viernes, 20 de diciembre de 2013

10 Mentiras Populares Acerca de Navidad

1.  Papá Noel existe y
vive en el polo norte.
2. Tiene arces que vuelan y le llevan a visitar las casas  durante noche buena.
3. Hubo tres reyes magos y uno era negro.
4. Los reyes magos traen regalos a los niños buenos.
5. Jesucristo nació el 25 de diciembre y desea que celebremos Su nacimiento, decorando nuestras casas, comprando regalos, hartándonos de comidas y licores en los que hemos derrochado el dinero, cantando villancicos, con envíos masivos de cartas y tarjetas, y haciendo llamadas telefónicas para desear “felices pascuas” a todos.
6. Los apóstoles y los demás cristianos de los tiempos del Nuevo Testamento celebraron navidad como parte de la fe cristiana una vez dada a los santos.
7. El árbol de navidad es una costumbre cristiana.
8. Si has sido malo los reyes magos te darán carbón.
9. Tus padres nunca te dirían una mentira.
10. Todo esto lo celebramos porque amamos a Jesucristo y deseamos hacer sólo Su voluntad y agradarle con todos nuestros hechos.

En Su Palabra, la Sagrada Biblia, nuestro Señor ha dado a los creyentes solamente una celebración. En 1 Corintios 11:23-26 leemos lo siguiente:

Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
¡Ésta la fiesta que hemos de guardar! A fin de cuentas realmente no importa lo que yo pienso, lo que tú piensas, ni lo que nadie más piensa, con respecto a la Palabra de Dios. Lo importante es lo que Dios piensa, y Él nos lo ha dicho en Su Palabra. No mires lo que hacen los demás, porque no se descubre la voluntad de Dios de esta manera. ¡Lee Su Palabra! 
Si te importa tan poco lo que Dios dice en Su Palabra, y tanto lo que tú quieres y opinas, pues al menos ten la dignidad y honradez de decir que lo haces porque quieres, porque te apetece, porque la familia te obliga, porque los demás lo hacen, o incluso porque eres esclavo a la tradición y no puedes cambiar, o lo que sea, pero no digas que es en nombre de Cristo, porque esto es casi tomar en vano el nombre de Dios.

martes, 17 de diciembre de 2013

La Palabra de Dios y La Palabra de Platón


por A. W. Tozer

Acuda a su Biblia y verá cómo Dios da advertencias como: "el alma que pecare, esa morirá" (Ez. 18:4), y "los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios" (Sal. 9:17). O también: "aquella persona será cortada de en medio de su pueblo" (Éx. 31:14), o "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Jn. 3:3). Y "antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (Lc. 13:3), y "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre" (Mt. 7:21). O "ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Dios" (Ef. 5:5). Éstas son las terribles palabras de Dios. Transmite este mensaje único de una forma totalmente autoritaria.
   Nadie se atreve a intervenir y decir: "Vamos a explicar esto a la luz de lo que dijo Platón". Me da lo mismo lo que dijera Platón. He leído a Platón de vez en cuando, pero me es indiferente lo que diga cuando Dios dice: "el alma que pecare, esa morirá". Que Platón se arrodille ante la autoridad de la Palabra de Dios. Dios ha expresado su autoridad por medio de su Palabra; que no venga ningún papa a decir: "Explicaremos esta cuestión a la luz de lo que dijo el Padre tal o cual". Que el padre en cuestión guarde silencio. Pronto tendrá la boca llena de polvo. Y que todo el mundo cierre la boca cuando habla el Dios Todopoderoso. "¡Tierra, tierra, tiera! Oye palabra de Jehová" (Jer. 22:29). "Oíd cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová" (Is. 1:2).
de su libro FE AUTÉNTICA, págs. 36-37, Editorial Portavoz

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El ZAGAL Y LAS OVEJAS



Apacentando un Joven su ganado, 
gritó desde la cima de un collado: 
«¡Favor!, que viene el lobo, labradores.» 
Estos, abandonando sus labores, 
acuden prontamente, 
y hallan que es una chanza solamente. 
Vuelve a clamar, y temen la desgracia; 
segunda vez los burla. ¡Linda gracia! 
Pero ¿qué sucedió la vez tercera? 
Que vino en realidad la hambrienta fiera. 
Entonces el Zagal se desgañita, 
y por más que patea, llora y grita, 
no se mueve la gente escarmentada, 
y el lobo le devora la manada. 
¡Cuántas veces resulta de un engaño, 
contra el engañador el mayor daño!

Félix María Samaniego (1745-1801)

domingo, 10 de noviembre de 2013

El Búnker



Allí está, en medio de la playa. Los que se bañan no lo hacen ni caso. Pocos se preguntan qué hace allí, tan alto, encima de unos pilones de tamaño de palos de linea telefónica, que empiezan a torcerse bajo el peso de sus enormes paredes de cemento de dos metros de ancho. 
El bunker fue construido en la playa de Cape May (el Cabo de Mayo), al sur de la costa de Nueva Jersey, en 1942, cuando los submarinos alemanas amenazaban la costa oriental de los Estados Unidos. Cuando se construyó, estaba a doscientos setenta metros del agua, y al nivel de la playa entonces. Los pilones fueron estuvieron metidos debajo de la tierra para darle estabilidad, pero nunca con la intención de soportar todo el peso de aquella estructura de cemento.
Con el paso de los años, la erosión ha comido la playa, dejando aquel bunker masivo expuesto sobre los pilones, en el aire, encima de la playa.  Uno puede imaginarse el choque que les haría a los que diseñaron y ocuparon el bunker al principio, si lo visitasen hoy. Sólo hay un pequeño letrero que presenta un dibujo de su diseño original y explica cómo llegar a estar tan alto en el aire por encima de la playa.
Contemplando aquella vista extraña, no podía por menos que pensar en muchas de las “asambleas de los hermanos” en nuestros tiempos. Fueron edificadas sobre fundamentos espirituales sólidos hace muchos años, pero hoy están débiles y a punto de caer.
Como el bunker, muchas asambleas han experimentado la erosión de su fundamento. Por años se ha descuidado la enseñanza de las verdades fundamentales de las Escrituras acerca de la Persona y la obra del Señor Jesucristo, la “salvación tan grande” de Dios, la asamblea local, el sacerdocio de todos los creyentes, las dispensaciones y la esperanza bienaventurada y celestial de la Iglesia. La enseñanza acerca de la santificación ha sido reemplazada por afirmaciones de que la gracia nos libra de las “tradiciones” del pasado. Esto ha conducido a una forma poco precisa y nada acertada de pensar en la vida y la operación de la asamblea. Muchos llamados creyentes ya no soportan la sana doctrina (2 Ti. 4:3). Buscan los tonos más suaves de la psicología y la sociología, en lugar de lo espiritual. Como resultado, los siguientes generaciones no tienen una comprensión de las verdades fundamentales, ni convicciones acerca de estas verdades, y se han deslizado del fundamento que fue puesto al principio (He. 2:1).
Ahora la arena ha desaparecido en la erosión de sermones de temas “relevantes”, programas de música, programas sociales y la psicología, dejando a las asambleas sin fundamento sólido. Probablemente nadie se daba cuenta de día en día de la erosión de los 270 metros de playa que hubo en el año 1942 entre el bunker y el agua. Así también muchas asambleas han experimentado la erosión de sus fundamentos, pero no se han dado cuenta de día en día.
Viendo la erosión que han hecho “la iluminación”, “el progreso”, y “los cambios”, debemos volver a poner el fundamento (Is. 28:16). Necesitamos volvernos a la Palabra de Dios y comenzar de nuevo a enseñar regular y sistemáticamente las verdades fundamentales. ¡Que el Señor nos dé la fuerza y valentía para hacerlo (Mt. 7:24).

Steve Hulshizer, autor del libro: Obediencia: La Clave para Nuestros Problemas
artículo tomada de la revista Milk & Honey (“Leche y Miel”), Octubre, 2000. Traducido con permiso

jueves, 7 de noviembre de 2013

Conectado



Dios no tiene Iphone, Pero hablo con Él.
No tiene Facebook, Pero es mi Amigo.
No tiene Twitter, YouTube etc..; Pero yo todavía le sigo.
Y aun sin Internet, todavía estoy en contacto con Él.

-- autor desconocido

lunes, 2 de septiembre de 2013

DANIEL: "MUY AMADO"

Una de las falacias enseñadas por algunos tele y radioevangelistas es que los que vienen a Cristo descubrirán que sus problemas se evaporarán y que gozarán de buena salud, paz y prosperidad el resto de sus vidas. Tal enseñanza contradice las Escrituras y también nuestras experiencias personales.
Daniel sufrió profundamente en su servicio a Dios. La naturaleza de su servició le afectó de manera grave tanto física como emocionalmente. “Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días...” (Dn. 8:27); “Quedé, pues, yo solo...y no quedó fuerza en mí...” (Dn. 10:8).  Estas aflicciones le llegaron, no por ningún pecado suyo, ni como persecución del mundo, sino como resultado de recibir e impartir los pensamientos de Dios.
En los padecimientos de Daniel vislumbramos el amor y cuidado que Dios tiene de Sus siervos que sufren. Por ejemplo, cuatro veces leemos: “Él me tocó...” (Dn. 8:18; 9:21; 10:10; 10:16), y cada toque impartó la fuerza y el consuelo que necesitaba.  Después del primer toque, Daniel dice: “Me hizo estar en pie”. Después del segundo, recibió “sabiduría y entendimiento”. En cuanto al cuarto toque, Daniel nos dice: “uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios...y me fortaleció”. Es un gran consuelo saber que hay un Hombre (el Señor Jesucristo) a la diestra de Dios, que Él nos toca en nuestra aflicción y  puede compadecerse de nosotros en nuestros dolores. Leemos en Hebreos 2:17, “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere...” 
Todos necesitamos Su consuelo de vez en cuando.  Hay veces cuando estamos desalentados y nos hace falta ánimo. A nuestro Dios le importan estas cosas, y Él no nos deja descuidados. En la ternura de Su amor, nos permite sentir su compasión de modo que nos encontramos renovados y alentados, preparados nuevamente para la batalla.

William Burnett, de su libro Daniel: Godly Living in a Hostile World (“Daniel: La Vida Piadosa en un Mundo Hostil”). Traducido por Ruth Knott

martes, 11 de junio de 2013

BORRANDO LOS DISTINTIVOS


“Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios... cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Deut. 12:29-32).

Había en Israel una tendencia constante a conformarse a las prácticas de las naciones vecinas. No era un rechazo abierto de Jehová su Dios, sino la introducción de costumbres y prácticas paganas. A lo largo de la historia de Israel los profetas advirtieron en contra de esto. Israel debía ser diferente, no cómo las naciones alrededor de ella.
La iglesia tiene la misma tendencia a través de los siglos. El clamor del apóstol Pablo era: “salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré” (2 Co. 6:17).
Después del primer siglo, las iglesias a una comenzaron a deslizarse hacia la conformidad al mundo, adoptando prácticas paganas en sus cultos y doctrinas. Esta corrupción aceleró después de la “conversión” de Constantino y la legalización del cristianismo.
Cuando llegó el tiempo de la Reforma, el evangelio de la gracia estaba enterrado bajo el ritualismo y los dogmas pervertidos de la iglesia. Se consideraba la salvación como un proceso durante toda la vida de guardar las normas de la iglesia, y al morir uno iba al Purgatorio para expiar el resto de sus pecados. El evangelio de la gracia de Dios había sido olvidado excepto en pequeños grupos esparcidos de creyentes devotos. 
En tiempos de la Reforma algunos descubrieron nuevamente el evangelio de la gracia de Dios y lo proclamaban fielmente. Desafortunadamente, muchos de los reformadores no se separaron limpia y completamente de todas las prácticas romanas. Llevaron a sus iglesias la enseñanza del bautismo de los niños, el concepto del clero y los laicos, y el deseo de tener una iglesia estatal.
A lo largo de la historia de la iglesia ha habido repetidos movimientos para volver a la sencillez de la iglesia primitiva. Esas personas creían que las enseñanzas y el ejemplo de la iglesia apostólica eran para emular. Este ejemplo no se veía como algo aislado en la historia, sino como la norma para las iglesias en todas las edades.
Después de tratar muchos asuntos de la conducta de la iglesia, Pablo escribió: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Co. 14:37). Pablo no dijo que estas cosas eran sus sugerencias u opiniones, sino los mandamientos del Señor. Hoy todavía están vigentes.
En las islas británicas a principios del siglo XIX hubo un avivamiento de interés en seguir la sencillez de la iglesia apostólica. Desde entonces este movimiento se ha extendido en muchos lugares del mundo. Hubo un rechazo del denominacionalismo con todas sus divisiones y una insistencia en que la iglesia es una, compuesta de todos los verdaderos cristianos (Ro. 12:4-5). La distinción de clero-laico se rechazó; todos los creyentes son sacerdotes y como tales, dotados por Dios con dones (1 P. 2:5, 9; Ro. 12:6-8). Consideraban la Cena del Señor como central respecto a la adoración, dando la oportunidad para la función del sacerdocio de los creyentes (1 Co. 11:23-34) según el orden establecido por Dios. Se esperaba que todos los creyentes estarían testificando y difundiendo el evangelio. Los que eran llamados por Dios a servir “a tiempo completo” salían  por fe, y eran apoyados por las ofrendas generosas del pueblo de Dios de acuerdo con tales Escrituras como Filipenses 4:15-16.
Era un movimiento radical: radical en su deseo de obedecer la Palabra de Dios, radical en su fe y fervor. Dios ha bendecido este movimiento durante los últimos 175 años. Pero es difícil mantener la pureza ferviente y la sencillez conforme a las Escrituras. El celo espiritual tiende a enfriarse y los hombres intentan compensar con organizaciones y rituales. La mundanalidad apaga el entusiasmo espiritual.
Algunas asambleas que tienen sus orígenes en el principio del movimiento en los años 1800 pueden sentirse tentadas a mirar las grandes iglesias de hoy con sus muchos miembros, y sentir envidia o deseo de imitarlas. ¿Quizás ellas deben ser ahora nuestro patrón? La gente está acostumbrada a tener a un “pastor” que es contratado y que puede ser despedido. ¿Por qué no contratar a un buen predicador para liderar a la iglesia? Quizás debemos dejar de enfatizar la importancia de la Cena del Señor, ya que no todos los miembros de las iglesias la aprecian. Tal vez debemos tenerla como un culto opcional en una sala más pequeña para aquellos que son más “tradicionales”. 
El movimiento feminista está fuerte. ¿Debemos ahora adoptar un formato más igualado en nuestras reuniones, permitiendo a las mujeres dirigir o participar vocalmente en ellas? Algunos sugieren que hay que admitir a mujeres ancianas (pastoras). Esto nos haría más aceptables al mundo alrededor nuestro. Así que, algunas asambleas se vuelven más como iglesias fundamentalistas e iglesias contemporáneas. Ya no son distintas. Puede que contraten a un predicador llamándole “el pastor” o disimulen llamándole “nuestro obrero”. La Cena del Señor es minimizada y las mujeres participan vocal y visiblemente.
Cuando pasan estas cosas, la asamblea se vuelve otra de tantas agradables iglesias evangélicas. Ahora respecto a sus miembros tiene competencia con las demás iglesias. A menos que tengas mejores edificios y programas, ¿por qué debe alguien asistir a tu iglesia?  No ofreces nada distinto. ¿No sería más sencillo unirte a una de esas iglesias establecidas y fortalecerla?
O quizás es tiempo de volver a estudiar las Escrituras y renovar las convicciones acerca de los principios de la iglesia que Dios da en Su Santa Palabra, y confiar en Él para los resultados.
Donald Norbie, 
traducido de la revista “Precious Seed” Abril 2002

viernes, 3 de mayo de 2013

Controla Tu Lengua


Controla Tu Lengua

por Leonardo Ravenhill

Hasta hace no muchos años sabíamos relativamente poco sobre el cuerpo humano. Después llegó ese invento maravilloso que nos ha salvado de mucha miseria, el aparato que produce rayos-X, que nos ve por dentro. Nos puede enseñar el corazón humano, pero no el espíritu humano. Nos enseña la garganta, pero no la voz, el cerebro, pero no la mente. No obstante, la ciencia médica ha hecho mucho para ayudar a ese “hombre externo” que se va desgastando. Si falla nuestra vista, nos pueden recetar unas gafas. Si fallan nuestros riñones o el corazón, nos pueden transplantar otros.  Pero que sepa yo, hay un miembro del cuerpo que nunca ha sido transplantado. Si usáramos nuestros brazos y piernas tanto como usamos este miembro, tendríamos unas agujetas de miedo. Pero ese miembro nunca se cansa, y tampoco lo he visto vendado o escayolado.  Cuando llegues a la vejez puede que necesites una dentadura postiza, pero siempre tendrás la misma lengua que tuviste cuando naciste. Entre las maravillas de la medicina moderna hay para brazos y piernas prótesis, pero no existe ninguna lengua artificial.

Mi madre era bastante sabia acerca de la lengua. Ella “sazonaba” su conversación cotidiana con dichos y refranes como este: “Mantén tu lengua tras las rejas de tus dientes”. Los escoceses tienen un par de refranes interesantes también sobre la lengua:  “Guarda tu lengua en cautividad y tu cuerpo estará libre”. “Una lengua larga acorta las amistades”. Mi madre solía decir: “Acuérdate que un día tendrás que responder a Dios por cada palabra que dices”.

La Biblia menciona muchos tipos de lenguas. Entre ellas están la lengua lisonjera (Sal. 5:9), la lengua jactanciosa (Sal. 12:3), la lengua mentirosa (Sal. 109:2; Pr. 6:17), la lengua fraudulenta (Sal. 120:2), la lengua perversa (Pr. 10:31; 17:20), la lengua apacible (Pr. 15:4), la lengua como medicina (Pr. 12:18), la lengua detractora (Pr. 17:4; 25:23), la lengua de vejación y maldad (Sal. 10:7), la lengua blanda (Pr. 25:15), y la lengua falsa (Pr. 26:28). Santiago también habla acerca de la lengua. Dice que es un miembro pequeño, pero que se jacta de grandes cosas.  La llama un fuego, un mundo de maldad, y dice que ningún hombre puede domarla.  Es salvaje, indomable y llena del veneno de la maldad.  La misma lengua es empleada para bendecir a Dios y para maldecir a los hombres. Pero Santiago dice que “si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto...” (Stg. 3:2-10).

Me pregunto si Santiago se sorprendería o no si pudiera ver cuánto el hombre ha conseguido “conquistar” hoy día. Ha logrado meter a unos en unas naves grandes y, dotados de ordenadores, lanzarlos al espacio. Y a otros hombres los hemos metido en submarinos que después han ido por meses sin subir de lo profundo del mar. El hombre ha dejado sus huellas tanto en la Luna como en el suelo del océano.  Menudos chismes hemos lanzado al espacio como satélites que hacen botar nuestras voces de un lado del planeta al otro.  Mira cómo hemos “domesticado” al viento con molinos y a los ríos con presas y centrales para producirnos la electricidad. ¡Qué poder increíble tiene el hombre sobre su mundo.  Pero, aun con todo, el hombre no sabe conquistar su lengua.

Una Espada Peligrosa

En el Salmo 64:3 la lengua es comparada con una espada afilada.  Por cierto que como espada la lengua ha dañado, herido y matado a más personas que todas las demás espadas en todas las guerras desde el comienzo de la Historia.  Lo habrás visto muchas veces.  Toma por ejemplo un matrimonio recién casado, que tanto se quieren y tan enamorados están.  Pero un día el hombre perdió el control de sí mismo en un enfado y arremetió con la lengua contra su mujer, cortando su corazón y su afecto con unas palabras mal escogidas.  Su ira fue en aquel momento incontrolable y, lástima, sus palabras inolvidables.  Lo dicho, dicho estaba, y el daño estaba hecho.  ¡Cuántas veces deberíamos recordar aquel refrán que dice que no se puede hacer volver la saeta una vez lanzada, ni el agua que ha pasado debajo del puente, ni las palabras que han sido habladas.  Como joven aprendí una poesía, cuyas palabras son importantes, aunque no rime al traducirla.  Dice así:

Palabras de ira, nunca las dejes 
Saltar de tu lengua descontroladas.
Hay que arrestarlas lo mejor que puedas,
Antes que manchen tus labios.
Palabras de ira, ¡qué rápido salen!
Provocan pensamientos amargos.
Y rompen los lazos de amor,
¡sí, con una sola palabra!

¿Hay un número más grande que el de las estrellas del cielo, o el de la arena del mar, o el de las hojas de los árboles? Creo que si pudiéramos sumar todas estas cosas, aún habría un número que sobrepasa la suma de ellas, y es la cantidad de cosas que dice este pequeño monstruo que llamamos la lengua.  Es un rebelde incontrolable que vive en una cueva roja cuya entrada está guardada por dos filas de soldados blancos llamados dientes.  Piensa en todas las palabras que se hablan en un solo día por las redes telefónicas de todo el mundo.  ¿Y cuántas más de ellas vuelan de acá para allá en todo el mundo por las ondas de radio y televisión? La lengua ha ocasionado más daño que cualquier otro órgano del cuerpo humano.

Somos responsables por las palabras que decimos.  “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.  Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.  Nuestras propias palabras nos atrapan (Pr. 6:2).  Somos atrapados por nuestros votos y promesas que hemos hecho pero que después no cumplimos.  Y también nos atrapan nuestras críticas y juicios precipitados e indebidos.  “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.  El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”. (Mt. 12:34-35)

El corazón humano puede ser como un hoyo lleno de víboras, una cámara de demonios, un pozo de perversidad, y una trinchera llena de porquerías.  Realmente es el lugar donde se elabora todo lo sucio y todo el pecado, y la lengua es el mostrador de su género.  Es imposible que mis palabras exageren la corrupción que hay en el corazón, y toda la suciedad que de un corazón podrido sale entre los labios.  Pero cuando yo haya dicho todo lo que sepa decir acerca de la lengua, lo más fuerte por cierto está dicho en Proverbios 18:21: “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”.

Una Historia Que Va Rodando

Las piedras rodantes no son musgosas, pero en una historia que se cuenta chismeando una y otra vez, sí que hay algo que crece allí.  Cada vez que la repitamos, añadimos algo y quitamos algo, hasta que al final no se parece en nada a lo que era en el principio.  Un trozo jugoso de chismorreo empieza como un cuchicheo, en voz baja, y crece y sube de tono hasta que se transforma en un tumulto, y alguien queda quebrantado de corazón.  ¿No te parece que Proverbios 10:19 tiene razón cuando dice: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”.? Y pregunto lo mismo acerca de Eclesiastés 10:14 que retrata el necio así: “El necio multiplica palabras”.

¡Cómo cantamos a veces (estando llenos de auto-compasión) de cómo sufrimos innecesariamente! Alguien debería escribir una estrofa sobre la pena innecesaria que ocasionamos a otros cuando les laceramos, les herimos, y les llenamos de moraduras con nuestras lenguas.  Quiero hacer sonar una nota de alarma y advertencia acerca del lenguaje irreverente, demasiado casual y exagerado que se oye de los que predican.  ¡Qué cosas más asombrosas salen de sus labios hoy, y cosas que no pueden ser justificadas por las Escrituras!

Esta misma semana hablé con un jugador profesional de fútbol (americano) que ahora se ha dedicado a ser un evangelista a tiempo completo... y es un hombre muy piadoso.  Él irrumpió en lágrimas mientras relataba acerca de la infamia y el engaño que algunos cristianos empleaban contra él.  Me dijo, lleno de lágrimas, “Señor Ravenhill, he sufrido el asesinato de mi carácter”.  Le dije, “Amigo, padeces de un engaño bastante común entre creyentes.  No hay nadie que pueda asesinar tu carácter, porque tu carácter es lo que Dios sabe que tú eres.  Tu reputación es lo que los hombres piensan que tú eres.  Puede que ellos hayan mentido, arruinado tu reputación, y hecho que sea casi imposible para ti el entrar en otros púlpitos, pero acuérdate de esto (y tú también, lector, acuérdate de lo que lees): “El único que puede arruinar tu carácter eres tú.  Dios no escucha el chismorreo excepto para juzgarlo.  El único que te puede hacer bajar o subir en la estimación de Dios eres tú - por tu obediencia o por tu desobediencia”.


Los Productos De La Lengua

Los cristianos de hoy en día, ¿han hecho mejor que los de Corinto? Ellos no tenían una Biblia para leer, pero Pablo les escribió con mucha franqueza: “Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes...” (2 Co.12:20).  Todos esos son productos de la lengua.  Amigo, antes de ir más lejos, hazte una lista.  ¿Tú has estado involucrado de alguna manera en debates vanos y ridículos, y has discutido solo para ganar una discusión o hacer prevalecer tu punto de vista? Muchas veces ganamos la discusión y perdemos el amigo.  Pablo dijo que entre los que profesaban ser cristianos había contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias y desórdenes.

Creo que después de Jesucristo nuestro Señor, Pablo era el predicador de más potencia y renombre que ha vivido. Pero cuando él escribió a los corintios, les dijo así: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;” (1 Co. 2:1-3). Eso no se parece al apóstol Pablo que pensamos que conocemos, que se vestía de toda la armadura de Dios, destruyendo fortalezas y poniendo en fuga a los demonios.

Pero él continua en el versículo 4, “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría..”. No dudo que él era un predicador fascinante y que su elocuencia dejaría a cualquiera atónito por lo que hacía con las palabras. Su trabajo fue glorificar al Señor Jesucristo. Si predicamos y después la gente se acuerda de nosotros, lo hemos perdido. Él dice que su predicación no fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, “sino con demostración del Espíritu y de poder”. Él no pasaba horas, como algunos predicadores, seleccionando las palabras más fascinantes y llamativas. Tal vez debemos llamarlas “palabras carnales”. Su preocupación era proyectar a Jesucristo solo y a Él crucificado. No había nada “guay”, casual o carnal sobre lo que él decía, y no cabe duda de que no dijo ninguna tontería.

Pablo nos advierte, “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros...Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes...Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4:22-31).

Pablo también nos exhorta así: “ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen..”. (Ef. 5:4). He oído de predicadores que comen juntos y empiezan a bromear rozando los chistes verdes, y después alguien pisa la raya y da un disgusto a todos. Aprecio el humor, pero no la estupidez, la suciedad y las truhanerías. ¡Cuántas cosas necias y estúpidas se dicen! El señor Tozer acostumbraba a decirme: “Len, ten cuidado. Acuérdate de no hablar nunca ligeramente del diablo. No cuentes chistes acerca del infierno”. El diablo no es todopoderoso, pero no debemos olvidar que él es poderoso. Con demasiada frecuencia se oye a los cristianos hablar con liviandad del reino de las tinieblas, como si fuera cualquier cosa, o como si no fuera nada importante. (Jud. 9)




Tapa Tu Boca 

David dijo: “Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno” (Sal. 39:1). Solemos pensar en otras partes de nuestros cuerpos como agentes del pecado y culpable de ello, pero no tanto así en cuanto a nuestra lengua. David dijo: “Guardaré mi boca..”.. 

Colosenses 4:6 dice “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. ¡Dice “con sal”, no con pimienta! A veces la ira entra en nuestro hablar y estropea todo lo que hemos dicho. El Salmo 12:3 dice: “Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente”. Seguramente esas advertencias son fuertes para nosotros los creyentes.

El Salmo 15 dice: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón”. Así que, allí lo tienes: andando y hablando, andando justamente y hablando verdad en tu corazón. Y en el versículo 3: “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”. Creo que hacemos sabotaje a muchas de nuestras oraciones porque hacemos lo que Santiago señala - en un momento bendecimos a Dios y en el siguiente maldecimos a los hombres. No es que blasfememos o empleemos palabrotas acerca de ellos, sino que los criticamos. Nuestras lenguas hablan de cosas santas, y de pronto dicen cosas inmundas. ¿Ves? La lengua indica lo que hay en el corazón.

¿Te parece extraño que sienta escalofrío cuando escucho a una congregación cantar “Oh, que tuviera lenguas mil...”? ¡Por favor! ¡Si de veras tuvieran 1,000 lenguas, habría 999 veces más chismorreo, comentarios, críticas e infames que hay ahora! La tierra sería un infierno y la Iglesia sería igual de mala. Oh, no, si no podemos controlar la lengua que ya tenemos, ¿cómo controlaríamos otras 999? ¿Y con qué frecuencia cantamos alabanzas al Redentor con la lengua que tenemos? Muchos lo hacen solo por cinco minutos en dos himnos los domingos por la mañana. Y el resto de la semana se llena de una forma de hablar que es descuidada, necia, y de todo menos de las cosas profundas de Dios.

El Espejo Del Corazón

Nuestras palabras reflejan lo que hay en nuestro corazón. Si un hombre ama el deporte, habla del deporte. Si ama el dinero, habla del dinero. Si ama el arte, habla del arte. Estoy maravillado cuando considero el poco cuidado que los cristianos tienen en su forma de hablar, y las veces que los predicadores, los obreros y misioneros son culpables de exagerar en sus reportajes acerca de sus reuniones y la condición de su iglesia. ¡Con qué descuido y descaro hablan de otros siervos del Señor, entremetíendose y poniéndoles trajes a todos! Hace años que estuve en unas conferencias para ministros, donde teníamos que cruzar la ciudad cada día en autobús para llegar del hotel al centro de conferencias. El autobús estaba a tope de predicadores, pero nunca oí ni una sola vez entre ellos una conversación sobre Dios, la santidad, o la venida del Señor Jesucristo. Se oía del deporte, de su habilidad jugando a golf, o del tamaño de su escuela dominical. Como forma de hablar, era bastante liviana para predicadores. Pero los predicadores no son los únicos que son culpables de conversación que no beneficia ni edifica a nadie.

No es extraño que el salmista diga en el Salmo 51: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. Aun con toda esa podredumbre que hemos visto que hay en el corazón, Dios lo puede tomar, purificar y hacer algo hermoso y elocuente para Él. No hay nada como nuestro hablar para descubrir lo que hay dentro de nosotros. Nuestra conversación siempre dice dónde está nuestro corazón.

No puedes ocultar tu corazón. Si hay amargura dentro de nosotros, saldrá a la luz por medio de lo que decimos y cómo lo decimos. Si hay odio, odio saldrá. Si hay ira, ira saldrá. Con razón Santiago dice que la lengua no puede ser domada, porque el corazón es el “ingeniero” detrás de todo lo que la lengua va a decir.

El corazón es la fábrica que produce todas esas cosas tan viles, y la lengua es el mostrador de lo que el corazón produce. Una de las cosas más maravillosas acerca de la gracia transformadora que procede de Dios es que hace al hombre convertido perder su lenguaje sucio, su lengua mentirosa, y su ira carnal. No sirve para nada llevar una gran Biblia y un botón en tu solapa que dice lo espiritual que eres si después explotas en ira en la oficina, o hablas a tus hijos de una manera que falta cariño, o si te vuelves crítico, amargo, o tienes reputación de ser charlatán y chismoso.



Saca La Lengua Por Favor

En la primeravera mi madre solía decirme: “Saca la lengua y déjame ver cómo es”. Y cuando lo hice a veces ella decía, “Oh, tú no estás bien”, y me preparó alguna medicina horrible para tomar. Me pregunto, ¿Y si tuviéramos que sacar la lengua al final de cada día, estarían sucias de todo su chismorreo, maledicencia, crítica y amargura? ¿O tenemos nuestras lenguas controladas, para que sean como Pablo dice, “palabra sana e irreprochable”? (Tit. 2:8). ¿Es nuestra conversación siempre con gracia, sazonada con sal?

Asistí a un funeral una vez para tomar una pequeña parte con otro pastor. Había varios jóvenes en la familia del difunto. Lloraban, suspiraban y gemían más que otras personas que yo había observado en los entierros. Comenté al compañero, “¡Ay, cuánto querían a su madre!”  Él me contestó, “No, no es eso, es que lloran con remordimientos de conciencia. Eran hijos desobedientes, sarcásticos y respondones de manera que eran los peores. Siempre abusaban de su madre con sus palabras. La ponían de vuelta y media cada día. La cortaban a pedazos con sus lenguas”. Y como aquellos hijos, muchos de nosotros sentimos esa culpa insoportable cuando alguien muere y no podemos retirar las palabras que habíamos dicho ni sanar las heridas que ocasionamos. 

Hoy la gente se preocupa mucho por la ecología. Es casi una obsesión. Queremos ríos puros y aire puro. ¿Pero qué de corazones puros? ¡Qué lástima que no alzamos nuestra voz en la iglesia y llamamos a todos a recitar el Salmo 51 e implorar con David, “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. Wesley lo expresó así en uno de sus himnos:

Oh, por un corazón para alabar a mi Dios,
Un corazón libre de pecado.
Un corazón que siempre siente la sangre
Que fue derramada por mí.
Un corazón sometido, sumiso y manso,
Para ser el trono de mi Gran Redentor,
Donde solo se oye a Cristo hablar,
Donde solo se ve a Cristo reinar.


Si dejáramos a Cristo hablar dentro de nosotros todo el tiempo, o mejor dicho, si Le escucháramos cuando habla, nosotros no diríamos la basura que decimos muchas veces.

Cuando llegas a mi edad, echas una mirada atrás, y es algo asombroso. Pienso en los millones de palabras que he dicho en 60 años predicando. Si hablo 120 palabras por minuto, entonces puedo decir 1,200 palabras en 10 minutos. En 60 minutos puedo decir 7,200 palabras, y eso lo he hecho 2 veces al día a temporadas durante años. Y luego están todas las palabras que he escrito.

¡Qué día será cuando todos los grandes oradores estarán de pie ante el Señor! ¡Oh, que hallemos hoy a hombres cuyo corazón arde con amor y devoción al Señor, y porque arde su corazón, también arde su conversación - con amor, con adoración, y con un odio hacia el pecado. Mi oración es: “Señor, enséñame a controlar mi lengua. Enséñame a hacer como el salmista, y poner guarda a la puerta de mis labios para que mi conversación siempre sea sazonada con gracia. Que mi lengua nunca sea una espada. Que mi hablar siempre sea para edificar y animar a los oyentes y que glorifique a Dios”. Amén.

Textos para estudiar más:

Salmo 12:3-4 Proverbios 20:15
Salmo 34:13 Eclesiastés 5:6
Salmo 37:30 Romanos 3:4,13-14
Salmo 39:1,3 2 Corintios 12:20
Salmo 120:2-3 Santiago 3:2

Todas las citas bíblicas son de la versión Reina Valera, revisión de 1960.             
Pretty Good Printing, © 1985, Last Days Ministries, Todos Los Derechos Reservados. Traducido en 1992    

lunes, 15 de abril de 2013

JONÁS Y LA VOLUNTAD DE LA CARNE

Texto: Jonás 1:1-3

Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. ( RVR 60)


Dios claramente reveló Su voluntad a Jonás, de modo que no le faltó información. Sin embargo, hizo lo contrario a lo que Dios le había dicho. Y si un profeta de Dios puede actuar así, ¿quién de nosotros se libra de esa tentación? Jonás, como muchos, actuó guiado por la carne.
¿Qué es la carne? Es el egoísmo; es pensar en mí y no en Dios; es querer hacer mi voluntad y no la de Dios. Somos capaces de hacer lo que queremos y al mismo tiempo decir: "el Señor me guió". Insistimos que Dios nos guía aunque sabemos claramente en el corazón que no es así. Nos guiaron nuestros gustos y preferencias, nuestras emociones, nuestra interpretación de las circunstancias, etc. pero como Jonás, ignoramos, quizás voluntariamente, lo que Dios ha dicho. Jonás encontró un barco para llevarle donde él quería, y tenía los fondos para pagar el pasaje, pero nada de esto indicó que fuera la voluntad de Dios. Uno que se empeña a salirse con la suya puede encontrar circunstancias y aun voces de amigos que "confirman" que anda bien, pero todo el tiempo anda mal.
Así es la carne. No es por nada que Jeremías 17:9 afirma: "Engañoso es el corazón más quie todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" La carne es egoísta hasta el último suspiro, y esto es pecado: la determinación obstinada y fuerta a conseguir, mantener o hacer lo que queremos, sea la voluntad de Dios o no. Por eso la carne y su voluntad siempre producen lo que la Biblia llama la desobediencia.
Romanos 8:7 afirma: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios".
En Jonás 1:3 notamos tres cosas sobre la voluntad de la carne y la desobediencia que ella produce. Primero, es contraria a la voluntad de Dios. Segundo, es inferior y nos hace descender. Tercero, es costosa salirse uno con la suya. A Jonás le costó física, emocional y espiritualmente. Además, cuando nos empeñanos a hacer lo que nos parece en lugar de lo que Dios dice, a menudo causamos problemas para los que están cerca de nosotros - ellos también sufren.
Hermanos, conviene que cada uno procure aplicar la lección a su propia vida, arrepintiéndose de su propia voluntad en todas sus manifestaciones, y consagrándose con el propósito de agradar a Dios.
Carlos Tomás Knott



martes, 26 de marzo de 2013

CÓMO PREPARAR Y PRESENTAR UN PENSAMIENTO DEVOCIONAL


EL PENSAMIENTO DEVOCIONAL
(Reflexión o Mensaje Breve Para Creyentes)

Las palabras "devoción" y "devocional" pueden matizarse de varias maneras. Por ejemplo, nos comunican la idea de amor y adoración, de piedad, de un vida devota a Dios, y quizás para algunos tenga algo que ver con una forma de evangelización. Pero vamos a pensar en un devocional como una breve reflexión de la Palabra de Dios, un mensaje corto, durando entre cinco y quince minutos, que procede del corazón de un devoto del Señor, para edificación de otros creyentes. Es comunicar de forma breve, enfatizo, breve, algo relacionado con la vida de devoción al Señor. Puede ser un tema de edificación, exhortación o consolación (1 Co.14:3). Debe ser expresado con el propósito de estimular a los oyentes en la comunión con el Señor y la devoción a Él.
A la hora de preparar tu reflexión, es muy importante que tengas solamente un pensamiento básico para comunicar. Debes tener un propósito en el devocional.  Por ejemplo, pregúntate  cosas como esto: "¿Qué es lo que quiero lograr específicamente?" "¿Qué deseo que el Señor haga en nuestras vidas a través de esta reflexión?" Es decir, en otras palabras: “¿Para qué doy este devocional?”  Cabe aquí un consejo muy útil: Nunca hables de nada que no ha tocado tu propio corazón y tu propia vida. No trafiques en verdades no aplicadas en tu vida. Evita elocuencia, y procura hablar de corazón a corazón. Si algo ha tocado tu propio corazón, ha cambiado tu vida, te ha despertado, te ha animado, etc., es muy probable que si presentas este “algo”, tocará también el corazón de tus hermanos.
El devocional en sí debe ser breve y conciso. No es el momento para multiplicar ideas y textos.  El peligro es que la idea principal se pierda o sea olvidada, debido a muchas palabras.  Comienza, expón la idea, y no te vayas de ella a otras, sino que termina y deja a los oyentes pensando en esta idea central que has comunicado. A menudo tratamos de cubrir o explicar demasiado material en el corto tiempo que tenemos para un devocional.  Así que,  para combatir esto, es necesario reducir todo lo que quieres decir a una sola frase concisa. ¿Cuál es tu idea principal? Si no puedes, entonces no tienes el pensamiento bastante claro en tu propia mente. Es aquí que la disciplina espiritual y mental debe ser practicada, para que la reflexión sea provechosa y edificante, porque de pensamientos no disciplinados, es imposible sacar un mensaje conciso y claro.   
En el momento de presentar tu reflexión, recuerda que la idea es, como en un servicio de transporte, llevar el cargo de esta idea central que tienes, y entregarlo eficazmente a los oyentes, de manera que, cuando termines de hablar, cualquiera de ellos podría decirte cuál fue tu pensamiento central. Entonces, en un sentido medimos la eficacia de tu devocional, mirando si los demás han entendido el pensamiento clave o no. Todo lo que dices debe tener una relación directa con esta idea. Y entre todo lo que se podría decir acerca del tema, debes ser riguroso en seleccionar lo mejor y lo esencial, y luchar contra la tendencia de añadir textos, citas, ilustraciones. Muchas veces es mejor levantarte y estar de pie para que todos puedan verte y oirte mejor.  Míra a tus oyentes, y habla en una voz que los que están más lejos y más sordos puedan escucharte bien. Habla del corazón, con devoción al Señor, en amor hacia el Señor y hacia tus hermanos. Sé sencillo y directo, ferviente pero sin adornos, sin ningún desvío, y llegarás a la meta. Y cuando hayas llegado al final,  para y termina en oración.
CÓMO ORDENAR UN PENSAMIENTO DEVOCIONAL

La Introducción:
1. Selecciona el texto, no largo, para anunciar y leer al principio.
2. Escoge cuidadosamente tus primeras 10 palabras, apúntalas y después, cuando comiences a hablar, empléalas. Por supuesto, cuenta con la ayuda del Espíritu Santo en la preparación de tus notas, y después, no te vayas del guión que has  preparado sin una razón muy buena y excepcional. Provoca y atrae el interés de los oyentes: con una pregunta, una frase llamativa, una cita corta o tal vez una anécdota si es breve (pero cuidado, porque éstas tienden a alargarse).
3. Sé breve. Una o dos oraciones gramaticales, porque si no, gastarás todo tu tiempo aquí.
4. Recuerda que la introducción debe tener una relación directa y obvia con lo que vas a decir, y no decirse solamente porque es llamativa o interesante.

El Cuerpo:
1. Después de la introducción, expresa la idea central o principal de forma clara e inequivocable.
2. Explícalo. ¿Por qué es importante? Repítelo en otras palabras, da más detalles, ilustra con una comparación o un contraste.
3. Sugiere una aplicación, tal vez ilustrada brevemente de alguna experiencia de la vida. Dirígete a los oyentes que tienes delante, que sea algo que tú y ellos podéis hacer.

La Conclusión:
1. Enlaza la aplicación con tu conclusión para que no haya cambios bruscos.
2. Decide de antemano, no sobre la marcha, cómo concluir mejor; cuáles van a ser tus últimas 10 palabras. Cómo en la introducción, así debes hacer aquí: apunta estas palabras y después, cuando llegues a este punto en la presentación, empléalas.
3. Cuando las hayas dicho, para y termina en una oración breve.

LEVÁNTATE, INTRODUCIR EL TEMA, PRESENTA EL TEMA, CONCLUYE Y SIENTATE
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GUIÓN PARA UNA REFLEXIÓN DEVOCIONAL

(TESIS) PENSAMIENTO PRINCIPAL: 
La disciplina del Señor es una señal de que Él nos ama.

PROPÓSITO: 
Inspirar y animar a los hermanos a responder con gratitud cuando son corregidos y disciplinados por Dios.

TEXTO: 
Apocalipsis 3:19

INTRODUCCIÓN:
¿Por qué si un cristiano quebranta la ley, es pillado, mientras que los inconversos lo hacen cada día y escapan?

CUERPO:
1. Expresa: 
Dios nos disciplina cuando hacemos mal, porque Él nos ama.  Esto es lo que Apocalipsis 3:19 afirma.

2. Explica: 
a.  Dios Nos corrige debido a la relación que tenemos con Él, que Él es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos, como Hebreos 12:6-8 dice.  
Ilustración: no castigas a los hijos de los vecinos, aunque a veces te gustaría, porque no son tuyos.  Educas a tus propios hijos.

b. Nosotros sabemos que Dios nos ama, entre otras cosas, porque vemos lo que Él quiere lograr en nuestras vidas (He.12:10-11).
Ilustración: nosotros queremos proteger a nuestros hijos de la tristeza y los problemas que el pecado trae a la vida.  Queremos que ellos cumplan algún buen propósito en sus vidas, que no las desperdicien.

3. Aplica:
Cuando hacemos algo que está mal, o no hacemos el bien que debemos, y  Dios nos reprende, para o corrige, debemos estar agradecidos.
- sabemos que Él lo hace deseando nuestro bien.
- sabemos que Él quiere salvarnos de enredarnos en el pecado y sufrir las consecuencias.
- sabemos que Él desea ver el fruto apacible de justicia en nuestras vidas. 

CONCLUSIÓN:
Sí, hermanos, lejos de ser una señal de rechazo u odio, la disciplina que Dios manda a nuestras vidas es una señal de Su amor hacia nosotros, y aunque la corrección duela, sabemos que es para nuestro bien, y debemos reflexionar en esto y decir a nuestro Padre: “Gracias por amarme y corregirme”.  Amén.

sábado, 2 de febrero de 2013


Enoc Caminó Con Dios

M. R. Dehaan


¿Cuándo Caminó Enoc Con Dios?

Enoc caminó con Dios en una época cuando era extremadamente difícil hacer esto. En aquellos días la maldad de los hombres estaba llegando a su colmo y pronto precipitaría el juicio de Dios. Eran tiempos en los cuales la maldad abundaba en todos lados, los hombres malos iban de mal en peor, y los seres humanos se volvieron tan degradados que aun entregaron sus cuerpos al control de espíritus inmundos. No era una edad fácil para un creyente, puesto que por doquier estaba rodeado de corrupción, pecado y suciedad. Las condiciones son gráficamente descritas en Génesis 6, y Dios llega a decir:
“No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Gn. 6:3). 
Tuvo que ser una vida solitaria para Enoc en cuanto a amigos humanos. Si crees que la vida cristiana es difícil hoy en día, en esta edad de claudicar, integración de creencias, apostasía y con tantos que se apartan de la fe, recuerda a Enoc, porque como fue entonces, así también será cuando venga el Señor Jesucristo. Hoy en día el listón está muy bajo, los viejos caminos son despreciados, la separación es una doctrina pasada de moda, y los que se mantienen “firmes en la fe” son criticados como “de ideas fijas”, personas con prejuicios y que padecen de una menta estrecha, inflexible y cerrada. Poco antes de morir el Dr. William L Pettingill, él puso la mano sobre mi hombro y dijo: “Hijo, si el Señor no viene pronto, aquellos que no claudican en el Evangelio, que no toman atajos en cuanto a la verdad, sino que están firmes en la fe una vez dada a los santos, se encontrarán apretados en una pequeña compañía solitaria de no conformistas despreciados por los demás”. He vivido el tiempo suficiente para ver la verdad de lo que me dijo. El espíritu del ecumenismo y la transigencia, con la pérdida inevitable de nuestras preciosas verdades fundamentales, está encima nuestro y cada día su ímpetu aumenta. Como resultado, muchos de los que una vez estuvieron firmes, ahora han cedido a la tentación de la integración religiosa, y temiendo la desgracia de ser llamados “fundamentalistas”, han unido manos con el enemigo en un intento a la unión sin respetar la verdad de la Palabra de Dios. El espectáculo de ver aquellos que una vez se llamaron “fundamentalistas” ahora andando con consortes de los liberales y modernistas,  aprobando a aquellos que niegan el nacimiento virginal del Señor, la deidad de Cristo, Su resurrección corporal y la inspiración de las Escrituras, es un cumplimiento de los “días de Noé”. Los que no ceden a la tentación, que no aprueban la doctrina de “Dios como Padre universal” y la hermandad universal de los seres humanos, se encuentran (como Enoc) fuera del campamento, en un lugar de rechazo. Pero, gracias a Dios, hay mucho espacio fuera del campamento para caminar (como Enoc) con Dios. En verdad, para caminar con Dios uno tiene que estar fuera del campamento. El profeta Amós pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Am. 3:3).
El secreto del camino de Enoc estaba en que él, estando en desacuerdo con el mundo alrededor suyo, estaba en comunión con Dios. Creía en Dios y a Dios, esto es, tenía fe en lo que Dios le decía. Hebreos nos dice que “por la fe Enoc fue trasladado”.
Además de comunión, “caminar” significa progreso, y al caminar Enoc con Dios, el Señor comenzaba a revelarle Su plan respecto al juicio venidero, el diluvio, y más allá del diluvio, el juicio al fin de esta época, porque “como fue en aquellos días, así será otra vez”. Esta expectación de juicio inminente conmovió tanto el corazón de Enoc que él comenzó a actuar. Empezó a testificar y predicar a los de aquella generación impía. Judas nos dice que Enoc profetizó (predicó) contra la maldad de su generación. ¿Y cuál fue el mensaje que predicó? No fue un mensaje popular, suave y agradable, del Dios de amor que no juzgará a Sus criaturas ni traerá a los malos al juicio. No se preocupó por si sus oyentes se sintieren atacados u ofendidos. ¡De ninguna manera! Fue un mensaje de juicio. El tema de su mensaje fue: “¡He aquí, el Señor viene!”  Enoc predicó la segunda venida de Cristo. Él proclamó a su generación la venida del diluvio, pero su mensaje alcanzó mucho más allá del diluvio, porque dice Judas que Enoc predicó acerca de la venida del Señor con Sus santas decenas de millares, para ejecutar juicio sobre todos.
No Fue Popular

No fue un mensaje popular a los inconversos. No fue una disertación inofensiva sobre la bondad de Dios, ni un mensaje que dijera: “Ánimo, mi hermano, todo saldrá bien!”. Ni fue un mensaje de avivamiento como la esperanza del mundo o como la solución a los problemas del hombre. Fue un mensaje de la venida del Señor como el único remedio para el dilema del mundo. No hay ni un versículo en la Biblia que prometa que esta edad justo antes del retorno del Señor será uno de avivamiento. Antes al contrario, la Biblia declara sin excepción que “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Ti. 3:13). Las palabras del Señor Jesús están de acuerdo con esto, porque Él dijo: “Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mt. 24:37), y Enoc vivió en los días antes del diluvio. No hay ni una pequeña sugerencia de que la predicación de Enoc o la de Noé resultara en un gran avivamiento justo antes del diluvio. El mensaje de Enoc no fue avivamiento, sino la venida del Señor. Enoc no fue un predicador popular.

M. R. DeHaan, fundador de la “Clase Bíblica Radial”, de su libro The Days of Noah (“Los Días de Noé”), Zondervan, 1963.

martes, 1 de enero de 2013

¿Saber, o Seguir?




SEGUIR: Ir después o detrás de alguien…  Proseguir o continuar en lo empezado… Imitar o hacer algo por el ejemplo que alguien ha dado de ello. Dirigir algo por camino o método adecuado, sin apartarse del intento.

Hay quienes saben pero no siguen, es decir, no viven de acuerdo a lo que saben. Los conocimientos están en un “compartamento” aislado de la voluntad y los hechos. Son como teorías o doctrinas meramente intelectuales. Pero saber sin seguir no sirve. 
En 1 Timoteo 4:6 el apóstol Pablo felicita a Timoteo por ser seguidor: “...la buena doctrina que has seguido”. Muchos conocen buena doctrina. Tienen libros de doctrina, escritos por hermanos fieles. Pero no siguen.  No sigamos su ejemplo, sino el de Timoteo. Pablo le exhorta en1 Timoteo 6:11, “sigue la justicia...”, y otra vez en 2 Timoteo 2:22 “sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de corazón limpio invocan al Señor”.  Saber la justicia no es suficiente, hay que seguirla diariamente en nuestra vida práctica. Ser justo no es lo mismo que saber de la justicia. Incluso hay algunos jueces, abogados y policías que saben las leyes pero no las siguen personalmente. Si a esto lo llamamos corrupcion, ¿qué diremos de un cristiano que no sigue la justicia?  Pablo habla con aprobación a Timoteo cuando le dice en 2 Timoteo 3:10, “has seguido”.  No es aprobado el conocimiento, sino el seguimiento. 
Este tema también sale en el Antiguo Testamento, como leemos la acusación en Números 14:43 “os habéis negado a seguir a Jehová”. Fue dicho al pueblo de Dios de aquel entonces, que era pueblo en nombre, pero no en la práctica. Como de igual manera hoy en día en el mundo evangélico hay muchos que profesan ser pueblo de Dios, dicen que son cristianos, pero no siguen al Señor ni obedecen a Su Palabra. El apóstol Juan tocó esto en 1 Juan 2:6 cuando señaló el deber de todo el que profesa conocer al Señor.
En Josué 22:5 cuando habló despidiendo a las 2 tribus y media, Josué les dijo: “que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma”. Más tarde en el libro de Jueces, acerca de la tercera generación de los hijos de Israel, leemos que Dios les envió pruebas y dificultades “para probar...si procurarían o no seguir a Jehová” (Jue. 2:22).
Volviendo al Nuevo Testamento, observamos cómo describe a los inconversos. Efesios 2:2 habla de cómo éramos antes de convertirnos: “siguiendo la corriente de este mundo”. El incrédulo sigue al mundo, anda al paso que el mundo marca, sigue las modas e intereses del mundo, las filosofías y religiones de mundo, no a Cristo.  En 2 Pedro 1:16 el apóstol Pedro advierte acerca de los falsos maestros y sus adeptos: “siguiendo fábulas artificiosas”. Hay muchas de ellas, pero unos ejemplos son el gnosticismo y el mormonismo. 2 Pedro 2:10 dice: “siguiendo la carne” y si queremos saber cómo es esto, leemos Gálatas 5:19-21 para ver las obras de la carne. Cuando Pedro dice: “siguiendo el camino de Balaam” (2 P. 2:15), se refiere a los que practican religión y captan a adeptos para vivir de ellos – buscando ganancia económica.
Pero el Señor Jesucristo dice acerca de Sus ovejas: “ellas me siguen” (Jn. 10:27). Seguirle a Cristo es una de las marcas de Sus ovejas. No son perfectas, ¡pero le siguen! No siguen al mundo. Los que con la boca hablan de Cristo pero con los pies siguen al mundo, enseñan dónde está su corazón: ¡en el mundo! Hay un refrán que dice: “Dime con quien andas, y te diré quién eres”.  En Romanos 4:12 habla de los creyentes gentiles que “siguen las pisadas de la fe que tuvo...Abraham”, es decir, actúan como Abraham, por la fe.  Y en Filipenses 3:16 la instrucción apostólica e inspirada es: “sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”. No dice: “sepamos” sino “sigamos”. Muchos hoy en día saben enseñanzas pero no las siguen. Incluso en las asambleas hay hermanos que fueron fiel y sanamente enseñandos en otro tiempo por los siervos de Dios. Pero aquellos siervos ya han ido a su recompensa, y los que fueron enseñandos no están siguiendo, sino cambiando las cosas. Hay algunas asambleas que en la práctica no son como eran hace quince o veinte años. No son buenos seguidores. 
En 1 Pedro 2:21 leemos acerca del Señor Jesucristo y Sus sufrimientos: “dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. La idea es seguir al Señor en Su fidelidad al Padre, en Su lealtad a la voluntad divina, en Su santidad y justicia, y en Su humildad cuando sufría injustamente. Esto también es seguir.
Además, al leer los evangelios, observamos que el Señor Jesucristo no llamaba a la gente a saber cosas acerca de Él, ni a sólo estar intelectualmente de acuerdo, sino a mucho más, pues decía: “sígueme” (Mt. 8:22; 9:9; 10:38; 16:24; 19:21; Jn. 1:43; 8:12; 12:26;  21:19, 22). Buscaba seguidores, y todavía los busca.
Hay que salir de en medio de los que sólo son “sabedores” y “conocedores”, y de la compañía de los que hablan bien de Cristo y el cristianismo pero con los pies (y corazón) siguen al mundo o a la carne. ¿Hay algo o alguien que te impide a ser un verdadero seguidor del Señor Jesucristo, en tu corazón y mente, con tu carácter, tus prioridades, tus gustos, tus amistades, etc.? Hay que romper con lo que impide, y entregarle todo al Señor, pues sólo Él lo merece.

Todo a Cristo yo me rindo, lo que tengo, lo que soy, 
Pues le amo, en Él confío, por Su gracia al cielo voy.

CORO:
Todo lo que tengo, todo lo que soy,
¡Oh, Señor, a Ti me ofrezco y me rindo hoy!

Todo a Cristo me presento, cual humilde servidor,
Y mi vida Le ofrendo, pues al mundo muerto soy.

Ni un paso sin Su ayuda, tengo fuerzas para dar.
Su promesa me asegura: “Bástate mi gracia ya”.

Su Espíritu divino me consuela, me da paz.
Me sostiene con cariño, y por fin veré Su faz.


Carlos