lunes, 30 de marzo de 2020

Las Iglesias También Se Enferman

  
  La iglesia o asamblea cristiana puede ser considerada como un cuerpo muy similar a un cuerpo humano (1 Co. 12). El cuerpo humano está compuesto de células individuales que en su conjunto forman la entidad entera. Células individuales muerte y otras se dividen. En tiempo, las células que componen un cuerpo pueden cambiar numerosas veces, pero el cuerpo es el mismo. Así es con la Iglesia. Primero, en el sentido mayor o universal, fue creada en Pentecostés con sólo unas pocas células individuales, pero la Iglesia nació. Y luego, en el sentido local, se establecen expresiones individuales (iglesias o asambleas locales) del Cuerpo de Cristo. Todas estas asambleas tienen también un nacimiento, una vida, y en cierto sentido una “personalidad” y conducta que afectan cómo maduran. Tristemente, muchas también llegan a morir. De ahí  la advertencia del Señor Jesucristo a la asamblea de Éfeso (Ap. 2:5).
    También como pasa con seres humanos, una asamblea puede experimentar “mortalidad infantil”, en casos cuando la asamblea como entidad, porque nunca fue arraigada en la Palabra del Señor Jesucristo (Su Evangelio y Sus caminos), nunca madura, sino que muere. Puede que las “células” que comenzaron esa asamblea fueron en verdad establecidas y arraigadas como individuos, pero por alguna razón, fallaron en lo de comunicar y establecer este fundamento respecto a la generación siguiente. Y el triste resultado es que la asamblea cesa de existir. Es necesario que haya hombres maduros y sabios para enseñar todo el consejo de Dios a los creyentes en una localidad (2 Ti. 2:2; Hch. 20:27).
    Una asamblea puede sufrir daño cuando el pecado invada como una enfermedad hace en el cuerpo humano. La infección suele originar fuera del cuerpo. Los métodos y caminos del mundo pueden menguar la fuerza de una asamblea antes de que se dé cuenta de que está enferma. En lugar de valorar y atender bien a la Palabra de Dios, pone la atención en lo que parece sabio, lógico, o necesario. Escucha otras voces que la de Dios, y busca otros intereses que los del Señor.
    También la tradición de los hombres puede agarrar a una asamblea como una fiebre que no se marcha. Las tradiciones se hacen leyes, alguien ha dicho. Entonces hay que tomar medidas bíblicas y serias para que la asamblea recupere su salud. Hay que abandonar las tradiciones de los hombres completamente, y reestablecer el “proceder en Cristo” (1 Co. 4:17).  Muchas enfermedades crónicas comienzan sutilmente, casi sin ser detectadas. Se disfrazan como “buenas” ideas (contemporáneas) para mejorar o renovar la asamblea. Pero después de un tiempo, esas “buenas” ideas ocasionarán la muerte del testimonio y quizás también de la asamblea. Algunas, tras probar varias novedades, han cerrado las puertas.
    Pero, la enfermedad no siempre origina fuera del cuerpo. El cáncer comienza y crece dentro y se extiende a todo el cuerpo. Solamente hay un remedio seguro; hay que quitar el cáncer, extirparlo, sacarlo del cuerpo. A pesar del dolor de la cirugía y la opinión de los demás en un mundo que entiende mal el “amor”, cualquier pecado debe ser quitado del cuerpo. Si es dejado allí sin pararlo, con tiempo se extenderá y ocasionará el final de la asamblea. El cáncer debe ser extirpado sin tenerle misericordia ni postergar el asunto, de acuerdo a la Palabra de Dios (1 Co. 5:7, 13; 2 Co. 2:5-8).
    Es triste y angustioso ver a una persona sostenida físicamente viva por medio de máquinas en el hospital. Pero, ¡cuánta más angustia o tristeza surge al ver una asamblea, que profesa fe en Cristo, siendo sostenida por nada más que lo equivalente a máquinas de respiración! A la iglesia en Sardis, el Señor Jesucristo dijo: “...tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Ap. 3:1). De nada sirve que los del mundo digan que les gusta  una iglesia porque tiene “vida”, cuando Cristo dice que está muerta. Algunas de las “muertas” respiran artificialmente mediante la música contemporánea, drama y otros programas especiales para que la gente no se aburra. Pero considera esto: pocas de ellas comenzaron así. ¿Cuántas asambleas ahora dependen de los métodos de la sabiduría humana para mantener o aumentar su número de miembros?
    Josías, rey de Judá, halló el libro que había sido perdido en la cada de Dios. Fue mediante la estricta obediencia a la Palabra de Dios y la dependencia en Él que Josías vio un avivamiento tremendo en el pueblo de Dios (2 Cr. 34:15). Las soluciones a los problemas legítimos que tienen muchas asambleas hoy en día no están en el mundo, ni en la sabiduría ni los métodos de los hombres. Pueden ser halladas por fe práctica en la Persona del Libro, el Señor Jesucristo. Y estas soluciones serán experimentadas solamente mediante la obediencia a Él. Poco a poco, está resultando más difícil encontrar el Libro en la casa de Dios. En verdad el cuerpo está enfermo.
    Últimamente la promesa del Señor Jesucristo está segura: “sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). La Roca es Cristo (1 Co. 10:4). Él es el fundamento (1 Co. 3:11). Él tiene que ser el centro, el punto de enfoque y la Cabeza en todo tanto al individuo como a la asamblea (Ef. 1:22). Sus métodos son los únicos que valen (1 Co. 14:37). Si es nuestro deseo dar placer al corazón de Dios, debemos tener gran cuidado con lo que hacemos en relación con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y su expresión local (1 Co. 3:12). No es suficiente ser oidores de la Palabra (Stg. 1:22). Si amamos al Señor Jesucristo, le obedeceremos aun cuando sea difícil o cuando nos parezca imposible (Jn. 14:15, 24). Dios desea que la iglesia no se quede como infante, sino que crezca y madure en Cristo Jesús nuestro Señor (Ef. 4:15-16). Como Dios dijo a Josué acerca de su obediencia a la Palabra de Dios: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidad de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te partes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” (Jos. 1:7).


Joe Wilbur, Rochester, NY

de Milk & Honey (“Leche y Miel”), Octuber 2000 traducido y adaptado
















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