“No tengas envidia de los hombres malos,ni desees juntarte con ellos...porque para el malo no habrá buen fin: ¡la lámpara de los malvados se apagará!”
Proverbios 24:1, 20
No quieras juntarte con gente que ama lo que Dios aborrece. El juntarse con ellos sería estar de acuerdo con ellos, y esto sería una verdadera locura. Porque los malos son como el tamo que arrebata el viento, y no se podrán levantar en el juicio. Su senda perecerá (Salmo 2:4-6). Si andas con el impío (uno falto en reverencia hacía Dios; uno que vive en contra de Dios), acabarás como el impío – y no es un fin envidiable. “Para el malo no habrá buen fin: ¡la lámpara de los malvados se apagará!” ¿Por qué envidiar semejante vida, y el fin de ella? ¿Qué placer terrenal podrá acaso compensar por semejante desolación y ruina?
Cuando el impío pasa a la eternidad, su lámpara es para siempre apagada. No tiene porvenir: no hay esperanza, ni luz, por poca que fuera, en todo el infinito futuro que le queda por delante. Muchas veces he pensado en aquella frase que suele decir gente impía: “¡Que me quiten lo bailado!”, y pienso que cuando hayan pasado a la eternidad y estén delante del Juez, precisamente “lo que han bailado” será su condenación. En esa hora desearán que se les quite, que se les borre, “lo que han bailado”, pero lo terrible será que JAMÁS será quitado.
No vale la pena “bailarlo” aquí, y agonizar por ello el resto de la eternidad. ¡Piensa en tu futuro! ¡Escoge sabiamente! Recuerda amigo, que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Y recuerda también que para aquel que se arrepiente y se vuelve a Dios, hay perdón y salvación.
“¡Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano! Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Dios, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6-7).