por William MacDonald
“Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”.
Éxodo 12.2
Las resoluciones de Año Nuevo suelen ser buenas, pero frágiles, es decir, se rompen fácilmente. Las oraciones de Año Nuevo, en cambio, son mejores porque ascienden al trono de Dios y ponen en movimiento las ruedas de la respuesta. Al llegar al comienzo de otro año, sería bueno hacer nuestras las siguientes peticiones:
· Señor Jesús, hoy me consagro nuevamente a ti. Deseo que tomes mi vida este año nuevo, comenzando ahora, y que la emplees para tu gloria. “Que mi vida entera esté consagrada a ti, Señor”.
· Te ruego que me guardes del pecado, de cualquier cosa que deshonre Tu Nombre.
· Hazme dócil por el Espíritu Santo. Quiero avanzar y crecer en Ti. No permitas que me quede atrapado en un bache ni que me desvíe del camino.
· Que mi lema este año sea: “Es necesario que él crezca, y que yo mengüe”. Toda la gloria sea para Ti, y ayúdame a no tocarla.
· Enséñame a orar y esperar en ti antes de cada decisión. Me aterroriza la idea de apoyarme en mi propia prudencia. “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10.23).
· Muera yo al mundo y aun a la aprobación o censura de los que amo o de mis amigos. Dame el deseo único y puro de hacer las cosas que agradan a Tu corazón. Guárdame de murmurar y criticar a los demás. Más bien ayúdame a hablar cosas edificantes y provechosas.
· Guíame a las almas necesitadas. Sea yo amigo de los pecadores, así como Tú lo eres. Inunda mis ojos de lágrimas de compasión por los que perecen. “Miraré a la multitud como mi Salvador la vio, hasta que mis ojos de lágrimas se llenen. Contemplaré con dolor a las ovejas errantes, y por amor a Él, las amaré”.
· Señor Jesús, no permitas que me vuelva frío, amargado o cínico a pesar de todo lo que pueda pasarme en la vida cristiana.
· Guíame en la administración de mi dinero. Ayúdame a ser buen administrador de todo aquello que me has confiado.
· Ayúdame a recordar momento a momento que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que esta tremenda verdad influya en toda mi conducta.
· Y, Señor Jesús, pido que este sea el año de Tu retorno. Anhelo ver Tu rostro y postrarme a Tus pies en adoración. Durante todo este año, que se mantenga fresca en mi corazón la esperanza bienaventurada. Líbrame de todo lo que pudiera detenerme aquí, y guárdame en la cúspide de la esperanza. “¡Ven, Señor Jesús!”
del libro DE DÍA EN DÍA, CLIE