sábado, 18 de septiembre de 2021

Roma, Semper Idem

 

La Mujer Ebria De La Sangre De Los Santos

“Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro”. Apocalipsis de San Juan 17:3-6

¿Quién es esta mujer que San Juan vio tan lujosamente vestida, con el cáliz de oro, y encima de una bestia que representa los gobiernos de este mundo? ¿No conoces a ninguna iglesia que esté representada por una mujer? ¿No conoces a ninguna que también es una ciudad, y además, edificada sobre siete montes? ¿No has oído del Vaticano, de Roma? ¿Y cómo es que el apóstol Juan vio a la mujer ebria de la sangre de los santos? ¿No sabes? Claro, si te han lavado el cerebro, ¿cómo lo vas a saber? Te han controlado la información, de manera que no sabes dónde te has metido, ¡y cuán feliz es la ignorancia! ¿No sabes que el Catolicismo Romano llegó a ser “la fe más perseguidora que jamás se ha visto en el mundo… mandando a los reyes la imposición de la religión “cristiana” (Católica Romana) sobre todos sus súbditos”? ¿No te han dejado leer lo que un historiador Católico Romano escribió en otra parte del mundo, acerca de cómo el Papa “Inocente III mató a muchísimos más cristianos en una tarde… que cualquier emperador romano en todo su reino”? (Peter de Rosa, historiador católico romano, Vicars of Christ: The Dark Side of the Papacy [Los Vicarios de Cristo: El Lado Negro del Papado], (Crown Publishers, 1988), pág. 35). El historiador Will Durant escribe francamente: “Comparada con la persecución de la herejía en Europa de 1227 hasta 1492, la persecución de los cristianos por los romanos durante los primeros tres siglos después de Cristo fue algo moderado y de proceder humano. Tomando en cuenta todo lo debido para un historiador y lo permitido para un cristiano, debemos asignar a la Inquisición el mismo grado que las guerras y las persecuciones de nuestros tiempos, como una de las manchas más negras en la historia de la humanidad, y que revela en esa “Iglesia” una ferocidad desconocida en las bestias” (Will Durant, The Story of Civilization [La Historia De La Civilización] (Simon and Shuster, 1950), vol. IV, pág. 784).

Por supuesto que no todos los disidentes proclamaron abiertamente su deslealtad a Roma. Así que hubo “herejes” secretos que tenían que ser buscados diligentemente. El método inventado fue la Inquisición, en la opinión del autor egipcio Rollo Ahmed: “la más inmisericorde y feroz institución que el mundo ha conocido” en su destrucción de vidas, de propiedad, de la moral y de los derechos humanos. Lord Acton, un católico y noble inglés, llamó a la Inquisición “homicidio” y declaró que los Papas “no solamente eran homicidas en gran manera, sino que hicieron del homicidio la base legal de la Iglesia Cristiana y la condición de la salvación” (Peter De Rosa, op. Cit., pág. 175). SEMPER IDEM: siempre igual.

Roma No Puede Ser Absuelta

Los apologistas católico-romanos se tuercen como serpientes, y con engaño intentan absolver a su Iglesia de toda responsabilidad en cuanto a los herejes que fueron quemados. Ellos alegan que la Inquisición fue obra del estado. ¿Creen que somos tontos o que nos chupamos el dedo? No vamos a creer esos cuentos, y ni ellos se lo creen. Al contrario: “la fuerza principal de las leyes contra los herejes no se hallaba en la autoridad de los príncipes seculares, sino en el dominio soberano sobre vida y muerte de todos los cristianos profesado por los Papas como los supuestos representantes de Cristo en la tierra, como Inocente III expresamente dijo”. (J.H. Ignaz von Dollinger, The Pope and the Council [El Papa Y El Concilio], (London, 1869), pág. 195).

Las penas fueron ejecutadas por la autoridad civil, pero solamente como “el brazo secular” de la Iglesia. Inocente III mandó al arzobispo de Auch en Gascony: “Le damos una orden estricta que de cualquier manera que halle, Ud. destruya todas estas herejías… puede hacer que el príncipe y el pueblo las supriman con la espada”. El Papa ofreció “una indulgencia plenaria a los reyes y los nobles de Francia por su ayuda en la supresión de la herejía Catarista. A Felipe Agusto, a cambio de semejante ayuda, el Papa ofreció las tierras de todos los que no vinieran a la cruzada contra los albigenses”. (Durant, op.cit., vol.IV, págs.773-74)

Comte Le Maistre, en sus cartas escritas en 1815 para justificar la Inquisición Española, dijo que ella existía: “por virtud de la bula del soberano pontífice” y que el Gran Inquisidor “siempre era un arzobispo u obispo” (Le Maistre, Letters on the Spanish Inquisitión [Cartas Sobre La Inquisición Española] (Boston, 1843), pág. 39 citado por R.W. Thompson en The Papacy and the Civil Power [El Papado Y El Poder Civil] (New York, 1876), pág. 83). Y si las autoridades rehusaren ajusticiar al condenado, ellas mismas eran llevadas ante el Tribunal y condenadas a las llamas.

Fueron los mismos Papas los que inventaron la Inquisición y se aseguraron de que fuera llevada a cabo. “Gregorio IX, en 1233, entregó el oficio permanentemente a los dominicos, pero siempre para ser ejercido en el nombre y por la autoridad del Papa”(Comte Le Maistre, op.cit., pág. 83). De ochenta Papas en un linaje partiendo del siglo XIII y en adelante, ninguno de ellos desaprobó la teología y el aparato de la Inquisición. Al contrario, uno detrás de otro añadía sus toques crueles a esta máquina fatal (Peter De Rosa, op.cit., pág. 175). No estamos citando a protestantes ni a ex­católicos rebotados, sino a historiadores católicos.

Con razón el apóstol Juan estaba asombrado, al ver lo que se llegaría a hacer en nombre de Cristo. ¡Ebria con sangre, qué asco! Así Dios despacha en pocas palabras toda la supuesta pompa y majestad de esa “madre”, que por cierto madre es, de las rameras y de las abominaciones de la tierra (v. 5), pero no de los fieles, no de los creyentes. Amigo, lo siento, pero ¡si Roma es tu madre, Dios no es tu Padre! Ella es madre de rameras, así que dejémonos de historias de su soberanía, magisterio, infalibilidad, etc., porque es todo falsificado y fingido como maquillaje de ramera. Te los has creído tú, Roma, y los que han bebido de su cáliz, y los que se han echado en la cama con ella. A los demás Dios manda con voz de trompeta: “Salid de ella”. Sí, porque ella no puede ser absuelta, y si te quedas en ella, tú tampoco te librarás. Ella, semper idem, no quiere cambiar. No seas como ella. Tú sí que puedes ser perdonado y nacer de nuevo si crees en el Salvador, el Señor Jesucristo. Pero Él está fuera de Roma, y una vez más, la voz celestial llama diciendo: “Salid de ella”. ¿Qué harás?

parte de este artículo es una traducción y adaptación de material de Dave Hunt. Este artículo apareció primero en la web de John Ankerberg.

Bibliografía

The Berean Call Newsletter, Dave Hunt

A Woman Rides The Beast, Dave Hunt

The Story Of Civilization, Will Durant

Vicars of Christ, The Dark Side Of The Papacy

The Bad Popes, Chamberlin

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