Ciertamente "amén" es una palabra bíblica, y como tal debe estar en el vocabulario de los creyentes. Pero, ¿qué significa y cómo debe usarse? Primero, no es propiedad de ciertas iglesias que siempre la gritan, ni es algo que decir cada dos por tres en las reuniones.
Lastimosamente en algunas congregaciones las mujeres usan el “amén” para escaparse del mandato del Señor que las mujeres callen en la congregación (1 Co. 14:34), “porque no les es permitido hablar”. Por eso no se debe escuchar la voz de una mujer sola diciendo “Amén”, ni en voz baja, en las reuniones. Las hermanas pueden pensarlo y decirlo en su corazón sin salir del orden divino.
En otras los que presiden la utilizan como animadores para evocar una respuesta vocal de los demás: “¿Amén hermanos?” y así animados, los oyentes responden “¡Amén!”. Otras personas la intercalan constantemente en sus conversaciones, diciendo “Amén” cada dos por tres. ¿Cuál es el significado y uso correcto? Veamos, porque debemos hacer todo para la gloria de Dios.
"Amén" significa literalmente “firme” o “fiel” y de ahí el sentido adquirido, al comienzo de un discurso: “cierto”, “verdad”, y al final: “así es” o “así sea”. El primer uso de “Amén” en la Biblia es asociado con una maldición. Ocurre en Números 5:22, como respuesta de la mujer acusada de infidelidad, cuando el sacerdote la juramenta (vv. 19-22) y anuncia la maldición de Dios sobre ella si ha sido infiel. “Y la mujer dirá: Amén, amén”.
El siguiente uso está en Deuteronomio 27:15-26 donde Dios manda a Israel responder a cada una de las doce maldiciones pronunciadas sobre el monte Ebal. Doce veces leemos: “Y dirá todo el pueblo: Amén”.
Aparece también en 1 Reyes 1:36; 1 Crónicas 16:36; Nehemías 5:13 y 8:6. En esta última cita Esdras bendijo a Dios en oración, y cuando terminó todo el pueblo dijo: “¡Amén! ¡Amén!”
Después de esto aparece cuatro veces en los Salmos. Los Salmos están organizados en cinco “libros” o secciones, quizás correspondiendo a los cinco libros del Pentateuco:
Libro 1: Salmos 1-41 “Amén y amén.” (41:13)
Libro 2: Salmos 42-72 “Amén y Amén.” (72:19)
Libro 3: Salmos 73-89 “Amén, y Amén.” (89:52)
Libro 4: Salmos 90-106 “Amén”. “Aleluya” (106:48)
Libro 5: Salmos107-150 termina solo con “Aleluya”
En el resto del Antiguo Testamento solo se usa dos veces en el libro de Jeremías (11:5 y 28:6), y ninguna vez en los demás profetas.
En el Nuevo Testamento la palabra griega amhvn aparece 127 veces. El Señor la utiliza mucho, primero en Mateo 5:18 donde es traducida “de cierto” para afirmar una declaración, como muchas otras veces en Sus enseñanzas (por ej.: “de cierto, de cierto” en Jn. 1:51; 3:3, 5, 11; 5:19, 24-25; 6:26, etc.). En Mateo 6:13 la usa al final del padrenuestro, para enseñarnos cómo terminar la oración.
Fuera de este uso por el Señor, aparece al final de cada uno de los cuatro Evangelios (Mt. 28:20; Mr. 16:20; Lc. 24:53; Jn. 21:25). Es una afirmación de la veracidad de los Evangelios.
De ahí pasamos a las epístolas y Apocalipsis. Diecinueve epístolas y el libro de Apocalipsis terminan con “Amén”, que es el mismo uso que al final de los cuatro Evangelios.
Observa que no es una palabra que los creyentes van intercalando constantemente en su conversación, sino que se utiliza solo en ciertas ocasiones y con un propósito específico, no como coletilla. Es empleada después de bendecir a Dios o hablar de Sus atributos en Romanos 1:25; 9:5; 11:36; Gálatas 1:5; Filipenses 4:20; 1 Timoteo 1:17 y 6:16; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 13:21; 1 Pedro 4:11 y 5:11 y Apocalipsis 1:6-7.
1 Corintios 14:16 habla de decir “el Amén”, pero no en cualquier momento, sino cuando un hermano termina la oración de bendición o acción de gracias. Se dice como congregación, al final, no cada dos por tres, cuando entiende y está de acuerdo con lo que ha sido dicho en oración. Para esto, hay que prestar atención a las oraciones de los hermanos.
Pablo la utiliza en su oración y deseo para los hermanos en Romanos 15:33, “Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén”. También la usa en Romanos 16:24 de modo similar: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.
En Apocalipsis 5:14 los cuatro seres vivientes dicen “Amén” respondiendo a la bendición del versículo 13. En Apocalipsis 7:11-12 los ángeles, ancianos, y cuatro seres vivientes se postran y dicen “Amén” dos veces, respondiendo a la adoración. En Apocalipsis 19:4 los ancianos y cuatro seres vivientes se postran y adoran a Dios diciendo “¡Amén! ¡Aleluya!”, parecido al Salmo 106:48. En Apocalipsis 22:20 el apóstol Juan responde a las palabras del Señor: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”.
También la palabra “Amén” se usa para referirse al Señor Jesucristo. En Apocalipsis 3:14 Él es “el Amén, el testigo fiel y verdadero”, cuando se dirige a la iglesia en Laodicea. Él es firme, fiel y verdadero. Sostiene a los que confían en Él, y castiga a los que no. Dice 2 Corintios 1:20 que “todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén”, lo cual nos llena de consuelo, esperanza y ánimo. Nuestro Señor cumplirá todas las promesas de Dios. ¡Ninguna faltará! Así es el Amén, el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Hermanos, no es malo decir “Amén” si uno la dice correctamente. Es como la ley, que Pablo dice: “Sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente” (1 Ti. 1:8). De igual modo, la palabra “Amén” es buena si uno la usa correctamente. No debemos estar “améneando” constantemente ni usar la palabra para excitar o estimular el ambiente en la congregación. Para el uso cotidiano tenemos palabras como “vale”, “de acuerdo”, “es verdad”, “es cierto” y “bien”.
En todo caso, sea nuestro hablar “sí, sí; y no, no” (Mt. 5:37). Cuidemos nuestra forma de hablar, porque de cada palabra ociosa daremos cuenta al Señor (Mt. 12:36-37). Santiago 3 nos recuerda la importancia de dominar la lengua. “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Col. 4:6).
Lastimosamente en algunas congregaciones las mujeres usan el “amén” para escaparse del mandato del Señor que las mujeres callen en la congregación (1 Co. 14:34), “porque no les es permitido hablar”. Por eso no se debe escuchar la voz de una mujer sola diciendo “Amén”, ni en voz baja, en las reuniones. Las hermanas pueden pensarlo y decirlo en su corazón sin salir del orden divino.
En otras los que presiden la utilizan como animadores para evocar una respuesta vocal de los demás: “¿Amén hermanos?” y así animados, los oyentes responden “¡Amén!”. Otras personas la intercalan constantemente en sus conversaciones, diciendo “Amén” cada dos por tres. ¿Cuál es el significado y uso correcto? Veamos, porque debemos hacer todo para la gloria de Dios.
"Amén" significa literalmente “firme” o “fiel” y de ahí el sentido adquirido, al comienzo de un discurso: “cierto”, “verdad”, y al final: “así es” o “así sea”. El primer uso de “Amén” en la Biblia es asociado con una maldición. Ocurre en Números 5:22, como respuesta de la mujer acusada de infidelidad, cuando el sacerdote la juramenta (vv. 19-22) y anuncia la maldición de Dios sobre ella si ha sido infiel. “Y la mujer dirá: Amén, amén”.
El siguiente uso está en Deuteronomio 27:15-26 donde Dios manda a Israel responder a cada una de las doce maldiciones pronunciadas sobre el monte Ebal. Doce veces leemos: “Y dirá todo el pueblo: Amén”.
Aparece también en 1 Reyes 1:36; 1 Crónicas 16:36; Nehemías 5:13 y 8:6. En esta última cita Esdras bendijo a Dios en oración, y cuando terminó todo el pueblo dijo: “¡Amén! ¡Amén!”
Después de esto aparece cuatro veces en los Salmos. Los Salmos están organizados en cinco “libros” o secciones, quizás correspondiendo a los cinco libros del Pentateuco:
Libro 1: Salmos 1-41 “Amén y amén.” (41:13)
Libro 2: Salmos 42-72 “Amén y Amén.” (72:19)
Libro 3: Salmos 73-89 “Amén, y Amén.” (89:52)
Libro 4: Salmos 90-106 “Amén”. “Aleluya” (106:48)
Libro 5: Salmos107-150 termina solo con “Aleluya”
En el resto del Antiguo Testamento solo se usa dos veces en el libro de Jeremías (11:5 y 28:6), y ninguna vez en los demás profetas.
En el Nuevo Testamento la palabra griega amhvn aparece 127 veces. El Señor la utiliza mucho, primero en Mateo 5:18 donde es traducida “de cierto” para afirmar una declaración, como muchas otras veces en Sus enseñanzas (por ej.: “de cierto, de cierto” en Jn. 1:51; 3:3, 5, 11; 5:19, 24-25; 6:26, etc.). En Mateo 6:13 la usa al final del padrenuestro, para enseñarnos cómo terminar la oración.
Fuera de este uso por el Señor, aparece al final de cada uno de los cuatro Evangelios (Mt. 28:20; Mr. 16:20; Lc. 24:53; Jn. 21:25). Es una afirmación de la veracidad de los Evangelios.
De ahí pasamos a las epístolas y Apocalipsis. Diecinueve epístolas y el libro de Apocalipsis terminan con “Amén”, que es el mismo uso que al final de los cuatro Evangelios.
Observa que no es una palabra que los creyentes van intercalando constantemente en su conversación, sino que se utiliza solo en ciertas ocasiones y con un propósito específico, no como coletilla. Es empleada después de bendecir a Dios o hablar de Sus atributos en Romanos 1:25; 9:5; 11:36; Gálatas 1:5; Filipenses 4:20; 1 Timoteo 1:17 y 6:16; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 13:21; 1 Pedro 4:11 y 5:11 y Apocalipsis 1:6-7.
1 Corintios 14:16 habla de decir “el Amén”, pero no en cualquier momento, sino cuando un hermano termina la oración de bendición o acción de gracias. Se dice como congregación, al final, no cada dos por tres, cuando entiende y está de acuerdo con lo que ha sido dicho en oración. Para esto, hay que prestar atención a las oraciones de los hermanos.
Pablo la utiliza en su oración y deseo para los hermanos en Romanos 15:33, “Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén”. También la usa en Romanos 16:24 de modo similar: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.
En Apocalipsis 5:14 los cuatro seres vivientes dicen “Amén” respondiendo a la bendición del versículo 13. En Apocalipsis 7:11-12 los ángeles, ancianos, y cuatro seres vivientes se postran y dicen “Amén” dos veces, respondiendo a la adoración. En Apocalipsis 19:4 los ancianos y cuatro seres vivientes se postran y adoran a Dios diciendo “¡Amén! ¡Aleluya!”, parecido al Salmo 106:48. En Apocalipsis 22:20 el apóstol Juan responde a las palabras del Señor: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”.
También la palabra “Amén” se usa para referirse al Señor Jesucristo. En Apocalipsis 3:14 Él es “el Amén, el testigo fiel y verdadero”, cuando se dirige a la iglesia en Laodicea. Él es firme, fiel y verdadero. Sostiene a los que confían en Él, y castiga a los que no. Dice 2 Corintios 1:20 que “todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén”, lo cual nos llena de consuelo, esperanza y ánimo. Nuestro Señor cumplirá todas las promesas de Dios. ¡Ninguna faltará! Así es el Amén, el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Hermanos, no es malo decir “Amén” si uno la dice correctamente. Es como la ley, que Pablo dice: “Sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente” (1 Ti. 1:8). De igual modo, la palabra “Amén” es buena si uno la usa correctamente. No debemos estar “améneando” constantemente ni usar la palabra para excitar o estimular el ambiente en la congregación. Para el uso cotidiano tenemos palabras como “vale”, “de acuerdo”, “es verdad”, “es cierto” y “bien”.
En todo caso, sea nuestro hablar “sí, sí; y no, no” (Mt. 5:37). Cuidemos nuestra forma de hablar, porque de cada palabra ociosa daremos cuenta al Señor (Mt. 12:36-37). Santiago 3 nos recuerda la importancia de dominar la lengua. “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Col. 4:6).
Carlos Tomás Knott