viernes, 17 de julio de 2020

¿SERÁS SORPRENDIDO DESPUÉS DE LA MUERTE?


Las cosas que más nos sorprenden son las que nos sobrevienen inesperadamente. Muchas de las cosas que nos suceden en la vida vienen sin aviso previo. Cosas como los accidentes, las enfermedades, facturas y crisis familiares son imposibles de anticipar. Hasta nuestra propia muerte puede sorprendernos. Pero lo que sucede después de la muerte no tiene porqué sorprender a nadie. Dios no quiere que seas sorprendido después de morir. Él nos dice en la Biblia que cada uno de nosotros existirá eternamente en algún lugar. Para estar preparado para la vida después de la muerte, primero necesitamos examinar lo que creemos a la luz de la Palabra de Dios.

¿Crees que dejarás de existir después de la muerte?
    Hebreos 9:27 dice: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Fíjate en la palabra “después”, porque ella nos dice que la vida no termina con la muerte. A pesar de lo que tú pienses que te pasará cuando mueras, Dios dice que Su juicio te espera. Si no anticipas “nada” después de la muerte, ¡te espera una sorpresa!

¿Crees que Dios jamás te mandaría al infierno?
    Muchos dicen esto, porque, según ellos, “Dios es amor”. Es verdad, pero, ¿qué ama? En el Salmo 5:4 leemos: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti”. Porque Dios es Santo y Justo, Él tiene que castigar el pecado. El pecado no puede estar donde está Dios. Todos somos pecadores. Si el pecado de una persona no ha sido lavado por la sangre de Jesucristo, Dios tendrá que mandarle al infierno. “y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15). Si piensas que nadie va al infierno, ¡serás sorprendido!

¿Crees que si eres bueno te ganarás el cielo?
    Isaías 64:6 dice: “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia”. Ser una buena persona no hace a nadie aceptable a Dios. Ni la iglesia, ni los santos, ni los sacramentos ni las buenas obras pueden quitar nuestros pecados ni cambiar nuestra naturaleza pecaminosa. Dios dice: “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:12). Pecar es “no dar en el blanco”. Aunque hayamos hecho muchas buenas obras, ninguno hemos dado en el blanco de Dios. Por eso, si piensas que por tu propia bondad te ganarás el cielo, ¡te espera una sorpresa!

¿Crees que el infierno será una gran fiesta?
    ¿Con música, bebidas y bailes? ¡Qué equivocado estás! Es un lugar de castigo. En S. Mateo 13:50 Cristo dice que los malos serán echados “en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Un horno de fuego, el lloro y el crujir de dientes no es exactamente un cuadro bonito y divertido. En realidad, el infierno estará lleno únicamente de sufrimiento y angustia. En S. Lucas 16:22-23 Jesucristo nos relata acerca de un hombre que murió, y fue sepultado, y en el infierno alzó sus ojos, estando en tormentos. Amigo lector, si tú piensas que habrá alguna diversión en el infierno, ¡te espera una sorpresa!

¿Postergas el pensar en la muerte y la eternidad, esperando que todo salga bien?
    Te ruego que consideres lo que S. Juan 3:18 dice: “el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. El que no ha creído en Jesucristo ¡ya está en peligro de condenación eterna! “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3). Estos asuntos son demasiado importantes como para dejarlos fuera de nuestra consideración. Jesucristo derramó Su sangre y murió en la cruz para llevar el castigo que tú y yo merecemos. La resurrección de Cristo demuestra que Dios  aceptó Su muerte como paga por nuestros pecados. Pero todavía falta tu parte. Si no aceptas a Jesucristo como Señor y Salvador, ¡serás sorprendido!
    Si nunca has respondido a la oferta de salvación que Dios te hace, clama de corazón al Señor Jesucristo para que te salve ahora. Admite que eres pecador y que mereces Su juicio. Arrepiéntete de tus pecados (Proverbios 28:13) y deposita tu confianza única y exclusivamente en el Señor Jesucristo, quién murió en tu lugar, por tus pecados, para ofrecerte perdón y salvación.
    Si haces esto, la Biblia dice que serás hecho hijo de Dios (S. Juan 1:12), serás salvo (Romanos 10:9), y tendrás vida eterna (S. Juan 10:28). ¡Dios lo promete! Si lo haces, estarás preparado para lo que hay después de la muerte. ¡No serás sorprendido!                                                                                                   Steven Lyon