sábado, 7 de mayo de 2016

LAS DISPENSACIONES

     Dice un refrán que de noche todos los gatos son pardos. Podemos aplicarlo a nuestro tema, porque si no vemos bien, si no tenemos luz de la Biblia, nos quedamos sin discernimiento. No distinguimos lo que deberíamos.
    Si alguien pregunta: “¿Eres dispensacionalista?” podríamos responder con otra pregunta: “¿Sabes distinguir las edades?” Porque no todo es igual. Hay diferencias y conviene aprender a verlas y distinguir entra un tiempo y otro en la Biblia y en el plan de Dios.

1. ¿Qué es una dispensación?

El término “dispensación” viene de la palabra griega “oikonomía” (ὀικονομία), (OIKO = casa) que significa “una mayordomía”, en el sentido de cómo se administra una casa. También puede traducirse “economía”, hablando no solamente de finanzas como pensamos hoy en día, sino más bien de todo lo que incluye la administración. Veamos algunos usos bíblicos de esta palabra:
    Lc. 12:42 oikonomos = “mayordomo”
    Ro. 16:23 “tesorero”
    1 Co. 14:1-2 “administrador”
    Gá. 4:2 “tutores”
    Tit. 1:7 “administrador”
    1 P. 4:10 “administrador”
    Entonces, una dispensación es un trato con los seres humanos, divinamente ordenado, en un tiempo o periodo de la historia.  La palabra traducida “dispensación” aparece otras veces en el Nuevo Testamento como vemos en las siguientes citas:
    Lucas 16:2, 3 y 4 (“mayordomía”); 1 Corintios 9:17 (“comisión”); Efesios 1:10 (“dispensación”); Efesios 3:2 (“administración”) y Colosenses 1:25 (“administración”).

    Así que, usando el metodo inductivo, de buscar y examinar el uso bíblico, concluimos que “dispensación” es un término bíblico, empleado por el Espíritu Santo. No es una idea que comenzara en escuelas de teología, ni formada como algunos alegan por hombres como Darby u otros. Ironside definió “dispensación” de la siguiente manera: “una economía divina que prevalece durante una época determinada y no en otra, por la que se distingue esta época”.

2. ¿Qué valor tiene el concepto de las dispensaciones?

    1. Es una herramienta para estudiar la Biblia sistemáticamente y apreciar cómo Dios procede con los hombres y dónde estamos ahora en el desarrollo de Su plan. Esto nos ayuda a saber dónde estamos en la historia y qué esperar en cuanto al porvenir. Es un modo de aprender los caminos de Dios para con nosotros.
    2. El estudio de las dispensaciones manifiesta la longanimidad de Dios hacia los hombres, probándonos bajo cada forma imaginable de administración, y cómo Dios permanece fiel en Su búsqueda de nuestro bien, a pesar de nuestra infidelidad y desobediencia.
    3. Es algo que también expone la depravación del ser humano, porque en todas las edades o dispensaciones, bajo cualquiera y todas las condiciones y administraciones que Dios establece, el ser humano siempre fracasa.

3. ¿Cuántas dispensaciones hay?

    Si no admitimos ninguna, decimos que todo es igual, que no hay distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sería negar la existencia del primer pacto (el viejo pacto, He. 7:18-19) y el nuevo pacto que anula el viejo. Estos pactos, sin más, argumentan a favor de más de una sola dispensación y demuestran que los tratos de Dios con los hombres no son siempre iguales.
    Entonces, ¿no podemos reconocer que hay al menos dos tiempos distintos, la de la Ley y la de la Gracia?  Éx. 19-20 la entrega de la ley ➔ ver 24:7-8 (Gá. 3:17)
    Además, ¿qué del tiempo antes de la Ley, y del tiempo que será después de la edad de la Gracia? Esto hace que haya al menos 4 épocas distintas.
    Y si hay cuatro, ¿no podríamos ver hasta siete, siendo que se puede discernir diferentes métodos de Dios para con los hombres en el periodo antes de la Ley? El tiempo de la inocencia terminó con el primer pecado y la caída del hombre (Gn. 3).
    De ahí pasaron al tiempo de guiarse por su conciencia, el conocimiento del bien y del mal, y ése terminó con la corrupción maligna de la raza humana (Gn. 4-6), y las condiciones que provocaron el juicio del diluvio.
    Después del diluvio (Gn. 9:6), Dios puso en manos de Noé y los suyos el gobierno humano, con la responsabilidad castigar con muerte, de llevar la espada (pena de muerte), por primera vez. La pena de muerte no se basa en la Ley de Moisés, sino que estaba establecida antes. El hombre corrompió esta dispensación, empleando el gobierno como vemos en Génesis 11 y 12, para organizar un solo reino en rebelión contra Dios y edificar la torre de Babel en Sinar. Este periodo terminó con el juicio de la confusión de lenguas y la dispersión de las naciones.
    Después, Dios en Su plan sabio inauguró otra dispensación, escogiendo a Abram y dándole las promesas, haciendo de él una nación nueva, la de los hebreos, los descendientes de Abraham, Issac y Jacob. De ahí la dispensación de la promesa, porque de Abram hasta la salida de Egipto y la llegada al Monte de Sinaí, los patriarcas y sus descendientes vivieron por estas promesas de Dios.
    Entonces Dios estableció un pacto con la nación de Israel, basado en la ley. El periodo de la Ley terminó cuando los judíos dijeron: “tenemos una ley, y según ella este hombre debe morir” –  y condenaron así a su Mesíasa a la muerte.
    Partiendo de la muerte y resurrección del Señor, comienza la dispensación de la gracia, o de la iglesia, en la cual el evangelio es predicado a todo el mundo y el pueblo de Dios en esa dispensación es la iglesia, no Israel (Israel es “lo ammi” – “no hijo mío” solo hasta el tiempo indicado en Romanos 11:23-29). Pero Apocalipsis 3, la epístola a los de Laodicea demuestra cómo terminará la edad de la Gracia, con frialdad y mundanalidad: las iglesias convierten la gracia en libertinaje y se vuelven mundanas. Pablo advirtió acerca de esto en 1 Timoteo 4:1-3 y 2 Timoteo 4:1-5. En 2 Tesalonicenses 2 él enseña a los creyentes que el día del Señor no puede venir sin que antes venga la apostasía, que es cómo la edad de la Iglesia terminará.
    El tiempo de la tribulación no es propiamente una dispensación, sino más bien un periodo de transición entre la edad de la gracia y la del milenio (así como al principio de los Hechos vemos un pequeño periodo de transición entre la ley y la gracia).  Cuando el Señor arrebate a la verdadera Iglesia y reanuda Sus tratos con Israel como Su pueblo terrenal comenzará la tribulación, el tiempo de la angustia de Jacob. Será el juicio que finaliza la edad de la iglesia. Esto pondrá en marcha el “reloj profético” de las 70 semanas de Daniel 9:24-27, cumpliendo la semana septuagésima que es la que falta. Esta semana de años, 7 años, será el tiempo de la tribulación y los juicios mencionados en los profetas del A. T. y también más extensivamente en el libro de Apocalipsis, los capítulos 6-19. Pero bajo juicios e intervenciones divinas y visibles desde el cielo, los seres humanos no se arrepentirán y no serán reformados.
    El Señor vendrá con vara de hierro y establecerá la dispensación del Milenio, el reino de los mil años (Ap. 19-20). Durante este tiempo el Señor Jesús administrará personal y directamente, desde Jerusalén, el gobierno  de todo el mundo, y los santos reinaremos con Él. Pero al final del Milenio, Satanás será suelto de su prisión y saldrá para engañar a las naciones, terminándose los mil años en una gran escena de rebelión y juicio repentino (Ap. 20:7-10).
    Después tomará lugar el juicio del gran trono blanco, y Dios hará una nueva creación, en la cual mora justicia, la cual será el estado eterno. Algunos consideran esa edad la final dispensación, pero realmente no tiene los rasgos de las otras, y todo es perfecto. No hay pruebas ni tentaciones ni fracasos en el estado eterno, gracias a Dios.



viernes, 6 de mayo de 2016

Los Hijos De María

La Biblia no da base para la idea de la perpetua virginidad de María, sino que reconoce que era madre de otros hijos, resultado de su matrimonio con José. No es nada malo, pues Hebreos 13:4 nos instruye: "honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla".

Salmo 69:8        
“Extraño he sido para mis hermanos, y desconocido para los hijos de mi madre”.   (Es un Salmo mesiánico que profetiza acerca del Mesías Jesucristo)

Mateo 1:25        

“Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito...”

Mateo 12:46-47        

“he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.  Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar”. 
(Mr. 3:31-32; Lc. 8:19-20)

Mateo 13:55-56        

“sus hermanos, Jacobo, José, Simón, Judas... todas sus hermanas”

Juan 2:12       

“él, su madre, sus hermanos y sus discípulos”

Juan 7:3, 5, 10        

“sus hermanos”
               
Hechos de los Apostoles 1:14        

“con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”

1 Corintios 9:5        

“los hermanos del Señor”

Gálatas 1:19        

“Jacobo el hermano del Señor”

Algunos alegan que "hermanos" quiere decir "primos" pero son dos palabras distintas en el idioma original del Nuevo Testamento (griego). Adelfos es hermano, y suggenes (Lc. 1:36) es pariente o primo/a. 

En todo el pueblo de Nazaret era conocida la familia de José el carpintero, María su esposa y los hijos e hijas de ellos.