1 Corintios 13:1-7
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1. Los políticos hablan bien, pero carecen del amor de Dios. Son metal ruidoso, bulla de címbalos.
2. Los políticos presumen de entender muchas cosas y saber qué hacer para mejorar el mundo. Creen que pueden hacerlo. Pero no son nada, porque operan fuera del ámbito del amor de Dios.
3. Los políticos proponen programas sociales -- mejor vida para los pobres, mejor cuidado médico, mejores salario, mejores escuelas, pero de nada les sirve todo lo que hacen, ya que operan sin el amor de Dios.
4-7. ¿Cómo sabemos que carecen del amor que es fruto del Espíritu? Simplemente leemos los versículos 4-7 y sabemos que no describen a los políticos.
El amor de Dios buscan la salvación y el eterno bienestar de todo ser humano. Perdona, salva, cambia, guía, cuida y bendice con toda bendición espiritual en lugares celestiales a los creyentes.
Entonces, ¿cuál debe ser nuestra ocupación y nuestro mensaje como creyentes? "¿Id y reformad los gobiernos, o los países?" ¡No! "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr. 16:15). Hasta que venga el Señor, ¡esas son nuestras órdenes!
"Porque no nos predicamos a nosotros mismos,
sino a Jesucristo como Señor"
2 Co. 4:5