jueves, 31 de julio de 2008

LLAMADO AL DISCIPULADO VERDADERO

Enseñanza de William MacDonald
Sobre El Discipulado


El hombre moderno ha desarrollado el arte peligroso de tomar las enseñanzas del Jesús, y sacarlas de su verdadero sentido. En lugar de entenderle literalmente, inventamos setenta y dos razones teológicas para que el texto no pueda significar lo que dice. Resulta que hoy en día hay una inmensa diferencia entre el cristianismo que vemos y el del Nuevo Testamento. Hoy por hoy, ser un cristiano significa asistir a unas reuniones los domingos, poner un poco de dinero en la ofrenda, y dar al Señor un poco del tiempo libre que tenemos, de vez en cuando... muy “equilibrados”, que en este caso quiere decir, neutralizados. ¿Es éste el verdadero cristianismo del Neuvo Testamento? ¡No! El verdadero cristianismo es una vida de discipulado radical, de servicio sacrificial, de compromiso total al Hijo de Dios. Significa buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia (Mt. 6:33), porque para esto vivimos, no es un acesorio en la vida del discípulo del Señor.
A. W. Tozer, en su libro: Nacido Después De Medianoche, dijo: “Cristo insiste en que los hombres tomen sus cruces y le sigan; nosotros les llamamos a divertirse en Su nombre. Él les llama a negar al mundo; nosotros les aseguramos que el mundo es su galardón. Él les llama a sufrir penalidades; nosotros les llamamos a disfrutar todas las comididades que profee la civilización moderna. Él les llama a la auto-negación y la muerte; y nosotros les ofrecemos ser populares y tener reconocimiento en el mundo, prolongar sus vidas; aun pueden ser “estrellitas” en algún teatro religioso. Él les llama a la santidad; nosotros les llamamos a pasarlo bien, a divertirse, a una felicidad baja, barata y frágil, tan pobre que hubiera sido rechazada rotundamente por el menor de los filósofos estóicos”.
Y en esta linea de pensamiento, pregunto: ¿qué diremos de los que pretender evangelizar con payasos, títires, disfraces de conejos, etc.? ¿Por qué los profetas y apóstoles nunca hiceron tales cosas?
En su libro: Este Increíble Cristiano, Tozer dijo: “Nuestro Señor llamó a los hombres a que le siguiesen, pero nunca hizo al camino parecer fácil. De hecho, al leer el Nuevo Testamento, uno tiene la impresión de que lo puso bastante difícil. A veces dijo cosas a los discípulos o a discípulos potenciales, que hoy en día nosotros expresamente evitamos repetir cuando evangelizamos. ¿Cuál es el evangelista que hoy diría a una persona interesada en el cristianismo: “si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”? ¿Y no damos muchas vueltas para exlicar cuando alguien nos preguunta qué quiso decir el Señor cuando dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra”. Este tipo de cristianismo tan robusto, tan vigoroso, es dejado para algún misionero o quizás algún creyente que vive detrás de un de las “cortinas” represivas. Las masas de los que profesan ser cristianos hoy en día, francamente no tienen la fuerza moral para caminar una senda tan dura, tan decidida y final como ésta. El ambiente moral no favorece una fe tan duradera como la del Señor y Sus discípulos. Los santos delicados, blandengues y quebradizos que se producen en nuestros invernaderos religiosos no son comparables con los creyentes tan comprometidos y dedicados que testificaron al mundo de entonces. Y la culpa la tienen nuestros líderes [realmente la compartimos todos los que tenemos una Biblia para leer y seguir], porque son tan tímidos o mundanos que no nos dicen toda la verdad. Ahora piden a las congregaciones que den a Dios lo que no les cuesta nada. Nuestras iglesias están llenas, o media llenas, de una clase de cristiano que tenemos que alimentar con un régimen de diversión para que mantenga su interés y siga asistiendo. Sobre teología saben poco, y casi nadie ha leído siquiera uno de los libros clásicos del cristianismo. Más bien conocen a la ficción religiosa y las películas sensacionales. No es extraño, entonces, que su carácter sea tan frágil. Solamente podemos decir sobre tales personas que son los débiles y cuestionables adheridos a una fe que nunca han llegado a comprender”.
Hermanos y amigos, el Señor Jesucristo busca hoy a los que quieren aceptar de manera literal Sus enseñanzas y obedecerlas, aun cuando no vean a nadie más haciéndolo. Busca a hombres y a mujeres, a jóvenes y ancianos:
· Que están cansados de vivir vidas de egoísmo y comodidad.
· Que están cansados de la rutina religiosa sin vida, sin poder, sin eficaciad.
· Que se dan cuenta de que las cosas materiales no llenan, no traen la verdadera felicidad.
· Que ven que estamos aquí para algo más importante que acumular cosas.
· No somos maniquís que estrenan ropa de la última moda
· No somos animales domesticados cuya vida es comer y dormir
· No somos reyes ni playboys que viven en lujo, juegan y se divierten
El Señor busca a discípulos que odian la tiranía del desfile de las modas, el mundo culinario, el rollo de la vida social y la secta que hace culto al cuerpo hermoso. Él busca a personas que estan decididas a encontrar la realidad de la vida cristiana. Con vergüenza muchas veces hemos tenido que reconoce que en su día los comunistas dieron más para que prosperara su causa, que los llamados cristianos hacen para la fe verdadera. Es verdad en las sectas a veces también, que los suyos trabajan y se esfuerzan mucho más a favor de sus errores que nosotros hacemos para propagar la verdad.
Muchas personas están dispuestas a hacer para causas políticas y sociales más de lo que hacen para propagar el evangelio. Piensan que es más importante pintar el Titanic que meter a la gente en las barcas de rescate.
Resumiendo: hay un Señor divino, sabio, bueno, todopoderoso, un maestro sublime, pero ¿dónde están Sus discípulos verdaderos? Hay una vida de discipulado, toda una dimensión de vida distinta, en el mismo planeta, pero con otros propósitos y prioridades, comprometida, gozosa, eficaz, real. ¿Pero quién la quiere vivir? ¿Alguien se apunta?

(de notas copiosas tomadas en repetidas ocasiones durante años bajo la instrucción de William MacDonald)

EL ADIVINO


Un amigo mío viajaba en tren. Cinco de las nueve personas en el vagón comenzaron a jugar a las cartas con una baraja francesa/americana. Invitaron a los demás a unirse a ellos y jugar, pero todos rehusaron. Vieron a mi amigo mirando y le dijeron: “Usted sabe jugar. Venga y juegue”.
“Sí, una vez sabía cómo jugar, pero hace muchos”, respondió. Pensando que podrían ganar su dinero, siguieron animándolo hasta que al final dijo: “No puedo jugar, pero puedo decirles su futuro”. Intrigados por esta oferta, le animaron a hacerlo. “Si en verdad lo desean, pero les advierto que puede que no sea muy agradable”. Insistieron, así que él dijo: “Denme el cinco de picas”. Se la dieron. “Necesitaré una cosa más, si no les importa”. Al preguntarle qué era, la respuesta fue: “una Biblia”, pero dijeron que no tenían ninguna. “No, pero en el pasado cada uno de ustedes la tenía”, dijo el adivino, “y de haber seguido sus preceptos, no serían lo que hoy son. Pero tengo una conmigo”. Al sacar la Biblia de su bolsillo, sintió que ellos hubiesen estado más contentos si él hubiera sacado una pistola.
El adivino comenzó: “¿Ven las dos picas de arriba en esta carta? Ellas representan sus dos ojos. La del medio representa su boca, y estas otras dos de abajo representan sus rodillas. Ahora bien, en Apocalipsis 1:7 leemos: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Aquí habla de Jesús, que una vez estuvo rojo con Su sangre derramada por pecadores como ustedes y yo. Los ojos son los ojos de ustedes, que le verán cuando estén delante de Él para ser juzgados. Éste es el futuro de sus ojos”. Entonces, continuó: “Respecto a su boca y sus rodillas, leemos: ‘para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre’
Ellos ya habían oído más de lo que querían, pero él continuó: “Ésta sólo es la primera lectura de esta carta. Ahora la segunda: Estas cinco picas representan cinco palas que puede que dentro de poco caven los fosos de ustedes cinco pecadores. Entonces sus almas estarán en el infierno clamando en agonía con gran añoranza de una sola gota de agua.
Después de una pausa en silencio, dijo: “Yo sin duda era peor que todos ustedes, y ustedes se escaparán de esta terrible fortuna si hacen lo que yo hice. Con los ojos vi que Jesucristo había muerto en una cruz por mí, llevando mi condenación. Mi lengua le confesó como Señor, y mis rodillas se doblaron a Él en humilde sumisión. Si hacen esto, puedo predecirles lo contrario de todo lo que he dicho anteriormente”. Entonces, el tren paró y aquellos cinco hombres salieron corriendo como si estuviera ardiendo el vagón.
Años después, mi amigo fue saludado por alguien que le deseó “buenas noches”. “Son buenas noches si usted tiene todos sus pecados perdonados”, él respondió.
“Me alegro de ver que usted todavía adivina el futuro”, dijo el extraño. Mi amigo le aseguró de que él no hacía nada así, pero el hombre insistió. “Usted me dijo el futuro hace más de diez años”, y le recordó aquel viaje en tren.
“¡Ah! Recuerdo” dijo. “¿Le dije la verdad?” El hombre le dijo que tres palas ya habían cavado tres fosos de los cinco, y que el cuarto hombre estaba ansioso de ser salvo de la fortuna que le había sido declarada. Curioso, mi amigo pregunto: “¿Y usted?”
“Cuando usted nos encontró, mi madre acabó de morir. Las últimas palabras que ella me dijo eran éstas: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Cuando usted citó estas mismas palabras, no me lo podía creer. Intenté ahogarlas con bebida, pero continuamente escuchaba: ‘todo ojo le verá’. Un día paré en la calle para escuchar a algunos que cantaban, y uno de ellos se puso a predicar, diciendo: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Fue más de lo que podía soportar. Aquella noche mis ojos vieron a Jesucristo como mi Salvador, entonces doblé mis rodillas en sumisión a Él y con mi lengua le confesé como mi Señor.
(Filipenses 2:10-11). – W.L.

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10,13).