miércoles, 10 de mayo de 2017

Parte III - El Significado Bíblico del Término "Elección" -- apéndices




viene de dos artículos anteriores

Apéndice A

     A continuación hay unas referencias seleccionadas que muestran claramente que la palabra “elegido” tiene el mismo significado en el Antiguo Testamento que el que tiene en el Nuevo Testamento. Animo al lector a que profundice más en este estudio.

Gn. 13:11 “Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán...”

Éx. 18:25 “Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez”.

Jos. 24:15 “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”.

Nm. 16:5-7 “Y habló a Coré y a todo su séquito, diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí. Haced esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito, y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví”.

Dt. 12:11 “Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová”.

     Por ejemplo, Lot escogió la llanura del Jordán porque era rica y fértil. Moisés escogió varones “de virtud”, Josué demanda a los que le están escuchando que hagan una elección sabia y moral, y Dios nos manda que le llevemos en adoración los votos de calidad, “lo mejor”. En cada caso hay algo que tiene que ver con el objeto, lo cual causó que fuera seleccionado.
     Vemos lo mismo cuando Dios escogió a Saúl:

1 S. 9:2 “Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso...”

1 S. 10:23-24 “Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo. Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!”

     Saúl fue elegido por sus características físicas, que era lo que el pueblo quería.
     Aun cuando Dios eligió a David, hallamos razones asociadas con el objeto de la elección tal como se muestra en los siguientes versículos.

Sal. 89:19 “He exaltado a un escogido de mi pueblo”.

1 S. 13:14 “...Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón...”    
 
1 S. 16:6-10 “Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová. E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos”.

1 R. 11:34 “Pero no quitaré nada del reino de sus manos, sino que lo retendré por rey todos los días de su vida, por amor a David mi siervo, al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos”.

Está claro que lo que Dios quería era escoger a alguien conforme a Su corazón de entre el pueblo. David fue elegido por ser un hombre de este calibre. Su corazón estaba enfocado hacia Dios. La elección de Dios no fue independiente de David. De hecho, todos los pasajes anteriores del Antiguo Testamento muestran que el uso de la palabra nunca implica una elección arbitraria ni independiente del objeto escogido.
Apéndice B

     Otra pregunta que surge a menudo es: ¿Cuándo endureció Dios el corazón de Faraón? Nota el contexto de la cita en Romanos 9:17.

Éx. 3:19 “Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte”.

Éx. 4:21 “...Pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo”.

Éx. 7:13 “Y el corazón de Faraón se endureció...” (antes de la 1ª plaga con la vara de Aarón).

Éx. 8:15 “...Endureció su corazón y no los escuchó...” (2ª plaga, evidencia rechazada de que era de Dios, después de la plaga de las ranas que los hechiceros no pudieron detener).

Éx. 8:19 “...El corazón de Faraón se endureció...” (3ª plaga, la de piojos).

Éx. 8:32 “Faraón endureció aun esta vez su corazón...” (4ª plaga, la de insectos).

Éx. 9:12 “Jehová endureció el corazón de Faraón...” (después de la 6ª plaga de úlceras).

Éx. 9:16 “Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”. (Dios hace Su declaración sólo después que Faraón ha endurecido su corazón).

Éx. 9:34 “...Se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos”. (después de la 7ª plaga, la del granizo).

Éx. 10:1 “...Yo he endurecido su corazón...” (antes de la 8ª plaga).

Éx. 10:20 “Jehová endureció el corazón de Faraón...” (después de la 8ª plaga, la de langostas).

Éx. 10:27 “Jehová endureció el corazón de Faraón”. (después de la 9ª plaga de tinieblas).

Éx. 11:10 “Jehová había endurecido el corazón de Faraón...” (antes de la 10ª plaga).

Éx. 14:4 “Yo endureceré el corazón de Faraón” (Después de la última plaga).

     Claramente, Dios no endureció el corazón de Faraón hasta que Faraón mismo no lo hubo endurecido primero. Además, Dios no declaró a Faraón ser un vaso de ira hasta después de que Faraón hubo endurecido su corazón. La Escritura deja extremadamente claro que Dios sólo endurece a las personas después que ellos primero han rechazado la verdad. Este principio se encuentra en 2 Tesalonicenses 2:10-11 que declara:

“Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira”.

     Surge una última pregunta de Romanos 9, y ésta es acerca de la ilustración del Alfarero y el barro. ¿No tiene Dios el derecho soberano de unos vasos de ira y otros vasos de misericordia? Este pasaje se refiere a Jeremías 18:1-11. Pero fíjate en el contexto del pasaje. Leámoslo entero:

“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle. Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo     contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras”.

     Leyendo el pasaje entero, es obvio que el Alfarero (Dios) no hace vasijas independientes de la reacción del hombre. El barro (hombre) no es pasivo. Dios declara si el arrepentimiento está presente, que Él no llevará a cabo Sus juicios. Los hombres son hechos vasos de ira sólo cuando se niegan a arrepentirse.
Apéndice C

    Esta sección se dirige a varias objeciones comunes que suelen surgir en torno a la discusión anterior.

1) Si la salvación depende de que el hombre ejerza la fe, ¿no se convierte entonces la fe en una obra meritoria para la salvación?

     Sin duda, siempre debemos proteger la doctrina de la salvación por gracia. Esto es, el hombre es salvo por la gracia de Dios, no por sus obras o esfuerzos. De todas maneras, decir que la salvación depende de que uno ponga su fe en Cristo y en Su obra redentora, no es nada meritorio respecto a la salvación. La Escritura no enseña que la fe sea una obra de la que el hombre pueda jactarse en el asunto de la salvación. De hecho, en la Escritura la fe siempre es el contraste de las obras. Por ejemplo, en Romanos 4:1-5, leemos:

“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.

2) ¿Es la fe un don de Dios?

     La Escritura enseña que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Ro. 10:17). Pero esto no excluye la responsabilidad humana de creer. Algunos creen que Efesios 2:8-9 enseña que la fe es un don de Dios. Dice así:
 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues [esto] es don de Dios...”

     Examinando gramaticalmente este versículo, uno debe admitir honestamente que otra interpretación válida, es que la palabra “esto” se refiere al principio de “salvación por gracia”. Esto es, el don se refiere a la obra y ofrecimiento de salvación que Dios concede por Su gracia a pecadores culpables. Uno recibe este don por medio de la fe.
     Ya que quizás este versículo es ambiguo, el estudiante de la Escritura se preguntará si hay otras referencias que definan el “don”. John MacArthur (en su comentario: Ephesians, pág. 61) ofrece tres versículos para apoyar que la fe es un don. Éstos son 2 Pedro 1:1, Filipenses 1:29, y Hechos 3:16. Examinando estos versículos, uno se da cuenta que estos también son inconcluyentes determinando que la fe es un don.
     Hechos 3:16 “Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”. (En el contexto vemos a Pedro y Juan sanando al cojo mendigo, pero este versículo no enseña que esta fe se le diera como un don divino. Más bien, esto enseña que el cojo fue sanado por su fe en Jesucristo y no por el poder de los discípulos. De hecho, ellos invitan a los judíos a que se arrepientan y se vuelvan a Cristo. ¡Cosa extraña, si el hombre no puede responder a Dios!)
     Filipenses 1:29  “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él...” (Ante todo, este versículo no declara explícitamente que la fe es un don de Dios. En el contexto, parece que Pablo les está animando a seguir firmes a pesar de las persecuciones. Los creyentes debían considerar estos sufrimientos por causa de Cristo como un privilegio. De hecho, aun el tener una oportunidad para creer es un privilegio. Esto no indica el impedimento para no creer, o quizás no estar deseoso de sufrir. Claramente, uno elige si sufrir o no, e igualmente uno escoge si creer o no.)
     2 Pedro 1:1 “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra...” (De ninguna manera declara este versículo que la fe sea dada por Dios. Tito 1:4 expresa un pensamiento similar: “a Tito, verdadero hijo en la común fe...”).
     De todas formas, hay varios versículos que específicamente usan la palabra en relación con la salvación.

“...Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”  (Ro. 3:24).

“Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Ro. 5:15-17).

“...La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 6:23).
¡Gracias a Dios por su don inefable! [Jesucristo] (2 Co. 9:15).

     Por tanto, la interpretación más segura es la que se basa en versículos claros y explícitos. Nuestra conclusión es que el don se refiere sencillamente a la salvación por la gracia.

3) ¿No significa estar “muertos en... pecados” que el hombre está totalmente depravado?
     Sin duda las Escrituras enseñan que el hombre es totalmente corrupto como pecador, e incapaz de salvarse a sí mismo. De todas maneras, no enseñan que el hombre sea incapaz de responder a Dios. Estar “muerto” en pecados, sencillamente significa una separación espiritual de Dios. El acontecimiento de Adán y Eva en Génesis 2 y 3, enseña claramente lo que significa estar “muerto”. Leyendo el acontecimiento, uno se da cuenta de que se sintieron inmediatamente culpables, intentaron esconderse de Dios, respondieron a las preguntas que Él les hizo, y fueron separados de Él. El apóstol Pablo usa la misma palabra “muertos” en Efesios 5:14, ¡y les exhorta a los muertos a que se levanten! Una declaración bien extraña, si las personas son incapaces de responder. En el acontecimiento del hombre rico y Lázaro en Lucas 16, el rico “muerto” está en el Hades, pero clama por misericordia, es consciente de su estado eterno, y está extremadamente preocupado por sus familiares. En Hechos 17:30, Dios manda a los hombres en todo lugar (lo cual incluye a los “muertos”) que se arrepientan. De hecho, todos estos versículos contradicen el concepto de que el hombre es incapaz de responder a Dios.
     Algunos afirman que el hombre no puede hacer nada (incluso ejercer la fe) en lo tocante a la salvación, o la fe sería una obra meritoria. Mientras creemos que el ser humano no puede ganarse la salvación por las obras, hemos mostrado previamente que la fe no es meritoria respecto a la salvación. Al contrario, a menudo Dios ordena a individuos que crean. La fe involucra el ejercicio de la voluntad humana, tal como estos versículos señalan:

“Jesús vino a Galilea predicando...arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr. 1:14-15).

“Esforzaos a entrar por la puerta angosta...” (Lc. 13:24).

“A todos los que le recibieron, a los  que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:31).

“Y algunos asentían a (lit. eran persuadidos por) lo que se decía, pero otros no creían
(Hch. 28:24).

“...Y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos” (Ro. 10:9).

“Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo...” (Ro. 10:13).

“Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros...” (1 Jn. 3:23).

     De hecho, las Escrituras enseñan de una forma muy clara que la razón por la que las personas no se salvan no es porque Dios no les de fe, sino porque el individuo no quiere creer. Los siguientes versículos ilustran este punto:

“¡Jerusalén, Jerusalén... Cuántas veces quise juntar a tus hijos ... y no quisiste!” (Mt. 23:37).

“...No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn. 5:40).

“Y algunos asentían a (lit. eran persuadidos por) lo que se decía, pero otros no creían” (Hch. 28:24).

“Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts. 2:10-12).

4) ¿No murió Cristo sólo por los “elegidos”?

     La respuesta es no. La obra redentora de Cristo hace que la salvación sea posible para todos, tal y como claramente indican estos versículos:

“El cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Ti. 2:6).

“...Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen” (1 Ti. 4:10).

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres...” (Tit. 2.11).

Puede que algunos objeten ante esto y señalen que Marcos 10:45 dice: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. ¿Cómo pueden compaginarse el “muchos” con el “todos” de 1 Timoteo 2:6? La respuesta es, para comprender, que la palabra “muchos” no significa necesariamente “cantidad de cierta cosa”. Por ejemplo, supongamos que un barco se hunde en una tormenta en el mar, y que perecen todos los que iban a bordo. Sería perfectamente apropiado decir: “se perdió mucha gente”. Una expresión equivalente sería “todos los que iban a bordo se perdieron”. Por lo tanto, no se puede usar Marcos 10:45 para decir que Cristo murió por algunos pero no por todos. 


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