lunes, 21 de diciembre de 2015

La Navidad



No sabemos con seguridad cuándo comenzó la celebración del nacimiento de Cristo. De ella habla Clemente de Alejandría alrededor del año 200 d.C. Siglo y medio después por orden de Liberio, obispo de Roma, el 25 de diciembre fue adoptado para celebrar el nacimiento de Cristo. Probablemente tenía el propósito de unificar los sentimientos cristianos y unir la celebración del nacimiento de Jesús con la fiesta pagana del sol. Esta fiesta se celebraba los fines de diciembre para festejar “la victoria de la luz sobre las tinieblas”, o sea el solsticio cuando los días dejan de hacerse más breves y comienzan a volverse más largos. Más tarde se notó que esta fecha no puede ser cierta porque en Palestina el tiempo es de lluvia y frío. En ese tiempo los pastores a los cuales el ángel anunció el nacimiento de Jesús no hubieran podido encontrarse de noche en los campos pastando las ovejas.
    Hoy día en muchas partes de la América Latina las celebraciones duran desde el 16 de diciembre hasta el 6 de enero, pero la fiesta más grande es la de nochebuena el 24 de diciembre. Otros países, por ejemplo, España y otros de Europa y también del Oriente, tienen su mayor celebración el 6 de enero. Por ejemplo los armenios celebran la navidad el 6 de enero, comiendo pescado frito, espinacas cocidas, y lechuga. Creen que María comió espinacas cocidas la noche antes del nacimiento de Cristo.
     Las costumbres navideñas son tan variadas como los colores del arco iris. No pueden tener su origen en el relato bíblico del nacimiento del Salvador. Aunque las inventaron y las perpetuaron los hombres, muchas personas han llegado a pensar que son sacrosantas. Como dice el refrán: “la tradición se hace ley”.
    Es interesante notar que los puritanos de Inglaterra, en sus normas estrictas, prohibieron por decreto de parlamento en el año 1644 la observancia de la navidad y las muchas costumbres relacionadas a ella. Estimaron los festejos de la navidad como profanación de cosas sagradas. Y las colonias de Nueva Inglaterra (que más tarde llegaron a ser parte de los Estados Unidos) siguieron en gran parte su ejemplo.
    Hoy día la profanación y la comercialización de la navidad es peor que nunca. Mi corazón se entristece al ver el mundo encadenado del frenesí de las festividades navideñas. Y el mundo de comercio profana el nombre de Cristo, haciendo de esa época del año una época dorada de negocio.
    En nuestros días, pocos son los que guardan los mandamientos del humilde Nazareno, pero hay muchos que ganan dinero en Su Nombre. Muchos celebran, supuestamente, Su nacimiento, pero rehusan darle lugar en su corazón. San Nicolás es más popular en esa época que el mismo Cristo. Y los niños que nada saben del Dios hecho hombre bien saben que recibirán regalos, dulces, y tarjetas. Los que olvidan la cruz del Calvario fácilmente ponen su atención al arbolito de navidad o a los belenes (nacimientos) construidos en cada pueblo y hogar.
    Mucha gente celebra este día sin conocer las historias relacionadas a la navidad. Muchos “cristianos” se apresuran a celebrarla sin saber nada de su origen, y lo peor es que no quieren saber porque no quieren cambiar. Son adictos de la fiesta. El cuerpo y las emociones se la piden.
    Los cristianos sinceros se preocupan y se entristecen al ver a sus hermanos y hermanas ocupados y preocupados por las apariencias externas de la navidad. Las iglesias bíblicas deben preocuparse de que los cristianos no se enreden en esas costumbres paganas. ¡Pero hoy en día hay congregaciones que hasta tienen el arbolito puesto en su lugar de culto!
    Muchos de nosotros desde niño hemos guardado la fiesta de la navidad. Hemos intercambiado regalos, hemos enviado tarjetas, hemos encendido candelas, hemos roto las piñatas, y hemos comido las ricas comidas navideñas. Mas ahora estamos viendo la insensatez de todo esto. Las palabras de Dios que debemos aplicar aquí son: “No os conforméis a este siglo” (Romanos 12:2), y “no améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo” (1 Jn. 2:15).
    Los pobres necesitan nuestros regalos, los hambrientos nuestra comida, y los  desconsolados nuestras tarjetas–pero no sólo una vez al año. Las candelas, las luces, el árbol de navidad, los belenes (nacimientos), las posadas, las piñatas, San Nicolás, los festines, y los bailes definitivamente son del mundo. Cuando invocamos el nombre del Señor Jesucristo, salimos de todo eso. Ya ni lo tocamos (ver 2 Corintios 6:17-18).
    Nosotros creemos que el Señor Jesús en verdad fue milagrosamente concebido del Espíritu Santo y que nació de una virgen en Belén de Judea durante los días del rey Herodes. Creemos que los profetas del Antiguo Testamento predijeron ese nacimiento milagroso, tanto el tiempo como el lugar. También hablaron de la matanza de los niños en Belén, la huida a Egipto, el ministerio de Cristo, Su rechazamiento, juicio, sufrimientos, muerte en la cruz, resurrección, y ascensión. Todo lo que predijeron fue gloriosamente cumplido. Los relatos del Nuevo Testamento verifican la autenticidad de las profecías, y demuestran que la Biblia es en verdad la Palabra de Dios.
    La historia del nacimiento de Jesucristo es un relato verídico de un maravilloso acontecimiento. Es fidedigna porque fue dada por inspiración del Espíritu Santo. Pero el nacimiento de Jesucristo fue sólo el comienzo de la vida más maravillosa que jamás hubo sobre la tierra.
    Es algo extraño que en el tiempo de la navidad el mundo pagano y la cristiandad apóstata se preocupan tanto del nacimiento de Jesús, pero muy poco de Su vida y menos todavía de Sus enseñanzas. Es evidente que no es necesario ser creyente para celebrar la navidad, porque muchos que no lo son celebran esta fiesta. Hacen tanto ruido acerca de la venida de los reyes magos, pero muy poco de los discursos del Maestro. Tanto cantan y dicen del pesebre, pero muy poco de la cruz. Mucho hablan de la madre María, pero muy poco de su Creador encarnado; mucho del nacimiento de Jesús, pero muy poco de Su muerte; mucho de Su primer advenimiento, pero casi nada de Su resurrección ni de Su segunda venida.
    Es un engaño del diablo enfatizar una parte de las Escrituras y menospreciar otras partes. Puede que muchas personas de hoy en día sepan en parte la historia del nacimiento de Jesús, pero quizás no sepan nada de sus enseñanzas las cualel él mismo dio a conocer a los santos apóstoles por revelación.
    La Biblia enseña claramente que los que realmente somos cristianos debemos conmemorar la muerte y la resurrección de Cristo, no Su nacimiento. Celebramos la Cena del Señor, con el pan y el vino, símbolos de Su cuerpo y sangre dados por nosotros, hasta que Él venga. De esta manera anunciamos Su muerte. No hay en la Biblia nada hay que apoya una celebración de Su nacimiento. Los ángeles anunciaron Su nacimiento. Nosotros anunciamos Su muerte, resurrección y segunda venida. Pero que nadie se equivoque pensando que menospreciamos el nacimiento de Jesús. Alabamos a Dios por la venida del Cordero de Dios al mundo como relatado en Lucas 2 y Mateo 1-2. Y como ministros del evangelio debemos predicar la historia de su nacimiento milagroso. Pero el mundo de hoy no necesita oír sólo del niño de Belén, sino también del Salvador crucificado, del Señor resucitado, y del Juez venidero, a quien todos daremos cuento de nuestra vida.
    Queridos lectores, no adoremos al niño de Belén sino al REY DO LOS REYES Y SEÑOR DE LOS SEÑORES.
    “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).
—Aden Gingerich, adaptado
                                       

domingo, 20 de diciembre de 2015

5 Paradojas


5 Paradojas en la Biblia

¿Qué es una paradoja? Dice la RAE: "Hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica". Alguien dijo que una paradoja es una verdad haciendo el pino para llamar la atención. La Biblia contiene paradojas, y cinco de ellas son:
1. El secreto de hacerse rico es ser generoso. “Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas” (Proverbios 13:7).

2. Uno encuentra la vida entregándola. “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí la hallará” (Mateo 10:39).

3. Se llega a ser sabio haciéndose ignorante. “Si alguno de vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio” (1 Corintios 3:18).

4. Lo que ganamos nosotros está perdido. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:7).

5. No somos salvos por buenas obras, sino para hacerlas. “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:5). “Somos...creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10).

LA SEPTUAGINTA


¿FUE LA SEPTUAGINTA LA BIBLIA DE CRISTO Y LOS APÓSTOLES?

LA VERDAD SOBRE LA SEPTUAGINTA CORRUPTA TAMBIÉN CONOCIDO COMO EL LXX

Por
Dr. Phil Stringer
Traducido al español por C.A. Donate

1ra Edición - 2006
Todos los derechos reservados.


LA SABIDURÍA CONVENCIONAL

   La sabiduría convencional[1] es aquella forma de opinar que sabe quedar bien con la teología y la política. La misma dice que Cristo y los apóstoles regularmente usaban la Septuaginta, que es una traducción en Griego del Antiguo Testamento. Supuestamente leían de ella, y sus citas del Nuevo Testamento eran tomadas de la misma.
¿En qué se basa este argumento? ¿Dice Cristo que citó él de la Septuaginta? ¿Acaso los apóstoles dijeron que la estaban usando? ¿Fue mencionada la Septuaginta alguna vez por Cristo o los apóstoles? La respuesta a estas preguntas es "¡no!". Pese a esto, la sabiduría convencional insiste en afirmar que Cristo y sus apóstoles usaron la traducción Griega.
Por ejemplo, "Cristo citaba de la Septuaginta frecuentemente. La Septuaginta, cuya fecha data alrededor de 250 á 160 AC, es una traducción del Antiguo Testamento en Griego. Cristo la usó frecuentemente en Sus citas y referencias del Antiguo Testamento. El uso de la Septuaginta fue extenso en los días de Cristo". (Roberto Lightner, The Savior and the Scriptures, página 13)
"La Septuaginta fue la Biblia de Cristo y los apóstoles, y usualmente citaron de ella". (Ira Price, The Ancestry of Our English Bible, página 182)
"La Septuaginta es la traducción más antigua de la Biblia Hebrea, ya que constantemente fue citada por los escritores del Nuevo Testamento..." (Diccionario Bíblico de Smith, página 432)
"Fue la Biblia de la mayoría de los escritores del Nuevo Testamento". (International Standard Bible Encyclopedia, página 2,724)
Docenas, y probablemente cientos de otras fuentes podrían ser citadas. Pero, ¿cómo pueden saberlo? ¡Ni siquiera Cristo o sus apóstoles dijeron que estaban citando de la Septuaginta! ¿Porqué es la idea que Cristo y sus apóstoles usaron la Septuaginta la sabiduría convencional de nuestro día?

¿PORQUÉ HAY TANTOS "ERUDITOS" TAN DEDICADOS A LA SEPTUAGINTA?
Los Libros Apócrifos
¿Porqué hay tantos eruditos determinados a creer que Cristo y sus apóstoles usaron la Septuaginta?
De hecho, esta idea es empleada para apoyar muchas creencias anti-bíblicas.
La Iglesia Católica Romana hace uso de la idea que Cristo citó de la Septuaginta para justificar la inclusión de los libros Apócrifos en sus Biblias. Su razonamiento se expresa de la siguiente manera: "Cristo usó y honró la Septuaginta; la Septuaginta incluye los libros Apócrifos, así que Cristo honró y autorizó los Apócrifos." Dado el hecho que no existe ningún manuscrito del Antiguo Testamento en Hebreo que incluya los libros Apócrifos, la Septuaginta se convierte en la única fuente para los Católicos en justificarlos e incluirlos en su canon. Muchos Reformistas y Luteranos escribieron extensamente refutando la validez de la Septuaginta.
Una enseñanza Católica que aparece en el Internet reza de la siguiente manera: "Yo confío en la versión del Antiguo Testamento que amó Pedro y Pablo." Esto aparece en una lección titulada "El Canon de la Biblia y la Septuaginta." La única razón ofrecida para aceptar los libros Apócrifos es que Cristo y sus apóstoles citaron de la Septuaginta. Otra cita dice: "Permítame reiterar que la versión de las Escrituras con más de 300 años de existencia, la Septuaginta, fue aceptada por Mateo, Marcos, Lucas, Juan, y Pablo, evidenciado por más de 300 referencias al Antiguo Testamento en sus escritos novo testamentarios, y la Septuaginta incluye siete libros y partes de Ester y Daniel que fueron removidos de las Biblias Protestantes algunos 1,600 años después del nacimiento de Cristo." Casi que cada "prueba" dada en sus declaraciones está incorrecta pero a la vez demuestra el porqué el Catolicismo Romano está tan aferrado a la Septuaginta.

"LA BIBLIA A MI MANERA"
La Septuaginta es una traducción débil del Antiguo Testamento. Hay muchas similitudes con la "Revised Standard Version" o aun la "Living Bible"[2] que con la Biblia "King James". Se usa muchas veces para enseñar en contra de la doctrina de la inspiración verbal. Se usa para justificar el método de traducción conocido como "equivalencia dinámica" en lugar del más tradicional método conocido como "equivalencia formal", la que se basa en el concepto de la inspiración verbal.
Después de todo, si Cristo no le dio importancia específicamente a las palabras de las escrituras, ¿porqué debemos de hacerlo nosotros? Por ejemplo, vea el libro The Nature and Authority of the Bible, por Raymond Abba, página 106. Si Cristo usó la Septuaginta entonces usted puede traducir la Biblia con sus propias palabras sea parafraseándola o haciendo su propia traducción. Usted se convierte en Dios y puede sacar su propia interpretación privada ya que usted se convierte en su propia regla y su propia fuente de autoridad.
¿PORQUÉ EVANGÉLICOS?
Es fácil ver como la Iglesia Católica Romana y modernistas sean muy devotos a la idea que Cristo usara la Septuaginta. Pero ¿porqué hay tantos evangélicos aferrados a la misma idea de la cual no pueden ofrecer alguna explicación? La respuesta es muy sencilla: Muchos evangélicos, en su orgullo, valorizan la idea de ser aceptados como "eruditos" y "educados" por el mundo, los Católicos y los modernistas. Es un hecho que Católicos y modernistas se burlan de alguien llamándoles "ignorantes" o "sin erudición" si no cree que Cristo usó la Septuaginta. Si usted les pregunta que cómo saben que Cristo usó la Septuaginta, ellos le atacarán, muchas veces con insultos, pero nunca le responderán su pregunta.
Hay demasiados evangélicos que buscan ser aceptados por el mundo. Ellos sustituyen la sabiduría convencional con la tarea de hacer sus propias investigaciones y sacar sus propias conclusiones.
Se declaran eruditos, pero sólo repiten lo que otros dicen sin ellos hacer sus investigaciones. ¡Su actitud es de condescender cuando se les preguntan cosas a las cuales no pueden responder!
La evidencia claramente refuta la idea que la traducción en Griego del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta, fuera usada por Cristo y sus apóstoles.

¿QUÉ ES LA SEPTUAGINTA?
Según la definición del libro General Biblical Introduction: From God to Us, por M.S. Miller, página 220, la Versión Septuaginta es "una traducción del Antiguo Testamento Hebreo al lenguaje Griego para los Judíos que hablaban ese idioma y vivían en Alejandría, y todo Egipto, y tal vez en los países vecinos. Se le llama comúnmente La Septuaginta, ó LXX (70) por sus siglas numerales en Griego. A veces se le llama la Versión Alejandrina."[3]
Pero ¿porqué Cristo, predicándole a los Judíos de Palestina, usaría una versión del Antiguo Testamento en Griego que fue diseñada para los Judíos de Alejandría, Egipto?
La existencia de esta traducción se basa en una carta llamada "Carta de Aristeas". Esta carta fue mencionada por Aristóbulo cuando se dirigía a Faraón Tolomeo, cerca del año 182 – 146 AC, Filón (40 DC), y Josefo (70 DC) También a ella se refieren varios autores de la era Cristiana primitiva. A parecer, Aristeas era un alto oficial de la corte del Rey Egipcio Tolomeo Filadelfo. Según la carta, al bibliotecario oficial Demetrio Falario, se le sugiere que sería bueno tener una traducción del Antiguo Testamento en Griego en la biblioteca real en Egipto. Es en aquél entonces que el Rey manda a los Judíos que vivían en Alejandría (incluyendo Aristeas) a Jersusalem para conseguir ayuda. Según la "Carta de Aristeas", se mandaron escribas a la isla de Faros. No dice la carta si entre los escribas iban algunos eruditos. Cada uno de los escribas hizo su propia traducción de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Cada una de las 72 traducciones fueron idénticas luego de 72 días de trabajo. Esto, alegan ellos, ¡comprueba que los traductores de la Septuaginta fueron inspirados por Dios!
Claro que nadie hoy cree que este cuento es verídicamente cierto, pero aun así muchos basan sus doctrinas de las Escrituras en ella. Los señores Roy Becham y Kevin Bauder, en su libro titulado en inglés One Bible Only? lo llaman "una mezcla de hechos y ficción" en la página 29. Geisler & Nix, en la obra titulada A General Introduction to the Bible dicen, "Los detalles tras esta historia son indudablemente ficticios pero la carta sí relata el hecho de que la LXX fue traducida para Judíos que hablaban el Griego en Alejandría (página 308).
Sin embargo, si la historia es "ficticia" entonces no hay ninguna información verídica sobre el origen de la Septuaginta. No hay otra referencia histórica a la traducción del Antiguo Testamento en Griego en Alejandría. Todas las demás referencias son solamente una repetición del cuento original de la "Carta de Aristeas".
En el libro titulado, The Introduction to the Septuagint, pg. ii, a modern printing of Origen´s Septuagint, declara que "la Carta de Aristeas no es digna de tomarse en cuenta excepto por el valor mitológico que pueda atribuírsele a la autoridad que la LXX supuestamente tiene."
También dice (p.i), "Ninguna información que nos indique el tiempo y el lugar en que se produjo esta supuesta traducción antigua existe, ni hay evidencias de su autoría..."
El libro titulado The New Schaff-Herzog Religious Encyclopedia Vol. II, p.117 admite: "De su existencia previa a la era Cristiana casi nada se sabe." No hay referencias históricas de la Septuaginta antes de los tiempos de Cristo excepto la "Carta de Aristeas". Aristóbulo, Filón, Josefo, y todos los escritores de la era Cristiana primitiva hacen referencia al mismo cuento. ¡Un cuento que nadie cree hoy en día!
Por alguna razón la obra de estos Setenta-y-dos hombres comenzó a llamarse LXX ó la Versión de los Setenta. ¿Porqué Setenta en vez de Setenta-y-dos? No hay una clara explicación para esto. La falta de una clara explicación no es inusual en este cuento.

AUTORES CRISTIANOS DE LA ERA PRIMITIVA
Los que apoyan la teoría que "Cristo usó la Septuaginta" a menudo hacen referencia a los autores Cristianos de la era primitiva como prueba que Cristo y los apóstoles usaron la Septuaginta. Nombres como Justino Mártir, Ireneo, Tertulio, Cirilo de Jerusalem y Agustino son algunos de los mencionados. Los autores citados pueden ser hallados en los Padres Ante Nicenos o Post Nicenos.
Cada uno de estos hombres mencionaron "La Carta de Aristeas". Todos la aceptaron como verídica. Todos creyeron que Dios había inspirado una traducción Griega del Antiguo Testamento o a lo menos, una traducción al Griego del Pentateuco. ¿Creen en la leyenda de la "Carta de Aristeas" cualquiera que cita a estos hombres? Al usar la Septuaginta, los autores Cristianos primitivos no añaden nada nuevo a lo que ya sabemos de Cristo. Si usted no cree en el cuento legendario de la "Carta de Aristeas" entonces estos autores no añaden nada nuevo a la discusión.
Uno de los autores de la era primitiva que rara vez es citado es Jerónimo, un contemporáneo de Agustino. Este quiso ver una nueva traducción al Latín del Antiguo Testamento Hebreo. Él y Agustino intercambiaron ideas al respecto. Agustino, sin embargo, se opuso al uso del Hebreo porque creyó que el Griego fue "inspirado".
Jerónimo entendió que la Septuaginta en su día fue invento de Orígenes. ¡También creyó que Orígenes usó varios manuscritos Griegos, y que todos eran corruptos! ¡Disputó con Agustino su aserción de que los apóstoles con frecuencia citaron de la Septuaginta! Señaló que sus citas regularmente no concordaban con ninguna versión de la Septuaginta o cualquier otro Nuevo Testamento Griego.
El libro clásico de H.S. Miller (General Biblical Introduction: From God to Us, página 222) dice que Jerónimo fue el primero en desafiar la sabiduría convencional de su día sobre la "Carta de Aristeas." Miller sigue diciendo que la "Carta de Aristeas" no solamente fue puesta en duda, sino negada fehacientemente, y posteriormente defendida por pocos o ningunos."
Esta claro que aquellos que llaman la Septuaginta hoy día no tiene nada que ver con la "Carta de Aristeas." Lo que llaman hoy día la Septuaginta es obra de Orígenes (Adamancio) que vivió 200 años después de Cristo.
Los que abogan por la teoría que "Cristo usó la Septuaginta" son prestos a descartar los señalamientos mencionados al replicar que es propaganda de los defensores de la Biblia del Rey Jaime (KJV). Un escritor dijo, "¿Porqué los defensores de la posición "King James" Only están tan aferrados en fijar la fecha conclusiva de la Septuaginta al final de los escritos Neo Testamentarios? Es porque la Septuaginta no es idéntica a las escrituras Hebreas de donde se tradujo la Biblia "King James", pero Cristo y sus apóstoles a menudo citaron de ella." Ese ataque en contra de los creyentes en la Biblia del Rey Jaime ignora el testimonio del Siglo IV de Jerónimo. La historia del desarrollo de la Septuaginta no es nada novedoso.
En 1588, veintitrés años previos a que se publicara la Biblia del Rey Jaime, el señor Guillermo Whitaker escribió: "Los hombres estudiosos cuestionan si una versión extenuada Griega de las Escrituras es o no la versión usada por los setenta ancianos. La opinión más sana por aquellos que determinan la veracidad de la Septuaginta parece ser que la misma está totalmente perdida, y que el texto Griego como lo tenemos hoy día es un documento mezclado y miserablemente corrompido. Aristeas decía que la versión Septuaginta estaba conformada exactamente a los originales Hebreos, para que cuando se leyera y se examinara diligentemente por jueces doctos, se aprobara altamente para uso general. Pero la que tenemos acá difiere sorprendentemente del Hebreo, como también en otros lugares y libros, especialmente en los Salmos de David." (Guillermo Whitaker, Disputations on Holy Scripture, 1588, página 121; Edición Soli Deo, 2000)
El Sr. Whitaker era el defensor por excelencia de la doctrina Protestante de las Escrituras contra el Catolicismo en su día. También escribió:
"De estos y otros innumerables ejemplos de lo mismo podemos coincidir que la versión Griega que ha sido transmitida a nosotros hasta el día de hoy no fue la misma que fue publicada por los setenta ancianos Judíos; o que ha sufrido tantas corrupciones vergonzosas que ya no posee ninguna autoridad. Aun el mismo Jerónimo no tuvo la traducción Griega de los setenta intérpretes en su forma más pura, ya que a menudo se quejaba en sus comentarios que lo que tenía estaba errado y corrupto." (Disputations on Holy Scripture, p. 122)
Esto no es propaganda de los que sostienen la posición ""King James" Only"[4]; es una sana evaluación histórica.
En su libro titulado The Ancestry of Our English Bible, el Sr. Ira Price menciona varios manuscritos importantes de la Septuaginta en las páginas 52 al 80. Cada uno de esos manuscritos, con excepción de los fragmentos de la colección John Rylands, pertenece a la versión de Orígenes de la Septuaginta, misma que fue producida mucho después del Nuevo Testamento. Cada manuscrito fue producido por lo menos 200 años después del Nuevo Testamento, y no como alegan los eruditos. "Empero el manuscrito más extenuado de esta versión (Septuaginta) se remonta al año 350 DC." (H.S. Miller, General Biblical Introduction, página 120)

LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO
A los "eruditos" les encantan decir que los Rollos del Mar Muerto prueban la legitimidad de la Septuaginta. De hecho, la frase "...los Rollos del Mar Muerte prueban..." se usa para justificar un sin número de ideas que no tienen nada que ver con los Rollos del Mar Muerto.
De hecho, no hay ni siquiera un sólo pasaje del Antiguo Testamento en Griego hallado entre los Rollos del Mar Muerto. Nada de la Septuaginta en estos rollos. No existen citas de la Septuaginta o alguna referencia a ella. Nada de los Rollos del Mar Muerto menciona la Septuaginta. Todos los Rollos del Mar Muerto están escritos en Hebreo o en Arameo.
Algunos de los libros del Antiguo Testamento encontrados entre los Rollos del Mar Muerto no cuadran con el Hebreo del texto tradicional. Algunos eruditos llaman a estos manuscritos Hebreos "La Septuaginta Qumrán." Sugieren que estos manuscritos fueron parte de la Septuaginta traducida de reverso al Hebreo. No hay referencia de esto en cualquiera de los rollos o en cualquier otra parte de la historia. Entonces, ¿porqué lo creen? La respuesta es porque quieren creer que así fue. ¡No hay tal cosa como una Septuaginta Qumrán!
Los Rollos del Mar Muerto si comprueban que el "lenguaje sagrado" de los Judíos (aquél que se usa en sermones, ritos, y comentarios) en Palestina durante el tiempo de Cristo fue el Hebreo, no el Griego.

FRAGMENTOS EN GRIEGO
Una de las evidencias más sugeridas para una traducción Septuaginta antes de Cristo es la existencia de cuatro fragmentos que contienen versos del libro de Deuteronomio. Estos fragmentos de manuscritos datan de un periodo antes de Cristo y son los únicos manuscritos en Griego de cualquier parte del Antiguo Testamento jamás hallados que preceden los tiempos de Cristo.
Los primeros tres fragmentos de manuscritos conocidos como "Papiros Rylands 458" se hallaron juntos, y contienen Deuteronomio 23; 25:1-3; 26: 12, 17, 19 y 28:31-33. Un cuarto fragmento se halló en la ciudad de Fouad, Egipto, y repite los mismos versos pero además agrega Deuteronomio 32:7.
Ninguno de los escritores del Nuevo Testamento jamás cita cualquiera de estos pasajes y por tanto no se puede comprobar cuál Biblia usó Cristo y los apóstoles.
Estos son los únicos manuscritos del Antiguo Testamento Griego que predatan el tiempo de Cristo. Lo único que comprueban es que alguien había traducido parte del libro de Deuteronomio al Griego antes de 150 AC. Dado el hecho que estos pasajes no fueron citados por nadie, se hace imposible comprobar quién usó esta traducción y cuán popular era.

LA OBRA DEL PROFESOR KAHLE
El Profesor Pablo Kahle (n.1875-m.1964) desafió la sabiduría convencional de la teoría de la Septuaginta. No fue un defensor de la posición "King James" Sólo." Fue un profesor Alemán en Estudios Orientales. Fue además un reconocido erudito de idiomas del Medio Oriente.
El Profesor Kahle simplemente rehusó aceptar la leyenda de la "Carta de Aristeas." Se refirió a ella como "propaganda." Rehusó seguir la corriente de su tiempo que trata la "Carta de Aristeas" como ficticio, pero históricamente autoritativo a la misma vez.
La teoría de Kahle declara que lo que tenemos hoy en cuanto a la Septuaginta no es más que un resultado de querer estandarizar una traducción Griega del Antiguo Testamento. Esto sucedió 150 años después del tiempo de Cristo y los apóstoles. Creyó que varios fragmentos de manuscritos junto con varias traducciones parciales pudieron haber sido consultadas. Halló una poca evidencia para una traducción del Pentateuco al Griego antes de Cristo pero creía que nada tuvo que ver con la "Carta de Aristeas." (Vea el libro titulado The Romance of Bible Scripts and Scholars, Prentice Hall, 1965, página 16)
Claramente rehusó creer en un prototipo para una Septuaginta de Orígenes. No le vio ningún motivo para pensar que Cristo y sus apóstoles citaran de la Septuaginta, que de todos modos no apareció hasta después de 150 años.
La mayoría de "eruditos" de la Septuaginta rechazan la teoría de Kahle. No encaja con su noción preconcebida de la Septuaginta o con sus necesidades teológicas. Simplemente le dan caso omiso, pese a que no pueden refutarlo.
De hecho, el Sr. Federico Kenyon escribe, "Debe admitirse que el Dr. Kahle nos ofrece un duro argumento." La teoría del Dr. Kahle cuadra con lo registrado por Jerónimo.

EL ANTIGUO TESTAMENTO GRIEGO — LO QUE REALMENTE SUCEDIÓ
Los Judíos se esparcieron a través de los reinos Griegos del Medio Oriente. Al crecer el imperio Romano por toda esa región, la dispersión Judía incrementó.
Algunos Judíos, conocidos como "Helenistas" (o "Grecianos"), adoptaron el estilo de vida de Grecia como lo había hecho casi todo el imperio Romano. Algunos de estos Judíos comenzaron a usar el Griego como su idioma principal. Fueron representados en los círculos religiosos por los Saduceos. Algunas comunidades Judías comenzaron a adoptar el lenguaje Griego, incluyendo la mayor parte de la comunidad Judía en Alejandría, Egipto. Algunos historiadores han estimado que una tercera parte de Alejandría era Judía.
Muchos que apoyan la teoría que "Cristo usó la Septuaginta" enseñan que todos los Judíos usaron el Griego como su lenguaje primordial y como su lenguaje sagrado. Por esto dicen que Cristo y sus apóstoles usaron un Antiguo Testamento Griego. Esta declaración va absolutamente en contra de toda evidencia histórica. Fuera de Alejandría y otras comunidades más retiradas, el número de Judíos que usaron el Griego como idioma primordial era muy pequeño.
El lenguaje primordial de los Judíos era el Arameo. Este lenguaje se asocia con el Hebreo del Antiguo Testamento. Según el testimonio unánime del Misne Judío, y los Tárgums, el lenguaje de las sinagogas y los rabinos de Palestina era el Arameo. Ningún Antiguo Testamento Griego pudo haber sido aceptado entre los Judíos de Palestina.
Hubo una traducción del Antiguo Testamento en Arameo que fue común entre los Judíos. Se llamaba el Tárgum de Ónkelos. Fue impreso en el año 1517 por el Cardinal Jiménez, quien además publicara la Políglota Complutense.
Solamente en lugares remotos de la dispersión hubo una demanda por un Antiguo Testamento Griego. Probablemente hubo varios intentos por traducir partes del Antiguo Testamento en Griego.
Según la "Carta de Aristeas", Filón Josefo y otro escritor llamado Aristóbulo, una traducción de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento fue traducida en Alejandría. Alejandría era uno de los pocos lugares en donde una demanda por una traducción al Griego del Antiguo Testamento se pudo haber dado. Estos escritores mantuvieron la idea de que esta versión se apegó mucho al Hebreo Pentateuco, que son los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Sin embargo, la traducción conocida ahora como la Septuaginta no se parece al Hebreo en nada.
Los fragmentos de los manuscritos de John Rylands aparentemente provinieron de una traducción previa a la era Cristiana del libro de Deuteronomio.
Alguien se inventó la historia de la leyenda de los 72 ancianos para poder darle credibilidad a una traducción Griega, posiblemente alguien de Alejandría. Filón, (algunos dicen que fue él quien se inventó la leyenda) y Josefo promovieron la leyenda. Eventualmente alguien expandió la historia para que incluyera todo el Antiguo Testamento. Cuando alguien usaba una traducción en Griego de alguna porción del Antiguo Testamento, lo llamaban "la Septuaginta" para poderla conectar a la leyenda de una traducción Alejandrina "inspirada".
Algunos de los líderes Cristianos de la iglesia primitiva creyeron el mito. Traducciones en Griego de todo el Antiguo Testamento comenzaron a aparecer por todo el Medio Oriente. Alrededor del año 140 DC, una traducción Griega fue producida por Aquila. Según Jerónimo, éste había sido instruido bajo el famoso rabino Akiba entre los años 95 DC a 135 DC. Esta traducción, hecha después del Nuevo Testamento, obstruye a propósito aquellas profecías del Antiguo Testamento que hablan de Cristo que están cumplidas en el Nuevo Testamento. Por este motivo, halló cierta aceptación entre los Judíos. Claro está que no incluyó los libros Apócrifos, ya que de haberlos incluido, no hubiera sido aceptado por los Judíos. Algunos escritores se refieren a la traducción de Aquila como "la Septuaginta" o "una Septuaginta". No existe en la actualidad ninguna copia extenuada de este texto.
Teodoción, alrededor del año 180 DC, presentó una traducción del Antiguo Testamento. Este hombre era un Cristiano "ebionita", que quiere decir que perteneció a una secta herética que negaba la deidad de Cristo[5]. La esposa de Mahoma fue una Cristiana "ebionita". Ella logró persuadirlo a creer que los "espíritus" que le hablaban eran ángeles, y no demonios.
Teodoción alegó haber corregido la Septuaginta original. Pero, ¿cómo se corrige a una traducción supuestamente inspirada? También oscurece el sentido de muchas profecías del Antiguo Testamento relacionadas a Cristo. Dado el hecho que él escribía para una audiencia no Judía, Teodoción incluyó algunos de los libros Apócrifos. Su obra fue conocida también como "la Septuaginta" o como "una Septuaginta".
Un tercer traductor se llamó Simaco. También fue un ebionita. Este hombre produjo una traducción Griega alrededor del año 211 DC. Sin embargo, Simaco no incluyó los libros Apócrifos. A su obra también se le llamó "la Septuaginta" o "una Septuaginta".
Orígenes Adamancio trabajó por "restaurar" la Septuaginta entre los años 220 á 240 DC. Este hombre alegó que habían la misma cantidad de traducciones Griegas como de manuscritos. Al ocuparse en su restauración, tenía a la mano las traducciones de Aquila, Teodoción, y Simaco. También dijo haber tenido dos más traducciones Griegas halladas en un vaso, y por lo menos dos más copias de la verdadera Septuaginta, pero "corruptas".
Claro está que Orígenes poseía el Nuevo Testamento. Escribió comentarios de cada uno de los libros del Nuevo Testamento. Comparó estos manuscritos Griegos y creó su propia versión de la Septuaginta. Como lo declara la enciclopedia famosa llamada International Standard Bible Encyclopedia en la página 2,276: "Fue Orígenes quien dijo haber podido darle a la iglesia el texto verdadero del Antiguo Testamento con su significado verdadero."
Orígenes claramente creía que las profecías del Antiguo Testamento se refirieron a Cristo. Trabajó fuertemente en hacer encajar el Antiguo Testamento con el Nuevo, aun cuando en veces no se podía.
Su Septuaginta es aquella a quienes la gente llaman "la Septuaginta." No hay ninguna copia de alguna Septuaginta de Alejandría para poder compararla a esta otra. No hay manera de saber cuánto de la Septuaginta de Orígenes fue inventado por él.
Algunos escritores se han quejado de los que señalan la Septuaginta de ahora como invento de Orígenes. Ante este señalamiento ellos dicen que es propaganda de la posición "King James" Only." Sin embargo, los eruditos tales como Ira Price, H.S. Miller, Federico Kenyon y el Sr. Gleason Archer no son de ésta posición "fanática", pero aun así reconocieron que el documento llamado "Septuaginta" es obra de Orígenes. Esto simplemente es historia. La enciclopedia llamada New Schaff' Herzog Encyclopedia se refiere a la Septuaginta de Orígenes como "la supuesta Septuaginta" en su volumen #2, y página 116.
La Enciclopedia Británica en el volúmen #5 y página 63 declara que el texto de la Septuaginta se encuentra en algunos pocos manuscritos, aunque estos no sean del todo confiables. El más conocido de estos es el Códice Vaticano (también conocido como "B") y el Códice Sinaítico (también conocido como "S") ambos provenientes del Siglo IV, y el Códice Alejandrino (también conocido como "A") del Siglo V. Todos estos textos recientes son parte de la Septuaginta de Orígenes.
El diccionario bíblico Smith´s en la página 432 declara de la Septuaginta que "ha venido a nosotros bajo una condición de gran corrupción, lo que imposibilita determinar quienes fueron sus autores originales."
En el Siglo IV, Jerónimo se quejó que las únicas ediciones de la Septuaginta disponibles eran aquellas que Orígenes había producido. Dijo que Orígenes había "tomado prestado" cosas para insertar a su Antiguo Testamento. Cuando escritores como Ireneo y Justino Mártir (quien había escrito antes que Orígenes) se refirieron a la Septuaginta, no tenemos idea de qué versión Griega estaban hablando. No existen hoy.
La Septuaginta de Orígenes fue popularizada por Eusebio. Como resultado, "evidencia de lecturas provenientes de la Septuaginta antes de los tiempos de Orígenes han quedado enredadas o perdidas." (Citado por Ira Price, The Ancestry of Our English Bible, página 79)
Hoy, cuando los eruditos hablan de la Septuaginta, sólo se refieren a una traducción hecha posteriormente al Nuevo Testamento por un comentarista famoso del Nuevo Testamento.

EVIDENCIAS DE QUE CRISTO JAMÁS USÓ NINGUNA DE LAS VERSIONES DE LA SEPTUAGINTA

La Ley, los Profetas, y los Salmos

Cristo constantemente se refiere a la división del Antiguo Testamento Hebreo: La Ley, los Profetas y los Salmos. Busque Mateo 7:12; 11:13 y 22:40. Luego busque Lucas 24:27 y 44 como ejemplos. Ninguna versión de la Septuaginta contiene tal división. La Septuaginta de Orígenes presenta el Antiguo Testamento en un orden completamente distinto con los libros Apócrifos intercalados entre ellos[6]. Cristo tomó por demás el hecho de que Sus oidores usaron un Antiguo Testamento con la división clásica hallada en la Biblia Hebrea.

Proverbios 30: 5 – 6

El testimonio de Proverbios 30: 5-6 es claro: "Toda palabra de Dios es pura; Es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, porque no te reprenda, y seas hallado mentiroso". Proverbios 30:5,6 claramente condena el añadir o restarle a las palabras de las Escrituras Hebreas. Aun los más acérrimos defensores de la Septuaginta admiten que muchas de las palabras han sido añadidas y no se hallan en las Escrituras Hebreas, lo que revela su incredulidad hacia la doctrina de la inspiración verbal. Tal vez Orígenes se sintió confortable violando Proverbios 30:5,6; pero Cristo ciertamente no lo hubiera hecho.
Si él hubiera violado Proverbios 30:5,y 6, los Fariseos hubieran sido rápidos en condenarlo.

Leyendo en la Sinagoga

Con frecuencia, Jesús leyó de las Escrituras y predicó de ellas en la Sinagoga Judía. Vea Lucas 4, por ejemplo. El Hebreo era el lenguaje de la Sinagoga y Cristo claramente estaba usando la Biblia Hebrea cuando predicaba ahí. Ninguna copia de algún Antiguo Testamento en Griego jamás se ha descubierto en una Sinagoga Judía.
"Y el pueblo común le oía de buena gana." —Marcos 12:37
Las predicaciones y enseñanzas públicas de Jesús atrajo una gran multitud de personas comunes y corrientes. Si él hubiera predicado en idioma Griego, nunca hubiera atraído a tanta gente. Muchos Judíos habían aprendido el Griego en sus tratos comerciales a través del Imperio Romano pero ellos no aceptaron este idioma para comunicarse entre ellos en asuntos sagrados.
Los Helenistas (Grecianos) quienes favorecían el Griego fue un grupo pequeño y apartado de los demás. Si los Judíos hubieran predicado en Griego, tanto los Fariseos como los Zelotes hubieran usado esto en Su contra y las multitudes nunca hubieran acudido a escucharle. Indudablemente predicó en Arameo, que era el idioma de uso cotidiano de los Judíos, y algo semejante al Hebreo. También leyó de las Escrituras Hebreas en la Sinagoga. Las Sinagogas de Palestina rehusaron usar el Griego ya que consideraban el Hebreo como idioma sagrado, según lo dice M.S. Miller en su libro General Biblical Introduction, página 224.
El Misne Hebreo hace muy claro que esto era lo que se esperaba de cada maestro Judío.
¿Es la Desobediencia Una Buena Forma de Obtener Una Traducción Honorable de las Escrituras?
Si el cuento relatado en la "Carta de Aristeas" tuviese alguna verdad en ella, tendría implicaciones de desobediencia a las Escrituras. Las Escrituras enseñan enfáticamente que las mismas serían manejadas exclusivamente por los Levitas: Vea Deuteronomio 17:18 y 31:25-26. Los escribas mencionados en la historia de Aristeas tendrían que haber desobedecido este mandamiento.
Aun más, Dios había mandado a los Israelitas a mantenerse alejados de Egipto, según Jeremías 42:13-22 y 44:25-26. Aquí se nos dice que Dios había condenado a todos ellos que habían regresado a Egipto y les prometió el juicio.
¿Hubiera puesto Cristo Su sello de aprobación a tal desobediencia?

LA SEPTUAGINTA Y LOS LIBROS APÓCRIFOS
La traducción Griega del Antiguo Testamento que tenemos hoy, llamada Septuaginta, que sabemos fue invento de Orígenes, contiene los libros Apócrifos.
Ninguna Biblia Hebrea los contenía. Ningún concilio Judío jamás avaló estos libros, y de hecho, sabemos de un concilio que los rechazó: el Concilio de Jamnia, 90 DC.
Ningún maestro o rabino Judío jamás avaló cualquiera de los libros de los libros Apócrifos. Una de las razones por rechazarlos es porque fueron escritos en idioma Griego. No creían que cualquiera de sus libros sagrados pudiesen estar escritos en ese idioma. Los líderes Judíos usarían este mismo argumento para rechazar el Nuevo Testamento.
Es inconcebible pensar que los Judíos de Palestina usaran un Antiguo Testamento Griego conteniendo los libros Apócrifos. Va en contra de toda la evidencia histórica pensar que usaran del todo un Antiguo Testamento en Griego.

¿PORQUÉ LAS REFERENCIAS DEL NUEVO TESTAMENTO NO CUADRAN CON LAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO PALABRA POR PALABRA?
Alguien dirá, "Bueno, ¡es que tenían que haber citado algo, y debió haber sido la Septuaginta!" Este es el argumento de los que abogan por la teoría que dice que "Cristo y sus apóstoles usaron la Septuaginta." Sin embargo, ¿qué texto estaban citando realmente los escritores del Nuevo Testamento?
Existen 268 referencias en el Nuevo Testamento que dicen "como está escrito". Pocas de ellas cuadran verbalmente y exactamente con las citas en el Antiguo Testamento. Ochenta y ocho de ellas cuadran con la Septuaginta de Orígenes. La mayoría de las 180 restantes citas no cuadran con ningún documento antiguo palabra por palabra.
Algunos han querido sugerir que tal vez una traducción en Arameo del Antiguo Testamento u otra fuente, quizás una paráfrasis Caldea, están siendo citadas, pero esto es muy improbable.
De hecho, la explicación es muy sencilla y se ha conocido desde hace mucho tiempo. La frase Griega "como está escrito" es común entre los documentos antiguos Griegos. Nunca es una indicación de una cita exacta, ni en el Nuevo Testamento ni en ningún otro lugar. El señor Federico Spitta escribió hace un siglo atrás, diciendo: "Según la invariable manera de citar pasajes en el Nuevo Testamento, la frase 'como está escrito' jamás debe de tomarse como una cláusula introductoria, sino más bien como el reporte de un cumplimiento de una palabra profética." En otras palabras, la frase "como esta escrito" no implica una cita, sino una referencia a un cumplimiento de una predicción o una profecía. Si no, vea como se usa la frase "como esta escrito" en los escritos de Justino Mártir.
Estos pasajes simplemente no son citas, sino alusiones a profecías del Antiguo Testamento. Son alusiones inspiradas por el Espíritu Santo, pero no citas textuales necesariamente. Así lo entendieron claramente los teólogos de la era de la Reforma y muchos de los escritores de la antigua Iglesia de Inglaterra. Un poco más de investigación nos ofrece una clara explicación. Los críticos de la posición "King James" deberían leer más extensamente.

LA SEPTUAGINTA DE ORÍGENES SE COPIÓ  DEL NUEVO TESTAMENTO
La Septuaginta de Orígenes le añade nueve nombres a Génesis 46:20 para que suman los 75 mencionados en Actos 7:14.
La Septuaginta de Orígenes cita la frase de Hebreos 11:21 en Génesis 47:31.
La Septuaginta de Orígenes cita 1era de Pedro 4:18 en Proverbios 11:31.
En el Nuevo Testamento, Romanos 3:10 y 11 es una clara alusión al Salmo 14:3. La Septuaginta de Orígenes añade Romanos 3:12-18 al Salmo 14:3.
En Amós 5:26 hay una cita de los dioses Moabitas Moloch y Chiún. En Actos 7:43 Esteban alude a este pasaje pero usa otro nombre para Chiún, que fue Remphan. Algunos dicen que el uso de otro nombre que no sea Chiún es un error. La Septuaginta de Orígenes corrige ese supuesto "error" al cambiar el nombre Chiún a Remphan en Amós 5:26.
Hay muchos más ejemplos que se pueden dar. La Septuaginta de Orígenes a menudo cambia el Antiguo Testamento para acomodar las palabras textuales en pasajes correlativos del Nuevo Testamento. Se ignora al Antiguo Testamento Hebreo y el Antiguo Testamento Griego se obliga a cuadrar con el Nuevo Testamento Griego.
Filón, Aristeas, y Josefo mencionaron un Antiguo Testamento Griego que concordaba con el Antiguo Testamento Hebreo. Orígenes proveyó un Antiguo Testamento Griego "coordinado" en muchos lugares con el Nuevo Testamento.
Esto no nos debe sorprender. Orígenes produjo su Antiguo Testamento Griego 150 años después que el último libro del Nuevo Testamento fuera escrito. Como comentarista de todos los libros del Nuevo Testamento, estaba muy familiarizado con el mismo.
No es de sorprenderse, pues, que 88 alusiones del Nuevo Testamento encajan con la Septuaginta de Orígenes. Pero lo cierto es que el Nuevo Testamento vino primero.

¿QUÉ TAL DE LOS TRADUCTORES DE LA BIBLIA ""KING JAMES""?
Los que abogan por la teoría que "Cristo usó la Septuaginta" son prestos para señalar el hecho que algunos de los traductores del la Biblia "King James" creyeron ésta teoría. Esto es cierto.
   Sin embargo, nadie está sugiriendo que los traductores de la Biblia "King James" eran infalibles en su conocimiento de la historia eclesiástica. De haberlo sido, hubieran abandonado la Iglesia de Inglaterra y se hubieran unido a una Bautista.
   Es interesante que muchos de los que creen que pueden corregir a los traductores de la Biblia "King James", y que solamente tomaron un par de años de Griego en la Universidad, ahora sienten que tienen autoridad para hablar de historia eclesiástica. Pero el experticio de los traductores de la Biblia "King James" fue en los idiomas bíblicos del Griego, Hebreo y Latín, no en historia eclesiástica.

CONCLUSIÓN
De acuerdo al señor Dewey Beagle, solamente en años recientes (escribía en la década de los `60) los "eruditos" han comenzado a valorizar de nuevo a la Septuaginta. (Vea su libro God`s Word Into English, página 44) ¿Podría ser que los "eruditos" Bíblicos y textuales del Siglo XV hasta el Siglo XIX tenían razón?
La Escritura nos ofrece algunas advertencias de tener cuidado de lo que creemos.
"Mirad que nadie os saquee como despojo por filosofía y vano engaño, según la tradición de los hombres, según los elementos del mundo, y no según Cristo." Colocenses 2:8, Valera 1602, purificada. 

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sábado, 31 de octubre de 2015

Capítulo 1, DISCIPULADO EN EL HOGAR (revisión 2015)

1
 
¿QUIÉN ESTÁ PRIMERO?

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre,
 y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas,
 y aun también su propia vida,
 no puede ser mi discípulo”.

Lucas 14:26
 

Alguien dijo: “Dios no tiene dos palabras”. No es chaquetero, ni político, ni cambia como camaleón. Sin embargo, al leer los siguientes textos bíblicos acerca de la familia, si causa dudas para alguien, se le  podría perdonar.

    (1) “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios...” (Gn. 1:27-28). “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18). “Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” (Gn. 2:22).  "...dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gn. 2:24).
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    (2) “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26). “Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna” (Lc. 18:29-30). “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen” (1 Co. 7:29).

    ¿Realmente puede ser que la misma persona hizo todas estas afirmaciones? ¿No se contradice a sí mismo? El caso es que habla Dios, y sabemos que Él es verdad; no se contradice a sí mismo. Pero honestamente nos puede parecer que uno de estos grupos de versículos no significar lo que dice. Muchos piensan los problemáticos son los del segundo grupo, los textos del “verdadero discipulado”. Seguramente el Señor no dijo esas cosas a las familias, al menos no literalmente. Pero aunque no te parezca, puedo afirmar que ambos grupos de versículos significan exactamente lo que dicen. Tiene que ser así, porque todos vienen de Dios, y Él no se contradice.
    El problema lo tenemos nosotros. Quizás hemos adoptado la opinión o aceptado la enseñanza que abunda hoy entre los evangélicos, que el hogar cristiano y la vida de discipulado verdadero son conceptos mutuamente exclusivos. Escoger uno elimina al otro. Es típico entre cristianos pensar que si quieres tener una familia feliz y sana no puedes comprometerte sacrificadamente con Cristo. “Hay que ser equilibrados”, se dice, porque se cree que el verdadero discipulado es un extremismo, un comportamiento radical, desequilibrado y nada sabio. Alguien incluso llegó a escribir una artículo adviertiendo acerca de “Los Peligros del Discipulado en los Postreros Tiempos”. En un sentido siempre es peligroso seguir a Cristo en este mundo que le crucificó. Pero hubiera sido más sabio y ciertamente más bíblico escribir sobre los peligros de la mundanalidad, la carnalidad o el materialismo en los los postreros tiempo. ¡La Biblia nunca nos advierte a tener cuidado de no ser discípulos de Cristo! Pero Santiago 5:1-3 dice:

    “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros”.

Se podía haber advertido de la frialdad en las iglesias, como en la epístola del Señor a Laodicea, en Apocalipsis 3:14-17,

    “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.     

    ¡Así aconseja la Biblia acerca de los peligros en los postreros tiempos! Pero los que huyen del compromiso y el sacrificio, retratan el verdadero discipulado como algo sólo para jóvenes, solteros, o quizás algún misionero en la selva. “Ese tipo de compromiso no es para todos”, dicen, y eso apela a nuestra inercia natural, al egoísmo, al pasivismo y la pereza espiritual, y a la carne. “¡Claro!” decimos, porque ¿a quién le amarga un dulce? Es más fácil y agradable pensar así. Además, miramos a nuestro alrededor sin ver a muchos en el camino del verdadero discípulo. Entonces, seguimos en nuestro bache cómodo. Seguramente, decimos, los casados están exentos: “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir”. Los solteros podrían ir, a menos que tengan planes de casarse pronto. Tal vez podrían irse un par de años para ayudar en el campo misionero, y luego volver y establecer su familia. Así lo quitan de su sistema, y satisfacen sus ganas de aventura. ¿Quién sabe, a lo mejor encontrarán alguien con quien casarse, asentarse y vivir una “vida normal”, si es que se sabe qué significa esto.
    Surgió al final del siglo XX la idea de ministrar a la famlia, en lugar de ir a todo el mundo y predicar el evangelio. Se reúnen para “enriquecerse” (emocional y espiritualmente), como un fin en sí. Sus maestros son diplomados psicólogos, consejeros o “expertos” en ministerio a la familia. ¡No se ven en la Biblia en ninguna lista de dones espirituales o ministerios, pero han invadido la iglesia, trayendo las ideas del mundo. Y suelen advertir a los del grupo a tener cuidado con demasiado compromiso porque podría arruinar su familia.  Típicamente ponen de ejemplo al sumo sacerdote  Elí, porque según dicen, pasó tanto tiempo sirviendo a Dios que descuidó y arruinó a sus hijos. La Biblia no dice esto, pero ellos sí lo afirman. También suelen señalar a Samuel y a David como otros ejemplos de hombres demasiado ocupados en las cosas de Dios que por eso dañaron a sus hijos. Son sus suposiciones, deducciones y conjecturas, no lo que dice la Biblia. El efecto neto de ese tipo de ministerio apagar el deseo de servir al Señor Jesucristo y buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia. La familia viene a ser un fin en sí, no un medio para servir a Dios. Si los matrimonios y las familias se deshacen, Cristo, el evangelio y la iglesia no tienen la culpa.
    No es malo querer tener una familia feliz, ¡por supuesto! Pero el discipulado no es el enemigo de la familia.  Un ejemplo de muchos fue una familia que iba al “enriquecimiento familiar”, y el padre llegó a prohibir el uso de la palabra “compromiso”, como si fuera una palabrota. Pero si dejamos de escuchar a esa gente, y leemos la Biblia, está claro que el Señor nos llama al compromiso total, a seguirle, imitarle y servirle.
    Así que, pregunto: ¿Es acertado este retrato los peligros del discipulado en los postreros tiempos? ¿Es el compromiso y la entrega a Cristo y Su reino realmente el problema principal que la iglesia y la familia afrontan? ¿Acaso hay tantos discípulos tomando al Señor tan literalmente, viviendo tan sacrificadamente que superabundancia de obreros para Cristo? Si leemos la Biblia, sabemos que no es así. El Señor Jescristo no falla cuando dice:

    “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc. 10:2).

    Según Él, el problema actual es escasez  —no tanto de gente cristiana que asiste a reuniones, sino de obreros que se sacrifican para servir, le aman por encima de todo y buscan en primer lugar Sus intereses, Su reino y Su justicia. No nos engañemos, no hay abundancia de éstos, sino escasez. La población del mundo explota,. “mas los obreros pocos” dice el Señor. Puesto que es así, ¿es justo que un cristiano se quede sentado en casa, mirando la tele, divirtiéndose, trabajando, ganando dinero, acumulando cosas que no puede llevar al cielo, y disfrutando la buena vida? ¿Es correcto que pasa más tiempo y gasta más dinero en viajes y vacaciones que lo que invierte en servir a Cristo? Amigos, no ignoremos que el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar Su vida (Mr. 10:45).
    Las familias cristianas son un gran recurso para Cristo. Deben estar en la lucha para la gloria de Dios. El hogar cristiano es el primer lugar donde se debe aprender y practicar el discipulado. En ese santo entorno deben criarse siervos y soldados de Cristo. Los que impiden que las familias sigan al Señor como Sus discípulos, son culpables desanimar al pueblo del Señor. En efecto dice:  “¡Israel, a tus tiendas!”, pero de eso darán cuenta en el tribunal de Cristo, cuando Él juzgue a los que niegan Su Señorío, Su derecho de ser amado, seguido y servido por los que Él compró a precio de sangre.
    Como creyentes afirmamos que Dios desea bendecir los hogares de los Suyos. Quiere matrimonios y familias fuertes y bíblicas, donde habitan discípulos dedicados y sacrificados. El verdadero discipulado debe ser enseñado y practicado en nuestros hogares. Para las familias también es vigente la gran comisión que el Señor dio: “id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos...enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”.
    Nuestra prioridad es el Señor y Sus intereses. "Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia”, lo cual incluye la vida de familia, claro, pero no se limita a ella. La prioridad no es la familia, sino el reino de Dios y Su justicia. El Señor no dijo: “por tanto, id a vuestras casas y estad felices”, sino “id...a todas las naciones...”  La verdadera felicidad no se encuentra en un hogar ensimismado. La familia que pone a Cristo en primer lugar será bendecida y conocerá el gozo de servirle.
    ¿Cómo ponemos al Señor en primer lugar? Primero significa darle a Él el primer lugar en nuestros afectos. El primero y más grande de los mandamientos sigue vigente: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:5). Nuestro Señor volvió a enfatizar esta prioridad cuando estuvo sobre la tierra. Observa que Él no suprimió la palabra “todo” ni modificó su significado (Mt. 22:37). Si hubiera querido reducir el compromiso o explicarlo de una manera más “equilibrada”, ¡tenía oportunidad! En otra ocasión habló a una multitud, de la cual algunos llegarían a ser Sus seguidores. No ocultó las demandas del discipulado sino las afirmó públicamente:

    “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26).

    Es un  mensaje sencillo, claro y poderoso. William MacDonald escribe: “Nunca se debe permitir que la consideración a los vínculos familiares desvíe a un discípulo de un camino de plena obediencia al Señor” ( Comentario Al Nuevo Testamento, CLIE, pág. 291). Alguno dirá: “Ah, pero él era soltero; no entendió la vida de familia”. No es una crítica válida, pues el apóstol Pablo tampoco estaba casado. Pero para responder a esa clase objeción, citamos a Donald Norbie, un siervo del Señor, casado, que escribió:

    “Jesús era un hombre de familia. Aunque la historia guarda silencio en cuanto a detalles, puede que José hubiera sido mucho más mayor que María. Cuándo murió, no lo sabemos. Pero durante el tiempo del ministerio de Jesús, aparentemente, había muerto. Tempranamente Jesús había tomado la responsabilidad como el hijo mayor, y la familia dependía de Él. Su madre María y Sus hermanos y hermanas conocían la fuerza de Su afecto y amor. La familia de Jesús se nos presenta muy unida. Parte del dolor de Jesús mientras estaba clavado en la cruz, era la agonía de ver sufrir a su madre. Pero la familia no ocupaba el primer lugar en los pensamientos de Cristo. “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37). Enfatizó que las relaciones espirituales son más profundas y duraderas que los lazos familiares (Marcos 3:33-35). El centro de la vida de Cristo no era la familia... Una motivación era la delicia de hacer la voluntad del Padre... Otra era Su propia y profunda compasión por aquellos que estaban perdidos... Pero tú dices: “Yo no soy Jesús. Tengo una familia que sacar adelante, un trabajo al que atender cada día. Necesito recrearme. No tengo tiempo”. Y así, los días y los años pasan, y es fácil irse a la deriva. Dejamos de repartir folletos y de testificar. Hemos olvidado cómo llorar por los perdidos y cómo rogar a Dios por ellos. Nuestra dirección y estilo de vida difiere bien poco de la del mundo perdido que nos rodea”.
                           (“Evangelism, An Option?” artículo en la revista “Missions”, 1981)

    Sin lugar a dudas, el amor a Dios nombrado en el primer y gran mandamiento es la prioridad y la base. Une nuestros corazones al corazón de Dios en todo lo que a Él le es importante y precioso. Si el Señor ocupa el primer lugar en nuestros afectos, todo lo demás encontrará su lugar correcto. Nuestros intereses estarán en las cosas de arriba (Col. 3:1), cosas espirituales y eternas, no absorbidas en las cosas pasajeras de este mundo que son indignas de nuestro amor (1 Jn. 2:15-17). Pero los que siguen insistiendo en anteponer a su familia, se arrepentirán un día, quizás tarde, cuando Dios les diga como dijo a Elí en desaprobación: “has honrado a tus hijos más que a mí” (1 S. 2:29). ¡No es malo amar a nuestra familia, pero si la ponemos antes de Dios y Sus intereses, erramos.
    Dar a Dios primer lugar significa dar preferencia a la comunión diaria con Él. En el Salmo 27:4-5 David habla de “una cosa” que deseaba. Era Dios mismo —la comunión con Él. Le quería a Dios más que Sus bendiciones. No era una emoción pasajera, sino declaró: “...ésta buscaré”. ¿Es nuestra prioridad? El Señor la aprobó en Lucas 10:42 cuando María se sentó a Sus pies. Sus instrucciones en Mateo 6:33 hablan de lo mismo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. Más necesitamos desarrollar nuestra relación con Dios que con otros. No que seamos hermitaños, pero sí, nos va a costar tiempo. Habrá que sacrificar un lado otras ocupaciones, aun legítimas, a veces. Buscarle es invertir tiempo en conocerle por medio de la lectura de Su Palabra, meditando en ella (Sal. 1:2) y orando. No estamos hablando de “siete minutos con Dios” para comenzar el día, sino pasar más tiempo con Él que con la tele u otras cosas.
    Además, “Dios primero” significa darle el primer lugar en nuestros hechos. Debemos invertir los medios que Él nos da —el tiempo, el dinero y otros bienes materiales, la energía, y los dones espirituales— para servir al Señor. La devoción no termina con el devocional. Podemos abrir nuestros hogares a otros para tener comunión, utilizarlo para un estudio evangelístico o reunirnos para orar (Hch. 12:12). 
    A veces debemos salir de casa para servir al Señor, haciendo visitas, asistiendo a reuniones, ayudando a necesitados, testificando, etc. Todos los días la gente sale de su casa para ir a trabajar, a veces horas largas y horarios raros, con tal de ganar dinero. Salgamos para servir al Señor. En algunos caso habrá que dejar la casa e ir a otro lugar, aunque hayas vivido allí toda la vida. No seas anclado por una casa. directa de las Escrituras. ¡El Señor, el Maestro de todos Sus discípulos ha hablado respecto a este asunto! En Marcos 10:28-31 el Señor Jesús aprobó las prioridades del ministerio de Sus discípulos en cuanto a la familia. Si ellos hubiesen estado equivocados, desequilibrados, mal encaminados, o dándonos mal ejemplo, el Señor los habría corregido, pero no lo hizo. Al contrario, les prometió una recompensa y reafirmó sus prioridades. A nosotros Sus seguidores siglos después esto debe animarnos a hacer lo mismo. 
     Claramente, sin arrepentimiento y regreso al plan bíblico para los discípulos del Señor, continuará el declive de la Iglesia de nuestros tiempos, tal como lo lamentaba A. W. Tozer:

    “Cristo llama a los hombres a llevar su cruz; nosotros les llamamos a pasarlo bien en Su nombre. Él les llama a abandonar el mundo: nosotros les aseguramos que si aceptan a Jesús, el mundo se constituye una ostra en la que pueden desarrollarse y vivir. Él les llama a sufrir; nosotros les llamamos a gozar de las comodidades que ofrece la civilización burguesa moderna. Él les llama a la autoabnegación y a la muerte; nosotros les llamamos a extenderse como árbol frondoso, o tal vez, incluso, a llegar a ser estrellas de un deplorable zodiaco religioso de quinta clase. Cristo les llama a la santidad; nosotros les vendemos una felicidad barata que hubiera sido rechazada con desdén por el más ínfimo de los filósofos estoicos”.              
            (A. W. Tozer, DESPUÉS DE MEDIANOCHE, Editorial Clie, pág. 143)

    “El Señor llamó a los hombres a servirle, pero nunca hizo el camino fácil. Por el contrario, uno queda con la impresión que el Señor fue demasiado exigente. Muchas veces dijo a sus discípulos y candidatos a discípulos cosas que nosotros discretamente evitamos decir cuando tratamos de ganar almas. ¿Qué evangelista de los de hoy se atreve a decir a las personas que manifiestan deseo de seguir a Cristo, “cualquiera que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame, porque cualquiera que quiera ganar su vida la perderá, y cualquiera que pierda su vida por causa de mí, la hallará”? Y muchas veces nos vemos en figurillas para contestar a la pregunta que nos hace una persona sobre el significado de las palabras de Jesús: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra, porque no he venido a traer paz, sino espada. Porque de aquí en adelante un hombre estará contra su padre, y la hija contra la madre, y la nuera contra su suegra”. Esta clase de vida cristiana, áspera y sacrificada, la dejamos para algún raro misionero solitario o quizás para los cristianos que se encuentran detrás de las varias cortinas de este mundo. Las masas de cristianos nominales carecen del músculo espiritual que los capacitaría para tomar un camino tan definitivo y final como éste”.

    “El clima moral contemporáneo no facilita una fe tan maciza y sólida como la que fue enseñada por nuestro Señor y los apóstoles. Los delicados y frágiles cristianos de invernadero que estamos produciendo hoy en día se pueden comparar difícilmente con aquellos cristianos robustos que una vez dieron su testimonio entre los hombres. Y la culpa la tienen nuestros líderes. Son demasiado tímidos para decirle al pueblo la verdad. Le están pidiendo a la gente que dé a Dios únicamente lo que no les cuesta nada”.

    “Hoy en día nuestras iglesias está llenas (o una cuarta parte llenas) de una blanda generación de cristianos que deben ser alimentados con una dieta de inofensivas diversiones para mantenerles el interés. Conocen muy poco de teología o de Biblia. Apenas habrán leído uno que otro de los clásicos de la iglesia pero están muy familiarizados con libritos de ficción religiosa y películas. No es de extrañar que su fibra espiritual y moral sea tan débil. Podrían ser llamados meros adherentes a una fe que nunca comprendieron”.
        (A. W. Tozer, ESE INCREÍBLE CRISTIANO, Christian Publications, Inc., págs. 73-74)

    El Nuevo Testamento no nos enseña a enfocarnos en la pareja y la familia, sino a presentarnos en sacrificio vivo para el Señor. El principio de auto sacrificio es casi desconocido en nuestros tiempos excepto para aprobar exámenes o ganar dinero. Walter Chantry, en su libro The Shadow of the Cross (“La Sombra De La Cruz”), indica cómo debemos negarnos a nosotros mismos aun en el matrimonio:

    “Al escoger un cónyuge, el negarse a sí mismo debería ser una característica buscada. ¿Quiénes más apropiados para el matrimonio que hombres y mujeres que han muerto a sí mismos? Ya se encuentran viviendo para servir y agradar a Otro en lugar de sus deseos egoístas. Aún ahora se niegan, respecto a sus intereses propios y legítimos, para esperar en Uno a quien le han hecho votos solemnes”.
    (Banner of Truth Trust, pág. 55). 

    En 1 Corintios 7:29 leemos que aquellos que tienen mujer sean como si no la tuvieran “de ahora en adelante” (BAS). Esta es una de las declaraciones “desequilibradas” de las Escrituras. No hay ningún versículo cerca que lo dé equilibrio. Al contrario, así el Espíritu Santo abruptamente reta nuestros pensamientos. Mientras que Dios diseñó, designó y aprueba el matrimonio para los Suyos, también aprueba y recomienda especialmente en estos postreros tiempos la subordinación aun de relaciones legítimas para algo de mayor importancia. ¿Qué puede tener más importancia o prioridad? El servir al Señor; proclamando el evangelio, ganando almas, enseñando la Palabra, haciendo discípulos, preparando y equipando obreros para Su servicio (Ef. 4:11-12).
    “El tiempo es corto”. El Señor viene pronto, “el lucero de la mañana” (2 P. 1:19). Es una referencia al arrebatamiento de la Iglesia para llevarla al cielo. Entonces, terminarán las oportunidadas para servirle No posterguemos nuestro servicio al Señor. Hay que redimir el tiempo, no perderlo,“porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37). “La noche está avanza". Pronto oiremos Su voz, la trompeta, “y así estaremos siempre con el Señor”. Seamos solteros o casados, sirvamos al Señor. ¡Ojalá que halle verdaderos discípulos en nuestros hogares.“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así” (Lc. 12:43).

La Condición Patética De Los Cristianos Modernos

A. W. Tozer

“El Señor llamó a los hombres a servirle, pero nunca hizo el camino fácil. Por el contrario, uno queda con la impresión que el Señor fue demasiado exigente. Muchas veces dijo a sus discípulos y candidatos a discípulos cosas que nosotros discretamente evitamos decir cuando tratamos de ganar almas. ¿Qué evangelista de los de hoy se atreve a decir a las personas que manifiestan deseo de seguir a Cristo, “cualquiera que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame, porque todo el que quiera ganar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”? Y muchas veces nos vemos en figurillas para contestar a la pregunta que nos hace una persona sobre el significado de las palabras de Jesús: “No penséis que he venido a traer paz a la tierra, porque no he venido a traer paz, sino espada. Porque de aquí en adelante un hombre estará contra su padre, y la hija contra la madre, y la nuera contra su suegra”. Esta clase de vida cristiana, áspera y sacrificada, la dejamos para algún raro misionero solitario o quizás para los cristianos que se encuentran detrás de las varias cortinas de este mundo. Las masas de cristianos nominales carecen del músculo espiritual que los capacitaría para tomar un camino tan definitivo y final como éste”.
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    “El clima moral contemporáneo no facilita una fe tan robusta y sólida como la que fue enseñada por nuestro Señor y los apóstoles. Los delicados y frágiles cristianos de invernadero que estamos produciendo hoy en día se pueden comparar difícilmente con aquellos cristianos robustos que una vez dieron su testimonio entre los hombres. Y la culpa la tienen nuestros líderes. Son demasiado tímidos para decirle la verdad al pueblo. Piden a la gente que dé a Dios únicamente lo que no cuesta nada”.
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    “Hoy en día nuestras iglesias está llenas (o una cuarta parte llenas) de una blanda generación de cristianos que deben ser alimentados con una dieta de inofensivas diversiones para mantenerles el interés. Conocen muy poco de teología o de Biblia. Apenas habrán leído uno que otro de los clásicos de la iglesia pero están muy familiarizados con libritos de ficción religiosa y películas. No es de extrañar que su fibra espiritual y moral sea tan débil. Podrían ser llamados livianos adherentes a una fe que nunca comprendieron”.


    A. W. Tozer, ESE INCREÍBLE CRISTIANO, Christian Publications, Inc., págs. 73-74

Auto Complacencia

Auto Complacencia: Señal de Egoísmo

    La auto complacencia es hacer algo sólo porque me gusta hacerlo. Nadie tiene derecho a hacer algo solamente porque lo disfruta. El propósito de la vida es más profundo que pasarlo bien y complacerme. No tengo derecho a tomar la comida simplemente porque me gusta. Hacer así me constituiría una bestia. La tomo porque me nutre. No es correcto hacer cosas simplemente porque te complacen; esto es buscar tus propios intereses. ¿Qué de los intereses de Dios? ¿Qué de agradar a Dios? Jesucristo nos enseña: “Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia”. No tenemos permiso divino para buscar lo nuestro propio en nada. Busca a Dios, y Él buscará tu bien. Esta es la vida de fe. ¿Realmente confías en Dios? Cuida las cosas de Dios y Él cuidará las tuyas. “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:4).
 
                           A. B. Simpson, traducido y adaptado de su libro Standing on Faith (Firmes en la fe)

Los Pecados No Confesados

por Oswald Smith

    En 1 Juan 1:9 tenemos esta afirmación: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. En otras palabras, si los cristianos confesamos nuestros pecados, Él nos perdonará. Él es fiel debido a que Él prometió y Él es justo porque Él expió. El pecado confesado es pecado perdonado, y el pecado perdonado es un pecado limpiado. Y, puedo añadir, la confesión tiene que incluir una renuncia, porque si no se renuncia al pecado, no será perdonado, a pesar de que haya sido confesado.
    La razón de que hay tantos que son tibios, fríos o indiferentes, la razón de que tantos no se gozan de su salvación, la razón de que no se gozan en la lectura de la Palabra de Dios, ni en la oración, y de que no reciben respuesta a la oración, la razón de que no tienen testimonio, es que hay algún pecado secreto, algún pecado oculto que no ha sido confesado, y que está ahí, en el corazón. ¿Por qué no lo confiesas? No lo puedes ocultar de Dios. Él lo conoce todo acerca de ese pecado. ¿Por qué no hacer una confesión total y plena a Dios y ser así perdonado? Hasta que no lo hagas, Él no puede hacer absolutamente nada por ti.
 

de su libro, Pasión Por Las Almas, Editorial Portavoz, pág. 167

sábado, 10 de octubre de 2015

Un Corazón Para Cristo

C. H. MackIntosh

Texto: Mateo 26

    En este solemne capítulo tenemos revelados muchos corazones. El corazón de los principales sacerdotes, el de los ancianos, el de los escribas, el de Pedro y el de Judas. Pero hay particularmente un corazón distinto de todos los demás: el de la mujer que trajo el vaso de alabastro con el perfume de gran precio para ungir el cuerpo de Jesús. Esta mujer tenía un corazón para Cristo. Ella podía ser una gran pecadora, una pecadora muy ignorante; pero sus ojos habían sido abiertos para ver en Jesús una belleza que la llevó a juzgar que nada de lo que se gastara en él podría ser demasiado caro. En una palabra, ella tenía un corazón para Cristo.
     Pasemos por alto a los principales sacerdotes, a los ancianos y a los escribas y detengámonos unos instantes para considerar el corazón de esta mujer en contraste con el de Judas y el de Pedro.

 1. Judas era un hombre ambicioso. Amaba el dinero, inclinación muy común en todas las épocas. Había predicado el Evangelio. Había caminado en compañía del Señor Jesús durante los días de Su ministerio público. Había oído Sus palabras, había visto Sus caminos y había experimentado Su bondad; pero, lamentablemente, aunque era apóstol, aunque era compañero de Jesús y predicador del Evangelio, con todo, no tenía un corazón para Cristo. Tenía un corazón para el dinero. El lucro era siempre el motor que animaba su corazón. Cuando se trataba de dinero, la avidez se posesionaba de él. Las pasiones más profundas de su ser se veían despertadas por el dinero. “La bolsa” era su objeto más cercano y más querido. Satanás lo sabía. Conocía el particular deseo de Judas. Tenía pleno conocimiento del precio al que podría comprarle.  Conocía a su hombre, sabía cómo tentarlo y cómo utilizarlo. ¡Solemne pensamiento!
    Pero adviértase también que la misma posición de Judas lo hacía tanto más apto para los designios de Satanás. Su familiaridad con los caminos de Cristo lo hacía una persona ideal para entregarle en manos de Sus enemigos. El mero conocimiento intelectual de las cosas sagradas, sin que el corazón sea tocado, vuelve al hombre más insensible, profano y perverso. Los principales sacerdotes y los escribas de Mateo 2 tenían un conocimiento intelectual de la letra de la Escritura, pero no un corazón para Cristo. Ellos podían desenvolver el rollo profético sin dificultad ni demora hasta dar con el lugar donde se hallaba escrito: “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel” (v. 6). Todo esto era muy bueno, muy cierto y muy hermoso, pero ellos no tuvieron entonces un corazón para ese “guiador”; no tuvieron ojos para verle; no le quisieron. Sabían al dedillo la Escritura. Seguramente se habrían sentido avergonzados si no hubieran podido contestar la pregunta de Herodes. Habría sido una deshonra para ellos, en la posición que ocupaban, dar muestras de ignorancia. Pero ellos no tenían un corazón para Cristo, y por ello pusieron sus conocimientos bíblicos a los pies de un monarca impío, quien los iba a utilizar, si podía, para sus horrorosos propósitos de asesinar al verdadero heredero del trono. Basta con lo dicho en cuanto al conocimiento intelectual sin el amor del corazón.
     Pero nadie vaya a interpretar que nosotros podríamos subestimar el conocimiento de las Escrituras. Lejos de ello. El verdadero conocimiento de la Palabra debe dirigir el corazón a Jesús. Pero puede suceder que haya un conocimiento de la letra de la Escritura hasta llegarse a citar un capítulo tras otro y un versículo tras otro con mucho tino; sí, y tal conocimiento hasta puede verse acompañado por un andar aparentemente en armonía con él, pero, a la vez, con un corazón frío e indiferente por Cristo. Este conocimiento sólo abrirá más la puerta a Satanás, como ocurrió con los principales sacerdotes y los escribas. Herodes no habría solicitado información a hombres ignorantes. El diablo nunca se vale de hombres ignorantes o ineptos para actuar contra la verdad de Dios. No; él utiliza instrumentos más capaces para llevar a cabo su obra. Los doctos, los intelectuales, los pensadores más profundos, siempre que no tengan un corazón para Cristo, estarán muy dispuestos a servirle en toda ocasión. ¿Por qué no fue así con los magos “que vinieron del oriente”? ¿Por qué Herodes —por qué Satanás— no pudo reclutar a estos sabios para su servicio? ¡Oh, lector, advierta la respuesta!: ellos tenían un corazón para Cristo. ¡Bendita salvaguardia! Sin duda, ellos desconocían las Escrituras. No habrían dado más que pobres muestras de destreza en la búsqueda de un pasaje de las Escrituras proféticas; pero buscaban a Jesús; buscaban a Jesús con vehemencia, honestidad y diligencia. Por eso Herodes, de haberlo podido, los habría utilizado de buena gana; pero no habían de ser utilizados por él. Ellos hallaron su camino hacia Jesús. No sabían mucho acerca del profeta que hablaba del “guiador”, pero hallaron el camino que los conducía hasta el mismo “guiador”. Le hallaron en la Persona del niño que yacía en el pesebre de Belén; y, en lugar de ser instrumentos en las manos de Herodes, fueron adoradores a los pies de Jesús.
    Ahora bien; no vaya a suponerse que ensalzamos la ignorancia acerca de las Escrituras. De ninguna manera. Quienes no conocen las Escrituras errarán gravemente y sin falta. Para alabanza de Timoteo, el apóstol le pudo decir: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación”, pero, al punto, agrega: “por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). El verdadero conocimiento de la Escritura siempre nos conducirá a los pies de Jesús; mientras que el mero conocimiento intelectual de la Biblia, sin ir acompañado de un amor de corazón hacia Cristo, sólo hará de nosotros instrumentos más eficaces en las manos de Satanás.
     Tal fue el caso de Judas, quien tenía un corazón de piedra que suspiraba por el dinero. Él tenía conocimiento sin una jota de afecto por Cristo, y su misma familiaridad con ese Bendito le hizo un instrumento apto para el diablo. Su cercanía a Jesús le permitió ser un traidor. El diablo sabía que treinta piezas de plata podían ponerle al servicio de la horrenda tarea de traicionar a su Maestro.
     Lector, ¡medite en esto! Aquí tenemos a un apóstol, a un predicador del Evangelio, a un profesante de fuste; pero, bajo el manto de la profesión, yacía un “corazón habituado a la codicia” (2 Pedro 2:14), un corazón que tenía amplio espacio para “treinta piezas de plata”, pero ni un solo rincón para Jesús. ¡Qué caso! ¡Qué cuadro! ¡Qué advertencia! ¡Oh, los profesantes sin corazón cuánta necesidad tienen de  mirar a Judas, de considerar su línea de conducta, su carácter, su fin! Predicó el Evangelio, pero nunca lo conoció, nunca lo creyó, nunca lo sintió. Pudo haber pintado los rayos del sol en cuadros, pero nunca sintió su influencia. Tenía abundancia de corazón para el dinero, pero no un corazón para Cristo. Como “el hijo de perdición”, “se ahorcó”, “para irse a su propio lugar” (Juan 17:12; Mateo 27:5; Hechos 1:25). Cristianos profesantes, guárdense del conocimiento intelectual, de la profesión de labios, de la piedad oficial, de la religión mecánica; guárdense de estas cosas y procuren tener un corazón para Cristo.

 2. En Pedro tenemos otra advertencia, aunque de naturaleza diferente. Él amaba realmente a Jesús, pero temió la cruz. Rehuyó confesar Su nombre en medio de las filas del enemigo. Se jactó de lo que haría, cuando tendría que haberse despojado a sí mismo. Se hallaba profundamente dormido cuando debió haber estado de rodillas. En vez de orar, se durmió. Y, más tarde, en vez de estar tranquilo, lo vemos blandiendo la espada. “Siguió (a Jesús) de lejos”, y luego lo hallamos “calentándose al fuego” en el patio del sumo sacerdote (Marcos 14:54). Por último, “comenzó a maldecir y a jurar” que no conocía a este Maestro de gracia. ¡Todo esto era terrible! ¿Quién se imaginaría que el Pedro de Mateo 16:16 es el mismo de Mateo 26? Sin embargo, lo es. El hombre, en su mejor condición, es como una marchitada hoja otoñal, “cual sombra que no dura” (1 Crónicas 29:15). La posición más eminente, la profesión más estentórea, pueden terminar siguiendo a Jesús “de lejos”, y negando vilmente su Nombre.
     Es muy probable —casi seguro diría yo— que Pedro habría rechazado a puntapiés el pensamiento de vender a Jesús por treinta piezas de plata; y, sin embargo, tuvo miedo de confesarle ante una criada. No le habría traicionado y entregado a sus enemigos, pero sí le negó delante de ellos. Puede no haber amado el dinero, pero su falta estuvo en no manifestar un corazón para Cristo.
     Lector cristiano, recuerde la caída de Pedro y guárdese de confiar en sí mismo. Cultive un espíritu de oración. Manténgase cerca de Jesús. Sitúese lejos de las influencias del favor de este mundo. “Consérvese puro” (1 Timoteo 5:22). Guárdese de caer en una condición de alma perezosa y letárgica. Sea vigoroso y vigilante. Ocúpese en Cristo. Ésta es la verdadera salvaguardia. No se conforme meramente con evitar el pecado manifiesto. No se contente meramente con una conducta y un carácter intachables. Fomente afectos vivos y ardientes por Cristo. Uno que “sigue a Jesús de lejos” puede negarle muy pronto. Pensemos en esto. Saquemos provecho del relato acerca de Pedro. Él mismo nos dice más tarde: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:8, 9). Éstas son palabras de peso, provenientes, por cierto, del Espíritu Santo, a través de la pluma de uno que había sufrido así por falta de VIGILANCIA.
    Bendita sea la gracia que pudo decir a Pedro, antes de su caída: “Yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lucas 22:32). Nótese que el Señor no dice: “He rogado por ti, que no caigas”, sino: “que tu fe no falte” cuando hayas caído. ¡Gracia preciosa y sin par! Éste era el recurso de Pedro. Era deudor de la gracia, desde el principio hasta el fin. Como pecador perdido, era deudor de “la sangre preciosa de Cristo”, y, como santo que tropieza, era deudor de la prevaleciente intercesión de Cristo. Así ocurrió con Pedro. La abogacía de Cristo constituyó la base de su feliz restauración. De esta abogacía Judas no sabía nada. Sólo aquellos que han sido lavados en la sangre participan de la intercesión. Judas ignoraba todo esto. Por eso “fue y se ahorcó” (Mateo 27:5); mientras que Pedro, como hombre convertido y restaurado, salió a “confirmar a sus hermanos” (Lucas 22:32). Nadie era más idóneo para fortalecer o confirmar a sus hermanos que uno que había experimentado en su propia persona la restauradora gracia de Cristo. Pedro fue capaz de pararse ante la congregación de Israel y decir: “Vosotros negasteis al Santo y al Justo” (Hechos 3:14), tal cual él lo había hecho. Esto nos hace ver cuán enteramente fue purificada su conciencia por la sangre, y su corazón restaurado por la intercesión de Cristo.

  3. Y ahora, restan por decir unas palabras sobre la mujer que vino a Jesús con el vaso de alabastro. Ella se halla en un excelente y bello contraste con todos los demás. Mientras los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos se hallaban reunidos conspirando contra Cristo “en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás” (Mateo 26:3), ella se hallaba ungiendo el cuerpo de Jesús “en casa de Simón el leproso” (Mateo 26:1). En el momento en que Judas estaba acordando con los principales sacerdotes cómo vender a Jesús por treinta piezas de plata, ella estaba derramando el precioso contenido de su frasco de alabastro sobre la Persona de Jesús. ¡Patético contraste! Ella estaba totalmente absorbida con su objeto, y su objeto era Cristo. Aquellos que no conocían Su excelencia y hermosura podían tildar de derroche su sacrificio. Aquellos que eran capaces de vender a Jesús por treinta piezas de plata podían hablar de “dar a los pobres”; pero ella no les prestó atención. Sus razonamientos y murmuraciones no significaron nada para esta mujer, pues había hallado su todo en Cristo. Jesús era más para ella que todos los pobres del mundo. Ella sintió que nada de lo que se gastara en él sería “desperdicio”. Él no podía valer más que treinta piezas de plata para uno que tenía un corazón para el dinero. Para ella, él valía más que diez mil palabras, por cuanto tenía un corazón para Cristo. ¡Mujer bienaventurada! ¡Ojalá que te imitemos! ¡Ojalá que nuestro lugar esté siempre a los pies de Jesús, amando, adorando, admirando y venerando su bendita Persona! ¡Ojalá que consumamos y gastemos todas nuestras energías en su servicio, aun cuando los profesantes sin corazón consideren nuestro servicio como un “desperdicio” insensato! Se acerca rápidamente el tiempo en que no nos arrepentiremos de nada de lo que hayamos hecho por amor a su Nombre; si hubiera lugar allá arriba para lamentarnos tan sólo de una cosa, sería de cuán débilmente y con cuánta flojedad servimos a su causa en el mundo. Si en la “mañana sin nubes” hubiera tan sólo un rubor que cubriera toda nuestra mejilla, se debería a que nosotros, cuando estuvimos aquí abajo, no nos dedicamos más íntegramente a su servicio.
    Lector, meditemos estas cosas. Y quiera Dios concedernos ¡UN CORAZON PARA CRISTO!