sábado, 23 de mayo de 2015

Los Terrores Del Infierno


Algunos preguntan por la primera parte del libro. Aquí está.

LOS TERRORES DEL INFIERNO

La doctrina del infierno es una de las más olvidadas de toda la Escritura. Cuando hoy se menciona el infierno, generalmente es ridiculizado, como si todo la idea del infierno estuvieras tan pasada de moda que sólo los ingenuos e ignorantes pudieran creer que un lugar así realmente exista. Esto no es difícil de entender. El hombre natural aborrece la idea de tener que dar cuenta de su vida delante de un Dios santo, él (el hombre natural) ama el pecado y no quiere vivir sin él. la mente no regenerada presenta una objeción tras otra con tal de no encarar la realidad del infierno. El ser humano vive su vida pensando que si ignora una dificultad por un determinado tiempo puede que ésta desaparezca. Hasta los líderes religiosos tenidos por conservadores comienzan ahora a atacar la idea del infierno. Dejemos que los hombres hagan lo que les plazca, seguros de que las frívolas objeciones de los necios no conseguirán destruir la realidad del infierno.
    En medio del clamor que busca aniquilar el infierno están aquellos que creen que la Biblia es verdad, estos deben pararse y hablar. Meditar en los terrores del infierno puede ser uno de los ejercicios más importantes que puedas hacer en esta vida. “Si el que oye el sonido de la trompeta no se da por advertido, y viene una espada y se lo lleva, su sangre será sobre su cabeza” (Ezequiel 33:4). Pido el favor de que el lector se tome el tiempo de leer este librito hasta el final.
    ¿Por qué debería uno preocuparse por el infierno? ¿Por qué gastar tiempo leyendo sobre el infierno? Son varias las razones que nos muestran el beneficio de hacerlo:

1) Oír de los terrores del infierno puede chocar a la consciencia y despertarle de su falsa seguridad.

2) Saber del infierno contribuye a detener al hombre de su camino de pecado. Tanto el piadoso como el malvado son persuadidos de no pecar cuando recuerdan los terrores del infierno.

3) Conocer los terrores del infierno puede ayudar a despertara aquellos que piensan que son salvos sólo porque creen en Cristo o en los hechos del Evangelio, pero que no son realmente salvos sino que están de camino al infierno, sin saberlo.

4) Predicar la doctrina del infierno es beneficioso tanto para creyentes e incrédulos, como será demostrado.

    ¿Por qué muchas personas no tienen miedo del infierno? Parece que hoy hay una real carencia de miedo a la realidad del infierno. Esto afecta tanto a aquellos que asisten a la iglesia como a los que viven en el mundo. la gente no teme el infierno, ¿por qué?
    Una persona no tendrá miedo de un león cuando es un cuadro en la pared. ¿Cómo es esto? Bueno, se trata sólo de una pintura. Sabe que no es real. Pero si esa persona fuera dejada sola en la jungla y se encontrara cara a cara con una león real, rugiendo ferozmente, entonces se llevaría un susto de muerte. la consciencia del ser humano tocante al infierno es semejante a la del hombre que sólo ve un león pintado en un cuadro. Sin embargo, oímos del infierno en la Biblia. Sabemos que el Señor Jesús habló del infierno. De hecho, Cristo habló más del infierno que de ninguna otra cosa en las Escrituras. ¿Cómo es que los hombres no creen que el infierno es real? Porque no han escuchado lo suficiente sobre él. No han estudiado todo lo que la Biblia enseña sobre el tema. No es lo que oímos solamente lo que contribuye a forjar nuestra creencia, lo que no oímos también contribuye a formar nuestro sistema de creencias. Únicamente el Espíritu Santo puede presentar a nuestros corazones los terrores del infierno de tal modo que los sintamos más reales que nunca. La doctrina del infierno ha sido usada por Dios en la conversión de pecadores más que ninguna otra de las Escrituras. Ora para que, mientras lees este tratado, el Espíritu Santo pueda mostrarte el infierno tan auténticamente real como es.

LA NECESIDAD DEL INFIERNO

    Muchos de los que hoy día se burlan del infierno, probablemente lo hacen por varias razones. Primeramente se trata de un deseo de estos de continuar en sus propios caminos de pecado sin tener sus conciencias preocupadas con la idea de las consecuencias de sus acciones. No quieren oír que lo que están haciendo está mal. No quieren oír que sus pecados serán castigados. Alguien pudiera objetar: “El tormento eterno en el infierno, ¿no es incoherente con un Dios misericordioso y amante? ¿Cómo puede un Dios bueno castigar a la gente enviándola al infierno para siempre?” Un malentendido del carácter de Dios y de la naturaleza del pecado puede llevar fácilmente a este tipo de preguntas. ¿Por qué es necesario el infierno? Examinemos algunas razones que nos hablan de su necesidad.

1) La pecaminosidad del hombre y la santidad de Dios. La dificultad que la mayoría de la gente tiene a la hora de comprender la necesidad del infierno está relacionada con su incompleto e inadecuado entendimiento de lo terrible que es el pecado y de lo santo y glorioso que es Dios. No vemos el mal tan grande que hay en el menor de los pecados ni entendemos la santidad de Dios, su justicia y su ira. Si viéramos el pecado como la maldad más grande en el mundo y nos diéramos cuenta de que cada pecado es un rechazo del gobierno de Dios sobre nosotros, una burla, una bofetada en su rostro, lanzarle estiércol a Él, comenzaríamos a comprender un  poco de lo que nuestro pecado representa para Dios. Cada vez que pecamos erigimos un dios rival en nuestro corazón, en la forma de nosotros mismos o de nuestro vicio más querido. El pecado rechaza al Creador como Dios y pone la criatura en su lugar.
    Si pudiéramos entender la santidad de Dios y lo que significa ser santo, puro, perfecto, justo, incontaminado, limpio hasta del menor pecado, tendríamos una idea mejor de por qué Dios aborrece tanto el pecado. La santidad absoluta no puede tolerar el menor de los pecados. “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio” (Habacuc 1:13). Si pudiéramos comprender la gloriosa santidad de Dios y su pureza, así como la naturaleza abominable del pecado, entonces no tendríamos problema con la necesidad absoluta del infierno.
    “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). El corazón humano está enfermo, es malvado, engañoso. La corrupción del corazón hace que el ser humano sea engañado respecto a la fealdad del pecado.

2) La naturaleza infinita de Dios. Para entender lo que el pecado realmente es, debemos verlo a través de los ojos de Dios. Dios es un ser infinito y eterno. Cada acto pecaminoso es cometido contra un Dios infinito y santo. Con cada pecado destronamos a Dios y nos colocamos a nosotros mismos por encima de Él. En cada pecado se encierra esta cuestión: "¿Cuál es la voluntad a cumplirse, la de Dios o la del hombre? Mediante el pecado, el hombre coloca su voluntad por encima de la del Señor, de tal modo que pone a Dios como basura bajo sus pies”. Un solo acto pecaminoso cometido contra un Dios santo e infinito merece castigo infinito. Es un mal infinito ofender a un Dios infinito, incluso una sola vez.

3) La justicia divina. Un solo pecado contra Dios obliga a Dios a vindicar Su nombre y Su justicia mediante un castigo tan completo como sea debido. Dios puede y quiere vindicar Su justicia. Lo promete en Romanos 12:19, donde dice en efecto: “Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dar lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Uno de los predicadores más grandes que jamás haya existido, Jonathan Edwards, escribió: “La gloria de Dios es el mayor bien; es el fin supremo de la creación, es de más importancia que cualquier otra cosa. Pero hay un modo mediante el cual Dios se glorificará así mismo, a saber, la destrucción eterna de los impíos, que glorificará Su justicia. Entonces se presentará como un gobernador justo de este mundo. La justicia vindicativa de Dios se presentará estricta, puntual, asombrosa, terrible y por tanto gloriosa”.


 
del libro Los Terrores del Infierno, Copyright © 1992 by William C. Nichols
Traducido al castellano por Alfonso Ropero

título en inglés: The Terrors of Hell

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