lunes, 23 de noviembre de 2020

¿Tienes Ídolos En Casa?

 El belén o nacimiento no es de cristianos, sino paganos e idólatras. Esto no es una opinión, a menos que consideres las Santas Escrituras una opinión. Dios prohibe cualquier uso de imágenes. No importa que sea un pastor o misionero que lo ponga en su casa, ni el tamaño, pues los ídolos pequeños todavía son ídolos. ¡Qué vergüenza si lo es, porque deberían poner ejemplo de santidad y obediencia a Dios, no de mundanalidad! No podemos dar un uso cristiano a algo pagano.


 Algunos lo disculpan diciendo que simplemente les recuerda el Señor, pero esa excusa no vale. El Señor nos dijo claramente qué debemos hacer en memoria de Él. "Haced esto en memoria de mí", dijo cuando instituyó la Cena del Señor.

"Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén" (1 Jn. 5:21). 


Terafines

Es la trasliteración de una palabra hebrea, que aunque difícil de traducir, sin embargo por su uso en la Biblia la idea es clara. Eran ídolos, mayormente pequeños, que desempeñaban el papel de dioses tutelares. El padre de familia, que tenía la función de sacerdote, mantenía altares en su casa o tienda donde exhibía sus terafines. Así, cuando leemos que "Raquel robó los ídolos de su padre", la palabra "ídolos" es "terafines" en hebreo, los cuales, sugiere la narración, eran de tamaño pequeño, fácilmente portables.

 Los babilonios tenían terafines (Ez 21:26). Como ya mencionamos, Raquel se llevó los de Labán (Gn 31:19, 34) sin saberlo Jacob (Gn 31:32). Después de la matanza de Siquem, el patriarca hizo eliminar todos los dioses extraños que tenían los miembros de su clan, y los enterró (Gn 35:2-4). En la época de los Jueces, un hombre llamado Micaía poseía un santuario privado con sacerdote, efod, terafín (Jue 17:5) y también ídolos de metal (Jue 17:4; 18:14). Unos hombres de la tribu de Dan los tomaron para su propio uso (Jue 17:20). Samuel asimiló el culto a los terafines con la hechicería (1 S 15:23).

Mical, esposa de David, parece que lo practicaba (1 S 19:13). También lo practicaban los israelitas del reino del norte (Os 3:4). El rey Josías destruyó los terafines y los otros ídolos (2 R 23:24). Después del exilio, había israelitas que aún consultaban a los terafines (Zac 10:2).

Si tienes terafines, aun en forma de un belén o nacimiento, estás en violación de la Palabra de Dios. Debes confesar tu pecado, arrepentirte y manifestar frutos de arrepentimiento. 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Las Escrituras, NO La Reforma


 Hoy muchos hablan de mantener el estandarte de la Reforma, y de los llamados “Padres”. Pero al autor (W.E. Vine) de este libro no le importan esas normas y lemas de hombres. No es suficiente volver a la Reforma, aunque conoció algo de bendición divina, ni mucho menos a las enseñanzas y prácticas de los sucesores de los apóstoles. Los apóstoles nos advierten acerca de los que vendrían después de ellos, y nos encomiendan solo a Dios y la Palabra de Su gracia.
    El autor, entonces, no reconoce a ninguna norma ni autoridad excepto de las Sagradas Escrituras. Si empleamos argumentos de historia y tradición, encontramos al enemigo en su propia plataforma e invitamos la derrota. Pero él es silenciado cuando en sencillez y fe le contestamos con la Palabra de Dios (“escrito está”).
    Cuán importante es que vayamos a la misma Fuente de la verdad, escudriñando con reverencia y sopesando solemnemente las Escrituras a las que el autor apela para apoyar sus declaraciones. ¡Esas declaraciones contradicen la autoridad cumulativa de siglos de tradición humana, y descubren la casi completa desviación de la cristiandad de la verdad de Dios!
    El apóstol Juan escribió: “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (1 Jn. 2:24).


W. R. Lewis, Bath, Reino Unido
Prefacio del libro The Origin and Rise of Ecclesiasticism (“El Origen y Auge del Eclesiasticismo”), por W. E. Vine.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Un Dilema Evangélico


 Hay un problema curioso hoy en el mundo evangélico, sí aun entre nosotros, y plantea preguntas muy serias a la Iglesia y a cada creyente. En breve, el problema es el siguiente: un gran ejército de “ganadores de almas” ha sido movilizado en algunos sectores para alcanzar a la población para Cristo con campañas, cruzadas, etc. Indudablemente son sinceros, celosos, entusiastas y persuasivos. A favor suyo tenemos que decir que son enérgicos y no perezosos. Y es uno de los fenómenos de nuestra era, que han conseguido un número casi astronómico de conversiones. Hasta ahora, parece que todo está en el lado positivo.
    Pero no es así, porque el problema es este: gran cantidad de estas conversiones no duran. El “fruto” no permanece. Seis meses después, no hay nada visible como buen resultado de tanto evangelización agresiva. La técnica del evangelio encapsulado ha producido partos malogrados.
    ¿Qué hay en la raíz de todo este procedimiento ilícito en nuestra evangelización? Aunque parezca raro, el problema empieza con un compromiso a predicar el puro evangelio de la gracia de Dios. Queremos preservar el mensaje en su forma más sencilla – sin la más pequeña sugerencia de que el hombre pueda merecer la vida eterna, porque la justificación es solamente por la fe, obras aparte. En esto estamos de acuerdo. Así que, el mensaje es: “solo tienes que creer”.
    De allí reducimos el mensaje a una breve fórmula
cuatro leyes o pasos, y luego hacer una oración, y ¡ya está! Por ejemplo, la evangelización se suele reducir a unas pocas preguntas y respuestas, como en este ejemplo:
    —¿Crees que eres pecador?
    —Sí.
    —¿Crees que Cristo murió por los pecadores?

    —Sí.
    —¿Le aceptas como tu Salvador?                

    —Sí.
    —Entonces, ¡eres salvo!
    —¿Sí?
    —¡Sí! ¡La Biblia dice que tú eres salvo!

    
 

    A primera vista, el método y mensaje pueden parecer fuera del alcance de la crítica. Pero si lo examinamos detenidamente, tendremos que concluir que quizás hemos simplificado demasiado el evangelio. En el ejemplo dado la persona sólo tiene que decir “sí” unas cuantas veces para ser considerada creyente, ¡aunque tal vez ni siquiera entiende el evangelio!
    El primer defecto es la falta de énfasis en el pecado y el arrepentimiento. No puede haber ninguna verdadera conversión sin convicción del pecado y verdadero arrepentimiento. Una cosa es decir que estoy de acuerdo que soy un pecador, y totalmente otra cosa es experimentar el ministerio convencedor del Espíritu Santo que me deja convicto del pecado en mi vida personal. Si no tengo del Espíritu Santo la convicción de mi estado completamente perdido, nunca podré ejercer fe salvadora. Es inútil decirles a los pecadores que “acepten a Jesús” o “sólo tienen que creer en Jesús”, porque está poniendo el carro delante del caballo. Primero necesitan la convicción de su pecado y  condenación. Endulzamos erróneamente el evangelio al quitar el énfasis en la condición pecaminosa y caída del ser humano. Con este tipo de mensaje debilitado que sólo dice cosas como: “Dios es amor”,  la gente recibe la Palabra con gozo y no con la debida contrición de corazón. Por esto no tiene raíces profundas, y aunque dure un poco, pronto llega a abandonar su profesión de fe al surgir la persecución o las dificultades (Mt.13:21). Sólo es cuestión de tiempo. Se nos ha olvidado que el mensaje divino, a judíos y a gentiles, es arrepentimiento hacia Dios y fe en Nuestro Señor Jesucristo (Hch. 20:21).
    El segundo defecto grave es la falta de énfasis en el señorío de Cristo. Un mero asentimiento intelectual, ligero y alegre de que Jesús es el Salvador, no es suficiente. Jesucristo es Señor primero, y entonces también es Salvador. Pero el Nuevo Testamento siempre le presenta como Señor antes que Salvador (2 P. 1:11; 2:20; 3:2). ¿Presentamos las implicaciones de Su señorío a la gente cuando evangelizamos? Él siempre lo hacía. Muchas veces ni siquiera mencionamos esto. Lo dejamos como si fuese algo opcional, pero Romanos 10:9-10 no enseña así.
    La tercera falta en este tipo de mensaje es la tendencia a esconder los términos que presenta el Señor respecto al discipulado, hasta que obtengamos una “decisión” a favor de Jesús. Pero nuestro Señor nunca hacía esto. El mensaje que Él anunciaba incluía la cruz, y no solamente el cielo. “Él nunca escondió sus cicatrices para ganar seguidores”. Revelaba lo peor junto con lo mejor, y luego decía a Sus oyentes que calculasen los gastos. En cambio, nosotros a menudo intentamos suavizar y popularizar el mensaje, prometiendo los beneficios sin mencionar los sacrificios.
    El resultado de todo esto es que hay personas en nuestras iglesias que “creen” y son sinceros, pero esto no les saca de equivocadas. Se llaman cristianas pero no saben lo que creen. Muchas personas no tienen ninguna base doctrinal en la cual pueden basar su decisión. No saben las implicaciones del compromiso con Cristo. Las tales nunca han experimentado la obra misteriosa y milagrosa de la regeneración del Espíritu Santo.
    Y también hay quienes han sido presionadas por técnicas astutas,  (como de los hábiles vendedores) a hacer una profesión de fe, y respondieron que “sí”. Algunos quizás quieren dar placer al joven (evangelista) tan amigable que sonríe tanto. Algunos solo quieren salir de apuros, por lo que dicen: “Sí, sí, acepto”, a sus parientes, amigos u otros. Seguramente Satanás se ríe cuando estas “conversiones” se anuncian a la iglesia con aires de triunfo.
    Quisiera hacer unas preguntas que posiblemente nos guiarán a cambiar nuestra estrategia de evangelismo. La primera es: ¿Podemos, generalmente, esperar que alguien haga un compromiso inteligente, con Cristo la primera vez que oye el evangelio? Ciertamente hay el caso excepcional cuando alguien está preparado ya por el Espíritu Santo. Pero hablando generalmente, el proceso consiste en sembrar la semilla, regarla y luego, más tarde, recoger la siega. En nuestra manía por la conversión instantánea, nos hemos olvidado que la concepción, la gestación y el nacimiento no acontecen en el mismo día.
    La segunda pregunta es: ¿Puede una presentación encapsulada del evangelio exponer bien un mensaje tan grande? Como escritor de varios tratados evangelísticos, confieso que aún tengo unas dudas e inquietudes al intentar reducir las Buenas Nuevas a cuatro hojas pequeñas. ¿Realmente es posible eso? ¿No sería mejor dar una presentación más completa, tal y como vemos en los Evangelios o en otras partes del Nuevo Testamento?
    En tercer lugar: ¿Es realmente bíblica todo ese afán y presión para conseguir “decisiones”? ¿Dónde en el Nuevo Testamento fue la gente apresurada hasta hacer una profesión, a levantar la mano, hacer una oración, pasar al frente de la congregación, etc.? ¿Algún apóstol anunció a unos creyentes: “Fulana acaba de aceptar a Cristo”? No se ven cosas así en la Biblia. ¿Qué es eso de "aceptar"? La Biblia no describe así la conversión. Pero hoy hay gente que "acepta a Jesús" y no es salva, pero se define así: "soy acepto". Es un término extraño y superficial. Entonces, ¿por qué las hacemos? Queremos justificarnos diciendo que si sólo uno de cada diez es genuino, vale la pena. Pero, ¿qué de los otros nueve, desilusionados, amargados, o quizás decepcionados y encaminados hacia el infierno por una falsa profesión?
    Y tengo que preguntar esto: ¿Es precisa toda esta jactancia y reportajes sobre las conversiones? A lo mejor tú también te has encontrado con una persona que con toda seriedad habla de las diez personas que ella contactaba hoy y cómo todas ellas se han convertido. Un médico joven testificaba que cada vez que iba a una ciudad nueva, busca en la guía telefónica las personas con su apellido. Luego les visitaba una a una y les guía en “las cuatro leyes espirituales” como pasos de la salvación. “Maravillosamente”, según él, cada uno abría su corazón a Jesús. No quiero dudar de la honestidad de tales cristianos, pero, ¿me equivoco en pensar que son algo ingenuos? ¿Dónde está todas las personas que “se han salvado” así, o en nuestras campañas? Para nuestra vergüenza, no podemos encontrarles.
    Todo esto significa que debemos volver a examinar muy seriamente nuestra forma de presentar ese “evangelio” tan encapsulado, por no decir desvirtuado. No corramos, sino tomemos el tiempo necesario para explicar bien el evangelio, dando un fundamento sólido de doctrina para que la fe tenga dónde reposar. Busquemos ver convicción de pecado, y hablemos de la necesidad del arrepentimiento y la fe, como dijo el Señor en Marcos 1:15, "arrepentíos y creed en el evangelio". Debemos insistir en el señorío de Cristo y en que los Suyos le seguirán como discípulos. El Señor busca discípulos, no “decisiones”. Seamos responsables y hagamos bien la obra, explicando lo que realmente significa “creer en el Señor Jesucristo”, que no es cuestión de repetir unas palabras o sentir una emoción. Estemos dispuestos a esperar hasta que el Espíritu Santo produzca una convicción genuina del pecado. Cuando veamos esto,  señalemos la Persona y obra de Cristo para que confíe en Él. Si hacemos así, no habrá cifras astronómicas de “conversiones”, pero habrá más casos genuinos del nuevo nacimiento y  fruto que permanece.



traducido y adaptado por Carlos Tomás Knott con permiso del autor

domingo, 1 de noviembre de 2020

"Échate abajo"


Así dijo el diablo al Señor Jesucristo, y le dijo “escrito está” y citó el Salmo 91 para que sonara bíblico su consejo. En Mateo 4:5-6 leemos: “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra”. Es como si dijera: “Tenga fe, Dios te protejerá”.
    Y hay, lastimosamente, hermanos queridos nuestros que,  dicen a la gente, “tenga fe, hermano”, Dios te guardará y no te tocará el virus. Y citan el mismo Salmo que intentó usar el diablo. Satanás citó el versículo 11, y algunos hermanos bienintencionados hoy citan el versículo 10: “No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”. Creen que si tienen fe no es necesario llevar mascarilla (además no les gusta, pero no dicen esto), ni guardar distancias, ni lavarse mucho las manos, y todo esto que los médicos recomiendan para evitar contagio. Dicen: “tenga fe” y se reúnen sin mascarillas, sentados juntos en gran proximidad, se dan la mano, se dan los besitos, y creen que no se contagiarán.
    Quizás no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta, que eso no es fe sino atrevimiento, y roza con la clasificación de tentar a Dios. Invito al lector a observar cómo el Señor respondió al diablo cuando ese le dijo “échate” y le cito el Salmo 91 para justificar su consejo. En Mateo 4:7 el Señor Jesucristo replicó: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”. Y no se echó, porque no hubiera sido fe sino un atrevimiento egoísta que simplemente sería tentar a Dios.
    ¿Cómo aplicamos esto a nosotros hoy?  Una cosa debe estar clara: Dios no suspende las leyes naturales, ni la ley de la causa y el efecto, o las consecuencias, para los creyentes. Por ejemplo, si te atreves a echarte del balcón o el tejado de una casa, no flotarás en el aire, ni aterrizarás suavemente. Te caerás con ímpetu, y dependiendo de la altura y del impacto o te herirás gravemente o te matarás. Porque está en vigor le ley de la gravedad, y Dios no la suspenderá.

    Cuando era niño pequeño salio eso de “superman” y estaba de toda. Todos los niños querían imitar a “superman”. Le dije a mi madre que me fijara una toalla en el cuello de la camisa, como capa, y luego quería saltarme de la ventana y volar como Supermán. Menos mal que ella no me consentía esa locura. Imagínate lo que hubiera pasado si me dejara hacer eso. Yo creía que podía, pero estaba en lo equivocado, pues eso era algo muy peligroso. Ella no me dijo: “tenga fe”, sino: “No”, porque me amaba.

    Otro ejemplo es algo que hacen algunos musulmanes. Cuando vivía en Turquía notaba que en mi ciudad casi todas las semanas murió alguien atropellado en la calle. Porque dice la gente: “Inshalla” (se pronuncia “inshala”). Eso quiere decir: “Si Dios quiere” o “Dios mediante”. Los musulmanes creen en una forma de predestinación – que si Dios quiere que viva, puedo cruzar la calle en medio del tráfico y no me pasará nada. Y si Dios no quiere que viva, aunque tenga yo mucho cuidado, todavía moriré porque Dios quiere. Razonando así con el “Inshalla”, llegan a la conclusión de que pueden hacer lo que les parece porque de todos modos vivirán o morirán si es la voluntad de Dios. Y cuando uno se mete en la calle y se descuida del tráfico, le golpea o le atropella un camión y muere. No tiene Dios la culpa, sino él que se metió delante del camión. Causa y efecto.
    Así, queridos hermanos, con el virus COVID-19. No digamos que tenemos fe y por eso creemos que podemos descuidar los consejos de médicos y biólogos porque – razonamos – Dios no permitirá que la plaga nos toque. Si te descuidas, te contagiarás, porque el virus anda suelto, y busca a quién infectar. Le da igual que seas creyente o no. Dios no suspenderá las leyes naturales por ti. Puedes enfermarte y morir, al igual que los demás. ¿O crees que no mueren los cristianos?
    No, hermanos míos, no es fe sino atrevimiento reunirse sin mascarilla y no mantener distancias. Además, los médicos informan que hablar fuerte en público, predicar y cantar son actividades que lanzan con más fuerza y a más distancia el hálito y los microbios que contiene. Es como toser o estornudar fuerte, y afecta a todos los que están alrededor. No es fe, sino falta de consideración y amor fraternal cuando sujetemos a los demás a eso en una reunión. En algunos casos, además de que no es fe, es la pereza egoísta. Dicen que tienen fe, pero es una excusa que suena espiritual y cubre la razón verdadera que es simplemente que no quieren. O quizás camufla la ignorancia voluntaria que rechaza y rehúsa creer los sanos consejos que son para nuestro bien.
    Yo llevo la mascarilla cuando salga de casa, siempre. Si entro en casa de un hermano para visitar, uso el gel desinfectante justo antes, llevo mascarilla y mantengo la distancia en su casa. Nada de besos y abrazos. Son sencillos consejos basados en ciencia y medicina. El virus sigue las leyes de la naturaleza, y Dios no las suspenderá por ti, hermano. Como no te echarías de un puente, ni te meterías delante de un camión diciendo “Inshalla”, tampoco debes descuidar las precauciones que aconsejan para evitar contagios. Así que, no digas: “no tengo el virus”, porque no sabes eso. Puedes tenerlo hasta diez días sin ver las síntomas, y todo ese tiempo estás contagiando a todos los que están cerca. No solo por ti, sino por los demás ponte la mascarilla, antes de entrar en el local, o en la casa de un hermano y no la quites. Desinféctate las manos. Guarda las distancias. Así practicas el amor fraternal y la consideración.
    ¿Necesitamos poner porteros en los locales para negar la entrada a los que no llevan la mascarilla? ¿No podemos contar con la buena voluntad de los hermanos, como dijo Pablo cuando escribió a Filemon? “Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo” (Flmn. 21). Sea así con nosotros.          Seamos sensatos, hermanos, porque no se trata de fe, sino de no tentar a Dios creyendo que el mal no nos puede tocar. No seamos como el necio en Proverbios 12:15. “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio”. Seamos sabios. No nos echemos del pináculo del tempo citando las Escrituras durante la caída.

Carlos Tomás Knott

1 noviembre 2020

¡EL FIN VIENE!


Cuando el profeta Ezequiel proclamó esto en Palabra de Dios, no lo quisieron creer. Sin embargo, así fue, y la ciudad de Jerusalén y el templo fueron destruidos.

En el Nuevo Testamento los discípulos de Jesucristo le preguntaron en el Monte de los Olivos:  "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?" (Mateo 24:3).

Cristo respondió, "Mirad que nadie os engañe" (v. 4), "porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán" (v. 5). El que no lee la Palabra de Dios puede ser facilmente engañado por cualquiera que use el nombre de Cristo. Esto está pasando hoy - hay miles de personas engañadas que creen que son cristianas pero van a la perdición. En Mateo 7 Cristo advierte:

"No todo el que me dice:  Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,  sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.  Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad".

 No solo la boca, las palabras, sino también la vida obediente a la Palabra de Dios indica quién realmente cree y tiene a Cristo como su Señor. Así es como vemos lo que uno realmente cree.

Volviendo a las señales del fin que Cristo dio en Mateo 24:

"Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores" (vv. 6-8).

¿No vemos esto hoy? Hasta en las noticias diarias sale todo, ¡y nos está advirtiendo que el fin viene!

    · guerras

    · rumores de guerras

    · nación contra nación, y reino contra reino

    · pestes

    · hambres

    · terremotos en diferentes lugares

Después Cristo les advierte que resurgirá el antisemitismo, y ya estamos viendo como esto se prepara a nivel mundial. "Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre" (v. 9). 

Habrá odio y traición: "Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán" (v. 10). Se deshace el matrimonio y la familia.

Habrá mucho engaño: "Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos" (v. 11). Abundan hoy y hasta hay iglesias que denominadas "Apóstoles y Profetas". Hombres y mujeres toman para sí estos títulos y buscan ganar dinero y controlar a personas. El apóstol Pedro advirtió: "y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas" (2 Pedro 2:3).

Se desbordará la maldad en todo el mundo: "y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará" (v. 12). El profeta Isaías exclamó: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!" (Isaías 5:20). Los gobiernos, jueces, movimientos sociales y aun las iglesias llaman bueno lo que Dios llama malo. El Papa anima a aceptar a las parejas de hecho (los fornicarios) y a los homosexuales (los sodomitas). Pueden entrar en iglesias liberales y falsas, pero no en el cielo. Dios lo asegura en Apocalipsis 22:15.

"Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira". 

Cristo en Mateo 24 asegura que los creyentes que estén en el mundo perseverarán y serán salvados de la tribulación cuando venga el Señor: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (v. 13).  

Dios en Su misericordia mandará predicadores del evangelio a todo el mundo para dar un aviso final. "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (v. 14).

Pero el fin vendrá. Se avecina ya, y vemos las señales que Cristo nombró. Todo indica que el fin está cerca. No te engañes, no tienes mucho tiempo, el fin viene y es tiempo de arrepentirte y confiar en el Señor Jesucristo. 

El siguiente himno enfatiza este mensaje, ¡Cristo viene!

¡CRISTO VIENE!