijo: “morir es ganancia”. ¡Nadie lo sabe mejor que el hermano William!
William MacDonald nació el 7 de enero, 1917, en los EE. UU. y poco después su familia se trasladó a la Isla de Lewis, en Escocia. Con sólo 5 años de edad padecía de difteria y estaba a punto de morir cuando un pariente entró en su casa y dio los 3 últimos versículos del Salmo 91 a su madre como indicación del Señor que el niño iba a vivir, conocer al Señor y gozar de larga vida y bendición. Así fue, efectivamente. Su ministerio es conocido en todo el mundo, y sus libros y comentarios han sido traducidos a muchísimos idiomas y pueden ser hallados casi en todo el mundo. Nada de esto jamás le afectó malamente, pues siempre era amable, afable, humilde, y no le gustaba ser el centro de atención. Siempre procuraba servir y atender a los demás. Nunca se quejaba de sus molestias aunque tenía muchas, ni hablaba de sí mismo ni de sus logros. Cuando estabas con él, te hacía ver que él tenía el privilegio de estar contigo como si fueras la persona más importante. Cuando en presencia suya alguien criticaba a terceros, él solía parar a la tal persona y decir: "Tengo una norma de no escuchar críticas acerca de personas que no están presentes".
El hermano amaba al Señor Jesucristo y hablaba de Cristo y de las Escrituras. Estar con él era recibir una lección en la práctica de la vida piadosa, pero de una forma natural, sin aires ni afectaciones. Era un hombre de oración, y practicaba lo que dice el himno acerca de llevar todo al Señor en oración. No importaba si era la compra de zapatos o la búsqueda de un lugar para reunirse la iglesia, él creía y decía muchas veces que todos los detalles de la vida del creyente son importantes para Dios, y que Dios tiene interés en las cosas de nuestra vida cotidiana. También practicaba la oración espontánea, y más de una vez tuve que darme prisa para arrodillarme a su lado en su casa cuando él espontáneamente se arrodillaba y comenzaba a orar y poner un asunto delante del Señor. Además de maestro dotadísimo de la Palabra de Dios, enseñaba con su ejemplo. Estar con él era ver una persona que dentro de lo humanamente posible vivía lo que dice la Palabra. También era un buen amigo, como dice Proverbios 17:17 "En todo tiempo ama el amigo", y son muy pocos los amigos como él. Le conocí en persona por primera vez en septiembre del 1980 y pasé más de seis años en su presencia y bajo su tutela, hasta mayo del 1986 cuando partimos para España. El Señor le usó para hablarme y guiar mi vida y ministerio, algo como usó a Elías con Eliseo, aunque no pretendo ser igual a ellos ni mucho menos. Y nuestra amistad se mantuvo a lo largo de los años, aunque estuvimos separados por miles de kilómetros, estando él en California y yo en España. Nuestros hijos siempre le han conocido como “Uncle Bill” (“tío William”), aunque los de ellos que nacieron en España nunca le vieron. Cuando él y yo nos volvíamos a ver, siempre era como simplemente reanudar una conversación, sin haberse enfriado la amistad. Alguien dijo que las distancias y el tiempo no afectan las verdaderas amistades, y tales amigos no necesitan contacto constante para mantenerse. Así fue con él, aunque seguramente el beneficiado era yo, ¡no él!
¿Quién no echará de menos a un amigo y ejemplo así? Nos gustaría que se quedara aún entre nosotros para seguir enseñándonos la Palabra y animándo nos con su ejemplo y su amistad. Pero el tiempo llegó para que él partiera, y Dios sabe mejor que nosotros qué hacer con Sus siervos. Y aunque ellos partan para estar con el Señor, el Señor no nos deja abandonados ni sin amigos en este mundo. Consideremos las palabras de Deuteronomio 31:8, cuando al partir de este mundo, Moisés dijo a Josué: "él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará". Moisés quitó los pensamientos de Josué de sobre él y los puso sobre Dios. Los hombres piadosos llegan a su "puesta de sol" y se van a su recompensa, pero Dios siempre está con nosotros y no nos desamparará. Entonces, pongamos los ojos sobre el Eterno, deseemos y cultivemos la amistad con Él, la práctica de Su presencia, escuchemos y recibamos Sus consejos y andemos fielmente con Él como el hermano William MacDonald y tantos otros han hecho. Entonces conoceremos la comunión y la bendición del Señor, y quizá Él usará nuestras vidas para tocar también a otras, para Su gloria. Un día nos reuniremos en la gloria con el Señor y todos los santos, y reanudaremos la comunión con hermanos como William que llegaron antes a la gloria. Hasta entonces, vivamos para el Señor quien nos salvó a precio de sangre, y glorifiquémosle como otros de Sus siervos han hecho. Sus ejemplos, sus enseñanzas y consejos tenemos, y la misma Palabra de Dios que ellos creyeron y obedecieron. Sigamos en sus pisadas hasta que el Señor venga. Y "ven pronto, Señor Jesús". Amén.
Carlos Tomás Knott, 26 diciembre, 2007
"La memoria del justo será bendita" Proverbios 10:7
Salmo 116:15 “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”.
“Es verdad en cuanto a todos los santos: su muerte es preciosa a nuestro Dios porque significa que ellos están con Él en la gloria”. Wm. MacDonald, Comentario Bíblico, CLIE
2 Timoteo 4:6-8 “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.
“El tiempo de mi partida es inminente. La palabra griega analusis (literalmente, “desligamiento arriba”, de donde proviene el término castellano “análisis”) que utiliza Pablo para describir su partida es sumamente expresiva, dando al menos cuatro diferentes ilustraciones gráficas: (1) Una palabra de marinos, empleada de levar las anclas de una nave para darse a la vela. (2) Una palabra de arador, denotando el “desuncimiento” de una yunta de animales fatigados después de un duro día de trabajo. (3) Una expresión de viajero, sugiriendo la acción de “desmontar” la tienda, en preparación para reanudar la marcha. (4) Era un término de filósofo, significando la “solución” (análisis) de un problema. Aquí vemos de nuevo la riqueza de la imaginería que emplea el gran apóstol”. Wm. MacDonald, Comentario Bíblico, CLIE
Filipenses 1:21-23 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
1:21 “Aquí, en pocas palabras, tenemos la filosofía de la vida que tenía Pablo. No vivía para el dinero, la fama o el placer. El objeto de su vida era amar, adorar y servir al Señor Jesús. Quería que su vida fuese como la vida de Cristo. Quería que el Salvador viviese Su vida por medio de él.
Y el morir es ganancia. Morir es estar con Cristo y ser como Él para siempre. Es servirle con un corazón limpio y con pies que jamás se extravíen. Por lo general, no pensamos en la muerte como una de nuestras ganancias. Triste es decirlo, la perspectiva en la actualidad parece ser que “vivir es ganancia terrenal, y morir sería el final de la ganancia”. Pero, dice Jowett: “Para el apóstol Pablo, la muerte no era un tenebroso tránsito, en el que todos nuestros tesoros se pudren en una rápida corrupción; era un lugar de una gentil transición, “un camino cubierto que conduce a la luz”.
1:22 Si es la voluntad de Dios que Pablo vaya a vivir en la carne por algo más de tiempo, entonces esto significará en beneficio de la obra. Podría seguir ayudando al pueblo del Señor. Pero era una decisión difícil para él – si ir al Salvador al que amaba, o permanecer en el mundo en el servicio del Señor, a lo que estaba también muy adherido –. No sabía qué escoger.
1:23 Estar apremiado en ambos lados significa tener que tomar una difícil decisión entre dos posibilidades – la de irse al hogar celestial, o la de quedarse en la tierra como apóstol de Cristo Jesús.
Él anhelaba ardientemente partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor. Si sólo consideraba su propio interés, éste era indudablemente la decisión que tomaría. Observemos que Pablo no creía en ninguna teoría del sueño del alma. Creía que el cristiano pasa a estar con Cristo en el momento de la muerte, y que está en el goce consciente de la presencia del Señor. ¡Qué ridículo sería que dijese, como algunos dicen hoy: “Vivir es Cristo; dormir es ganancia”. O, “Partir y dormir es muchísimo mejor”. El “sueño” se usa en el NT del cuerpo del creyente en el tiempo de la muerte (1 Ts. 4:14), nunca de su alma. El sueño del alma es un mito.
Observemos también que la muerte no debe ser confundida con la venida del Salvador. En el tiempo de la muerte vamos a estar con Él. Cuando el Arrebatamiento, Él viene a nosotros”. Wm. MacDonald, Comentario Bíblico, CLIE
Salmo 91: Mi Salmo
En 1922, en las islas Hébridas Occidentales, un niño de cinco años se estaba muriendo de difteria. Una membrana mucosa se estaba formando en su garganta, y su respiración se volvía cada vez más difícil. Su madre cristiana volvió de él el rostro para no ver su último suspiro. En ese mismo momento alguien llamó a la puerta. Era su cuñado del pueblo de al lado. Dijo: “Sólo he venido para decirte que no tienes que preocuparte por el niño. Se recuperará, y un día Dios salvará su alma”. Ella estaba aturdida e incrédula: “¿Qué te hace decir esto?” Entonces él se explicó. Estaba sentado en su casa al lado del hogar, leyendo el Salmo 91, cuando Dios le habló claramente, impresionándole con el texto de los últimos tres versículos:
“Porque en mí ha puesto su amor, Le salvaré y le libraré;
Porque ha conocido mi gran Nombre, En alto le pondré.
Él me llamará y yo le contestaré; Con él aun estaré,
De la angustia le libraré, Y le glorificaré.
De larga vida en su mente Yo le saciaré,
Y también mi salvación, A él le mostraré”.
Salmo 91 en el himnario escocés.
Yo era aquel niño. Dios me libró aquella noche de la muerte; salvó mi alma trece años más tarde, y me ha satisfecho con una vida larga. Así que, comprenderás porqué digo que este es mi salmo. Normalmente añado, con un poco de sentido de humor, que estoy dispuesto a compartirlo con los demás, ¡pero que definitivamente es mi Salmo!
La mayoría de los teólogos no están de acuerdo conmigo. Ellos dicen que el Salmo es mesiánico. Y por supuesto, tienen razón. Su interpretación primaria tiene que ver con nuestro maravilloso Señor Jesucristo. Y vamos a estudiarlo desde esa perspectiva, pero todo el tiempo recordaremos que en un sentido menor, nosotros podemos apropiar los versículos para nosotros.
“Todos los ríos de Tu gracia, reclamo yo,
Sobre cada promesa mi nombre escribo”.
Wm. MacDonald, Comentario Bíblico, CLIE
1 comentario:
Precioso el comentario,es de mucha bendicion en mi vida y en mi ministerio.
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