“He aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado” (Ap. 4:2).
Cuanto más nuestra sociedad se vuelva segregada, desencantada, fracturada y atormentada por los disidentes, más necesitamos saber acerca de la verdad de que hay un trono en el cielo y uno está sentado en él.
El mundo trastornado trae confusión a nuestras vidas. Cuando hay inquietud en la escena del mundo es tan importante al pueblo de Dios mantener el gozo, el sentido de bienestar y la tranquilidad que sólo la asamblea provee. El Señor bien dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).
Un trono siempre indica autoridad para gobernar, y el poder para sacar de la confusión paz, orden y comprensión. Un trono declara que hay poder y propósito que no deben ser negados, y cuando el trono es de Dios, el carácter de las cosas se torna absoluto. Nada puede frustrar finalmente Su reino total. Así que, queridos santos hermanos, hoy demos gracias a Dios que hay “un trono establecido en el cielo”, y que nuestro Dios está sentado en él.
Está “establecido en el cielo”. Esto habla de su estabilidad inalterable. No es movido por hombres ni por demonios, y no puede ser asaltado por ninguna fuerza ni se rendirá a ningún usurpador. Es la autoridad inamovible que se mueve en cada escenario, visible o invisiblemente, para conseguir sus propósitos y su voluntad. La canción aprendida en la juventud será verdad para siempre: “¡Dios todavía en el trono está, y Él de los Suyos se acordará!”
Está bien “ocupado”. La reina del Reino Unido raramente se sienta en sus tronos. En sus palacios los tronos están expuestos como tronos vacíos. ¡Nuestro Dios nunca deja Su trono! Ni se enferma, ni está sujeto a la senilidad, ni se ausenta por razones o limitaciones de tiempo o espacio. Él siempre está en residencia sobre el trono. Esto sugiere que los recursos del trono de Dios están constantemente disponibles para abastecer las necesidades de Su pueblo cuando reclaman Su ayuda, en cualquier lugar y en cualquier momento. Así que, acerquémonos confiadamente en tiempo de necesidad, y veremos como Él responde sin demora y sin fallar.
Está descrito. En Apocalipsis 4 los colores transparentes, rojo y esmeralda, nos describen la Persona y el trono. Estos declaran la totalidad de luz, amor y vida que son la esencia de la naturaleza de Dios y la característica de Su trono. ¿Qué más deseamos de Él sino pureza sin mancha, amor imparable y vida vibrante? ¿Por qué no tomamos con más frecuencia estos ricos recursos de Su trono?
Tiene un arco iris alrededor. Cuán feliz estaba Noé después del diluvio al ver el arco puesto en las nubes cada vez que comenzaba a llover. ¡Nunca habría otro diluvio porque Dios había prometido! Ahora descubrimos que todas las promesas y los pactos de Dios están respaldados por el poder de Su trono. ¡Es un trono rodeado de un arco iris! Así que, sigamos las palabras del himno de Wesley, y levantémonos para acercarnos al trono eterno y tomar la corona. Podemos gloriarnos en el derecho innegable de los hijos que esperan que su Padre les dé las cosas apropiadamente y de acuerdo con Sus promesas.
traducido y adaptado del artículo por Ken Rudge en la revista Precious Seed (“Semilla Preciosa”), mayo 2006
Cuanto más nuestra sociedad se vuelva segregada, desencantada, fracturada y atormentada por los disidentes, más necesitamos saber acerca de la verdad de que hay un trono en el cielo y uno está sentado en él.
El mundo trastornado trae confusión a nuestras vidas. Cuando hay inquietud en la escena del mundo es tan importante al pueblo de Dios mantener el gozo, el sentido de bienestar y la tranquilidad que sólo la asamblea provee. El Señor bien dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).
Un trono siempre indica autoridad para gobernar, y el poder para sacar de la confusión paz, orden y comprensión. Un trono declara que hay poder y propósito que no deben ser negados, y cuando el trono es de Dios, el carácter de las cosas se torna absoluto. Nada puede frustrar finalmente Su reino total. Así que, queridos santos hermanos, hoy demos gracias a Dios que hay “un trono establecido en el cielo”, y que nuestro Dios está sentado en él.
Está “establecido en el cielo”. Esto habla de su estabilidad inalterable. No es movido por hombres ni por demonios, y no puede ser asaltado por ninguna fuerza ni se rendirá a ningún usurpador. Es la autoridad inamovible que se mueve en cada escenario, visible o invisiblemente, para conseguir sus propósitos y su voluntad. La canción aprendida en la juventud será verdad para siempre: “¡Dios todavía en el trono está, y Él de los Suyos se acordará!”
Está bien “ocupado”. La reina del Reino Unido raramente se sienta en sus tronos. En sus palacios los tronos están expuestos como tronos vacíos. ¡Nuestro Dios nunca deja Su trono! Ni se enferma, ni está sujeto a la senilidad, ni se ausenta por razones o limitaciones de tiempo o espacio. Él siempre está en residencia sobre el trono. Esto sugiere que los recursos del trono de Dios están constantemente disponibles para abastecer las necesidades de Su pueblo cuando reclaman Su ayuda, en cualquier lugar y en cualquier momento. Así que, acerquémonos confiadamente en tiempo de necesidad, y veremos como Él responde sin demora y sin fallar.
Está descrito. En Apocalipsis 4 los colores transparentes, rojo y esmeralda, nos describen la Persona y el trono. Estos declaran la totalidad de luz, amor y vida que son la esencia de la naturaleza de Dios y la característica de Su trono. ¿Qué más deseamos de Él sino pureza sin mancha, amor imparable y vida vibrante? ¿Por qué no tomamos con más frecuencia estos ricos recursos de Su trono?
Tiene un arco iris alrededor. Cuán feliz estaba Noé después del diluvio al ver el arco puesto en las nubes cada vez que comenzaba a llover. ¡Nunca habría otro diluvio porque Dios había prometido! Ahora descubrimos que todas las promesas y los pactos de Dios están respaldados por el poder de Su trono. ¡Es un trono rodeado de un arco iris! Así que, sigamos las palabras del himno de Wesley, y levantémonos para acercarnos al trono eterno y tomar la corona. Podemos gloriarnos en el derecho innegable de los hijos que esperan que su Padre les dé las cosas apropiadamente y de acuerdo con Sus promesas.
traducido y adaptado del artículo por Ken Rudge en la revista Precious Seed (“Semilla Preciosa”), mayo 2006