viernes, 16 de julio de 2010

Cuatro Cosas Crucificadas...


en la crucifixión de Cristo

El Viejo Hombre Crucificado. “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él” (Ro. 6:6). El verbo compuesto que se traduce “crucificado juntamente” significa ser crucificado en compañía de otros, como cuando los malhechores fueron crucificados con Cristo. El “viejo hombre” que fue crucificado con Cristo es la suma total de nuestra vieja vida egoísta.
Cuando los gabaonitas vinieron a Josué, vinieron con “sacos viejos...cueros viejos...zapatos viejos...vestidos viejos”. Todo ese lote de basura debía haberse quemado, pero tomaron a Josué de sorpresa. Ahora bien, nuestro “Josué” no se engañó: nuestras viejas costumbres formadas en el pecado no deben dominarnos más cuando las veamos en el Calvario.

Nuestro “Yo” Crucificado. “Con Cristo estoy juntamente crucificado” (Gá. 2:20). Aquí de nuevo es co-crucifixión. Si se examina la ramita de una hoja muerta, se verá que el viejo canal de la savia está bloqueado por una barrera invisible al ojo natural. La planta cerró la puerta a la hoja del año pasado, condenándola a podrirse. Pronto se comienza a soltar de la rama, el viento la sacude, y se cae. Así también la cruz de Cristo cierra la vida del “yo”, y se torna una barrera entre él y nosotros cuando nos consideremos muertos con Cristo. No es auto-crucifixión sino crucifixión con Cristo; no es mortificarnos a nosotros mismos, sino creer que hemos muerto con Él en Su muerte.

La Carne Crucificada. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gá. 5:24). La carne denota el principio de vida en el hombre que está alejada de Dios, y es incurable e irreparablemente mala. De la manera en que la sangre de Cristo nos acerca a Dios, esta muerte mata aquello que nos hizo alejar de Él. Escojo poner en medio de la situación al Cristo que murió por me. Ante Él toda tentación huye.

El Mundo Crucificado. “El mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá. 6:14). El mundo es el sistema del hombre por el cual la gente intenta estar feliz sin Dios – la religión, los placeres, la política y todo lo demás.
Somos crucificados al mundo y a todo lo que en él hay. Si quieres ver el mundo como es en realidad, ¡mira lo que hizo a nuestro Salvador! Leemos de la sabiduría degradante del mundo (1 Co. 1:21); el carácter malvado del mundo (Gá. 1:4), la corriente del mundo (Ef. 2:2), las tinieblas dominantes del mundo (Ef. 6:12), la oposición de la amistad del mundo (Stg. 4:4), la contaminación del mundo (2 P. 2:20) y la trinidad falsa de las cosas del mundo (1 Jn. 2:15). Deben ser a nosotros como cosas muertas; entonces nosotros también seremos como cosa muerta al mundo.
Seleccionado,
traducido de la revista UPLOOK, septiembre 2003