domingo, 21 de diciembre de 2014

La Gloria Terrenal Del Mesías


    El apóstol Pedro nos dice que los profetas del Antiguo Testamento preguntaron e indagaron acerca de muchas de las cosas que escribieron, especialmente lo concerniente al Mesías. Escribieron de “los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 P. 1:11). ¿Cómo podrían ser verdad las dos cosas – sufrimientos y glorias? La respuesta, que no fue expuesta claramente en aquel entonces, pero ahora es evidente, es que el Mesías no vendría una sola vez, sino dos. En Su primera venida sería un Mesías sufriendo, rechazado por Su pueblo, crucificado, poniendo así Su vida por los pecados del mundo, pero después resucitaría de los muertos. Su segunda venida será como el Mesías para juzgar y reinar, glorioso, poderoso, reconocido por Su pueblo Israel y por las gentes del mundo, sobre las cuales reinará desde Jerusalén.
    La gente pregunta a menudo por qué los judíos no recibieron a Jesús como su Mesías cuando Él había venido tan obviamente cumpliendo las profecías acerca de la primera venida, tales como el lugar y el modo de Su nacimiento. Por supuesto, toda persona pecadora tiene una razón general por la que rechaza a Jesucristo como Señor. Es porque ama las tinieblas más que la luz (Jn. 3:19-21). Los seres humanos no quieren que Jesucristo el Señor reine sobre ellos. Los judíos en tiempos de Cristo no distinguieron entre las dos venidas de Mesías, ni entendieron que Él debía cumplir las Escrituras acerca del Salvador sufriente para expiar el pecado antes de venir en majestad para reinar. Temprano en el ministerio del Señor, Sus milagros maravillosos, palabras de poder, y liderazgo atractivo le marcaron en la mente de algunos como Aquel que había sido prometido (Jn. 1:45; 4:29). Había quienes quisieron tomarle y hacerle rey a la fuerza (Jn. 6:15). Esperarón que Él expulsaría a los romanos y haría de Israel una potencia mundial, cabeza de las naciones, como indicaron los profetas. Aun Sus discípulos tenían grandes ideas de las posiciones que ellos iban a ocupar en Su reino. Conforme iba haciéndose evidente que Jesús no iba a tomar el mando como Rey, las dudas empezaron a surgir. Aun Juan el Bautista, quien con tanta confianza le había señalado al principio, tenía sus dudas. “Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?” (Mt. 11:3). Los discípulos no entendieron las palabras del Señor acerca de  Su muerte y resurrección.
    Pero hoy, con la Biblia completa en mano, podemos y debemos entender claramente que primero el Mesías tenía que sufrir y morir por los pecados del mundo. Así profetizaron las Escrituras en pasajes como el Salmo 22 e Isaías 53. Pero hay quienes todavía no entienden que las demás profecías acerca de Su venida y reino sobre todo el mundo igualmente han de cumplirse literalmente. Algunos ignoran estas cosas, o han sido enseñados erróneamente que esas promesas no son literales sino alegorías. En su confusión creen que Cristo reina ahora sobre el mundo ahora, mediante Su Iglesia, y que triunfará sin volver personalmente para reinar visiblemente sobre el mundo. Pero pasajes como 2 Timoteo 3 y 4, 2 Pedro 2, Judas y Apocalipsis 2 y 3 enseñan que la iglesia no triunfará sino que habrá gran apostasía.
    El profeta Daniel predijo que el Mesías vendría como una “piedra que hirió a la imagen”, y destruiría a todos los reinos de este mundo, y entonces llenaría el mundo con Su glorioso reino eterno (Dn. 2:34-35, 44). El profeta Zacarías tuvo una visión del tiempo cuando Israel miraría al que había traspasado (Zac. 12:10). Él vendrá al Monte de los Olivos, al lado de Jerusalén, como Rey del mundo, reinando literalmente desde Jerusalén (Zac. 14:4, 9, 17; Hch. 1:11).

Los Salmos también dan profecías acerca de este tiempo venidero:

· El Hijo de Dios regirá a las naciones con vara de hierro (Sal. 2:7-9).
· El Rey de la gloria entrará en el lugar santo de Jerusalén (Sal. 24:7-10).
· El Rey venidero reinará en justicia y paz. Su dominio será sobre todo el mundo (Sal. 72:8-9, 11, 17).
· La tierra se llenará de la gloria de este Rey (Sal. 72:19).
· El hijo de David se sentará sobre el trono de Israel, gobernando (Sal. 89:3-4).
· El Mesías juzgará a toda la tierra (Sal. 96:13; 98:9).
· El Rey será también sacerdote, a diferencia de David, reinando desde Sion (Israel) sobre todo el mundo y juzgando las naciones (Sal. 110).

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