miércoles, 31 de enero de 2018

El Capitán del Titánic


Edward J. Smith

¿Hubieras preferido ser el capitán del Titánic o uno de los que metían a la gente en las lanchas de socorro?  – ¿Capitán de un enorme fracaso, o humilde socorrista?
    Los que se presentan como candidatos políticos en efecto se ofrecen para capitanear el Titánic. La política es un fracaso, corrupto, carente de Cristo, y conducirá finalmente al anticristo. Dios estableció el gobierno humano, está claro que sí, pero NUNCA aconseja ni manda al creyente a meterse en ello. Todo sistema político pronto se hundirá con la tierra maldita y la necia sabiduría de los hombres. En lugar de buscar la distinción de un puesto gubernamental, u ocuparse con pequeñas "mejorías" para la gente que va rumbo al juicio divino y la perdición eterna, sería infinitamente mejor predicar el evangelio y meter a cuantos podamos en las lanchas de socorro antes de que el barco se se vaya a pique.   Hermanos, seamos sensatos. Cuando venga el Señor Jesucristo, y el juicio caiga sobre el mundo, ¿qué jactancia será decir: "yo fui miembro del congreso" o "...alcalde" o "...presidente" del naufragio? ¡Tome nota todo aspirante político, para que no cometa un error tan nefasto!

jueves, 18 de enero de 2018

La Mujer No Debe Enseñar

reaccione negativamente a un versículo de la Escritura, pero esas reacciones proceden de corazones rebeldes y altivos.
 
"NO PERMITO"  escribe el apóstol Pablo, pero ¿quién le inspiró? ¿Voz de quién es la que mueve a Pablo a escribir inspirado? ¡El Espíritu Santo! Entonces, es DIOS quien no permite que la mujer enseña, ni ejerza dominio sobre el hombres, y la manda guardar silencio. El femenismo no lo acepta, pero la mujer creyente ama al Señor y guarda Su Palabra (Jn. 14:15). Si lo la guarda, no le ama.
Si lo le ama, ¿por qué se llama cristiana?

Mi Reino No Es De Este Mundo


Escribe William MacDonald
18 enero

"Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían..." (Juan 18:36) 

     El hecho de que el Reino de Cristo no es de este mundo debe bastarme para mantenerme alejado de la política del mundo. Si participo en la política, doy un voto de confianza a favor de la capacidad del sistema para resolver los problemas que aquejan al mundo. Pero francamente no abrigo esta confianza, porque sé que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19). La política ha dado muestras de ser singularmente ineficaz al tratar de resolver los problemas de la sociedad. Los remedios de los políticos son como una tirita sobre una llaga supurante; no llegan a la fuente de la infección. Sabemos que el pecado es el problema básico de nuestra sociedad enferma. Cualquier cosa que no trate con el pecado no puede ser tomada en serio como remedio. Se trata de un asunto de prioridades. ¿Debo emplear mi tiempo participando en la política o dedicarlo a extender el evangelio? El Señor Jesús contesta la pregunta con estas palabras: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve y anuncia el reino de Dios” (Lc. 9:60). Nuestra prioridad máxima debe ser dar a conocer a Cristo porque Él es la respuesta a los problemas de este mundo. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Co. 10:4). Si esto es así, nos encontramos ante la tremenda realidad de que es posible darle forma a la historia nacional e internacional con la oración, el ayuno y la Palabra de Dios mucho más de lo que podríamos por medio de la votación. Una figura pública dijo una vez que la política es corrupta por naturaleza y añadió esta palabra de advertencia: “La iglesia no debe olvidar su verdadera función tratando de figurar en un área de los asuntos humanos donde todo lo que conseguiría es ser un pobre competidor... si participa, perderá la pureza de su propósito”. El programa de Dios para esta Era es llamar de entre las naciones a un pueblo para Su Nombre (ver Hch. 15:14). El Señor está resuelto a salvar a muchos de este mundo corrupto en vez de hacer que se sientan a sus anchas en él. Debemos comprometernos a trabajar con Dios en esta gloriosa emancipación. Cuando la gente le preguntaba a Jesús qué debía hacer para poner en práctica las obras de Dios, la respuesta fue que la obra de Dios consistía en hacer que creyeran en Aquél que Él ha enviado (ver Jn. 6:28-29). Ésta, pues, debe ser nuestra misión: llevar a los hombres a la fe, no a las urnas.

de su libro DE DIA EN DIA, Editorial CLIE