lunes, 16 de julio de 2018

La Obediencia a Dios

¿Cuándo no hay que obedecer a Dios?  
Pregúntale al Señor Jesucristo.

Filipenses 2:7-8  "tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz".

Juan 8:29  "yo hago siempre lo que le agrada"
 

C. H. Mackintosh escribe:

"Debemos obedecer la Palabra de Dios simplemente porque es su Palabra. Dudar de ella, pese a saber que es el medio por el cual Dios nos habla, es lo mismo que blasfemar su nombre. Nosotros somos criaturas de su mano y él es el Creador. ¿Quién, mejor que él, tiene derecho a demandar obediencia"? El escéptico puede decir, si quiere, que prestamos una obediencia ciega cuando no dudamos ni preguntamos, pero nosotros llamamos a eso obediencia inteligente, por cuanto se funda en un conocimiento seguro de que es la Palabra de Dios. Si no tuviéramos esa Palabra, andaríamos en medio de la oscuridad más densa, porque no hay ningún rayo de luz en nuestro corazón ni en el mundo que nos rodea que no emane directamente de esa Palabra pura y eterna. Lo más importante es preguntarnos: ¿Ha hablado Dios? Entonces la obediencia sin reservas se convierte en el acto de la más elevada categoría de que sea capaz la inteligencia, pues cuando el alma percibe que está en contacto con Dios no puede reconocer autorídad más elevada".
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"Como hemos visto, la bendición de Dios acompaña a todo acto de obediencia. Por otra parte, vemos cómo el alma que vacila en su lealtad a Dios le da ventaja a su enemigo, quien la usará seguramente para hacer que el alma se separe cada vez más de Dios".

lunes, 2 de julio de 2018

Cristo, el Rey que no Gobierna

Justo antes de morir, en el año 1963, A. W. Tozer escribió un ensayo sobre la menguante autoridad de Cristo en las iglesias. ¿Qué diría si pudiera ver las iglesias evangélicas del siglo XXI?  Nuestros tiempos son como los de los Jueces en la historia de Israel: "En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía" (Jue. 17:6). La voz del pueblo triunfa sobre la Palabra de Dios. Tozer dijo:
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Déjenme establecer la causa de mi pesar. Es esta: Jesucristo casi no tiene hoy autoridad en los grupos que se llaman así mismos por su Nombre. Y no estoy haciendo referencia a los diferentes cultos cuasi cristianos, estoy hablando de las iglesias protestantes en general, incluyendo aquéllas que se proclaman fuertemente como descendientes espirituales de nuestro Señor y de sus apóstoles.

El tema de la autoridad de Cristo es una doctrina básica del Nuevo Testamento. Después de su resurrección, Jesús fue declarado por Dios Señor y Cristo; fue investido por el Padre de absoluto Señorío sobre la iglesia, la cual es su cuerpo. Toda autoridad es suya en los Cielos y en la Tierra. En el tiempo apropiado El la ejercerá a pleno, aunque durante este período en la historia permita que su autoridad sea desafiada o ignorada. Y justamente es ahora cuando está siendo desafiada por el mundo e ignorada por la iglesia.


EL REY REINA, PERO...


La posición actual de Cristo en las iglesias evangélicas puede ser comparada con la de un rey contemporáneo, con una monarquía constitucional parlamentaria como las que tienen varios países actualmente en que el rey reina pero no gobierna (España, Inglaterra, Suecia, Japón, etc.). El rey, a veces tan despersonalizado que hasta se lo llama la Corona, es en tales países no más que un elemento tradicional de reunión, un símbolo agradable de unidad y lealtad como una bandera o un himno nacional. El es aclamado y sustentado, pero su verdadera autoridad es mínima. Nominalmente es la cabeza sobre todos, pero en cada crisis es otro el que toma las decisiones. En las ocasiones formales aparece con su atavío real para entregar el sumiso y descolorido discurso que ha sido puesto en sus labios por los verdaderos gobernantes del país. Todo esto no es más que apariencia, está arraigado desde la antigüedad, es divertido y nadie quiere terminar con ello.

En las iglesias evangélicas, Cristo, en la actualidad, no es más que un querido símbolo. Aclamamos todos el poder del Nombre de Cristo, es el himno de las iglesias y la cruz nuestra bandera oficial, paro en los servicios semanales y en la conducta diaria es otro, no Cristo, quien toma las decisiones. En ocasiones especiales se permite que Cristo diga: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cansados, oNo se turbe vuestro corazón paro cuando termina de hablar, otro personaje toma posesión.

Aquellos que están en autoridad deciden las normas morales de la iglesia, así como todos los objetivos y métodos para conseguirlos. Como resultado de una gran y meticulosa organización le es posible hoy a un joven pastor recién salido del seminario, tener más autoridad en la iglesia que Cristo.

Y el tema no pasa solamente en que Jesucristo tenga o no autoridad, sino que, además, su influencia es cada vez menor. Algunos paralelos válidos podrían ser las influencias de San Martín para el Cono Sur, Bolívar para el norte de Sudamérica o Washington en EE.UU. Los honestos y valerosos libertadores son todavía líderes para estos países y sus niños son educados con su historia y sus máximas, pero ¿qué del control real y la influencia en los destinos de la nación? En la actualidad, y ante los hechos políticos presentes, el recurrir a sus dichos o máximas no es más que una verdadera burla.

El señorío de Cristo no está completamente olvidado entre los cristianos pero ha sido relegado al himnario, donde toda responsabilidad hacia El ha sido tranquilamente eximida en un brillo de agradable emoción religiosa. O tal vez, si es ensoñado en el aula como una teoría, raramente es aplicada a la vida práctica. La idea de que el Hombre Jesucristo tiene absoluta y terminante autoridad sobre la iglesia y sobre todos los miembros en detalle de sus vidas, simplemente no es aceptada como verdad en las filas y esferas de los cristianos evangélicos.

lunes, 25 de junio de 2018

Los Homosexuales, El "Papa" y la Palabra de Dios

"Homosexual" es un término correcto y preciso, compuesto del griego "homo" (mismo) y del latín "sexus" (sexo).  Un diccionario etimológico indica que la palabra designa a toda persona que se inclina a la relación sexual con personas de igual sexo, de su mismo sexo. 
    En la Biblia el término correcto y de arraigo histórico es "sodomita". Se refiere a las prácticas sexuales hechas famosas en la cuidad de Sodoma. por las que Dios la destruyó a ella y las ciudades vecinas. Hoy muchos rehusan utilizar esos términos de siempre, y se han inventado "gay" que es una palabra arcaica anglófona que significa "feliz", y ahora se estila el acrónimo LGBT (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transsexual) para incluir todo un amplio abanico de pecados sexuales. Pero se trata de homosexuales y sodomitas.
El uso del arco iris no les protegerá de la ira y el juicio de Dios

    El "Papa" Francisco se ha manifestado en contra de Dios y Su Palabra, al decir cosas como "Dios te ama así como eres", dando a entender que a Dios le da igual la homosexualidad. La verdad es todo lo contrario. Dios publicó Su oposición a toda homosexualidad repetidas veces en la Biblia, comenzando con la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19). El apóstol San Pedro, al cual los católico romanos consideran su primer Papa, habló de la historicidad y el significado de ese juicio divino en su segunda epístola. "...condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente" (2 Pedro 2:6). ¿No hablaba Pedro "ex-cáthedra" al escribir así inspirado por el Espíritu Santo y pronunciando doctrinalmente sobre asuntos de fe y moral? Entonces, el "Papa" no es portavoz de Dios, ni fue preservado de error, ni es infalible, sino que está en grave error. No se le puede aplicar la palabra "apostólico", porque contradice las Sagradas Escrituras y también al mismo apóstol San Pedro. 
   También contradice al apóstol San Pablo, que inspirado por el Espíritu Santo escribió en la epístola a los Romanos (siendo Roma otra sociedad sexualmente permisiva y perversa), que esas prácticas y muchas otras son pecados de la raza arruinada y condenada -- la raza humana. Invitamos a todo lector a leer bien y familiarizarse con la historia de la corrupción y perdición de la humanidad. Está en Romanos 1:22-32 donde la Palabra de Dios declara:

22  Profesando ser sabios, se hicieron necios,  23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.  24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,  25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.  26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.  28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;  29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;  30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,  31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;  32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. 

Observa en medio de esta historia de rebeldía, necedad e impiedad, que los versos 26 y 27 del texto sagrado se refieren a los homosexuales, y llama sus hechos "pasiones vergonzosas", "contra naturaleza", "dejando el uso natural", "lascivia", "hechos vergonzosos hombres con hombres", y "extravío". No hay forma de sacar de estos versos que a Dios no le importa la homosexualidad ni que acepte a los homosexuales tal como están. No son cuestiones de gustos, sino de necedad (v. 22), de "inmundicia" (v. 24) y de "extravió" (v. 27). La única esperanza para cualquier pecador, sea cual sea su pecado, es el evangelio del Señor Jesucristo. Romanos 1:16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvación a todo el que cree. Nada consigue el mundo consintiendo, legalizando y aceptando la homosexualidad, pues todavía está en la lista de pecados condenados en Romanos 1, y ésa es la posición de Dios el Juez. Quien emite el juicio es el cielo, no los hombres, y no está sujeto a diálogo, referendum u otras cosas. Los homosexuales hablan mucho y agresivamente de sus "derechos" pero también atacan cada vez más nuestros derechos y la libertad que tenemos de creer a Dios y aceptar lo que las Sagradas Escrituras enseñan.
     Considera los comentarios de William MacDonald en su Comentario Bíblico, sobre la homosexualidad.

    "En el Antiguo Testamento (Gn. 19:1–26; Lv. 18:22; 20:13) como el Nuevo Testamento (Ro. 1:18–32; 1 Co. 6:9; 1 Ti. 1:10), Dios condena el pecado de la homosexualidad. Demostró su ira contra el pecado al destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra. Bajo la ley de Moisés, el castigo por la sodomía era la muerte. Ninguno que practica la homosexualidad heredará el reino de Dios.
     Los homosexuales pagan un alto precio por su estilo inmoral de vida. Pablo dice que reciben: «en sí mismos la retribución debida a su extravío» (Ro. 1:27b). Esto incluye enfermedades venéreas, pneumocistis, sarcoma de Kaposi (una forma de cáncer) y SIDA. Además incluye un sentimiento obsesivo de culpabilidad, desórdenes mentales y emocionales y cambios anormales de personalidad.
     Como cualquier otro pecador, el homosexual o la lesbiana puede ser salvo si se arrepiente de su pecado y recibe al Señor Jesucristo como su Salvador personal. Dios ama al homosexual y a la lesbiana aunque odia su pecado...
     ...Algunos culpan a Dios de que han nacido con esta tendencia, pero la culpa no es de Dios, sino del pecado del hombre. Cada hijo caído de Adán tiene tendencias malévolas. Los hay que tienen una debilidad en un área, otros en otra. El pecado no es el ser tentado, sino el rendirse a la tentación.
     Hay liberación de la homosexualidad o el lesbianismo así como lo hay de cualquier otra concupiscencia..."
Comentario Bíblico, sobre Génesis 18

     Ten por cierto que no predicamos el odio, ni mucho menos, porque Dios ama a todo pecador y quiere su salvación. Por eso Él nos declara qué es pecado, cuál es el resultante castigo, e invita a todos a arrepentirse y creer en el evangelio. Ésta es la posición bíblica de todo verdadero cristiano. Es un mensaje de amor, no de odio. Dios sí aborrece la maldad (Salmo 45:7), pero ama a todo ser humano y ha provisto para su salvación. ¡Le costó caro! Entregó a Su propio Hijo unigénito; no lo escatimó sino que lo entregó por todos nosotros. Jesucristo murió como nuestro Sustituto en la cruz, castigado por Dios por los pecados nuestros, para que al confiar en Él, seamos perdonados y renacidos. 
     El apóstol Pedro también declara que Dios "es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). Dios no acepta a los seres humanos tal como son, sino que los llama al arrepentimiento para que puedan ser salvos. Dios es paciente, pero el siguiente verso advierte que el tiempo de Su paciencia se acabará: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 Pedro 3:10). Si preguntáramos a los de Sodoma y Gomorra si eso de ser quemado debe tomarse literalmente, responderían a gritos: "¡Sí!". 
     El reino de Dios no será poblado por pecadores de ninguna clase, y eso incluye a los homosexuales. El apóstol Pablo escribe a los de Corinto: "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6:9-10).
     La postura bíblica y cristiana frente a cualquier pecado no es tolerancia ni aceptación, sino predicar como los santos apóstoles, "a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 20:21)