En el cielo habrá personas de “todo de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5.9), porque, como dijo Jesucristo: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3.16). Pero es igualmente cierto que NO TODOS irán al cielo, sino solo los que arrepentidos confían en el Señor Jesucristo. Solo ellos tendrán vida eterna, “pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3.36). Porque Dios es Santo y Justo, Su morada, el cielo, no es una comunidad tolerante. No habrá diversidad de creencias y prácticas en el cielo.
En el mundo hoy se alaba la tolerancia, y muchos se glorían en su actitud tolerante y permisiva, o dicho de otra manera, no juzgan a los demás. Eso dicen, pero no es cierto, porque si un cristiano predica el evangelio, y hace hincapié en las enseñanzas de la Palabra de Dios, los “tolerantes” no lo toleran, sino lo condenan.
La humanidad debe aprender esto, que Dios es Rey y dueño del cielo, y ese lugar santo no es una comunidad pluralista ni una sociedad diversa. No pienses que como Dios ama a todo el mundo (Juan 3.16), por eso aceptará a todo el mundo. El amor divino provee la manera de ser salvo y perdonado. Hay que arrepentirse y confiar en el Señor Jesucristo, porque no hay otra manera de entrar en el cielo (Hechos 4.12). Por eso, nadie vendrá al Padre sino por Él (Juan 14.6). Es el único camino de salvación.
La única razón por la que Dios “tolera” hoy todo el pecado que hay en el mundo, es porque en Su paciencia está dando oportunidad de salvarse a todo ser humano. “... Es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá...” Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17.31). Entonces terminará el tiempo de Su paciencia, y se manifestará la ira de Dios sobre toda impiedad e injusticia de hombre (Romanos 1.18).
Respecto al cielo, si piensas que entrarás porque Dios es amor, te equivocas y estás en el camino de la perdición. El amor de Dios no es ciego, ni permisivo. Él ama la justicia y aborrece la maldad (Sal. 45.7). Respecto al cielo, Dios declara quiénes entrarán y quiénes no:
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6.9-10).
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5.19-21).
“No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21.27).
“Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22.15).
Dios ha declarado, y Su Palabra es firme, que no entrarán en el cielo las siguientes personas:
· Los injustos
· Los fornicarios
· Los idólatras
· Los adúlteros
· Los afeminados
· Los que se echan con varones
· Los avaros
· Los borrachos
· Los maldicientes
· Los estafadores
· Los que tienen:
· inmundicia
· lascivia
· hechicerías
· enemistades
· pleitos
· celos
· iras
· contiendas
· disensiones
· herejías
· envidias
· homicidios
· orgías
· y cosas semejantes a estas
· Los que hacen abominación
· Los que aman y hacen mentira
La sociedad puede aprobar leyes que legalicen esa clase de cosas, y aun mandar a los hombres a tolerarlas y no hablar mal de ellas. Pero no puede cambiar la verdad de Dios, pues es inmutable como Él. “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos” (Salmo 119.89). “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3.4).
Dios ofrece la salvación a todos, pero hay una condición: FE. Solo salva a los que arrepentidos confían en Jesucristo como su Señor y Salvador. No te equivoques. El cielo no es una comunidad diversa ni tolerante. Habrá personas de diversas razas y tribus y lenguas, y que antes eran de toda clase de pecadores. Pero la gracia de Dios, por la fe en el Señor, han sido lavados, sa
ntificados y “justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6.11). Solo así es posible entrar en el cielo, el monte santo de Dios y la morada eterna de los santos. Sus puertas cerradas a todo pecador no arrepentido.
Entonces no habrá protestas ni denuncias, porque Dios tiene la última palabra, y todo el mundo callará delante de Él. Todo aquel cuyo nombre no es hallado en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 20.15; 21.27), será lanzado al lago de fuego, el tormento eterno.
Amigo, la decisión es tuya. Si crees a Dios, te arrepientes y confíes en el Señor Jesucristo, todos tus pecados serán perdonados, y tendrás del Señor una vida nueva. Solo así podrás entrar en el cielo, porque cierto es que Dios no permitirá a los pecadores en Su presencia.
Carlos Tomás Knott