viernes, 10 de julio de 2015

HUYE DE LA LUJURIA

 
Dios creó al ser humano varón y hembra. El deseo sexual tiene como meta la concepción de hijos, la propagación de la raza humana. Los animales también tienen este deseo reproductivo. Así que el sexo es bueno. Dios lo hizo.
    Pero el hombre está hecho en imagen de Dios; es más que un animal. No tiene que seguir los instintos físicos como los animales, y si lo hace, no tiene disculpa, porque no está hecho en imagen de los animales.
Dios hizo una mujer para un hombre y los unió como una sola carne (Gn. 2:24). Sobre esta bendita unión, la que Dios hace, Jesucristo declaró que no es el deseo de Dios que sea separada excepto por la muerte (Mt. 19:6). Una boda cristiana celebra la santidad y permanencia de esa unión. Toda otra actividad sexual antes o fuera del matrimonio es pecado e inmundicia.
    Pablo advirtió a Timoteo: “Huye de las pasiones juveniles” (2 Ti. 2:22). Una de estas pasiones, pero no la única, es el deseo sexual, que comienza con la pubertad y alcanza su máxima fuerza entre esa edad y la década de los viente años. Pero ese deseo intenso sigue en la vejez, aun entre los que alcanzan ochenta años de edad. Por eso, la admonición bíblica es oportuno a casi cualquier edad: “Huye de las pasiones juveniles”. Pero, ¿qué significa?
    Hablando sólo de la lujuria, del deseo sexual, quiere decir que hagas todo lo posible, todo lo que está en tu poder, para evitar lo que provoca, excita o da lugar a pasiones ilegítimas. Y fuera del matrimonio, todo actividad sexual es ilícita, es pecado. Ya que Pablo lo escribió al joven Timoteo, ¿qué excita las pasiones de un hombre? Oh, pues, la ramera lo sabe muy bien. Ella desea tentar y atraer al hombre, así que se viste provocativamente para inflamar su lujuria. Un diseñador prominente de vestidos dijo que sus ideas para vestidos venían de visitar los lugares de la ciudad donde trabajan las prostitutas.
    Pedro insta a las mujeres a vestirse modestamente (1 P. 3:1-5).Esto significa que mantengan sus cuerpos cubiertos de modo que los hombres vean su rostro y su carácter. Una mujer puede ayudar a los hombres a pensar castamente si se viste con modestia. Haciéndolo les ayudará a los hombres y a ella misma a huir de la lujuria.
    Y los hombres tienen gran parte de la culpa, pues no son víctimas inocentes. Miran donde no deben. Piensan en lo que no deben. Permiten imaginaciones que desagradan a Dios. Se meten en situaciones y en compañía provocativa. José en Egipto salió corriendo, literalmente huyendo de la mujer de Potifar. Pero hay muchos que no huyen como él. Proverbios 7:22 los describe así:  "...se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado". Proveen para los deseos de la carne. Cavilan cómo conseguir lo que quieren. Endulzan sus palabras y se hacen protagonistas de la pasión. Voluntariamente se contaminan. Como Esaú, venden su primogenitura por unos momentos de placer. Así que, nada de inocencia, no nos engañemos.
    Hermanos, está claro que Dios manda al hombre casarse y canalizar ese natural deseo sexual hacia su esposa. Los conyugues deben ser fieles y entregados el uno al otro (véase Pr. 5:15-21). Esto traerá satisfacción y felicidad, tanto para la pareja así como para sus hijos porque tendrán padres fieles y felices. Esto es lo que Dios quiere. ¿Qué quieren el diablo, el mundo y la carne? ¡Lo contrario! Entonces la cuestón es: ¿Con quién andarás, con Dios en santidad, o con el diablo, el mundo y la carne en pecado e inmundicia. ¿Serás sabio o necio? ¡Seamos sabios, sí, huyamos de las pasiones juveniles y vivamos una vida santa para Dios!
 
Donald Norbie, traducido y adaptado de su artículo en la revista “Precious Seed” (“Semilla Preciosa”), noviembre 2010

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