sábado, 23 de mayo de 2015

Una Descripción del Infierno

 (Los Terrores del Infierno, parte I)


El infierno es un horno de fuego inextinguible, un lugar de tormento eterno, donde sus víctimas son atormentadas tanto en sus cuerpos como en su mentes, conforme a sus naturalezas pecadoras, los pecados actuales cometidos y la cantidad de luz espiritual ofrecida y rechazada por ellos. El infierno es un lugar de donde la misericordia y la bondad de Dios han sido retiradas; donde la ira de Dios es revelada como un fuego consumidor, terrorífico, donde los impíos viven con sus vicios sin poder realizarlos en un tormento sin fin.
    En Mateo 13:47-50 el Señor Jesús narró una parábola sobre el juicio. En los versículo 49 y 50, el Señor describe el destino de los malvados: “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
    Al examinar las palabras del Señor lo primero que deberíamos notar es que el infierno se describe como un horno de fuego. El horno de Nabucodonosor (del que se nos habla en el Antiguo Testamento) fue calentado siete veces más de lo acostumbrado y es descrito como “un horno de fuego ardiente” (Dn. 3:23). Juan el Bautista habló del “fuego que nunca se apagará” (Lc. 3:17) y Apocalipsis describe el infierno así: “lago de fuego que arde con azufre” (Ap. 19:20). ¿Podemos realmente imaginarnos el horror del cual hablan estas palabras? Imagina cada parte de tu cuerpo expuesta al fuego al mismo tiempo, de modo que cada fibra de tu ser sienta el intenso tormento de ser quemado. ¿Cuánto tiempo aguantarías semejante castigo? Cristo dice que “allí será el llanto y crujir de dientes”. Los impíos llorarán y crujirán los dientes al tener que soportar el dolor y el sufrimiento más intenso que jamás hayan sentido de unas llamas que consume constantemente cada parte de su cuerpo. No habrá alivio.
    Jonathan Edwards describe en lenguaje gráfico cómo serán las llamas del infierno: “Algunos de ustedes han visto edificios incendiados; imaginen, por lo tanto, cuán poca ayuda a la hora de sofocar las llamas podrían ofrecer si se encontraran en medio de un fuego tan grande y voraz. Han visto a menudo una araña o cualquier otro insecto arrojado en pleno fuego y observado lo rápido que sucumbe a la fuerza de las llamas. No se presenta una larga batalla, no hay lucha contra el fuego, ninguna fuerza puede oponerse al calor o escapar de él, el insecto inmediatamente se rinde y cede, el fuego toma posesión de él, y en seguida se convierte en una chispa de fuego. Aquí tenemos una pequeña imagen de lo que tú serás en el infierno, si no te arrepientas y acudas a Cristo. Consolarte a ti mismo imaginando que podrías soportar los tormentos del infierno tanto como puedas sería como si un gusano, a punto de ser arrojado a un horno candente, se preparara y fortaleciera a sí mismo, dispuesto a combatir las llamas”.
    El infierno también se describe como un lugar de tinieblas. El Señor Jesús habla de un invitado que se presentó a una boda sin traje y fue arrojado “a las tinieblas de afuera” (Mt. 22:13). Judas escribe de aquellos que están en el infierno: “para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre” (Jud. 13). Christopher Love dice en su libro: Hell's Terrors ("los terrores del infierno"): “la oscuridad es terrible y los seres humanos están preparados para temer más las tinieblas que la luz en el infierno, por consiguiente, está descrito con esta imagen terrible para hacer que los corazones tiemblen pues se trata no sólo de tinieblas, sino de la más oscura de las tinieblas”.
    El infierno es comparado a Tofet en Isaías 30:33. Tofet era el lugar donde los judíos idólatras sacrificaban a sus hijos al dios pagano Moloch, arrojándolos al fuego dispuesto para ello. Día y noche se oían en ese lugar quejidos y lamentos, como día y noche se oirán gritos, gemidos, lamentos y llanto en el infierno.
    Isaías habla del “soplo del Jehová [Yavé], como torrente de azufre” encendiendo el infierno. Hay suficiente evidencia en la Escrituras para demostrar que Dios mismo será el fuego del infierno. Hebreos 12:29 dice: “Nuestro Dios es fuego consumidor”. Los impíos de la tierra ignorantemente bailan de alegría cuando el predicador habla del amor y misericordia de Dios, pero no se beneficiarán ni del uno ni del otro si no se arrepienten. Para ellos Dios será fuego consumidor. Hebreos 10:30-31 advierte: “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!” ¡Es horrendo, terrible, caer en las manos del Dios vivo! Pecador, tú no escaparás del infierno. Dios será tu infierno y su ira te consumirá y será derramada sobre tí todo el tiempo que Él exista. “¿Quién conoce el poder de tu ira?” (Sal. 90:1l). Por cuanto Dios mismo será el fuego del infierno, las palabras no pueden expresar los terrores de los condenados al infierno. “No hay razón para temer que, quizá, los ministros del Evangelio expongan este asunto más allá de lo que realmente es; semejante posibilidad no es tan temible como se pretende... más bien, tenemos motivos para suponer que después de haber dicho todo lo que es posible, todo lo que hemos dicho o pensado no es sino una sombra pálida de la realidad”.
    En Lucas 16:19-26 Cristo habla de dos hombres. Uno de ellos era rico (tradicionalmente conocido por Divas o Epulón); el otro era pobre (por nombre Lázaro). Ambos murieron. El pobre fue llevado por ángeles al cielo y el rico fue al infierno. El rico no fue a tal lugar por ser rico, ni el pobre al cielo por ser pobre. El Señor muestra mediante esta historia de contrastes que nuestras circunstancias pueden cambiar drásticamente cuando pasamos del tiempo a la eternidad. No debemos ser tan necios como para pensar que porque Dios no nos haya tratado duramente en esta vida no lo vaya a hacer después de la muerte. El lugar de morada eterna de ambos hombres fue el resultado de la condición de sus corazones delante de Dios mientras vivían en la tierra. Lázaro fue un verdadero seguidor de Dios; Divas no. Queremos notar cuidadosamente lo que la Escritura dice acerca de Divas y su condición, pues tenemos mucho que aprender de él sobre el infierno. Los versículos 23 y 24 indican que Divas estaba “en tormento”. ¿Cuál es el significado de estar en tormento? Este tormento, se refiere tanto al tormento padecido por el cuerpo como por el alma. Como hemos visto, el cuerpo humano será atormentado en un horno de fuego. Cada parte del cuerpo sentirá el dolor ocasionado por ese fuego. Personas con fuerte dolor de estómago pueden sentir gran agonía debido a ello, pero el dolor del infierno será mucho más grande. Se dice que a veces la muerte por cáncer causa dolor supremo en el cuerpo, pero el dolor en el infierno será todavía peor. Aunque tu cuerpo padeciera varios dolorosos males al mismo tiempo, ni así comenzarías a acercarte al dolor de los condenados en el infierno. No tiene comparación.
    La consciencia del ser humano también será atormentada en el infierno. La consciencia, ese gusano que no muere, del cual habla la Escritura (Mr. 9:48; ls. 66:24). A Divas se le dice: “recuerda que durante tu vida”. Los hombres serán atormentados físicamente con un dolor intenso, pero también serán atormentados por su propia memoria. Recordarán las veces que escucharon la alarma y, no haciéndole caso, se burlaron de ella. Recordarán las veces que fueron advertidos y llamados a arrepentirse, o que se les dijo que era imposible recibir las bendiciones del cielo sin someterse a Cristo como Señor, pero no hicieron caso. Serán atormentados al ver, a distancia (tal como lo hizo Divas), las glorias del cielo y saber que están condenados para toda la eternidad. Serán atormentados por deseos insatisfechos (Divas no puede recibir ni siquiera una gota de agua que refresque su lengua). Serán atormentados por el hecho de saber que nunca escaparán del infierno (a Divas se le dice: “de modo que los que quieran pasar de aquí a nosotros no pueden”). Serán atormentados por los gritos, lamentos y maldiciones de los condenados a su alrededor. El tormento más cruel que un hombre pueda experimentar aquí en la tierra es como la picada de una mosca comparado a los tormentos del infierno.
    Jonathan Edwards, en un sermón sobre El castigo futuro de los impíos, habla de como éstos son incapaces de encontrar un solo momento de descanso en el infierno: “No hallarán nada que alivie sus penas en el infierno. Nunca encontrarán un lugar de reposo allí, ni ningún rincón secreto que sea más fresco que los demás, donde puedan tener un poco de reposo o una pequeña reducción de la gravedad de su tormento. Jamás encontrarán un arroyo o fuente de agua fría en ninguna parte de aquel mundo de tormento; no, ni siquiera una gota de agua que calme sus gargantas. No tendrán compañero que les dé un mínimo de consuelo, u ofrezca un mínimo bienestar. No encontrarán lugar donde puedan estar y descansar y tomar aliento, siquiera por un minuto, porque serán atormentados con fuego y azufre. “No tendrán descanso ni de día ni de noche por los siglos de los siglos”.
 
del libro: Los Terrores del Infierno, Copyright © 1992 by William C. Nichols,
 traducido al castellano por Alfonso Ropero
  

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