Proverbios 11:22 dice: “Como anillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa que carece de discreción” (BAS).
Discreta se define así:
“tener o mostrar discernimiento o buen juicio en la conducta, y especialmente en el habla”.
Algunos sinónimos son: prudente, sensata, y modesta.
Discreta se define así:
“tener o mostrar discernimiento o buen juicio en la conducta, y especialmente en el habla”.
Algunos sinónimos son: prudente, sensata, y modesta.
La mujer piadosa debe ser prudente y sensible en su manera de hablar. Hay casadas que no sólo influyen para mal a sus maridos (manipulándolos con comentarios en privado), sino que también arruinan iglesias porque no guardan sus lenguas. Alguien dijo: “Cuidado con la lengua – es un lugar resbaladizo donde es fácil caerse”. Es un buen consejo para todos. La discreción nos lleva a pensar en lo que es o no es apropiado decir, y somete nuestra lengua al control del Espíritu Santo. La mujer discreta debe desechar todo chismorreo, incluso lo que se suele compartir “para orar”– una excusa favorita. Es mejor guardar silencio que pecar con los labios. El Salmo 141:3-4 debe ser una oración diaria:
“Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites”.
La mujer discreta no domina la conversación; no es liviana, irreverente ni insana en su hablar. En compañía de otros no es una payasa ni coqueta, ni se comporta de ninguna manera que llame la atención sobre ella misma, especialmente con los hombres. Las solteras deben tener especial cuidado de no usar la conversación para coquetear ni para tener la atención de los solteros. El mundo enseña lo contrario, pero la mujer piadosa no es del mundo. Si ocurre algo gracioso o humorístico, la mujer discreta sabe reírse sin dar carcajadas o cacarear haciendo que todas las miradas se dirijan a ella. Sabe guardar silencio prudentemente cuando conviene, y no necesita divulgar sus opiniones y sentimientos. No es una habladora compulsiva. Ella recuerda que Dios estima el espíritu manso y apacible. Si es discreta reconoce qué conducta es apropiado para ella.
Si es verdaderamente una discípula del Señor, acepta la enseñanza de 1 Timoteo 2:9-10 para su propia vida:
“Asimismo que las mujeres se atavíen con ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
Dios enseña acerca de “cosas externas” como la forma de vestir. Para la mujer que profesa piedad, no sirve cualquier cosa, ni se preocupa mucho por la moda. Claro que se preocupa por cosas como peinados, ropa, adornos y el comportamiento, porque el Señor habla de todas estas cosas en Su Palabra. Dice que el cabello largo de una mujer es su gloria (1 Co. 11:15). El oro, las perlas, los vestidos costosos, y los peinados de moda no son para ella, pues sabe que todo esto viene del mundo que es enemigo de Dios, y no corresponde a una mujer que profesa piedad. Las joyas, el maquillaje, el tinte de pelo, y toda esta clase de adornos externos para aumentar la atracción física o visual no son las preocupaciones de la mujer piadosa. Desafortunadamente la mundanalidad ha entrado en muchas congregaciones – es síntoma de los postreros tiempos – pero es un error. Algunos dicen que todo esto es mera ocupación con lo externo, y se les olvida que es Dios quien se tomó la molestia de dar instrucciones así en Su Palabra. El decoro, el pudor, la modestia y la sencillez en el porte y el vestir deben marcar la mujer que profesa ser creyente.
La mujer discreta se da cuenta de ciertas cosas. Primero, reconoce que es inconsistente moral y espiritualmente que una mujer que profesa ser creyente se adorne con joyas, y con vestidos y peinados costosos y ostentosos, porque el Señor Jesucristo, siendo rico se hizo pobre (2 Co. 8:9). Segundo, ya que quiere ser modesta y discreta, no desea que los hombres se recreen mirándola y pensando en lo atractiva que es externamente. Aparte de la belleza natural dada por Dios, lo que el hombre espiritual aprecia es el carácter piadoso de la mujer, y su espiritualidad, que es lo que enfatiza el Señor. Tercero, ella quiere ser honesta consigo misma y con los demás – no quiere vivir de fachada. Por ejemplo, si su pelo no es rubio, ¿por qué teñirlo y hacerse pasar por rubia? ¿Por qué estar insatisfecha con el color que Dios ha elegido? Si no tiene los ojos azules, ¿por qué llevar lentes de contacto para cambiar de color? Si no tiene las pestañas largas, ni las uñas brillantes, ¿por qué pintarlas y hacer que parezcan algo que realmente no son? ¿No es esto es ser falsa? Debería preguntarse si es allí donde quiere que los demás se fijen, y si quiere que la gente piense que ella es alguien que realmente no es. La Biblia dice que la piedad acompañada de contentamiento es gran ganancia.
La mujer discreta y sabia reconoce que la ropa modesta le conviene. No anda liada con la última moda. En cuanto a las solteras creyentes, hermanas, la discreción no es sólo para las casadas. No tenéis licencia de usar el modo de vestir para exponer el cuerpo ni llamar la atención a vosotras mismas ni agradar el ojo de los chicos. Recordad que Dios dio la ropa a los seres humanos para cubrir el cuerpo. Pensad: ¿Qué clase de hombre queréis, carnal o espiritual? ¿Queréis hacer que los hombres, al veros, os codicien más fácilmente? Esto no es el proceder de la mujer piadosa. ¿Les invitas a mirarte y pensar en ti? Así es el propósito muchas veces de la mujer del mundo, pero no agrada al Señor. Por ejemplo, las faldas con rajas, las blusas escotadas o parcialmente desabrochadas, o con tirantes para dejar expuestos los hombros y la espalda, y las telas transparentes son cosas que una mujer piadosa y discreta evita. La discreción le ayuda a evitar ropa ajustada y estilos llamativos, porque no quiere que su cuerpo sea la atracción. Su apariencia y comportamiento son una declaración de piedad y le separan de las mujeres del mundo. Y si Dios le ha dado hijas, la mujer piadosa y discreta se esfuerza para enseñarles sencillez, modestia y discreción en la ropa y en el comportamiento, y no es indulgente ni permisiva. El mundo enseña que hay que dejar a los jóvenes hacer lo que les parece. Pero la Biblia enseña otra cosa. La discreción y la piedad son de gran valor ante Dios, y deben ser practicadas y enseñadas en el hogar y en la iglesia. “Cuando la sabiduría entrare en tu corazón...la discreción te guardará” (Pr. 2:110-12).